Partida Rol por web

Sábado, 17 de Enero de 1925. 8:30

Era una mañana fría y nubosa. Las calles de Nueva York habían vuelto a la vida como cada día, ajenas a la oscuridad que atenazaba los corazones de los investigadores. Los sucesos de la noche anterior les habían mantenido en vela y, si en algún momento conseguía vencer el sueño, horribles pesadillas se encargaban de despertarles.

Louis subió las escaleras que conducían al despacho de Nick, donde pocas horas antes habían tomado decisiones que afectarían al resto de sus vidas. La luz seguía encendida, señal inequívoca de que Nick ya estaba esperando.

Ascendió los escalones con más energía de la que suponía que tendría, pues ciertamente había pasado, en casi toda su totalidad, la noche en vela, tal como había adivinado desde el momento que el horror había irrumpido en su vida sin siquiera pedir permiso, forzando la entrada y descerrajando sus más profundos sentimientos.

Su ropa era completamente diferente a la del día anterior, habiendo dejado abandonado el traje en la habitación de hotel y sustituyéndolo por una ropa mucho más parecida a la que utilizaba en las expediciones, y que le resultaba bastante más cómoda pese a la apariencia que pudiera darle.
Le acompañaba su más que fiel arma, de la cual ya no se separaría hasta que todo aquello hubiese concluído, y que se encontraba colocada en la parte trasera de su cintura, cubierta de miradas indiscretas por la chaqueta, pero fácilmente accesible.

Miró un instante su reloj, observando que era la hora acordada...o mejor dicho, aún faltaban unos minutos, pero es que se había adelantado un poco porque el envío del telegrama le había costado menos de lo que había supuesto, dejándole margen para llegar.

Con decisión golpeó tres veces la puerta.

Nick abrió la puerta del despacho, para encontrar tras ella al enorme guía. Tomó el sombrero que colgaba junto a la entrada y se lo colocó. Buenos días, dijo, mientras salía y cerraba con llave. Es hora de obtener alguna respuesta. Cojamos mi coche. palmeó bajo so brazo izquierdo por debajo de la chaqueta, para comprobar que su arma seguía en la bandolera en la posición correcta. Había aprendido a tener cuidado con las armas de fuego cuando le entrenaron, hace ya tanto tiempo.

Después de ello, ambos hombres recorrieron el pasillo en busca del coche de Nick.

Al parecer, Nick tenía tantas ansias como él de comenzar la investigación, pues apenas había terminado de llamar cuando el detective ya había atravesado la puerta y se encaminaba en dirección a su coche, por lo que Louis tuvo que reaccionar rápido y acelerar el paso hasta alcanzarle.

¿Tienes idea de donde se encuentra Importaciones Emerson? - preguntó casi de forma trivial, pues suponía que aquel hombre al que acompañaba no hubiese dejado pasar un detalle así.

La cuestión era intentar entablar algún tipo de conversación, pues se encontraba nervioso. Notaba esa sensación de estómago vacío, incluso cuando antes de salir del hotel, había tomado un frugal desayuno...lo que el estómago le había admitido.

Nick sacó la tarjeta que había obtenido del cadaver de... del cadaver. Mejor verlo asi, y se la mostró a su compañero, para que viese la dirección. No debe andar muy lejos. Espero que el tipo este haya ido hoy a trabajar. Nick sacó su pitillera y le ofreció al guía. ¿Fumas?

No, gracias - respondió mientras bajaban las escaleras y se dirigían al coche de Nick - ahora mismo no me apetece.

Louis caminaba medio paso tras el detective, dándose así la oportunidad de poder reaccionar en los cambios de dirección, pues él no sabía cual era el vehículo en cuestión.

Cuando finalmente llegaron, el guía esperó a que Nick se introdujera en el coche y le abriera la puerta del copiloto, introduciéndose él a continuación.

¿Cómo quieres hacerlo? - preguntó una vez en marcha - ¿Entramos por las buenas o por las malas?

En cierto modo, sabía que era mejor comenzar de buenas maneras, pues así podrían sacar más información, pero como se enterase que el tal Emerson había tenido algo que ver....

Por las buenas. Que nosotros sepamos el tipo no ha hecho nada. A lo mejor lo que tenía Jackson era un pedido de calzoncillos de seda. Nick dio una calada, pensativo. Pero no lo creo.

Llegaron al coche, un modelo negro con bastante kilometraje ya. Pero le gustaba. Le había acompañado muchas veces, el asiento del conductor, ya gastado, era lo bastante cómodo como para dormir en él, y aun tenía empuje. Tengo que limpiarlo un día de estos, pensó, sabiendo que no lo haría.

Nick abrió la puerta a Louis cuando se hubo sentado tras el volante. Le dio a la llave y el motor rugió, como si el coche estuviese molesto porque le moviesen tan temprano. Era curioso, tener un coche con caracter.

Mientras el coche cruzaba las calles de la ciudad, Nick charlaba con Sheridan. Si nuestro amigo no quiere colaborar, tu harás de poli malo. Creo que te irá bien, le dedicó media sonrisa antes de atender al tráfico. Y si vemos que aun podemos sacar algo más, creo que podríamos colarnos en la oficina. No croe que haya mucha vigilancia.

Nick y Louis cruzaron las calles Nueva York a buen ritmo. El Cadillac Touring del detective, regalo de un antiguo cliente extremadamente complacido y con mucho que ocultar, respondía a sus exigencias como si más que una máquina se tratara de un ser vivo.

Cuando llegaron a la dirección indicada y descendieron del coche, vieron el letrero medio despintado encima de la puerta: "Importaciones Emerson".

Se trataba de un edificio largo y estrecho con muelles de carga delante y detrás, habilitado como almacén. La puerta abierta permitía ver montones de cajas de mercancías apiladas a regular altura.

Nick se bajó del coche y se colocó la gabardina. Esperaba encontrar respuestas. Tomó una bocanada de aire, mientras su compañero bajaba del coche. Le gustaba Sheridan. Le recordaba a sí mismo, cuando era más joven. Cuando creía que los malos perdían si luchabas duro. Los días de servir a la patria.

Pero ya no era esa persona.

Escuchó como el guía bajaba del coche, a sus espaldas, y se situaba a su lado. Irradiaba confianza. Y determinación. Esperaba que la vida no le tratase tan mal como a él.

Mientras ambos miraban el edificio, Nick se ajustó el sombrero. Vamos

El interior del almacén estaba desierto. Había cajas a lado y lado en monótona sucesión, algún que otro saco cerrado y atado y varias carretillas, ganchos y demás utensilios para mover las mercancías.

A un lado de la entrada, junto a la pared, habían unas escaleras metálicas que daban a lo que parecía ser una oficina. Desde abajo podían ver la puerta entreabierta.

Louis miró alrededor, extrañado de no ver a nadie trabajando por allí. Y entonces recordó que era sábado, por lo que ya no era tan singular ver aquel lugar tan desierto...y sin embargo las puertas estaban abiertas, así que alguien debía de estar por allí, aunque fuese un simple guarda.

Levantó la mirada, siguiendo el recorrido de unas escaleras que ascendían hasta lo que parecía una pequeña oficina.

Debe ser ahí - indicó, aunque no movió un solo paso en aquella dirección, sino que se acercó a las cajas más cercanas, para comprobar si llevaban algún tipo de etiqueta o indicación que especificara lo que había en su interior.
Recorrió con suavidad su superficie, dejando que sus dedos acariciasen la parte superior de la caja.

Louis examinó varias cajas mientras Nick observaba el lugar con ojos expertos. Cerca de la entrada encontró un palé con 3 cajas de buen tamaño encima de las cuales descansaba un folio bajo un sujetapapeles. Al levantarlo pudo leer claramente que el paquete venía de Nairobi, Kenya. El remitente era un tal Ahja Singh.

-¡Eh! ¿Puedo ayudarles en algo o solo quieren curiosear?

Un hombre de mediana edad descendía las escaleras. Vestía de manera casual, con la camisa arremangada pese a que no hacía ningún calor. Hablaba en tono presuntuoso, arrogante y seguro, como si tuviera control absoluto de lo que sucedía en ese lugar.

Buenos días, señor. ¿Que tal se encuentra? Nick se había quitado el sombrero, y hablaba con una voz docil. Esperaba no exagerar. A este tipo de gente le encantaba que le hiciesen sentir el tipo más importante del mundo, y podían cerrarse en banda. Y si se pasaba de chulo... para eso estaba Louis.

Estabamos buscando a Silas N'Kwane. ¿Le conoce?

-¿Silas N'Kwane? -el hombre parecía extrañado-. ¿Quiénes son ustedes?

Se apoyó contra la barandilla de la escalera, unos peldaños por encima del suelo, y cruzó los brazos.

Somos empleados del señor Jackson Elias, nos mandó para que hablasemos con el señor N'Kawe. ¡Vaya apellido! En missouri, yo es que soy de missouri, ¿sabe? no hay más que Smiths. Mi apellido ya era bastante peculiar. Imagino que el señor N'kawe tendrá ascendencia africana. No es que haya estado, ¿sabe? Todo lo que sé de Africa lo he leído en el National Geographic.

Con el sombrero en la mano, gesticulaba exageradamente. ¿Podría indicarnos donde está? Imagino que alguien al cargo de esto como usted estará bastante ocupado, así que no quiero distraerle demasiado. Además, la gente dice que tiendo a enrrollarme cuando hablo. ¡Al pobre Louis le vuelvo loco! ¿Verdad, Louis? Una vez fui padrino de una boda y estuve hablando... dejeme recordar... fue hace un año, la boda de mi hermana, ¿sabe? Era en mayo... bueno, el caso es que estuve hablando sin parar una hora. ¡Y solo tenía un discurso de 15 minutos preparado! Mi madre dice que es algo de los nervios... ¿Donde estaba? ¡Ah, sí, el señor N'kawe! ¿Anda por aquí?

Intentó no expresar su asombro cuando Nick comenzó a hablar, porque lo que había visto hasta ahora de ese hombre, indicaba que medía muy bien las palabras y no parloteaba sin sentido....cosa que ahora hacía, manteniendo una imagen muy distinta de la realidad. Pero sin duda el detective sabía lo que se hacía.

Dejó atras las cajas que había estado revisando y se acercó a Nick, hasta colocarse a su espalda, aunque, sin darse cuenta, se inclinó un poco hacia delante para rebajar su altura...no quería intimidar al hombre por el momento. Ya habría tiempo si se hacía el remolón y se negaba a darles información.

La verborrea de Nick dió resultado, aparentemente, o al menos consiguió acabar de confundir por completo al hombre.

- ¿Empleados de Jackson Elias? -el hombre frunció el entrecejo-. ¿Y dicen que él les ha enviado aquí a hablar con Silas N'Kwane? No tiene sentido... Díganle al señor Elias que si necesita algo más venga a verme, no me fío de ustedes. Aquí no hay ningún Silas N'Kwane, así que humo. Largo.

Se dió la vuelta y empezó a subir las escaleras otra vez en dirección a la oficina, dándoles la espalda a Louis y a Nick.

Quizá se estuviera precipitando, pero no podía quedarse quieto mientras el único que podía darles algo de información se largaba tan campante.

Louise se irguió en toda su estatura y avanzó con grandes zancadas, ascendiendo rápidamente tras el hombre que no se había identificado, pero que sin duda debía ser alguien importante, pues conocía a Elías, y le colocó la mano sobre el hombro, impidiendo su avance.

Disculpe, señor - le dijo con vez serena - pero es necesario que hablemos con ese tal Silas N'Kwane, pues es realmente importante. Espero que entienda no nos iremos de aquí sin saber la información a por la que hemos venido.

Le miró fijamente, prácticamente sin parpadear, y apretando la mano que tenía sobre el hombro más de lo que hubiese sido necesario.

Louis, por favor, comportate. Ya sé como acaban siempre estas cosas contigo y no quiero volver al hospital a disculparte con algún pobre hombre que crees que te ha ofendido. De verdad que deberías intentar controlar un poco tu genio, sé que en el negocio de la protección uno debe desarrollar una cierta agresividad para poder hacer un trabajo, pero de verdad que me gustaria pasar al menos un mes sin oir como se rompe un brazo. Luego hay que hablar a la policía, llamar a un abogado... vamos, hombre, seguro que el señor no pretendía ser irrespetuoso.

Nick deja escapar un suspiro. Espero que le disculpe, ya sabe como son los ex mercenarios, tienden a pensar que siguen en guerra. Pero Louis es un buen chico. Una vez intentaron atracarnos, y Louis le rompió al tipo ambas rótulas de una patada cada una ¡Fue impresionante! Luego se rasca un poco la barbilla. ¿Donde estaba? ¡Ah, sí! el señor N'kawe. ¿Donde podríamos encontrarle?