Partida Rol por web

La subida no fue especialmente difícil para Thorgrim. La falta de habilidad y destreza en este tipo de tareas las compensaba el gigantón vikingo a base de fuerza.
Tampoco la tormenta de nieve fue un verdadero obstáculo. El guerrero nórdico más bien la agradeció, como un refrescante cambio tras los esfuerzos de la escalada.
Lo que realmente le molestó, fue el no poder darse un atracón con los alimentos, que encontraron a la entrada de la cueva. Después de la larga jornada tenía hambre, pero la orden de su jarl era tajante y Thorgrim comprendía sus motivos. Aquello podría ser obra de magia. Y la magia y los espíritus eran lo único, de los que desconfiaba el guerrero, pues estos no se dejaban partir en dos por su hacha. Pero la bruja era de carne y hueso y por Odhinn, que si esta daba problemas a su dama Jorunn o a alguien del grupo, querría el ver, como iba a lanzar sus conjuros, cuando la cabeza y el cuerpo siguieran caminos distintos.
Sin mediar palabra, se posicionó detrás de las mujeres y, aferrando con una mano el mango de su hacha de guerra, se preparó para hacer uso de ella a la más mínima señal de la princesa.

- ¡Malditas mujeres! - gruñó Sigurdr Ivarsson, al menos por décima vez desde que entraron en esa pequeña cueva. Una ráfaga más violenta que las otras golpeó su manto negro contra su rostro y el hirdman regresó rápidamente al abrigo de una gran roca prominente que señalaba la entrada de la caverna. Nada era normal en ese país. En medio de su ascensión a la montaña, un temporal que había surgido de la nada envolvió el cielo azul y despejado que los había acompañado durante toda la mañana. El frío y la tormenta amenazaban con engullirlos, pero la princesa Jorunn ya había abandonado la idea de renunciar o de esperar un clima mejor. Ateridos, casi ciegos por los grandes copos que azotaban sus rostros, habían concluido el ascenso en un monótono silencio. El pequeño grupo, guiado por Nora, finalmente llegó con un terrible esfuerzo al promontorio rocoso que, según esta, era su destino final. La entrada a una caverna se abría ante ellos como las fauces de una gigantesca serpiente de hielo aunque en los alrededores había muchas otras, más pequeñas.

- ¡Malditas sean! ¡Sobre todo las que llevan pantalones! - añadió el guerrero volviéndose a sentar cerca del débil fuego que Nora se esforzaba en mantener vivo.

La risa salvaje de Thorgrim Olavsson le respondió. Apoyado en la pared, afilaba la hoja de su hacha con diligencia. Sigurdr se preguntaba si el berserkr alguna vez expresaba algo que no fueran gruñidos habituales.

Al amanecer Jorunn Hroflsdöttir dio la señal de partida. Los marineros se habían quedado cerca del barco, listos para defenderlo en el caso de que hubiese más salvajes. No había ninguna pista que les condujera a la cumbre que había indicado el capitán, y por tanto, era necesario buscar un camino a través de los densos bosques y las escarpadas pendientes. Sigurdr no creía que ningún humano, aunque fuese un mago, pudiese vivir en semejantes condiciones, pero nadie más parecía planteárselo. Como ese extraño temporal se había levantado con fuerza, su tarea se había complicado aún más. finalmente, el grupo había conseguido llegar a la cueva y Jorunn les ordenó que esperaran allí mientras ella se adentraba en su interior con Nora a su lado. Afortunadamente, habían encontrado esa caverna a tiempo para protegerse del viento. Björn después de recoger algunas ramas y las hierbas que había cogido de Klemet, consiguió encender un fuego fragante, pero débil. Después, los tres hombres de la expedición esperaron.

- Las mujeres comparten secretos que no nos conciernen - añadió Björn en un tono divertido, mientras le tendía otro trago de hidromiel al hirdman. - Pero, por Hel, que no seré yo el que se inmiscuya en su intimidad.

- ¡Tonterías! - gruñó Sigurdr Ivarsson.

Mientras se envolvía con su grueso manto de lana, Björn echó musgo seco a las llamas que empezaron a crepitar y a despedir apenas un poco de calor.

- Solo las mujeres pueden conocer a la Dama de Escarcha.

Su voz ronca y profunda resonaba lúgubremente en el refugio rocoso.

- La leyenda dice que los hombres con los que cruza su mirada caen bajo su encanto helado y no la abandonan nunca jamás. Al menos, hasta que ella los deja ir. Incluso en ese caso nadie vuelve a ver nunca a sus víctimas.

El guerrero soltó algunas nuevas imprecaciones dirigidas al género femenino. Pero esta vez no levantó la voz por miedo a que lo escucharan más allá de la minúscula cueva.

- Quizás no tengan peor suerte que nosotros - concluyó Björn con un estremecimiento.

Los tres compañeros se acercaron aún más al fuego.

En su esquina Thorgrim sonreía mientras acariciaba la hoja de su hacha.

Nada más cruzar el umbral, el rugido del viento se convirtió en un murmullo lejano y una dulce claridad reemplazaba a la oscuridad cenicienta que ahogaba la montaña. Las jóvenes mujeres se dieron la vuelta y, aunque todavía distinguían a algunos pasos de ellas los efectos del temporal, este parecía pertenecer a otro mundo. Sin prestar atención a este extraño fenómeno, Nora reanudó la marcha. Su amiga se apresuró a seguirla en silencio, pese a que deseaba hacerle muchas preguntas.

Al fondo de esta caverna se abrían tres túneles frente a ellas. Nora parecía indecisa y olfateaba el aire como si fuera a descubrir una pista, aunque el rostro desesperadamente neutro de Jorunn también delataba su indecisión. La hija del rey Hrolf se aproximó y echó un vistazo a cada entrada, sin encontrar ninguna señal que la ayudase en su elección.

- Muy bien - suspiró la princesa -, si las runas nos han indicado este camino, supongo que los dioses no nos abandonarán ahora.

Mientras Jorunn y Nora se adentran en la gélida cueva, veis que Thorgrim se queda perplejo mirando una de las fuentes de luz que refleja el arco iris. No es solo perplejo parece ser que se ha quedado paralizado y sus ojos perdidos en un sueño quimérico.

Te ves en las manos en los brazos unas extrañas manchas negras que se van agrandando por toda tu piel, te encuentras con dos figuras distorsionadas a tu alrededor no puedes reconocer si en verdad son tus compañeros o no. Parece que la bruja se ha salido con la suya, y una extraña enfermedad que desconoces empieza a expandirse por todo tu cuerpo en extrañas manchas de color negro.

Mientras avanzáis solas según la orden de Jorunn, aunque suponiendo que los hombres os siguen detrás a una cierta distancia. Con unas antorchas que Nora ha podido conseguir gracias al fuego que los hombres han hecho en el exterior.

Os adentráis en el interior del dominio subterráneo, una inmensa sala circular. Las paredes cubiertas de cristales de escarcha irradian un resplandor espectral y la bóveda de la caverna se eleva a más de cuarenta pasos. Unas gotas de agua caen de las estalactitas y forman un lago en el suelo. Aunque lo más sorprendente de todo es una columna gigantesca, formada por la unión de una estalactita y una estalagmita gigantes que preside el centro de la sala, en cuya superficie hay grabada una increíble representación de Yggdrasill. Sus raíces se sumergen en la superficie del lago y el follaje esculpido se pierde entre las estalactitas.

El frío se hace más intenso y unas nubes de vapor blanco que emergen de vuestras bocas quedan suspendidas en el aire. Como si surgiera de la nada, aparece de repente la Dama de Escarcha. Es grande, incluso para ser una mujer del norte. Sus rasgos finos y delicados resaltan su belleza y sus cabellos son tan claros que parecen blancos, tan blancos como su piel y como su atuendo orlado con piel de visón. La maga os dirige una sonrisa burlona y clava en vosotros sus ojos gélidos antes de sentarse en su trono esculpido en una gran estalagmita dorada. Sin mediar palabra os invita a que le contéis el motivo de vuestra llegada.

La luz es pálida, el silencio y el frío sobre todo este último hace que el fuego de la antorcha se consuma con una prontitud excesiva como por arte de magia.

Estoy impresionada por el recinto y por la fuerza que trasmite la bruja, esa seguridad que muestra ante nosotras como si fuésemos ovejas frente a un lobo me asusta, el truco de las antorchas contribuye un poco más brujería . Pero ya sabíamos a quien veníamos a ver y de lo que puede ser capaz. De modo que hago acopio de valor, trago saliva y la miro fijamente.

Saludos Dama de la Escarcha, soy Jorum Hrolfsdottir hija de Hrolf Knudsson. Esta que me acompaña es Nora Reigklann. Hago una pausa, saludo respetuosamente con la cabeza. Venímos para que interprétes un sueño y nos digas su significado. Trago de nuevo saliva, estoy afectada por lo que tengo que decir, bajo la mirada mientras lo explico Mi padre y nuestro señor soñó con un mar de sangre por el que navegaba con un barco mágico que no necesitaba remeros. El mar estaba lleno de cadáveres, las casas, los campos y los bosques de Fyn abrasados por las llamas. Sólo se oían los gritos de dolor de las gentes y apestaba a carne quemada. Recupero la fuerza en mi palabra y vuelvo a mirarla fijamente.Dinos tu que eres sabia que significa y qué quieres a cambio, somos un pueblo agradecido y que cumple con su palabra. Dinos que pides a cambio y te lo daremos. Termino mi discurso y la miro expectante.

¿Qué sucede? Por Thorr ¿Qué son estas manchas?

La sorpresa e incredulidad hicieron presa de Thorgrim. El ataque había llegado tan rápida como inesperadamente. Esa maldita bruja le había hechizado y pretendía matarle con sus sucios conjuros de magia negra.

Un berserkr no temía a la muerte en sí, pero si a una muerte en deshonor. La bruja podría matarle, pero él moriría matando.

Thorgrim dió un grito de rabia, que retumbó en la caverna. A pesar de tener la vista ofuscada, ignoró a las dos siluetas cercanas, pues sabía, que se trataba de sus compañeros. Jurando venganza y blandiendo su inseparable hacha de guerra, se dirigió a gran velocidad hacia donde recordaba, que se encontraba la entrada de la cueva, dispuesto a librar su último combate.

Al notar el extraño comportamiento de Throgrim, Sigurdr se puso en pie extrañado y se acercó al hijo de Olav. Miró momentáneamente en la misma dirección que su compañero pero, al no apreciar nada raro, se quedó extrañado.

- Throgrim, viejo oso, ¿qué pasa, qué miras con tanta atención? - le interpeló para a continuación sujetarle de la piel de oso que rodeaba el cuello y zarandearle reciamente. Al hacerlo se sentía preocupado, notaba la gran corpulencia de su compañero y temía no poder sujetarlo si se lanzaba a hacer algo violento.

- ¡Thorgrim, Thorgrim!- exclamó ahora en alta voz tratando de hacerle reaccionar, mirándole algo nervioso, temiendo que fuera víctima de alguna alucinación o hechizo. Mientras así actuaba, le hizo gestos a Björn para que se acercara a ayudarle: - Björn, ¿sabes qué le pasa, habías visto alguna vez algo así? tal parece que se hubiera quedado embobado, quizá sea cierto lo que se dice sobre esa hechicera...

Continuó llamándolo a voces intentando que contestara listo para intentar detenerlo no fuera a hacer algo contra si mismo o contra otros.

Hago una señal de respeto hacia la bruja. Y me mantengo todo el rato en un tranquilo silencio. Sin embargo pego un pequeño respingo cuando Jorunn dice que le daremos lo que pide !¿Cualquier cosa!? !¿Esta no sabe lo caprichosas que pueden ser las brujas!? Hay precios que ningún mortal puede llegar a pagar... O que no puede estar dispuesto a pagar... 

Permanezco callada, pero por primera vez estoy inquieta, intranquila, esto ya no me compete pero no estoy nada a gusto... ¿Qué pedirá?

Con las palabras de Sigurdr me acerco preocupado a nuestro compañero.

- Por todos los dioses ...

Al llegar a su altura le zarandeo sin piedad llegando incluso a abofetearlo al no conseguir reacción alguna por su parte.

- Throgrim, vuelve con nosotros.

- No, no he visto nada igual. - respondo a Sigurdr.

Uso también furor para tener algo mas de seguridad. Por que, si no sale, me temo que va a correr sangre... :P

Ayudáis a vuestro compañero a que salga del trance pero sin duda alguna él es el que tiene que salir por su fuerza de voluntad. Un grito de furia hace que vuestros tímpanos queden por un breve tiempo entumecidos. Después, el guerrero feral vuelve en sí y os ve.

Sus acciones quizás hubiesen sido otras de no haber despertado a tiempo, pero ahora está con vosotros en cuerpo y alma, y os mira tras el anonadamiento sufrido no sabéis por qué.

Después de la intervención de Jorunn la maga se levanta e indica con el dedo la columna grabada. Balbucea algunas palabras incomprensibles y las runas trazadas en torno al gigante fragmento comienzan a brillar. Luego se apagan poco a poco y solo algunas siguen brillando. La Dama de Escarcha, con una voz glacial y ronca, pronuncia estas palabras:

Fuego y hielo, miedo y valentía, muerte y vida, noche y día serán solo uno. ¿Quién puede impedirlo cuando hasta los dioses se arriesgan a caer? Los hijos pagarán por los pecados de sus padres. Vuestros destinos ya están escritos, las nornas han velado por ellos. Pero solo la lucha importa. El Colgado cuenta con ello. ¡Vosotros! Vosotros tendréis quizás el poder de librar un combate justo. ¿Buscabais una respuesta? Aquí solo está el comienzo. Si os sentís fuertes y seguís vuestro destino, este será glorioso. Nada será en vano. Buscad el rostro de Odhinn.

Después se sienta y permanece en silencio.

Me quedo mirándola impasible ¿qué quiere decir?  La sacerdotisa hablaba de un destino glorioso, pero que tendríamos que pagar por los pecados de nuestros padres....o nuestros hijos pagar por los nuestros. La lucha, habría un combate glorioso y nosotras seríamos dignas de el, ¿que más podía desear una mujer libre? Entraríamos al Valhalla con honores y nos sentaríamos al lado de Odhin, o eso o un destino glorioso en Skandia. Buscaríamos el rostro de Odhin.

 Agaché la cabeza haciendo una profunda reverencia.

Me quedo en silencio, no he entendido un carajo, y aunque no es buena idea lo hago saber.

-Parece que habla del Ragnarök, pero espero que Fenrir no se escape, y Tyr tenga a bien usar su otra mano para contenerlo. 

¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Cómo encontramos el rostro de Odhinn? Sólo conozco a unos pocos que puedan decir que han visto al Padre, y son sus godis y sus Bersekers que toman las ostias de Odhinn.- Hablo en voz baja, lenta, con el máximo respeto, para no importunar más de lo que ya he hecho.

Asentí a las palabras de Nora,todavía no sabía cómo interpretar los augurios de la Dama, pero este no era el lugar para comentarlo, no con ella delante. Esperé respuesta a la pregunta de Nora, pero puede que fuese más de lo que podíamos esperar.

 Hablé Ahora oh Dama ¿cuál es el precio por vuestros servicios? Sabía de la fama de la Dama, y que su precio podía ser un reino, pero la hija de Hrolf paga sus deudas, tragué saliva y esperé respuesta.

No responde a ninguna de las preguntas que le hacéis. Sin embargo, en cuanto escucha la pregunta de Jorunn sobre el precio a sus servicios, responde:

Pronto pagaréis esta deuda. Pero por el momento exijo al hombre más seductor de vuestro grupo.

El pago lo conoceríamos pronto, eso me intrigaba. Respecto a lo del hombre más seductor..... la verdad que los tres eran poco agraciados, pero tenían espaldas anchas y brazos fuertes. Si lo que la bruja quería era un semental que la montase estaba de acuerdo, si quería un sacrificio no. ¿ Me lo devolverás vivo y entero?

Los ojos inyectados en sangre y con cada músculo de su gigante cuerpo en tensión, Thorgrim se preparó para saltar en dirección a la cueva y librar la que posiblemente fuera su última batalla.

¡Thorgrim!

No sabía el tiempo, que le quedaba antes de que el conjuro de la bruja terminará su efecto letal y perdiera el control sobre su cuerpo para terminar desplomándose y abandonar Midgard en su camino al Valhalla.

¡THORGRIM!

Pero para eso debía de acabar con la bruja. Morir en combate y disfrutar del banquete en su honor a la mesa de Odhinn.
Sujetando su preciada hacha y dando un grito de rabia, se dispuso a ir en busca de su destino.

¡THORGRIIIIMMM!

Como si de una débil luz a través de un banco de niebla se tratara, unas voces lejanas llamaron debilmente la atención del guerrero. Las voces, vagamente conocidas, ganaron en intensidad. Era su nombre. Alguien le estaba llamando. Con un supremo esfuerzo, Thorgrim logró salir de su estado de furor.

Desorientado. Perdido. El berserkr cayó al suelo de rodillas en un momento de debilidad, a causa del esfuerzo mental realizado para volver de su estupor, y se frotó los ojos con una mano, como queriendo aclarar la vista aún algo difusa. Las manchas, que hace unos momentos cubrían su cuerpo, creciendo en tamaño, habían desaparecido.

- ¡Sigurdr! ¡Bjorn! ¿Qué está pasando aquí? Por Thorr ¿Qué poderes oscuros nos estan combatiendo?