Partida Rol por web

Todos los enemigos han sido aniquilados, un baño de sangre se extiende en la orilla. Ésta está situada entre dos promontorios rocosos y la linde del bosque. Las montañas que los rodean no son muy altas, pero sus laderas son empinadas y están cubiertas de placas de nieve. 

Un manto de nubes grises ocultan el sol y, por tanto, es imposible orientarse. Si no lo habíais visto antes, ahora divisáis la entrada de una cueva en la ladera del acantilado, que está a una gran distancia y por encima de ellos. Aunque no parece que haya ningún camino que conduzca a este lugar.

El sol desaparecía rápidamente detrás de la cima de las altas montañas que delimitaban la cala en forma de media luna en la que habíais atracado. La noche amenazaba con caer y engulliros en esta playa de guijarros grises donde estaríais desprotegidos frente a un nuevo ataque. Sin embargo, Jorunn Hrolfsdöttir dudaba de que eso se fuera a producir. Los guerreros que les habían tendido esa emboscada pertenecían ciertamente al pueblo, invisible desde su posición, ya que hacía unos momentos habían visto una columna de humo elevándose entre los árboles del bosque. Eran salvajes que no pertenecían a ningún clan, apenas capaces de forjar armas decentes, y que vivían de lo que la naturaleza les proporcionaba. Numerosas regiones inexploradas de los reinos del norte albergaban tribus primitivas parecidas, celosas de su territorio.

Pero hoy, la hija de Hrolf el Bravo, soberano del clan Kjari, no había venido a conquistar nuevas tierras para los suyos. Su misión revestía una importancia bastante más vital y simbólica.

Examinó rápidamente la estrecha banda costera en la que había tenido lugar el enfrentamiento. Jorunn era tan ancha de hombros que cuando era pequeña parecía un chico. Una herencia de su padre, nadie podía negarlo.

Un viento frío se levantó de golpe, arremolinando su vestido de lana bordado con hilo de oro. La princesa subió por las rocas húmedas para dirigir la mirada en una dirección. Su cabello de color de bronce y sus ojos del mismo resplandor del zafiro con largas trenzas que refulgían en la pronta oscuridad.

Os comentó será verdad lo que dice la leyenda... que describe a la hechicera como inmortal y capaz de deshacer los vínculos tejidos por las nornas. O al menos alterar su trama. A continuación señaló las cimas vertiginosas que estaban frente a ella. Solo distinguía en la penumbra cuestas y acantilados tan abruptos que ni siquiera una cabra habría encontrado un camino. - La Dama de Escarcha se encuentra allí arriba ¿no?. Desde hacía tiempo, Jorunn Hrolfsdöttir se había acostumbrado a su parquedad en palabras. - No distingo ningún camino de acceso que lleve hacia la cumbre - continuó la joven noble.

Temía tener que dar media vuelta y buscar un camino hacia la aldea de la tribu salvaje por el que los montes fueran menos escarpados y, por lo tanto, más fáciles de abordar.

Todo termina tan rápido como ha empezado, y no me ha dado tiempo ni de terminar con mi oración... 

En fin. Escucho lo que dicen y asiento con la cabeza.

-Quizás yo pueda buscar algo... Dadme unos minutos.-

Me alejo buscando caminos naturales o quizás usados por animales, al fin y al cabo esa es otra de mis misiones...

El thulr había caído. Bien merecido lo tenía por ponerse a cantar en medio de un combate.

¡Dioses!, volubles como eran en sus deseos, de poco servía ponerse a rezarles a cada paso que uno daba por este mundo.

La vida, claramente era para vivirla al máximo.

Y eso, implicaba la sangre, el sexo y un buen fuego. O dicho de otro modo, gloria, loas y fama.

A eso había venido aquí. A hacerse de un nombre digno de ser temido. Un nombre, que cualquier mujer quisiera poder contar entre los de sus compañeros de cama. Queria ser temido por sus enemigos y amado por sus amigos. Y cuando finalmente llegase el momento de irse de esta bola de barro, que su nombre fuese por siempre recordado en cuentos, cantos o con la palabra escrita de los poemas.

Te sigo mujer, le gruño a Nora moviéndose hacia donde ella estaba, necesitaban salir de ese sitio tan abierto a los ataques enemigos.

Y lo necesitaban con rapidez.

El ritual que hacía después de cada combate para ofrecer sus logros a los dioses había terminado y se había reunido junto a Jorunn para escuchar lo que tenía que decir y como continuar con la expedición, se sentía orgulloso por como habían salido las cosas en la batalla, cierto que eran un puñado de simple salvajes, pero había podido ejercitarse de buen modo.

Ve como algunos se alejan para inspeccionar la zona e intentar encontrar una ruta a seguir, Thorgrim miró a la joven Jorunn...

- Me quedaré a vuestro lado hasta que regresen con noticias, no creo que más salvajes se atrevan a enfrentarse a nosotros, pero nunca se sabe, y mi hacha estará preparada para de nuevo acabar con sus vidas, por Odín!!!

Al ver como Sigurdr avanza tras Nora niego con la cabeza.

- No necesitamos que esa mole vaya delatándonos por no saber moverse en silencio. - pienso.

Miro a Jorunn.

- Deberíamos inspeccionar los alrededores. - comento. Pero en silencio. - añado señalando con la cabeza a Sigurdr.

Descubres un estrecho sendero a través de unos helechos gigantes. Inmediatamente el camino se bifurca en dos. Uno de ellos conduce al este, al lugar del que parecía proceder el humo que visteis antes. El otro camino conduce hacia vuestro destino.

El bosque parece lleno de vida, pero no hay ningún animal a la vista. Según vais avanzando, tenéis la impresión de ser observados, pero no sabéis de qué o de quién se trata. El suelo helado cruje bajo vuestros pasos y el follaje filtra la poca luz que llega hacia vosotros. Hace mucho frío.

Finalmente, llegáis a un claro estrecho al lado de una abrupta ladera de la montaña. Una vez más, no hay ningún camino que suba hasta la cima, pero al observar minuciosamente la pared, veis una serie de salientes y fisuras que forman una especie de escalera que asciende hasta el saliente en el que se encuentra la caverna. Sin embargo, la escalada es difícil y agotadora.

Esta vez Nora Reigklann respondió negativamente con un simple gesto.

- Hay un camino. Lo veo.

Aunque Jorunn examinaba la oscuridad, no percibía nada parecido a un camino por el que pasar, ya que estaba demasiado oscuro. Seguramente su amiga veía cosas que no pertenecían a este mundo. Sin embargo, tenía que confiar en ella y alzó los hombros.

- Si tú lo dices. En cualquier caso está demasiado oscuro como para ponerse en marcha ahora - afirmó la joven noble mientras se alejaba-. Debemos rendir homenaje a nuestros muertos y preparar un campamento seguro para no ser sorprendidos esta noche. Daré las órdenes.

Se acerca la noche y me dedico a preparar las cosas para acampar.

- Yo haré la primera Guardia. - digo asentándome con el arco en la mano y el carcaj a mi lado mientras el resto se prepara para descansar.

Llegado el momento doy el relevo al siguiente y me retiro a descansar pues al día siguiente toca escalar y tengo que estar lo más fresco posible para poder llegar a la cima.

-Es muy extraño, debiera haber animales. O algo los ha espantado y significa que nos vigilan, o algo raro pasa.- Digo con voz neutra.

Asiento a las palabras de Björn. -Yo haré la del medio.- Era la peor guardia, pero alguien tenía que hacerla...

A la mañana siguiente tocará escalar.

¡Bien! Pues ya sabemos quién hará la última guardia. - Dijo Thorgrim y sin mediar más palabra se tumbó intentando buscar una cómoda posición en el duro suelo de guijarros, mientras se arropaba con su piel de oso, para protegerse del frío, que prometía traer la noche. Así, abrazado a su inseparable hacha, como si de una largamente esperada amante se tratara, Thorgrim cerró los ojos y se abandonó al sueño. El esfuerzo hecho en la pelea y las incomodidades de tan largo viaje habían dejado huella en él y sus compañeros no tardaron en escuchar su fuerte respiración. La sonrisa en sus labios dejaba pocas dudas, de que tipo eran sus bien ganados sueños.

Estaba demasiado excitada por el combate como para poder dormirme, de modo que me quedé acompañando a Björn durante su guardia, las palabras de Nora sobre gente espiándonos tampoco me ayudaban a conciliar el sueño.

No podía dormir, de modo que recé a Freya para que acogiese a nuestros caídos, luego afilé mi espada y cuando llegó el turno de Nora ya empecé a sentir como el cansancio se apoderaba de mí. Dormí como un tronco hasta que Thorgrim me despertó, lo primero fue echar mano a mi espada, luego al ver su cara de brutote me tranquilicé y dije ¡En marcha!

 Cuando intenté subir la pendiente, vi que no estaba echa para la escalada. Era una jarl,pocos hombres me igualaban con la espada, pero no podía trepar un simple muro y acabé cayendo lastimándome. De mi boca solo salió un breve gruñido de queja, mas que las heridas dolía la humillación de no lograr subir frente a los ojos de mis vikingos.

Sigurdr inició la escalada sin mucha seguridad. Enfadado y disperso trató de iniciar la escalada sin apenas fijarse en el acantilado que tenía delante de él, casi como si quisiera remontarlo corriendo monte arriba.

Rápidamente se encontró encolerizado tratando de encontrar asideros y resbalándose a cada momento, hasta que finalmente sufrió una aparatosa caída golpeándose fuertemente con todas las malditas piedras y salientes que pudo encontrar en su camino.

Sin duda los dioses estaban molestos con él y habían permitido que una tribu entera de alfar juguetones se rieran de él haciéndole fracasar.

Me pregunto cuando habré hecho algo que me haya traído mala suerte...

Furioso sigo intentándolo una y otra vez haciéndose cada vez más daño.

- ¡Ah, maldita sea!, esta pared se pone en mi contra...- continuó dirigiéndose a Thorngrim - Thorngrim, viejo oso, amarra ahí un cabo y échamelo a ver si puedo subir de una vez.

Al final conseguís alcanzar vuestro objetivo cuando cae la noche en el valle. El paisaje se suma en una total oscuridad. Pero desde aquí podéis ver todo el fiordo, aunque el mar esté oculto por una capa de niebla que comienza en las dos columnas de piedra que atravesasteis la pasada mañana.

La explanada es casi llana y hay un camino, invisible desde abajo, que desciende hacia el otro lado del paso de montaña hasta llegar abajo. Ante vosotros la entrada abierta de la caverna parece esperaros, pero en cuanto vais hacia allí, se forma una tormenta de nieve que cae sobre vosotros. No podéis cobijaros en ningún lugar.

Cuando llegáis a la cueva, esta se estrecha hasta convertirse en una delgada abertura que se abre paso bajo la roca. Delante de esta, descubrís unas cestas repletas de comida, carne, verduras y frutas. El camino se divide en cuatro direcciones diferentes, aunque finalmente, después de varios rodeos, todos llevan al mismo sitio, la Sala del Pilar. Las paredes de los túneles están cubiertas de hielo y cuando recibís alguna fuente de luz refleja el arcoíris. 

Caminé al frente de mis hombres con la mano en el pomo de la espada, el escudo en la siniestra y la lanza a la espalda.

Por fin habíamos logrado llegar. La tormenta de nieve nos retrasaba, pero eramos vikingos, la nieve y la tormenta eran el parte de nuestro día a día. Sonreí ante la tormenta. Por el martillo de Thor, este está contento.

Cuando vi las cestas de comida dije ¡vikingos! por mucha hambre que tengáis no toquéis estas cestas , deben ser un tributo a la bruja.

 A mediado que avanzamos recuerdo la historia de que la bruja es capaz de hechizar a los hombres, no quiero tener que luchar contra ninguno de mis vikingos. ¡Nora a mi lado en cabeza,Thorgrimm detrás nuestro !a la mínima estate preparado para entrar en trance.  Dudo que la magia de la hechicera sea tan poderosa para afectar a un beersekir en trance guerrero.El resto cubrid la retaguardia y estad prestos a actuar. por los cuervos de Odín, cuidado con lo que diga la bruja.

Avanzo cerrando el grupo con el arco preparado, como es habitual, hasta que llegamos a la cueva. La nieve no es una molestia para mi pues estoy acostumbrado a ella.

Al llegar a la misma observo unos cestos llenos de comida pero cuando voy a coger una pieza de comida Jorunn nos da la orden de dejarlo todo en su sitio así que me encojo de hombros y me dispongo a cumplir las órdenes de nuestra lider y cerrar el grupo permaneciendo atento a todo lo que acontezca.

Sigurdr se cruzaba de brazos molesto por el frío, pero procurando que no se le notara, poniendo un gesto adusto y ceñudo como si estuviera enfadado...aunque en realidad lo estaba. La escalada había sido un infierno y la verdad es que por muy hombre del norte que fuera, la nevada no le hacía ninguna gracia, pero lo que le molestaba realmente es que su jefa, su capitana le dejara atrás poniéndose ella en peligro al meterse en la cueva.

Las órdenes de Jorunn eran sensatas y lógicas, al menos desde su punto de vista, pero Sigurdr había venido con una misión, preservarla del peligro y no se quería siquiera imaginar que a ella le pasara algo mientras él estaba en retaguardia.

Sigurdr, por su condición de guerrero, comprendía el concepto de jerarquía y cadena de mando mejor que la mayoría de los hombres, eso era algo que los veteranos te hacían aprender rápidamente cuando entrabas en el séquito de un hombre importante. Pero a veces, como en esta ocasión el deber parecía entrar en conflicto consigo mismo: obedecer a Jorunn era su obligación, pero preservarla de todo peligro también.

- Jefa, señora Jorunn, no creo que debas ponerte tan expuesta, deja que Nora haga su trabajo y si queréis que vaya con Throgrim - se dirigía a Jorunn con el tono entre respetuoso y desenfadado que solía usar con sus superiores directos, prescindiendo de formalismos - tu mandas, pero no veo la necesidad de que te arriesgues. Si quieres entrar, deja al menos que permanezca cerca de ti, no creo que esa bruja sea tan poderosa...

A pesar de todo ocupó el lugar que Jorunn le había indicado, mirando nerviosamente el interior de la cueva, con una mano sobre el pomo de la espada y acariciando con la otra el mango de una de sus hachas arrojadizas.

Los golpes no son muy fuertes, aún así molesta no poder subir. Alguien comenta algo de que necestamos una soga o algo, pero no alcanza hasta abajo. Mis ojos se iluminan.

-Un segundo- digo, mientras me vuelvo al sendero. Ahí busco entre la maleza, necesito algo parecido a lianas, corto ramas verdes y largas, se partirían si ponemos peso en horizontal, pero partir una rama verde en vertical solo con peso es complicadísimo. Una vez he creado una cuerda improvisada lo suficientemente larga vuelvo con el resto.

Creo que esto servirá... y le tiro el extremo a los que están arriba.

-Ahora no debería ser dificil...-

Una vez subimos veo la comida, parece fresca. Un escalofrío recorre mi espalda, o alguien ha dejado esto aquí hace muy poco, o algún tipo de magia lo protege... ¿Qué poderes tendrá esta völva?

Escucho a la jarl y no digo nada, pero obviamente no me gusta, tendría que ir yo delante, podría no ver las trampas a tiempo si va ella a mi lado...

Sigurdr lo dice por mí. Aún así sólo digo. -Necesitaremos antorchas, al menos una por cada dos.- 

Me dirijo a Sigudr y le coloco una mano en el hombro. Entiendo su preocupación, pero ya no soy una niña. Soy la hija de Hrolf Knudsson, soy una jarl, soy una vikinga. No te preocupes, estaré bien. Si algo sale mal Nora será mi escudo. Hago una ligera pausa.Temo que la magia de la hechicera no deje actuar a los hombres con diligencia, por eso iremos Nora y yo delante. De todos modos, venimos a parlamentar, no a luchar.

Ahora sonrio y le doy un golpe cariñoso en el casco. Si sucede un contratiempo que no sea la hechicera... Nora y yo retrocederemos con el grupo, dejaremos hacer a Thorgrim su "magia" y tu podrás colocarte a mi lado una vez más mientras enseñamos a ese supuesto enemigo porqué no debe meterse con los vikingos.

Suelto a Sigudr y miro a Nora asintiendo a lo de las antorchas.