Partida Rol por web

Juan ahogo el sabor agrio en su boca mientras Torres daba las indicaciones. Tomando fuerzas de la poca compostura que le quedaba, dio media vuelta para acompañar al Capitan, mirando de reojo como Remiro se acercaba al cadáver, o cosa, o lo que fuese, pero la incomodidad de la escena y el terror que le provocaba lo forzaron a salirse del cuarto. 

No lo entiendo. Esto no puede haber sido lo que me atacó. Esto lleva años muerto.

Y sin embargo...

Si no ha sido esto, ¿entonces qué?. El lugar, el momento, la mierda negra esa, el rastro... lo he matado, supongo. ¿O no? Algo con tantos disparos encima no debería estar vivo, pero algo con tantos disparos encima no se me habría podido echar encima como lo hizo... eso.

¿Y entonces dónde estaban los agujeros de bala? ¿La sangre? ¿El desorden al haberse derrumbado y tropezado con algo en este espacio minúsculo?

Nada tiene sentido.

Me salgo de mis pensamientos cuando Manu nos habla, y gruño por toda respuesta. Ir a triscar por los puentes romanos no nos va a dar respuestas de qué cojones ha pasado aquí. Pero la verdad, empiezo a dudar de que nada nos las vaya a dar. No sé si hay explicaciones.

Bueno, supongo que tendremos que dejarles el puzzle a los de la Científica para que con su pan se lo coman. La prioridad sigue siendo Juanito, pero... ¿qué hacemos con el abuelo de Juande? Deberíamos lo menos dar aviso a los agentes en la zona de lo que ya hayamos cubierto.

Después de haber visto lo que he visto, no sé si lo encontrarán ya. O si lo encontrarán a tiempo al menos. Pero no deberíamos dejar cabos sueltos. Y si el ex-inspector va a venir con nosotros- como parece- por lo menos deberíamos dejarlo tranquilo de que alguien se ocupará de su familia.

Manuel se paró de repente, parpadeando repetídamente, para después negar con la cabeza, como si el asunto con el abuelo de Juando se le hubiera olvidado en aquel momento.

- Cierto. Mierda, casi se me pasa. Avisaré por radio para postergar la búsqueda. Necesito por donde habéis estado buscando ¿Seguro que no habéis visto algún rastro o pista que nos permita saber donde está? De ti ya sabemos lo que has encontrado, pero de ti, Juande, no sabemos ni donde has estado. Me vendría bien saber donde has estado. En cuanto a Remiro.... Remiro ¿que haces ahí dentro? Deberías dejar eso a los forenses, no vas a encontrar nada ahí dentro.

Remiro se queda dentro de la caseta. El cadáver sigue, ahí, sin moverse. Como debe ser. 

Una vez que se acerca, se da cuenta de unas cuantas. Por un lado está el olor, como a libro viejo. No hay ningún gas que convierta la estancia en lo que se esperaría de un cadáver podrido. No huele mal, solo a viejo. Ni siquiera aquel extraño cieno negro emite algún tipo de olor, crujiendo al pisar como si esta misma se hubiera solidificado.

La ropa del cadáver apenas es un montón de jirones. Apenas unos pantalones raídos y agujereados, no pudiendo saber exactamente de que tipo eran. Lo mismo ocurre con la carne que queda del cadáver, apenas quedando girones de piel, carne seca y con alguna que otra perforación en ella. ¿sería alguna de bala? Remiro no lo podía saber. Tendría que investigar el cadáver para saber más detalles.

Remiró no escuchaba a Manuel. Seguía obsesionado con el cadáver. Y le obsesionaba todavía más ni Ismael, ni el jefe, ni el loco de Juande estuvieran preocupados por esa cosa. Habían pasado cosas muy extrañas pero por algún motivo les daba igual. ¿Se estaba equivocando él? ¿O eran los demás los que se estaban comportando de forma inusual? No lo sabía. Pero el joven policía había sido terco desde pequeño y cuando algo se le metía entre ceja y ceja... Necesitaba encontrar algo.

Juan parecía mirar a ninguna parte evitando mirar a sus compañeros mientras sentía el frio tensar su piel. Tragó saliva y le confesó a Torres.

- Estuve en los dormitorios, y vi a mi...abuelo ..o bueno..no se que era exactamente...joder. 

¿Algo vagamente reconocible, una persona, pero lo suficientemente a oscuras o visto desde un angulo en el que no pudieras estar seguro? Sí, eso me suena. Es exactamente lo que vi yo cuando entré aquí. O más bien lo que no vi. Me preocupa más esa especie de grumo negro. Parece que va desapareciendo, y desde luego había mucho más por todo el sitio de lo que hay ahora. Pero eso me temo que no vamos a averiguar más de lo que ya sabemos, que digan los científicos lo que es. Por ahora centrémonos en lo que si podemos actuar. O sea, a mandar al Juanito de vuelta a una celda.

O al fondo del río. ¿Me está empezando Manu a pegar esa fijación que tiene con el tío? No sé que le pasa para que después de tantos años, parezca que cuando le mencionas algo de ese tipo, alguien le apaga un interruptor en la cabeza.

Raro.

Muy raro.

Pero tampoco voy a sacar nada en claro de eso. No tengo suficiente confianza para preguntarle. No tengo suficiente confianza con nadie, realmente. Todos me quieren más o menos a la distancia a la que puedan tirarme una piuedra, como decimos en mi pueblo.

Manuel, dejando de mirar a la caseta, miró extrañado a Juande, no esperándose esa contestación.

-Espera ¿dices que has visto algo? Me cago en la leche, Juande ¿Por qué no has avisado por radio? Mira lo que ha acabado siendo lo de Isma, joder.- Manuel se pasó la mano por la frente, estresado. Finalmente, suspiró hondo, con la cara cansada.-Mira, tienes que decirme que has visto, porque como tengamos otra....joder, como haya algo capaz de herir a uno de mis hombres de esa manera- Dijo, señalando a la herida de Isma-Igual no debemos irnos hasta que este sitio esté seguro. Joder, no tengo ni idea de que está pasando esta noche, pero ya me están dando dolores de cabeza. Y encima sin apenas refuerzos. Ahora llamo a Carmen y a César.

Cuando Ismael inspeccionaba el cadaver, se dio cuenta de unas cuantas cosas. Al parecer, aquella cosa si que había recibido unos cuantos tiros. Entre el cuero ajado que había en su piel, si que se veían orificios que inconfundiblemente, al menos con las capacidades deductivas de Remiro, habían sido producidos por disparos. De hecho, había un orificio que claramente no había sido producido por un disparo, sino por un objeto punzante que había dejado un orificio notablemente grande, como si hubieran clavado a aquella cosa con una estaca. Un recuerdo llegó a la mente de Remiro: El crucifijo que había enseñado Isma, cubierto de aquella cosa negra, ¿podía haber estado clavado a esa cosa?...

Aquella pregunta se juntó a otro hecho que inquietó más a Isma, porque aquellas heridas eran recientes. El cadáver, no. Eso era algo previsible. El problema es que, si bien no podía saber una cifra exacta, aquel cadáver tenía que tener en torno a...¿50.....? No, menos años, unas dos o tres décadas de antigüedad, más o menos. No llegaba más allá, pero era demasiado tiempo. ¿de que había muerto? Esa era una buena cuestión, ya que aparte de los orificios, no había ninguna herida que pareciera haber provocado la muerte...o al menos eso parecía, ya que fijándose mejor, pudo darse cuenta porque había confundido la antigüedad del cadáver, viendo como de este surgía aquel extraño grumo negro en cantidades irrisorias. No solo parecía que este grumo extraño había estado dentro del organismo hasta hace poco, es que aquella sustancia, al salir del cadáver, parecía deformar la carne por donde pasaba. Uno tendría que fijarse demasiado en aquello, pero ahí estaba, creándose en un momento dado un orificio en la pierna derecha del por el que salía aquel grumo negro, cayendo en una fina gota hacia el suelo ¿qué sería aquella sustancia?

Justo cuando se inclinaba para acercarse a aquel orificio, notó en su brazo, sin poder ver apenas lo que estaba ocurriendo, como una mano fría como el hielo le cogía con un fuerte agarre. Justo en el momento en que iba a preguntarse que pasaba, Remiro escuchó un gemido apagado, propio de una voz increíblemente triste. Increíblemente humana. Remiro tardó un segundo en darse cuenta de lo que había ocurrido. El cadáver le había agarrado. El cadáver se había inclinado hacia él. Solo una palabra salió por la boca de un humano muerto hace décadas. Algo que Remiro no entendió cuando lo escuchó de primeras, pero que se gravó en su mente cuando su cerebro lo racionalizó: "socorro".

—¡ME CAGO EN LA PUTA MADRE QUE LO PARIO QUÉ COÑO ES ESTO JODER CAGÓ EN DIOS!

Sorpresivamente Remiro, que estaba al lado del cadáver, se lió a voces como un loco y instintivamente le pegó una patada mientras desefundaba la pistola y apuntaba al mismo.

—¡HIJO DE PUTA QUE MIERDA ES ESTO COÑO JODER LA MADRE DE TODOS LOS SANTOS!

El policía completamente ido apuntaba al cadáver pero no llegó a disparar. Pero no por falta de ganas, sino porque algo en su cabeza se afanaba por poner en orden todo lo que había pasado. Porque no tenía sentido alguno. Como no lo tenían tantas cosas.

—¡QUE ME HA COGIDO EL BRAZO! ¡QUE ME HA AGARRADO!—intentó explicarse todavía fuera de si.

Juande empezó a hablar sobre lo que había visto. Al parecer, había estado dentro del centro, buscando por todos lados a su abuelo, hasta que encontró la habitación de su abuelo. Cuando entró, se encontró...una pesadilla. A su abuelo sentado encima de la cama, mirándole con ojos sin vida, con la mandíbula arrancada. Ni Juande parecía creerse del todo lo que había ocurrido, saliendo de allí lo más rápido que pudo, siendo llamado justo en ese momento por radio.

Juande iba narrando todo aquello hasta que, de pronto, Remiro pegó aquellos gritos, provocando que Manu, volviera rápidamente a donde estaba Remiro, asomándose por la puerta del cobertizo con la pistola agarrada, sorprendiéndole...nada. El cadáver seguía donde estaba. No parecía ni haberse movido lo más mínimo.

-Pero joder, Remiro ¿Se puede saber que coño te ha asustado? ¡Si aquí no hay nada!.- Manuel se frotó la cara, mirando el reloj en silencio. Acabó agitándole el hombro a Remiro intentando calmarlo- ¡Eh! Mira, Remiro, calma, se que todos estamos bastante estresados esta noche, pero no es por ponerse así, joder tío. Igual has tocado una telaraña o yo que sé y te ha parecido que te agarraba. Lo importante es que nos largamos de aquí ya. Ya te dije que no mirases el cadáver, joder. Voy a llamar a los forenses cuando lleguemos al coche y que ellos se encarguen de este maldito lugar. Les diré a Cesar y Carmen que se queden  aquí esperándoles, pero nosotros nos largamos. ¡Venga, vamos!

Con todo eso dicho, Manuel se dio la vuelta, dejando a los tres detrás.

Juan miro a Torres mientras este buscaba tranquilizar a todos con su monologo, un protocolo demasiado común para un sitio que parecía la zona 0 de un virus zombie. Aun podía recordar el olor a oxido y podredumbre en el cuarto.

Debería haber ayudado a Silvio, o corrido en cuanto Remiro grito pensando que el cadaver atacaba. Pero tantas visiones habían dejado la mente de Juan nublosa y llena de verguenza. Solo pudo asentir siguiendo a Torres, queriendo alejarse de un lugar tan inquietante. 

—¡Que no jefe! ¡Que eso me ha intentao' coge'! ¡Y que me ha hablao'!—Remiro se dio cuenta de lo absurdo que estaba sonando—Que no'stoy loco. Ni me lo'stoy inventando.

El policía miró de refilón el cadáver viviente y sintó un repelús que le recorrría por la espalda.

—Cagon dios no sé que cojone' e' e'to.

Sin decir nada más, el joven se pasó la mano por la cara y echó a andar.

Respondiendo a las protestas de Remiro, Manuel le dirigió una mirada de soslayo, casi comprensiva.

-Yo tampoco lo sé, chico. Pero lo vamos a resolver esta noche. Joder que...

De repente, la radio volvió a sonar de nuevo. Manuel no paró el ritmo, sino que siguió avanzando hacia adelante, cogiendo con irritación aquel aparato del demonio que ya bastantes malas noticias le había dado en una noche.

-¿Sí?.... Mierda. Si, iremos para allá- Manuel comenzó a aumentar el paso- Chicos, ya lo han encontrado. Calle Menéndez Pelayo, cerca de, número 5. Se ha atrincherado en los edificios en ruinas. Y lo peor de todo.- Manuel siguió avanzando, mirando a la oscuridad apenas iluminada por aquel solitario camino, volviendo a la carretera, directo a la salida.-Tiene una rehén.

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