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Linhir 28 De Noviembre de 3004

Lo primero que sentís al poner los pies en tierra firme era la humedad del noroeste de la tierra media. Lejos queda el desierto y aquellos aires llenos de olores a especias. No podéis evitar sentiros como en casa. En Linhir, puerto y ciudad importante del sur de Gondor. Se percibe el trajín de la gente en sus respectivos trabajos. Ajenos al regreso de los aventureros. Por el moreno y aún los pañuelos del desierto que alguno aún portaba , casi pasabais por forasteros.

Pero había una noticia agridulce. Vuestro compañero Eadar abandonaba el grupo, al menos por una temporada ya que quiso volver a su tierra natal y descansar allí un tiempo. Hubieron buenos deseos y más que un adiós, un hasta luego. El montaraz quiso aprovechar el día y partir cuanto antes.

Lo primero tras las despedidas, era buscar una posada, un lugar, bajo techo, en el que poder comer y dormir cuanto hiciese falta.

El lugar elegido fue la posada El Cuervo de Piedra, donde no os pusieron pegas para meter a los pequeños Unca, siempre que estuvieran atados y no molestaran a nadie. Tras hacer unas compras y descansar el resto de la tarde os preparasteis para una cena animada en el local de la posada. Allí había anunciada que habría un espectáculo de prestidigitación.

Os habíais dispersado esta tarde, pero a las ocho era la hora convenida en la que habíais reservado una mesa y para reuniros con los demás.

Linhir 28 De Noviembre de 3004

La caravana de Aelfryd no era la primera en caer emboscada en los caminos que separan la ciudad de Linhir de Erech. No te costó mucho averiguar que solían atacarlas aprovechando las cercanías de las estribaciones montañosas, donde algún grupo rápido y ágil tenía más fácil la huida, a la par que también podían preparar mejor la emboscada.

Fjorn declinó acompañarte a última hora debido a que además con la ausencia de tu hermano, era más necesario que nunca procurarse un sustento seguro y no dejar a la familia más abandonada aún. Te regaló sus armas (las que posees) y te deseó la mejor de la suerte, haciéndote prometer que vengarías a la muerte de Aelfryd.

Así pues y sabiendo que necesitarías ayuda, te dirigiste a Linhir, la ciudad importante más cercana, seguro que en alguna de las posadas de la ciudad podrías conseguir ayuda, pues siempre hay aventureros dispuestos. El problema era que no tenías dinero para poder contratarlos directamente, pero te hablaron de los mercaderes que estaban resultando perjudicados por estos ataques, quizá pudieses convencer a alguno de que contratara a algunos aventuraros para acabar con los asaltantes. Allí en la posada de la posada El Cuervo de Piedra. Te habían contado que la solía frecuentar uno de los más importantes, un tal Forlong.

Así que reservaste una habitación para esta noche en la posada y tras dar una vuelta por la ciudad te dispusiste a volver a la posada a la hora de mayor trajín, justo antes de la cena. Además había un cartel que anunciaba que habría un espectáculo de prestidigitación.

La despedida de Eadar nos había afectado, al fin y al cabo habíamos pasado muchas cosas pero era un 'hasta pronto' no un adiós definitivo. Así que los tres que quedamos decidimos alojarnos en una posada decente y ver qué nos depara el futuro en esta parte de Tierra Media.

A las ocho de la tarde habíamos quedado en vernos para disfrutar de una cena regada con buena cerveza antes de irnos al catre. Tras comer había pasado la tarde vagabundeando por la ciudad y viendo qué podía encontrar en las calles, visité alguna botica en busca de reponer hierbas curativas ya que mis reservas casi se habían acabado tras nuestra última aventura.

Entré en la posada poco antes de la hora convenida y me senté en la mesa que habíamos reservado. El posadero nos comentó que habría un espectáculo de prestidigitación, en La Comarca adorábamos esos trucos aunque los Oficiales solían llamarles charlatanes y siempre los vigilaban cuando visitaban Hobbiton o las diversas ferias que organizábamos con motivo de la recogida de la cosecha o las fiestas de Yule.

Mientras espero a mis compañeros decidí pedir media pinta de cerveza para refrescar el gaznate. Hago una seña a una linda camarera humana y le digo:

- Señorita, media pinta para este pequeño aventurero...y si tiene algo para picar no le diría que no.

Puse mi mejor sonrisa, ya que es siempre importante caer bien a los posaderos y camareros. Son los que te darán descanso y comida y mejor no enfadarlos.

Ulrij entró en la posada como si fuera suya, oteando desde su considerable altura para ver si había acudido quien buscaba. No pudiendo distinguirlo a ciencia cierta, el dunlendino avanzó sin dudar hacia el posadero, al que sí conocía. Ya había llegado a un acuerdo con él antes: él le diría si Forlong el comerciante había llegado. Era con él con quien esperaba llegar a un trato que les beneficiaría a los dos: el comerciante se beneficiaría de sus servicios como guarda-caravanas y él podría averiguar más de los salteadores.

Mientras no lo localizase estaría allí anclado, lastrado por su inexperiencia y su soledad. Cómo añoraba a su tío...

Despedirnos de Eadar fue doloroso, puesto que nuestro amigo era ya hermano.. Muchas aventuras compartimos, y vivencias en las que para siempre estará presente con nosotros.

 Tras el "hasta vernos" al montaraz (pues nunca se sabe y el destino es capichoso), Angainor, Mutfast y yo buscamos cobijo, y quedamos en encontrarnos más tarde para compartir cena y experiencias en la ciudad.

Me llamó especialmente la atención el espectáculo que se ofrecía en la posada: prestidigitación. Harto curioso, tenía ganas de ver qué se nos ofrecía, pero no quedaba más remedio que esperar hasta entonces.

Decidí perderme por las bulliciosas calles de Linhir. Me llevé también a Viento, mi unca. Sin duda le vendría bien el paseo para cansarse y descansar sin problemas en la posada. Además me gusta que socialice con la gente y se acostumbre a su presencia, pues no quería hacer de él un animal huraño por defecto. Su majestad reside en su presencia salvaje, sin duda.. Pero aún le quedan cosas que aprender para ser el animal temible con los enemigos que me gustaría que fuese.

Abastecí de nuevo mis posesiones, menguadas en la última aventura, y encontré nuevas y curiosas compras que hacer. También algo de carne para Viento, que devoraría durante nuestra cena.

Acercándome al puerto, fumé tranquilamente una pipa mirando al mar y observando a los afanosos trabajadores del lugar. Acostumbrados a sus tareas, poca gente estaba ociosa como yo. Todos se coordinaban en un engranaje perfecto cargando y descargando mercancías de los barcos, voceando el contenido, mientras las inquietas gaviotas revoloteaban graznando buscando algo que comer.

Sin prisa, regresé a la posada hacia la hora convenida, hallando allí a Mut dando buena cuenta de cerveza y alimento.

-Nada sorprendente encontrar antes de tiempo a un hobbit dispuesto para la cena, ¿eh, amigo? -le dije con una sonrisa al acencarme a él. Viento se acostó a mi lado, cansado de la vuelta por la ciudad-. Te acompañaré en la bebida, pues el día y el bullicio me han dado sed. ¿Qué tal tu paseo?

Ciertamente, uno no puede más que alegrarse al volver a tierras familiares. No puedo decir que echaré en falta aquellos aromas penetrantes y exóticos, pues a pesar de lo agradable que inicialmente pudiese haber resultado con el tiempo lograban desmayar hasta las más estoicas de las narices. Y el picor agridulce de esa espesa y negra cerveza, con dorada espuma cayendo a los costados de la jarra, lentamente, atractiva... ¡ah!, eso sí que será digno de extrañar.

Linhir nos recibió con esa normalidad con la que sólo puede estar a gusto aquel que ha estado lejos de casa por un tiempo. Imponente tanto el puerto como las murallas y edificios de la ciudad a lo lejos, resultaba agradable poder dar con rasgos más conocidos, pues en mis tiempos con mi padre estos zonas de la tierra se asemejaban más a las que visitábamos.

Pero la buenaventura del regreso implicaba también la despedida. Apretón de manos y sonrisas forzadas, para bien y para mal, pues uno se alegra al saber que otro finalmente regresa al hogar, a la familia, pero también sabe que ya no compartirá comidas, bebidas, historias, peleas. Alisterel y Hador hacía tiempo ya que habían seguido su rumbo y ahora Eadar también buscaba el suyo. Recuerdo aun cuando nos conocimos... la llamada a las armas de Tóridas, la muerte de Limba y la desaparición de Lorn. A mi mente viene también Ted y de a momentos sonrío. Recordar es bueno, a pesar que el recuerdo sea o no agradable.

Luego de despedirnos de nuestro amigo nos hicimos de un lugar en El Cuervo de Piedra y, como los demás, me tomé un tiempo para pasear por el mercado. Llevé a la pequeña Samman y caminé por las tiendas tratando de ver qué cosas interesantes podían encontrarse. Algunas hierbas y elementos curativos, aprovechando los gastos que durante las aventuras se dieron, algo de comida, un plato, un juguete y un arnés para mi compañera. De inmediato le puse esto último a la Unca para acostumbrarla a moverse conmigo de esta forma... un collar que le tironee del cuello no me hacía gracia, pero un arnés que me permitiera ajustarlo o agrandarlo conforme su comodidad era otra cosa. Y poco importaba la imagen que pudiese llegar a dar yo con el felino de compañía... siempre una disparidad de opiniones podía solucionarse con los puños o la buena maza, y mis miradas intentaban dar a entender eso.

Continué el paseo hasta que estimé se acercaba el momento para encontrarnos con los demás, por lo que enfilé camino hacia El Cuervo. Luego de varios pasos, callejuelas y caminos, me adentré en el lugar para luego sentarme junto a mis compañeros.

"- ¡Ja! Uno comprando lo necesario y el resto aquí, llenándose la barriga sin esperar... vaya compañeros- dije entre risas a Mut y Lorgan". Enrollé la correa y la sujeté a mi pierna, para limitar el movimiento de Samman y permitirle sólo recostarse junto a nosotros.

Señalé hacia donde estaba la camarera para que traiga comida y bebida para mí también. "- ¿Qué se cuenta de su día, muchachos?- pregunté al resto-. Ahora empezará algo sobre prestigiri... pretiridi... presdigiri... ¡bah!, cosas de magos- expresé con un deje de fastidio y concluí- ¿Verdad Lorgan?".

-Jajaja.. Ya sabes que siempre te guardamos comida. Otra cosa es que te esperemos, jaja -acaricié a Samman como saludo, y le dí un trozo de carne de la que compré para Viento. Los cachorros siempre se alegraban de verse, y mordisquearon la carne con calma cerca nuestro.

Angainor no tardó en acomodarse con nosotros, y comentó lo del espectáculo venidero.

-Sí, aguardo el número con impaciencia. Mi curiosidad es grande al respecto.. La prestidigitación suele ser un modo espectacular de presentar trucos mágicos.. Veremos en qué consiste esta vez. Pero mientras, daremos buena cuenta de una cena apropiada. Esperándote sólo tomamos poca cosa, jaja -dije, mirando la mesa llena de carne, queso y mil viandas. Un trago de negra cerveza ayudó a refrescar mi garganta antes de segur hablando-. Pues he dado un paseo por la ciudad, también haciendo compras, y estuve un rato en el puerto. No añoro los días en el mar pues aún llegamos hace poco, pero me gusta la calma que ofrece observarlo.. ¿Qué tal vosotros?

- Yo estoy feliz, en el sur estaba demasiado lejos de mi hogar pero en estas tierras...ya estamos más cerca y quién sabe...puede que nuestras aventuras nos lleven a La Comarca...y ahí amigos sí que lo pasaríamos bien, no es que haya mucha aventura pero os aseguro que en las tabernas de mi tierra la cerveza es buena y la comida mejor... - digo de buen humor mientras bebo un buen sorbo de mi media pinta que en nada tendré que pedir una segunda pero esta vez completa. - Yo he pasado mi día viendo las callejuelas de esta urbe pero no encontré nada interesante salvo algunas boticas donde comprar hierbas, y algo de tabaco. La calidad de este es mejor que en las ciudades del sur...por lo menos tiene olor... - Recuerdo el espectáculo y les digo a mis compañeros - ...recordad que los trucos de manos además de interesantes son peligrosos...vigilad vuestras bolsas de oro, aunque en mi caso poco oro hay...

Sonreí a las palabras del humano mientras golpeaba mi barriga antes de sentarme. Los comentarios de Mut me hicieron recodar los manjares medianos y debía concederle eso pues guardaba buenos recuerdos tanto de las bebidas como de las comidas que hacen. La boca comenzó a hacérseme agua y de inmediato tomé algo de la mesa para morder mientras esperaba mi bebida.

"- ¡Ja! Le tomo esas palabras maese hobbit, habrá que visitar la Comarca para quitarnos la duda, ¿no es verdad?- dije entre risas mirando a Lorgan al preguntar, al mismo tiempo que masticaba unos buenos pedazos de queso".

Ya sentado, di un vistazo rápido al lugar para percatarme de los rostros que había agrupado la posada. Luego miré hacia abajo y regalé unas caricias a ambos Uncas que nos acompañaban.

"- Lo mismo yo- respondí respecto al paseo-, me detuve buscando algunas hierbas y otros menesteres... y aproveché para comprar algunas cosa para Samman, como el arnés y la correa que tiene- señalé echándole un vistazo a la felina-. Y con lo de los trucos de manos... creo que estamos parecidos con la cantidad de dinero- concluí riendo".

Se podía decir que hasta el olfato parecía volver al hogar, pues en Gondor ya no era tan extraño encontrar a alguien fumado. El olor a cerveza en la posada, la humedad de los pastos. Aunque Gondor no era tan verde como la Comarca, las riberas del sur se podía decir que no eran de secano.

En vuestra mesa la comida y la bebida comenzó a fluir con rapidez, de trago en trago y de bocado en bocado. Las risas y el buen ambiente entre los compañeros eran la tónica habitual.

En el local se estaba congregando una buena cantidad de gente, por lo que ambiente dejó de ser fresco y otoñal en el interior, pero sin llegar a ser caluroso del todo, de todos modos, ya extrañabais el fresco y no os aturdía el calor, debido a vuestro periplo por el sur. En el local principalmente humanos de gesto adusto y serio, pero con ganas de entretenerse un rato o de sacar alguna noticia o cotilleo.

Con gran confianza entraste en el local. Con un plan toscamente elaborado en tu mente te dirigiste al posadero. Al menos ahora había más gente, quizá Forlong hubiese llegado ya.

Te abriste camino hasta la barra donde se iban depositando las jarras de espumosa cerveza y la camarera las iba recogiendo para repartirlas. Además comenzaba a oler a buen guiso de carne. Además comenzaba a haber gente de todo tipo, aunque Linhir era una ciudad importante, y de paso, por lo que esto no era extraño del todo.

Cuando por fin localizaste al posadero le interrogaste por el asunto que te importaba, este te respondió – Aún no lo he visto, pero si lo desea lo puede esperar en una de las mesas, allá en el rincón más alejado me queda una discreta y pequeña mesa. Pero si prefiere más cerca del escenario tendrá que compartir mesa con alguien – Te comenta con presteza.

- Esta cerveza es mejor que la del sur, de eso no hay duda - digo mientras me refresco el gaznate - y la comida no está nada mal...le hubiera gustado a Eadar... - sonrío al mencionar el nombre de nuestro viejo camarada. - ¿Tenéis algún plan en mente para mañana? - les pregunto - me apetecía reconocer los alrededores de la ciudad y ver si hay algún quehacer para nosotros...no es que no disfrute de la vida tranquila pero realmente mi pequeño corazón me pide tener alguna aventura...será que mi treintena es digna de las familias más aventureras de La Comarca...

Pienso en Lulumu y que me encantaría que me viera como aventurero pero todavía es temprano para volver al norte y más cuando tengo ganas de aventura y sobre todo de conseguir riquezas para comprar una buena granja. 

-¿Espectáculo? -pregunté, mi astucia y sabiduría supuestas esfumándose a toda prisa- ¿De qué es? En mi aldea no hay nada de eso, pero he oído cosas... -ahora, además de bocazas, había conseguido identificarme como el aldeano que era- Póngame un buen plato de guiso de esos que huelo y una cerveza en una mesa cerca del escenario. Y ya sabe, si me localiza a Forlong, le daré una buena propina. Tan buena como la comida... -con esto esperaba incitar al tabernero a que me sirviera algo bueno, para que a su vez él me incitara a ser generoso; un ramalazo de genialidad que sin duda tardaría en repetirse.

Me dispuse a dirigirme hacia donde me indicara. No esperaba tener problemas. Aunque a alguien no le gustara mi olor, o mis costumbres, seguramente tampoco le gustaría la posibilidad de irse con un ojo morado, y si de algo tenía pinta, era de poder ponerle el ojo morado a alguien sin ni pestañear...

Ahora que los tres estábamos por fin reunidos, no dudé en beber y comer como el hambre atrasada me llevaba a hacerlo. Vigilé que los uncas estuviesen comportándose debidamente, ya que Viento ese día estaba algo juguetón. Charlamos y reímos entre nosotros como siempre sucedía en los momentos distendidos como este.

-¡Cierto que la cerveza es muy buena! Y la comida, con hambre, más, jaja.. -comento a Mut-. Me parece estupenda la idea del paseo matutino. Quizás pueda llegar a arrepentirme de mis palabras, pero también añoro los días de aventuras. La quietud de la ciudad amarga mi corazón viajero. Podría llegar a acostumbrarme a estar establecido en un lugar, pero aún no llegó el día. Angainor, no dejes de probar los embutidos.. ¡Manjar de dioses!

Al final te ubicó en una mesa cercana junto con dos lugareños que simplemente te echaron un vistazo y hasta ahí se limitó el interés por ti.

- De prestidigitación. En otras palabras, de pequeños trucos de manos y malabares – Te comentó el posadero y se afanó en que delante de ti hubiese buena comida y bebida, tal vez por lo que le comentaste de la propina.

Al cabo de unos minutos el posadero se puso al frente de una baja tarima de madera – Distinguidos parroquianos y gentes en general. Es un placer anunciarles el espectáculo de Douervis el prestidigitador, que lo disfruten y bien provecho con sus respectivas comidas y bebidas. Un aplauso por favor

Realmente apenas aplaudieron un par de personas, se hizo un poco de silencio eso si. A la tarima se subió un humano moreno y delgado. Y se preparó para comenzar el Show.

Pero en ese momento viste por el gesto del posadero que había reconocido a alguien. Su cara se iluminó. Se acercó a aquel hombre que vestía buena ropa y le susurró algo. El posadero ladeó la cabeza en tu dirección y ambos te miraron. El hombre le susurró algo al posadero y ambos se acercaron.

El posadero tomó la iniciativa – Le presento a Forlong, y este es Ulrij, me comentó algo de un posible negocio o trato con usted.

Así que en un momento hubieron más platos y bebida en la mesa. Al menos el mismo bullicio de la sala permitía bastante confidencialidad siempre que no se levantara demasiado la voz.

Forlog te miró estudiando tu rostro y carácter - ¿Es usted de por aquí? ¿Ulrij o cómo prefiere que le llame? - Pegó un trago a su cerveza – Antes que nada quiero hacerle saber que me gusta ir al grano, así que usted dirá que es lo que desea de mi.

"- ¡Ahhh!- suspiré y dejé bailar mis ojos sin lugar fijo- La comida de Bozisha-Dar no era mala, pero esto... de este lado de las aguas sí que saben cocinar los animales- expresé relajado mientras echaba uno y otro bocado de carne, dejando entrever el placer que me daba tal degustación".

Miré a diversos lados del lugar, notando rostros, ojos, risas... hombres, mujeres. En momentos así, con tantos humanos en derredor, es que comenzaba a picar la memoria y extrañarse el hogar. "Hacen falta más enanos aquí, y enanas, aunque con poca barba", pensé sonriendo.

"- ¡Ja! Y además de ser necesarias aventuras y alegrar el corazón... yo necesito alegrar mi bolsa- dije mirando la pequeña bolsita con monedas, un tanto más vacía que de costumbre-. Aggg... malditas compras, a veces no sé cuándo parar- agregué refregándome mis ojos con los dedos pulgar y mayor de mi mano".

Las palabras de Lorgan me sacaron de inmediato de mi fastidio y no perdí tiempo en probar la comida que me recomendaba. Nuevamente el placer de la buena comida me permitía olvidarme de cualquier cosa. "- En cualquier caso... tienen razón, sería bueno salir a espabilarnos un poco que si no nos oxidamos- comenté a ambos y tomé mi jarra para alzarla al frente- ¡Salud, compañeros!".

Ya habíais visto la ciudad, habíais estado casi toda la mañana y la tarde por ahí. Pero alguno tenía ganas de buscar un poco más a fondo, o por los exteriores. Quizá alguna aventurilla y si reportara beneficios mejor que mejor.

Al cabo de unos minutos el posadero se puso al frente de una baja tarima de madera – Distinguidos parroquianos y gentes en general. Es un placer anunciarles el espectáculo de Douervis el prestidigitador, que lo disfruten y bien provecho con sus respectivas comidas y bebidas. Un aplauso por favor

Realmente apenas aplaudieron un par de personas, se hizo un poco de silencio eso si. A la tarima se subió un humano moreno y delgado. Y se preparó para comenzar el Show. 

Mientras aún había un poco de trasiego de gente, los típicos que siempre esperaban al último momento para acomodarse en sus asientos, volver de las letrinas, con una jarra de cerveza, o ambas cosas a la vez. Douervis se llevó el puño a la boca y carraspeó esperando tener un poco de atención.

-¡Tu bolsa no es la única que se ha quedado menguada, amigo! -le contesto a Angainor con un leve suspiro, recordando mi antaño rebosante saquito de monedas-. Mis compras también han adelgazado la mía de modo alarmante. Mal no nos vendría alguna aventura bien pagada, como propone Mut. ¡Ojalá tengamos suerte! 

Una taberna no era mal sitio para conocer a gente que necesite a tres osados aventureros.. Bien pensado, cualquier lugar era bueno para ello, si la aventura y la recompensa lo merecían.

-¡Va a empezar la actuación! -comenté, dejando momentáneamente la comida y la cerveza a un lado. 

Hacía tiempo que no asistía a eventos mágicos como tales.. Recordé con añoranza a mi maestro Dusther, y su paciencia infinita conmigo y mis incipientes hechizos.

Durante años, el anciano fue capaz de hacer aflorar los poderes mágicos de mi oscuro interior violento, y es algo que no olvido. 

"Muchos árboles ardieron en Osgiliath aprendiendo yo a dirigir hechizos.. ¡Ojalá volvamos a vernos!" ,pensé, presa de una nostalgia poco habitual en mí. El viejo mago continuó su viaje cuando me creyó preparado para enfrentarme a mis propios demonios y a los del mundo.. Y el mundo es muy grande. Pero quizás la fortuna nos permita un reencuentro algún día.

Me acomodé en la silla y aplaudí, dispuesto a ver de buena gana las ilusiones que la palabra "prestidigitación" prometía.

Yo fui uno de aquellos muchos que no aplaudieron. Para que le aplaudieran primero tendría que hacer algo bien y subir a un escenario no tenía mérito alguno, ¿no? Tal vez es que nunca lo había hecho, pero ni me lo planteé. Iba a atender a lo que hacía el prestidigitador, pero entonces percibí la conversación entre el posadero y el comerciante, así que cuando llegaron junto a mi, eran ellos los que tenían toda mi atención.

Forlong resultó ser un hombre claro, directo, casi abrupto. Una de esas personas que se han olvidado de sonreír. Me dio un poco de pena, en realidad, pero yo estaba por cosas importantes, tanto que cuando lo pensaba a mi también se me iba la sonrisa por completo.

-Soy Ulrij Wyrmding, un montañés, señor Forlong, uno cuyo hermano ha sido asesinado por bandidos. Mi hermano se dedicaba a lo mismo que usted, a  comerciar. He viajado hasta aquí buscándolos, pero me parece que la única manera de topar con ellos es cuando traten de asaltar una caravana. Cuando lo hagan quiero estar ahí. Si yo hubiera estado custodiando la caravana de mi hermano ahora no estaría aquí, hablando con usted. Los bandidos estarían muertos y yo tal vez tuviera alguna cicatriz que diera fe de la lucha. Pero no estaba. Ahora quiero venganza. Lléveme con usted, con su caravana, y yo haré las veces de guarda-caravanas. Todos salimos ganando. ¿Qué le parece?

- Mañana encontraremos alguna forma de ganar unas monedas y poder recorrer nuevas aventuras... - digo de buen humor mientras pido otra pinta. - ...¿habéis visto muchos espectáculos de prestidigitación? En La Comarca vi algunos...sobre todo venían cuando las ferias de Yule...siempre me fascinaron los trucos de magia... - digo emocionado mientras sonrío - ...y tú Lorgan ya podías habernos hecho alguno ¡eh! - Le recrimino de manera graciosa a mi querido amigo. La verdad es que normalmente cuando usa sus dotes mágicas suelen ser porque estamos metidos en problemas.

Miro para el escenario donde se hará el espectáculo con ganas de que pueda divertirme como lo hacía antaño.