Partida Rol por web

"- Pues digamos que nosotros no somos muy afines a la magia... ni muy amigos tampoco- contesté a la pregunta de Mut sobre la prestidigitación-. En general pocos enanos saben emplearla y salvo para ayudar en el trabajo de la roca o en la confección de artesanías, no solemos verla. De todos modos, primero empecé a acostumbre con el blanquito, el elfo que nos acompañaba hace un tiempo, y ahora con el buen Lorgan que me ha demostrado lo útil que puede ser para salvar el pellejo en ocasiones- agregué entre risas".

Como los demás, finalmente guardé silencio a la espera de lo que el tal Douervis iba a ofrecer. Comí otro bocado y di unos sorbos a la cerveza mientras el resto se acomodaba; habría mentido si dijera que no tenía ganas de ver qué iba a hacer aquel hombre.

Se quedó pensativo, pero no mucho rato – En primer lugar lamento lo de su hermano. Y si, he escuchado de esos asaltos. Mala cosa para el negocio y para las vidas humanas.

Aquel hombrecillo, el prestidigitador, sacó un par de dagas afiladas y comenzó a darles vueltas en el aire, volviéndolas a coger por el mando cada vez que caían – Buuu, he visto hacer cosas mejores – Comentó de forma despectiva un humano desde la barra. Douervis sacó una daga más y ahora eran tres las que volaban, por lo que siempre había una que estaba en el aire, era un ejercicio de concentración y práctica.

Forlong siguió con vuestros asuntos – No. Igual no te han informado bien. Yo no llevo personalmente ninguna de las caravanas, yo soy el propietario de varias, pero no viajo con ellas.

Tras dar un nuevo trago a su cerveza prosigue - Pero lo que me comentas me ha dado una idea. Podemos simular una de ellas, tengo una carreta alta, con una lona como cubierta, para las cosas que no se han de mojar. Si consigo a un puñado de valientes que junto contigo vayan en esa caravana les podríamos dar su merecido a esa banda de ladrones.

La charla era amena, pero el rumos general de las voces disminuyó en cuanto empezó el espectáculo.

Aquel hombrecillo, el prestidigitador, sacó un par de dagas afiladas y comenzó a darles vueltas en el aire, volviéndolas a coger por el mando cada vez que caían – Buuu, he visto hacer cosas mejores – Comentó de forma despectiva un humano desde la barra. Douervis sacó una daga más y ahora eran tres las que volaban, por lo que siempre había una que estaba en el aire, era un ejercicio de concentración y práctica.

Finalizado el ejercicio, el prestidigitador pasó a otro ejercicio. Echó mano a su boca de la que sacó un pañuelo y otro, y luego otro. Llegó a sacar al menos diez o doce pañuelos de su boca – ¡Parece que te has tragado las bragas de tu madre...! - Y rió a carcajadas el mismo pesado que antes, desde la barra. Algunos murmuraron pero nadie dijo nada.

Echo un fugaz vistazo al hombre de la barra, parece que no disfruta del espectáculo pero no deja tampoco disfrutar al resto del espectáculo. Veo que mucha gente murmura pero nadie dice nada así que de momento no diré nada yo tampoco ya que realmente no quiero encontrar problemas y más cuando soy de pequeño tamaño.

Luego miro a mis compañeros y sonrío diciendo:

- ¿Qué os parece? Lo de las dagas ha estado bien...hay que tener mucho control para hacer eso...

Luego sigo observando el espectáculo ya que deseo ver algo de magia real, a ver si hay suerte y nos enseña verdadera magia. Espero que el hombre de la barra se calle y podamos disfrutar lo que queda de actuación en un relativo silencio solo roto por los murmullos de aprobación y sorpresa...¿será mucho pedir?

Observé el espectáculo de las dagas, algo que no me sorprendía en absoluto. Luego de ver tantas armas ir y venir en nuestras aventuras, de ver enemigos ágiles y con senda maestría en el uso de ellas, uno pierde la capacidad de sorprenderse, más todavía cuando tiene la dicha de sobrevivir a tales tipos de pericia.

Miré a Mut y asentí a sus palabras. "- Debo decir que no me parece gran cosa, pero he de reconocer como bien dices que hay que tener control... y sobre todo destreza, como para no rebanarse un dedo y darle otro tipo de emoción al acto- agregué entre risas y me detuve al escuchar los gritos procedentes de la barra".

Miré al hombre que vociferaba y comencé a rechinar los dientes. La bravía pública me molestaba y más cuando el desdén ante las capacidades del artista convenía plantearlas en privado y no a los gritos entre el gentío.

"- Ganas no me faltan de hacerle comer la lengua al bocazas de allí, pero estamos aquí para relajarnos, no para armar problemas- dije sin quitar la vista del sujeto-. Pero dicho esto, no puedo prometer el quedarme sentado mucho más si ese bobo no se calla- agregué mientras peinaba mi barba con los dedos".

*Varias* caravanas propiedad de una misma persona -pensé, el concepto peleándose con mi cerebro para hacerle comprender que tal cosa era posible. El hombre debía ser tremendamente rico. Al menos para mis estándares.

El espectáculo de malabarismos, aunque excepcional para lo que yo estaba acostumbrado, no logró distraerme de la conversación.

-De acuerdo, señor Forlong, quedo a su disposición para esa artimaña. Una caravana simulada, esa es buena, sí...

-Tranquilo. amigo -dije a Angainor-. Como dices, mejor no buscar problemas. Aunque dan realmente ganas de callarle la bocaza-añado, molesto por la actitud burlona del extraño.

El espectáculo parecía tener mucho relleno, sin duda para alargarlo y justificar una buena paga. Las dagas y su control habían estado bien. Denotaban gran destreza, como había comentado el enano. Los pañuelos también eran parte de un truco muy sorprendente y espectacular para quien supiese apreciarlo.. No era el caso del hombre que vociferaba.

Aplaudí al final de cada acto, con respeto y algo de condescendencia. Aún no había visto nada realmente impresionante, pero.. al menos estábamos entretenidos.

-Esperemos que los trucos de magia estén haciéndose esperar, jaja -comento a mis amigos en tono bajo, y miro a los uncas asegurándome de que están tranquilos. Acaricio levemente a Viento-. Lo de las dagas, Mut, sería un éxito en la comarca a la hora de cortar unos buenos aperitivos. ¡Anímate a practicar! Eso sí.. cuidado de no perder algún dedo, jajaja.

- Prefiero afinar mi puntería que hacer malabares amigo Lorgan...creo que será más utilidad para nuestras aventuras, para La Comarca prefiero amenizar los aperitivos con las historias de nuestras hazañas...eso sí que será un espectáculo...contarles como nos batimos contra el hombre-pájaro...o como nos enfrentamos a los Honnin en las impenetrables selvas del Lejano Harad... - sonrío y añado - ...las adornaré un poco para que los pequeños hobbits pasen miedo y así hacerlas más emocionantes, pero quedarán genial amigos...seréis famosos en La Comarca.

-Jajaja.. ¡Eso será estupendo, para cuando vayamos allí a saquear tu despensa! ¿verdad, Angainor? Jajaja.. -Miro de nuevo al espectáculo, donde aún no sucedieron novedades.

Recuerdo la cerveza que aún tengo a medio beber, señal inequívoca de que la conversación es amena y la compañía, más que grata.

Miro de nuevo a la multitud, difusa en la penumbra del local, y busco disimuladamente al hombre charlatán de antes, asegurándome de que no causará problemas, pero sin darle mayo importancia.

"- Bleee, es un estúpido humano- exclamé por lo bajo tratando de no dar más interés al hombre de la barra". Me resultaban graciosos los comentarios de Lorgan; por un lado intentando tranquilizar, por otro demostrando estar igual de fastidiado que el resto.

Tomé unos sorbos mientras mis compañeros hablaban, hasta que las palabras de Mut me hicieron recordar el templo... mi orgullo. "También puedes contar cómo aprovechó la situación y nos robó aquel tipo... aquel tipo...", pensé dejando mi mirada perdida, el rostro apenas separado de la jarra y repitiéndose en mi cabeza las últimas palabras, cavilando sobre quién era él y qué eran esas cosas, esas piedras.

Las palabras de Lorgan me sacaron del sopor en el que me hallaba. No pude más que sonreír ante el comentario y miré al hobbit. "- Como he dicho antes, más te vale que esa bebida y comida soporte la fama que le has dado, porque batallará en grande con nuestros estómagos- comenté entre risas".

- Estupendo – Comentó Forlong sonriendo por primera vez – Por supuesto habría unos buenos honorarios para los valientes, pero prefiero hablar de eso cuando vez exactamente quienes van a participar. Por el momento déjeme que le invite a esta cena.

Chocó su jarra con la tuya – Disfrutemos del espectáculo, mientras veré que se me ocurre para conseguir a esos voluntarios – Se pasó la mano por la barba.

Finalizado el ejercicio, el prestidigitador pasó a otro ejercicio. Echó mano a su boca de la que sacó un pañuelo y otro, y luego otro. Llegó a sacar al menos diez o doce pañuelos de su boca

En esos momentos aquel hombre que había bebido de más se encaró con una de las mesas, mofándose de que no sé que cosa, seguramente del aspecto de alguno de ellos, aunque desde aquí no lo veías muy bien.

Pese al incordia de aquel tipo el espectáculo continuó. Douervis se acercó a una de las pocas mujeres presentes: la camarera, y tras acariciarle la oreja sacó una gran rosa roja, que perecía haberse creado allí mismo, eso arrancó también algunos aplausos de los presentes.

Pero entonces oísteis alguien como se reía de cerca - ¡Mirad, mirad! Ahora dejan entrar a niños aquí – Dijo señalando a Mut – Y el barrigudo parece haberse caído dentro de un barril de cerveza ja, ja, ja... - Si, era el mismo que se había estado mofando del prestidigitador. Parecía querer ser el centro de atención. Pero... ¿Sabía con quien se estaba metiendo?

Me mostré agradecido por el trato amable que me daba aquel rico hombre. Una suerte de hospitalidad, aunque el local no era suyo. Comí más a gusto, si cabe, disfrutando además del espectáculo del mago, que ahora extraía pañuelos de su boca. Extraordinario. Bueno, asombroso, aunque un poco... diferente a como había imaginado todo el asunto aquel de la magia. ¿No debería ser algo más misterioso, poderoso e inquietante? Casi daba ganas de reir.

Y entonces vi animación en la sala. Un borracho diciendo cosas que no debería. Esto podía ser interesante. Una pelea de taberna... había escuchado hablar tanto de ellas. Ummmmm.

Bueno al parecer ahora soy ahora el centro de atención de bocazas, la verdad es que ya estoy acostumbrado a que me digan que soy un niño. En las tabernas del sur era bastante común y tampoco me ofende, los hobbits gracias a Eru somos muy tolerantes...aunque puede que yo no sea el más paciente y tolerante de La Comarca.

Miro a mis compañeros y les susurro que no hagan caso:

- Chicos, no os preocupéis. Si saltara cada vez que me dicen que soy un niño y que estoy rellenito...además sé como tratar con esta clase de gente...es mejor no hacerle demasiado caso...

Lo miro sonriendo y levanto mi jarra de cerveza mientras me la bebo de un trago.

- A ver si hace usted lo mismo caballero, o ¿no puede seguir el ritmo de un niño?...

Si bebe demasiado puede que caiga redondo y así nos deje en paz. Además no llevo bebido nada y un hobbit tiene fama de ser buen bebedor....aunque no tanto como el enano que tengo a mi lado.

Miré con evidente rabia al grandísimo maleducado que osaba faltar a nuestro amigo. Eso ya rozaba lo personal, y costaba admitirlo.

Por fortuna, Mut sabía defenderse bien sólo, y lo hizo atacando.

Torné mi rabia en carcajada, y alcé también mi jarra, brindándosela burlonamente al hablador, aunque yo solamente bebí un trago.

-¡Muy bien hecho, Mut! ¡Seguro que le ha dolido más tu enfrentamiento burlón que mil peleas!

Tomé un sorbo a la cerveza y di unos pocos mordiscos a la sabrosa comida que se extendía frente al grupo en la mesa. De reojo, observé al humano que vociferaba en relación a nosotros. Sonreí levemente.

Empecé a cerrar ambas manos, haciendo tronar los dedos, pues una cosa era molestar al hombre que trataba de entretener a los presentes y otra totalmente diferente el molestar a mis compañeros o a mí.

Apreté los dientes y apoyé las manos en la mesa cuando las palabras de Mut me hicieron quedarme en mi lugar. Era verdad lo que decía y lo que habíamos dicho antes, había que intentar comportarse, por nosotros y los pequeños que nos acompañaban. Aun así, a pesar de las palabras del hobbit y de explicármelo despacio para entenderlo, no aparté la mirada del hombre ni dejé de apretar los puños.

"- Envidia me das compañero por la templanza que llevas, pero tienes razón, mejor no hace caso- le dije a Mut y tomé nuevamente la jarra para continuar mi bebida, acompañando también el gesto de Lorgan".

La astucia de Mut y el temple de los otros dos compañeros convirtieron lo que podía haber sido una trifurca de taberna, en algo muy distinto

Aquel tipo se quedó mirando asombrado al mediano como si no lo hubiese entendido bien. Pero no tardó en estallar en carcajadas. Desconocedor de que un Hobbit tenía muchísimo más aguante de lo que podía aparentar dijo.

- ¿¡Habéis oído¡? ¡¡Camarera!! Que no falte en esta mesa los tragos del más fuerte aguardiente que tenga!! - Esto creó algo de expectación en las mesas de alrededor. Parecía que hoy no era el día del pobre Prestidigitador, que visto lo visto optó por parar el espectáculo. Cosa que agradecieron algunos parroquianos pues el duelo de la bebida podía resultar muy interesante.

La camarera trajo tres vasos de tamaño normal con aguardiente hasta la mitad. - ¡Las mujeres y los niños primero! - No se cortó el bravucón. Y así comenzó el particular duelo.

Y no fuiste el único que se giró en aquella dirección. En aquella mesa parecía haber gente un poco extraña. Como por ejemplo un enano y otro ser pequeño y de pies grandes y peludos. Enano habías visto alguno, pero como el otro no. Por lo visto era con quien se había encarado el borracho.

No escuchaste lo que dijo el pequeño ser, pero si lo que decía el otro ya que hablaba a gritos - ¿¡Habéis oído¡? ¡¡Camarera!! Que no falte en esta mesa los tragos del más fuerte aguardiente que tenga!! - Esto creó más expectación en las mesas de alrededor. Parecía que hoy no era el día del pobre Prestidigitador, que visto lo visto optó por parar el espectáculo. Cosa que agradecieron algunos parroquianos pues por lo visto se iba a producir un duelo de la bebida, cosa podía resultar muy interesante. Forlong sonrió al presenciar aquello.

La camarera trajo tres vasos de tamaño normal con aguardiente hasta la mitad. - ¡Las mujeres y los niños primero! - No se cortó el bravucón insinuando que su rival era un niño. Y así comenzó el particular duelo.

Observor los tres vasos de aguardiente y luego al borracho. Puede que el hombre tenga aguante pero un hobbit también aguanta lo suyo, o eso espero. 

Bueno...si pierdo me habrá salido gratis la borrachera...

Susurro a mis compañeros sonriendo.

- Chicos, deseadme suerte. Si pierdo, metedme en cama a dormir la borrachera.

Cojo el primero de los vasos de aguardiente y lo huelo. Joder, huele al matarratas que destilaba el tío Hob para los pastores de los Tuk. Con un trago de aquel brebaje pasabas toda la mañana sin desayunar, y eso para un hobbit es algo muy fuerte.

Levanto el vaso y miro al borracho mientras digo:

- A su salud...

Bebo de un trago el vaso de aguardiente tragándolo de un golpe. Doy la vuelta al vaso y lo pongo sobre la mesa.

- Su turno caballero.

Miré al hombre un tanto desconcertado pues no entendía hasta qué punto podía llegar tanta majadería suya. Pero más allá de no entender eso, algo si tenía en claro... ese tipo no era de mi agrado. Los enanos tienen esas cosas pues duros como la roca son sus cuerpos y duro como la roca el concepto que se forman de alguien; si un fulano cae mal al momento de presentarse, el Hacedor es testigo de que deberá hacer mérito para cambiar el parecer de un enano.

Extendí el brazo con la jarra apuntando a Mut y asentí con la cabeza. "- No necesita suerte, maese hobbit... ha demostrado suficiente aguante en otros momentos- dije sonriendo". Luego, bebí un poco más de la deliciosa cerveza y dejé marcado con serio rictus mi rostro, observando al extraño y, de a momentos, a nuestro compañero.