Partida Rol por web

-¿Qué dices, Mut? ¿Te atreves con la cocina? No da tiempo a cazar nada y a asarlo, así que.. Yo tengo algo de carne. En principio iba a ser para Viento, pero dudo que le importe que la compartamos. Es de buena calidad, ¡eso sin duda! jaja. ¿Alguno tiene aderezos? 

Miré al unca. Era una lástima no poder ir de caza, seguro que le hubiera encantado acompañarme. Pero el tiempo estaba contado, y no era mucho. Godrick tenía razón, mejor llegar a tiempo a la posada.

Lo acaricié afectuosamente, y saqué yesca y pedernal para encender un fuego. De momento aún podíamos permitirnos estos lujos. Tal vez más adelante sólo podríamos conformarnos con las frías raciones de viaje que traíamos cada uno.

Viendo que me ofrecen cocinar decido aceptar ya que me ofrecen ser el cocinero del día.

- Siempre me presto a cocinar, así que sin problemas...

Saco la vela de sebo que podría usar la grasa para preparar la carne. Freír la carne en sebo y luego echarle el brandy y algunas hierbas aromáticas que pueda encontrar en las cercanías podría ser suficiente para acompañar con un buen trozo de pan.

- Siempre llevo un poco de sal pero no tengo ni romero, ni ningún aderezo...pero déjame echar un vistazo a ver si encuentro algo por aquí... - digo mientras echo un vistazo a los lados del camino a ver si encuentro algo con qué acompañar la carne, unas setas por ejemplo o si hay suerte con un poco de romero o hierbas aromáticas. -  Ayudadme a buscar a ver si entre todos tenemos suerte...

Agradecí a Lorgan que bajara al pequeño ya que me permitía hacer lo mismo en mi caso y de manera cómoda. Puse los pies en el suelo y un hormigueo recorrió desde mis dedos y talones hasta lo más alto de las piernas. Las moví un poco para relajar los músculos y acompañé tal movimiento estirando también los brazos.

Todos se prestaron a armar un espacio improvisado para comer e incluso se habló la posibilidad de cocinar algo, y de inmediato negué rotundamente ante la pregunta de nuestro compañero sobre la pericia al respecto.

"- No no no, soy tan bueno con la cocina como con la magia, mi buen amigo... supongo que eso dice todo- expresé entre risas".

Mientras ponían en común ingredientes para que el hobbit demostrara sus habilidades culinarias, le ofrecí a Lorgan algo de la carne curtida que había comprado para Samman, para que tuviese también para Viento. Dado que iba a usar el alimento del unca, preferible era que guardara comida para el pequeñín.

Me dispuse a ayudar en lo que fuese, más por el hambre que comenzaba a llegar que por conocimiento real que tuviese, y el sólo pensar en la carne, el brandy, el sebo... la boca se me hacía agua sin siquiera oler nada. Ojo avizor, entonces, empecé a caminar los alrededores siguiendo las directrices de Mut para ver si dábamos con alguna hierba que permitiera sazonar la preparación.

Qué maravilla, tener compañeros de aventuras que sepan cocinar. Uno, llegado el momento, lo que quiere es un brazo fuerte a tu lado para que te proteja las espaldas y que te ayude a sobrevivir el día, pero al final, con quien te llevas bien es con los tipos graciosos, los buenos cocineros, los que te ayudan a que el día antes de la batalla pase mejor. Y, qué demonios, ir con la panza llena a una batalla motiva mucho más que cualquier capitán.

-Me contaron una vez que un guerrero dunlendino muy feroz pero muy tonto se pegaba unos atracones de comida brutales antes de las batallas. Un día un guerrero avispado de un clan contrario se enteró de esto y sabiendo que iba a enfrentarse logró que alguien le pusiera comida en mal estado, así que el día de la batalla el feroz guerrero se moría de los retortijones, pero aún así se presentó a la batalla. Fue una batalla de mierda… jajajaja. De mierda, ¿lo pilláis? –Ulrij estalló en carcajadas y la cosa duró un buen minuto hasta que logró superar el chiste y se aclaró la garganta; todavía estaba rojo de las risas- Dicen que a pesar de todo consiguió derrotar al listo, abriéndole las tripas en venganza. Emmm, vaya, a lo mejor no es tan divertida la historia para antes de comer. Perdón.

El prestidigitador frunció el ceño ante el chiste de Ulrij, quizá no acostumbrado a un lenguaje como aquel. Pero ahora la mayoría centró sus esfuerzos en la elaboración de la comida.

El mediano no encontró gran cosa de utilidad, quizá porque el tiempo también era escaso, o que a la vera del camino es donde más rápido echan mano los que por allí pasan.

Lorgan aportó el fuego y algo de carne, Mut el sebo, el cazo, cubiertos y completó con una ración de viaje, Angainor más carne y Ulrij un poco de su brandy y también con otra ración así como el resto de los integrantes de la carreta.

Al final, sin llegar a ser una comida maravillosa, al menos se le dio otro sabor y textura, cosa que fue de agradecer para aportar un poco de variedad. Pero No había mucho tiempo para entretenerse y el cochero se encargó de recordaros de la urgencia de proseguir con el viaje.

"- ¡Aaaah!- salió el suspiro luego de probar varios bocados-. No sé qué dicen ustedes, pero las comidas al paso, entre viajes, se terminan degustando o agradeciendo más- comenté mientras limpiaba mi boca y los bellos de la barba-. Pero claro, hay que reconocer la buena mano de nuestro amigo mediano antes que todo- agregué sonriendo, acariciando y golpeando mi barriga, señal que ya me encontraba saciado".

Aproveché también para ofrecer algo de carne sola a Samman para que se alimentara un poco, como para que ella también pudiese disfrutar el momento y comer tranquila.

De a ratos, miré hacia el camino y luego al cielo, tan basto e infinito. Agradecía momentos como ese, tranquilos a la intemperie y deleitándonos con una comida en paz, pues eran parte de las delicias de los viajes que llevábamos con los compañeros. Y en otros momentos también recordaba las estancias bajo la piedra donde tantos años pasé, donde crecí y compartí con otros khazad... aún para entonces y a pesar de contar bastante tiempo de aventuras de un lugar a otro, el cielo me parecía hermoso y a la vez me incomodaba, como si diese la impresión que en algún momento pudiésemos caernos hacia él para siempre. Sonreí. Cosas de enanos es lo que siempre pensaba.

Ante el aviso de Godrik, me levanté desperezándome un poco. No sabía cuántos kilómetros habíamos hecho o cuántos restaban, pero pensaba probable aprovechar lo que quedaba de viaje para dormir un poco.

"- Bueno, tiempo de seguir entonces. Queda la Posada del Cazador adelante, supongo que llegaremos antes del anochecer- comenté más a modo de pregunta que afirmándolo".

Tomé a Samman conmigo para dirigirme nuevamente hacia la parte trasera del carromato y repetí los mismos pasos que usé anteriormente, subiendo la pequeña primero y luego haciendo yo los honores. Una vez arriba, volví a atar la unca a uno de los asientos hacia el fondo y luego comencé a acomodarme lo más que pude para lo que quedaba de camino.

- La comida no estuvo mal, pero recordadme que compre algunas especies en cuanto veamos un mercado. Un fallo de este hobbit por no haber repuesto aquellas que tenía... - digo mientras empaco todo y me preparo para subir al carromato. 

Decido volver a preguntarles si alguno quiere ir al lado del cochero, si no seguramente vaya de nuevo para que el cochero no vaya sólo.

- ¿Alguno de vosotros quiere ver el paisaje? Si no le haré compañía al cochero de nuevo para que el pobre no vaya sólo...

Una comida agradable y agradable compañía. Ulrij estaba cada vez más contento del buen ambiente del viaje. Luego ya se probaría la calidad de sus aceros en la batalla, pero de momento no tenía nada de qué quejarse. De haber sido más listo incluso podría haberse planteado cómo era ésto posible, qué era lo que fallaba, pero Ulrij no se caracterizaba por pensamientos profundos.

-Yo me vuelvo a mi sitio, estoy ablandando el asiento con mi culo. Unos cuantos baches más y será mullido como una almohada de plumas, jajaja.

La comida fue campestre, compartida con poca inquietud y bastantes chanzas. Dí parte de mi carne a Viento, y procuré disfrutar de los instantes de calma y quietud. La carreta no era cómoda, precisamente.

A la hora de partir, recogimos todos los enseres de nuevo, colocándolos en la carreta. Ayudé a subir a Viento de nuevo.

-Mut, los otros ya han decidido, y yo pensaba intentar conciliar el sueño.. Si la carreta me lo permite, jaja. Ve tú delante de nuevo, si te parece bien y no quieres también dormir. Seguro que el conductor agradece la compañía.

Até de nuevo al unca, que enseguida se acostó. Con la barriga llena, no era difícil tenerlo tranquilo.

Tras la comida todos fuisteis regresando a la carreta. Douervis gustaba de practicar equilibrios con las dagas. Aunque era más un sensayo que un espectáculo en si, era hipnotizante ver sus malabares.

Mut volvió a sentarse delante para disfrutar del paisaje y el viento. Soplaba moderadamente y con alguna nube cruzaba el cielo, aunque por lo pronto no parecía que fuese a empeorar.

Tal y como la carreta se encontraba más lejos de la ciudad, Mut pudo disfrutar de ver algún animal más, un esquivo ciervo que arranco a correr rápido y un zorro. Por lo demás también os cruzasteis con más gente de la zona, incluso con un mercader que se encontraba de paso, no era raro encontrarlos por el camino.

Sin ninguna clase de percance ya caía la noche cuando llegasteis a la posaba. El primer tramo del viaje se había completado cual paseo, excepto por las normales incomodidades.

- Bueno, aquí pasamos la noche, llevaré los caballos al establo para que coman beban y recuperen fuerzas. No trasnochéis que mañana partiremos temprano - Y dicho esto el cochero se bajó de la carreta

Intenté echar una cabezada durante el trayecto, a pesar del traqueteo de la carreta. Curiosamente soy capaz de dormir en muy extrañas circunstancias, y en ésta quizás fui capaz, porque hay parte del viaje que no recuerdo.. El caso es que llegamos a la posada.

-Si os parece, podemos cenar algo e irnos a descansar con propiedad. Tal vez en algún tiempo no volvamos a dormir en una cama, y es innegable que la echaré de menos, jajaja.. -Bajé a Viento de la carreta para que se estirase y juguetease un poco.

La posada parecía animada, con mercaderes alojados y muchas historias que contar y ser escuchadas. Me ajusté mis armas y mis pertenencias. Prefería tenerlas bajo control.

Tal vez había encontrado ya una posición lo suficientemente cómoda, pues lo duro del asiento o incluso el movimiento de la carreta no afectaban lo mismo. Comentamos algunas cosas mientras seguíamos viaje para poder pasar de forma más amena el recorrido, pero ver a Lorgan comenzar a conciliar el sueño casi me impulsó a imitarle y sin dilaciones terminé cayendo yo también en un sopor del que salí gracias al aviso de Godrik una vez llegados todos a la posada.

Desaté a Samman y me dirigí enseguida abajo, ya que a pesar de haber conciliado el sueño mi cuerpo pasaba factura por la mala posición en la que me había mantenido. Miré hacia el camino, hacia el sur y luego al norte, como si esperase que alguien apareciera... pero no, y mejor así porque el viaje había resultado de lo más agradable hasta el momento.

"- Secundo lo que dices, compañero- comenté a lo dicho por Lorgan-. Además, será mejor dejar para otro momento las buenas rondas post comida... como dijo Godrik, mientras más descansemos y más lúcidos estemos, mejor- agregué casi resignado y sin mucho convencimiento".

- Yo veo bien lo de cenar algo y podemos ver si tienen alguna especie para comprar en esta posada...no creo pero nunca se sabe queridos amigos. - comento mientras me relamo pensando en una buena cena y en el acompañamiento perfecto una o dos cervezas, algo ligero y sin trasnochar demasiado. - Creo que cena y buen descanso...mañana será otra jornada larga de viaje...

Me paso por la posada y le pregunto a una de las mozas de la posada si hay algún herborista cerca o dónde se puedan comprar especias de cocina, algo de pimienta en grano, romero, orégano.

- Perdone señorita, ¿sabría usted decirme dónde podría conseguir este humilde hobbit alguna especia de cocina? Algo de pimienta en grano o romero, tomillo o ajedrea... - pongo la mejor de mis sonrisas a ver si con ello me regala algunas que nunca se sabe si puede caer esa suerte.

Algunos intentasteis echar una cabezada en el trayecto, pero con el traqueteo eso resulto casi imposible. Como mucho el hecho de cerrar los ojos y tratar de relajarse un rato. Los uncas de tanto en tanto se levantaban y caminaban en círculos también estaba resultando pesado para ellos el estar tan quietos.

Pero por hoy todo eso había llegado a su fin, ya se podían estirar las piernas. En cuanto el enano soltó a Samman este salió disparado a echar unas carreras. El sur era zona más de praderas y el norte más montañosa y por ello presumiblemente con más peligro.

Mut se marcha un momento a la cocina para intentar conseguir sus especias y mientras el resto quedáis en el salón esperando a que llegue algo caliente que cenar. Es importante reponer fuerzas. La posada del cazador es mucho más tranquila que la de Linhir y su reclamo principal es el  rico estofado de ciervo. Solo la mitad de las mesas están ocupadas así que hay sitio donde elegir.

La cocinera primero se extraña un poco por tu presencia, pero se muestra receptiva al percibir que no supones ningún tipo de amenaza y que además te ibas a alojar en la posada. Te acaba regalando un poco de sal, un poco de tomillo y un poco de perejil. Cada una de las especias envuelta en un pequeño y limpio retazo de tela.

Estas hablando con la cocinera sobre la cocina cuando se te acerca un humano – Vaya con el pequeño ser parece que tiene dotes culinarias, un hombrecillo así seguro que se trata de una buena persona ¿Me permite que lo invite a una jarra de espumeante cerveza?

Le agradezco con una gran sonrisa a la cocinera las especies y las guardo con cuidado en mi zurrón. Un hombre se me acerca y quiere invitarme a una cerveza lo cual no me desagrada.

- Sin ningún problema caballero, pero si no le importa déjeme invitarle a mí a la primera ya que viajo con amigos y de paso les invito a ellos a una ronda que tras una jornada de viaje es bueno refrescar el gaznate. - le contesto mientras camino hacia la posada para reunirme con el resto de mis amigos mientras agradezco de nuevo a la cocinera las especies.

El hombre se detuvo, esperando que tu también lo hicieras. Estabais más o menos entre la cocina y el salón de la posada.

- Si, si, pero verá es que me gustaría tratar con usted un tema personal. No le robaré más que un par de minutos, insisto en invitarle, aquí en la barra

Había gente por lo que en principio no había nada que temer, lo que parecía claro era que prefería la discreción. En todo caso tú tenías la última palabra.

Lo miro con cierta suspicacia, normalmente no suelen quererme para hablar directamente de negocios así que me paro pero le pregunto de qué tema se trataría:

- No habrá problema, pero de ¿qué asunto se trata?...mis compañeros y yo nos encargamos de asuntos particulares y nunca viene mal un trabajo...y por cierto ¿cómo se llama usted?

La verdad es que no me fío del todo del hombre ya que en estas tierras no hay que fiarse de nadie.

- ¿Ah si? Que interesante – Te comenta – Cierto, no me presenté, me llamo Dagnir – El hombre se apresura a pedir un par de cervezas que paga de inmediato.

Choca su jarra contra la tuya y le da un trago – Verá – Carraspea, parece estar pensando demasiado – No he podido evitar fijarme en que pertenece a la carreta de mercancías ¡Y que son muchos! Si necesitan una mano amiga que les ayude... ¡Deben de transportar algo de mucho valor para ser tantos!

No se te pasó por alto las intenciones que podía tener. Bien, podría ser honesto, pero su historia no cuadraba del todo. Parecía querer sonsacaste y eso es lo que percibiste. Ahora la decisión sobre que hacer era tuya.

- No maese Dagnir, no transportamos nada de mucho valor... - le digo a modo de interesarlo en cierta manera en la carreta ya que puede ser uno de los bandidos pero sin animarlo demasiado - ...somos unos simples norteños que volvemos a casa y preferimos un viaje cómodo en carreta...unos ya tenemos una edad para evitar caminar tanto...y menos llevar recuerdos del sur para adornar la casa...

Bebo un sorbo corto de cerveza, simplemente mojando los labios y empiezo yo a preguntarle:

- ¿Y es usted de esta zona señor Dagnir? He oído que es una zona peligrosa...