¿Pero qué te trae a casa de mi querida Sabrina? Justo estabamos comentando los terribles terribles acontecimientos de anoche. Leiste los periódicos, querido?
Claro, bajemos, bajemos. - parece divertido de que seas tú la que lo proponga
Antes de salir por la puerta olisqueo el aire, tratando de averiguar cuantas personas han entrado y de donde venían. Suelo hacerlo por diversión.
Ha entrado un hombre en la casa. Tu olor te es familiar... muy familiar. Es Aedalus.
Tu madre y la Condesa Aster estaban ya en la sala
Se me tensa todo el cuerpo y miro a Otto con cara descompuesta, no hay nada de ese hombre que me haga alegrarme de saber que está en mi casa.
- Están con Aedalus. ¿Le has invitado tú a venir?
Otto, serio, niega con la cabeza.
-Aun así sería de mala educación no saludar
Asiento con la cabeza y me dirijo al salón, antes de abrir la puerta dejo que sea Otto el que lo haga. Entramos los dos y saludo en general.
- Buenos días.
[Antes de llegue nat]
Le explico a Aster y a la señora Marseille que tengo intención de reunir con la más celeridad posible a todas las personas más influentes de Agartha para solucionar la amenaza que apareció sobre Agartha.
- Es posible que el futuro de Agartha... - [Hanna entra y saluda]
Miro hacía la puerta y sonrío al ver a los jóvenes Marseille. - Buenas días. - Contesto amablemente.
Mientras digo esto miro fijamente a Hanna, como si estuviera analizando todos sus movimientos.
Vas teniendo flashes, imágenes. Como quien se va recuperando de una amnesia. Las imágenes se aparecen ante ti.
Me llevo la mano que no sostiene la jarra de cerveza a la cara y me froto con fuerza.
Eso no podían ser recuerdos. Es decir, ¿qué debería estar haciendo Charlotte para tener esos recuerdos? Seguramente mi mente me juegue una mala pasada y esté mezclando la realidad con la ficción.
Ficción... yo dibujaba bien. De hecho aún dibujo bien. Quizá tiene algo que ver con mi obra... o simplemente son las obras de una perversa mente artística.
- Perdone, ¿tiene un papel y una pluma? - le pido al barman
-Por supesto, Sr.- Cuando la trae te lo extiende pero te mira sugerentemente, esperando propina.
Vyktor deja su entrenamiento al sentir repentinamente el sonido de alguien llamando a la puerta. En ese momento estaba manejando una espada, así que decide no hacerla desaparecer y la esconde dentro de su sombra. Se acerca sin hacer ruido hasta la puerta de la mansión.
¿Quien podría ser? Estaba claro que no era a Aedalus, él no llamaría a la puerta de su propía casa... ¿Victoria, quizás? O a lo mejor... ¿Charlotte? No, no podía ser ella, no después del numerito que se había marcado con su nota antes de marcharse.
Fuera quien fuera más valia prevenir, así que Vyktor pone una mano sobre la espalda, dispuesto a coger la espada en caso de necesidad y gira el pomo con la otra mano. Intenta aparentar una sonrisa cordial.
Abres la puerta y te encuentras con una mujer ricamente vestida, jóven pálida y hermosa. Sin embargo su atuendo tiene algo extraño. Lleva un broche de una cruz de Cruzado en la capa.
-Buenos días, señor. Busco a Aedalus Galaliel.
Hago una ligera reverencia en general y me presento:
- Buenos días. Soy Hanna Marseille la hija menor de los Marseille. - Me giro hacia la condesa Aster - ¿Cómo se encuentra?
Es una pregunta abierta, pero es claro que me refiero a los incidentes de hace unos días.
Otto se inclina ante Aster. Y saluda con un apretón de manos a Aedalus.
Aster dice:
-Oh, querida, ¡mucho mejor!¡mucho mejor! ¿Conoces ya a mi querido Aedalus? Es un joven genio de esta ciudad. Hará mucho bien.
Rebusco alguna moneda extra y le doy lo poco que me queda. Tampoco es como si me fuera a servir de mucho más.
Tras ello, empiezo a dibujar lo que puedo de los flashbacks. Intento plasmarlo lo mejor que pueda.
"¿Por que tengo que ser yo el que le de las malas noticias a Aedalus siempre? Supongo que toca mudarse... Aunque reconozco que no echaré en falta este lugar..."
Esa mujer estaba ahí por Aedalus especificamente, y parecía una representante de la iglesia. Que la iglesia conociera su ubicación no era nada bueno... Ni para Aedalus, ni para sus invitados. ¿Estarían investigando lo que había pasado en Agartha y habían atado cabos? Aedalus solía ser bastante discreto, pero realmente Vyktor no se interesaba por sus actividades últimamente.
Vyktor se mantiene alerta, pero conserva la compostura.
- El señor Galaliel no se encuentra en casa en este momento, ¿Quieres que le deje algún recado?