Partida Rol por web

Enero, 1520.

Han pasado más de veinte años desde la conquista de Granada. Después de la contienda, Álvaro Manrique de Lara volvió a su puesto como príncipe de Santander y te llevó consigo, encargándote la guarda y cuidado de los extensos bosques que constituyen la parte este de su dominio. En uno de ellos, un hayedo conocido como Monte Saja, llevas viviendo durante todo este tiempo, alejado de la política vampírica, cazando y cumpliendo con tus obligaciones como lugarteniente de tu mentor.

En ocasiones, el príncipe te envíaba algunos neonatos para que les entrenaras en el combate durante meses, o tenías que cazar a algún anarquista que huía de la derrota de la Revuelta, y trataba de esconderse en tus tierras. Aproximadamente cada año, acudes a la ciudad de Santander para entrevistarte con Álvaro Manrique, y recordáis viejas historias de batalla. Él es, en realidad, tu único contacto con el mundo exterior...

Una noche, cuando te acercas desde el bosque a la pequeña aldea que te sirve de hogar en invierno, descubres que en el altar de la parroquia abandonada, donde usualmente se te dejan los mensajes, tienes una carta de tu mentor.

Ato las pocas cosas pendientes que pueda tener por esa zona y voy hacia Brezales. No tengo problema por la hora ya que puedo descansar en la tierra.
¿Que se sobre Brezales?

Mientras tomas tus escasas pertenencias y te aseguras con una correa la funda de tu espada al cinto, piensas en la misiva de tu mentor. Álvaro Manrique nunca ha sido un mentor muy explícito, y, en cierto sentido, lo agradeces. No te interesa demasiado la política, algo que ves como una actividad para blandos y cobardes, oportunistas y carentes de ideales. Te consta que Álvaro Manrique mantiene una opinión bastante aproximada a la tuya, pero para su desgracia, es el príncipe de Santander, un justo gobernante y un guerrero implacable, forjado en las Cruzadas -alguna vez ha mencionado en tu presencia la conquista de Jerusalén, cómo si realmente hubiera estado en primera línea- y la Reconquista cristiana de la península.

Su clan lo necesita, y confía en él una pesada carga, sobre todo en una tierra como Castilla, dominada por los enemigos de los Ventrue. Sin embargo, nada de esto te inquieta: a los plácidos robledales y hayedos de Monte Saja nunca llega más que el murmullo adormecido de los chismorreos de la ciudad. En estos últimos veinte años, nada ha perturbado tu mundo. Con un escalofrío, te sorprendes temiendo que eso vaya a cambiar...

Te pones en camino hacia Brezales, el pueblo límite de tu bosque, una aldea de tamaño mediano que se encuentra en el camino entre Burgos y Santander, lo que explica que su población e importancia -muy a pesar de lo que diga Álvaro Manrique en su carta- sea la mayor de Monte Saja. Imaginas que tendrás que vértelas con un neonato asustado, alguien al que algún vástago irresponsable ha mordido sólo por diversión y ha abandonado a su suerte en el campo.

Justo lo que te pasó a ti.

Pero tú tenías a Álvaro.

Me acerco tranquilamente a ellos, cuando llego a la barricada me detengo y le hablo a quien este mas cerca mia.
-Buenas noches, puede pasar al pueblo un pobre caballero que viene desde Santander,que esta de paso
-¿Cual es el motivo de esta barricada? Aunque ya me temo la respuesta no esta de mas cerciorarse

Uno de los campesinos te mira con recelo, mientras aferra su guadaña con más fuerza.

-Bue... buenas noches, amigo. Lope os acompañará a la posada, pues imagino que querréis descansar en el pueblo. En cuanto a la barricada, parece que los lobos están acercándose demasiado al pueblo. Ya llevamos varias semanas así.

El hombre que ha respondido al nombre de Lope agarra una antorcha y avanza hacia ti para acompañarte.

-¿No traéis caballo ni equipaje, señor?

-No, traigo solo lo que veis,vayamos a la posada pues
De camino a la posada intento sonsacarle a Lope información sobre los ataques de esos lobos,sobre cuando empezaron y cuales son sus victimas. Si existen testigos de esos ataques y que es lo que vieron,etc......

En cuanto el nervioso campesino, Lope, comienza a guiar tus pasos, comprendes que tanta amabilidad responde en realidad al miedo: parece que los habitantes de Brezales no quieren dejar a ningún forastero solo en el pueblo. Atravesáis la empinada pista de tierra que parece ser la príncipal del pueblo, a juzgar por la antigüedad de las sólidas construcciones de roca que la flanquean. Finalmente os detenéis frente a una de ellas, la única que tiene luz en su interior. Tus ojos, mientras entráis, tardan un poco en acostumbrarse a la luz, pero cuando lo haces ves a una decena de campesinos, todos ellos provistos de jarros de vino, hablando acaloradamente en torno a una mesa. Apenas un par de ellos levantan su vista para verte.

Lope trata de hacerse oír en el murmullo para presentarte o para llamar a un tal García, el posadero, pero resulta inútil.

-Esperad aquí, quizá esté en las cocinas. Cuando vuelva le podréis pedir un lecho para esta noche. Yo he de volver ahora con mis compañeros.- Dice, antes de desaparecer nuevamente hacia la calle.

Miras con cierto desánimo a tu alrededor. Los campesinos de la mesa siguen hablando enfáticamente, hasta que uno de ellos se levanta de su asiento y alza su voz por encima de las demás:

-Os digo que usará nuestro dinero para las luchas de su maldito imperio, ¡déselo al diablo! He oído que piensa reinar desde Viena, y nombrar como regente a un maldito flamenco comedor de mantequilla...

Entonces sus ojos topan con los tuyos y calla súbitamente. Es obvio que desconfían de ti.

Me acerco hacia la persona que ha dicho esas palabras tranquilamente. Cuando estoy cerca suya digo
-Pues acompañemos esa mantequilla con una buena rebanda de pan, Tabernero trae a esta mesa pan y matequilla para mis amigos- me siento en un espacio libre que hay en la mesa
-Como bien dices esa parece ser la unica función de los impuestos ya que no sirven para cazar a los lobos que estan por aqui-

El tabernero aparece por una puerta que da a la trastienda y se apresura a cumplir tu pedido con diligencia. El resto de los presentes parece calmarse un poco, y, finalmente, uno de ellos se dirige a ti con humildad y cortesía.

-Espero que no hayáis tomado demasiado en serio las palabras de mi amigo. Aquí todos somos leales vasallos de Carlos. Pero a vos es la primera vez que os vemos, ¿venís de Burgos? ¿y qué sabéis de los... lobos? -Al pronunciar esta última palabra percibes que baja levemente la voz.

-Jajajaja no os preocupeis el alcohol nos produce decir palabras no deseadas a todos,de los lobos se muy poco solo lo que me han contado los guardias-
Me acerco al que me esta hablando y le digo en voz baja
-¿Que me pueden decir ustedes?-

El hombre vacila, parece que la palidez de tu cuerpo le resulta incómoda, ahora que te has acercado lo suficiente como para que pueda verla.

-Está siendo... una mala época. Los lobos bajan más bravos que otros años, y ya han atacado a algún vecino...

Al ver la reacción del hombre al ver el color de mi piel pienso que tengo que alimentarme ya que llevo un par de dias de viaje.
Parece ser que nadie me quiere contar mucho sobre los lobos así que habrá que especificar un poco mas
-Es increíble lo que puede llegar a hacer un animal por comida, ¿y a esos vecino que me comenta los mataron los lobos o fueron los lobos los matados?-
-Por lo menos espero que no atacasen a ningún niño porque esos ataques serian en las afueras, no?,Perdonen mi interés pero es que soy un estudioso de los animales y me llama mucho la atención esos ataques-

La llegada de la mantequilla suelta la lengua a algún parroquiano.

-Los lobos no comen niños. Quiá, no de los de aquí. Demasiado pellejo y huesos. Prefieren mujeres, en realidad. Doncellas, con caderas generosas. Casi diría que hay algo demasiado poco... animal... en su manera de elegirlas. Aunque estos, créame, no son lobos normales...

-¿Y por donde dice que suelen atacar esos lobos?-

El campesino con el que estás hablando se relaja. Parece que tu coartada como estudioso de animales le ha convencido.

-Ah, pero eso es lo extraño. Los lobos no abren puertas cerradas, ni atraviesan las calles del pueblo sin dejar huellas: pero el caso es que estos sí lo hacen. A la hija del Alguacil, por ejemplo, la encontraron en su cama, ¡y había cerrado la puerta antes de irse a dormir! Por esto muchas viejas del pueblo hablan... yo no doy crédito, claro, vuestra merced, que sabe más de animales que yo, podrá decirlo, pero las viejas están empezando a contar extraños cuentos...

Me relajo,creo que ya tengo toda la información que le puedo sacar a este hombre,a ver si ahora puedo arreglar esto un poco
-Jajajaja, eso suele ser lo que dicen las victimas,es mas facil echarle la culpa a un lobo abre puertas que admitir que a uno se le ha olvidado cerrarla-
Me levanto de la silla y me dirijo a la calle
-Muchas gracias buen hombre,desde luego habeis conseguido entretenerme y crearme curiosidad-
salgo a la calle,es hora de investigar un poco por aqui

Depositas algunos maravedíes en la mesa, por la mantequilla y el pan, y vuelves a salir a la calle. La noche es densa y fría. Ni un alma hay fuera de las casas, que parecen cerradas a cal y canto. Al cabo sur del sendero puedes ver las antorchas de la barricada que te encontraste al comienzo del pueblo: al cabo norte parece encontrarse una plaza pavimentada en la que se destaca la torre del campanario de la iglesia.

No creo que la criatura se acerque al puesto de guardia así que decido ir al norte, estoy muy atento por si escucho cualquier ruido o veo cualquier cosa sospechosa.
Intento ir siempre lo mas cerca del exterior posible pero sin salir de él ,es decir, que exista una línea de casas por lo menos entre el bosque y yo.