Partida Rol por web

El doctor Call estaba dispuesto a marcharse con lo encontrado para poder examinarlo cuidadosamente junto a los demás, pero la referencia de aquel libro al misionero Whateley le hizo recordar varias cosas que parecían cruciales para el misterio que pretendían desentrañar.

- Señor McDonald, sin duda esto tiene mucha relación con los sucesos del rodaje - dijo, interrumpiendo por un momento la recogida.- Seguro que ha escuchado usted esas leyendas acerca de las cosas que ocurren en lugares edificados sobre cementerios indios... aunque ahora que lo pienso, quizás en Escocia no tengan ustedes demasiadas leyendas acerca de la cultura india americana... en cualquier caso, todas ellas tienen un nexo común, y es que se suele hablar de que son lugares malditos, quizás porque las almas de los que allí descansan se ven atormentadas por la construcción sobre su lugar de descanso - el Doctor Call carraspeó ligeramente y decidió ir al grano.- Creo que aquí pasa algo similar, los espíritus de la tribu Hotethk no aprobaban el rodaje de la película y parece que tomaron partido, por eso esas extrañas sensaciones en la grabación y el resultado final del rodaje. En el transcurso de nuestras investigaciones, el señor Harper encontró un tomo llamado Old California que hablaba precisamente de esta tribu y del misionero Whateley. Identificaba esta lápida como el Arco de Vlactos, una especie de puerta entre este mundo y el mundo demoníaco, y al parecer guardaban las almas de esos demonios en estas figuras de cerámica - no pudo evitar contemplar las figuras con intensidad durante un instante ¿De verdad contenían almas demoniacas?.

Pero que les pasa a estos sucios mejicanos....Y que me pasa a mní —se quejó Henry llevandose la mano a la cabez—eo que está...fectando el golpe...Marion ti...mala cara....¿pasa algo?

Es una historia... fascinante- dijo el coronel tras oír la historia del doctor- creo que podremos llevarnos todo este material para que lo vean nuestros compañeros, así como analizarlo con mas calma. La lápida me temo que tendremos que llevarla entre los dos. 

Los mejicanos os enseñaron el interior del capó de la camioneta, no había nada, se habían llevado el motor. Ambos estaban bastante nerviosos, la otra camioneta parecía estar bien.

Andábais mirando la otra camioneta cuando escuchásteis un ruido a vuestras espaldas, al giraros, los cuatro vísteis a una enorme criatura humanoide con pinzas en lugar de manos, con una enorme boca circundada por varias filas de dientes del tamaño de puñales, de la que asoma una enorme lengua alargada y estrecha de color morado y aspecto repugnante. La criatura debe medir sus buenos 2 m, es de piel negra como el carbón y aspecto gomoso. Tiene una apariencia delgada a excepción de un abdomen distendido. La criatura se lanza a por uno de los mejicanos...

Véis cómo la pinza atraviesa de lado a lado a uno de los mejicanos, empalándolo contra el suelo.

Cargando con todo, reemprendéis el camino de vuelta, cuando en un momento dado, una de las kachinas (de las vasijas cerámicas con forma femenina) se sale del petate de Hughie y cae al suelo, rompiéndose en varios pedazos. A continuación, escucháis un grito casi agónico y véis un fogonazo amarillento que asciende hasta el cielo proveniente de los decorados.

El Doctor Call se paró en seco para contemplar el fogonazo que se había producido, al parecer, a causa de la ruptura de la figura de cerámica. Sin embargo, el Doctor Call era un hombre de ciencia, y hasta el momento para él aquello bien podría haber sido una casualidad. No obstante, con la ligera sospecha de que efectivamente las figuras contenían las almas de demonios, el Doctor Call se decidió a comprobar lo sucedido y sacó otra figura y la estrelló contra el suelo para ver lo que ocurría.

Hughie se quedó sorprendido tras aquel extraño fogonazo amarillo que surgió de la nada. Indudablemente, estaba relacionado con la rotura de aquella vasija -mucha casualidad sería de lo contrario-. 

Bueno, esto puede... ¡no, Doctor!- intenta impedir que destroce otra estatuilla, sin éxito. 

Al estrellarse la figura contra el suelo rocoso ocurrió otro tanto, de nuevo un grito y un fogonazo que ascendía desde un punto muy cercano al anterior.

Entonces, escucháis un ruido justo delante vuestro , casi a continuación notáis una brisa que trae un olor pestilente e inexplicablemente ante vuestros propios ojos, comienza a formarse un silueta de bordes negros para luego dar paso a un ente corpóreo que se va formando poco a poco. Se trata de una criatura alargada, humanoide, bastante alta, la criatura os suena mucho pues podéis discernir cómo van dibujándose dos pinzas en lugar de manos.

Desde luego había funcionado, era poco probable que la casualidad hubiera ocurrido dos veces seguidas. Una vez comprobado el asunto, y bajo la sospecha de estar destruyendo almas demoníacas o algo parecido, el Doctor Call se dispuso a romper otra de las figuras, pero antes de poder hacerlo comenzó a aparecer aquel ser vaporoso. Sin duda tenía relación con lo que acababa de hacer, quizás un guardián o algo parecido, y rememorando los anteriores encuentros con monstruos de los demás miembros de la organización, lo más sensato parecía correr.

- ¡McDonald, corra! - gritó el doctor Call justo antes de empezar a correr en dirección opuesta al monstruo.- ¡Rompa las figuras! ¡No podrá cogernos a los dos!

Y en cuanto tuvo ocasión, el Doctor Call lanzó las figuras que le quedaban tratabdo de romperlas

Esto era lo que el coronel quería evitar. Si -como así era- existía relación entre las figuritas y el fin de aquellos seres, era lógico que uno aparecería para evitar que siguiésemos con la destrucción de sus "almas". Ya no había mas opción que lo que decía el doctor: correr.

Hughie se dio la vuelta y empezó a correr, no sin antes sacar las figuritas que llevaba y lanzarlas al suelo con fuerza. 

Todo ocurrió demasiado rápido, os dísteis la vuelta, soltásteis las figuras, corrísteis todo lo rápido que podíais y os escondísteis.

Escuchásteis otros dos gritos y vísteis iluminarse el cielo, pero no os dísteis la vuelta para ver si las almas de los demonios habían sido destruidas o si la bestia os seguía los pasos. Os limitásteis a quedaros completamente quietos.

¡¡JODER!!!CUIDADO MARION—dijo jadeando por el cansancio y esfuerzo de las heridas y disparando. El tiro salió errado, en parte por el dolor en parte por el espanto.

- ¡Oh, Dios mío!- Es lo único que pudo decir Marion al ver como uno de los  mexicanos caía atravesado por la pinza de aquella criatura demoníaca. El grito de Francis la obligó a moverse y salió disparada hacia la camioneta que aún parecía estar perfectamente. Cuando escuchó el disparo se llevó instintivamente las manos a las orejas, encogiendo el cuello.

¡La furgoneta, la furgoneta!

Corrió hasta ponerse a cubierto tras la furgoneta. Allí buscó algún arma de las que aún pudieran quedar en el interior del vehículo.

Mientras Henry disparaba sin éxito y Marion echaba a correr hacia la última de las furgonetas, la bestia alcanzó al otro mejicano, cerró la pinza en torno a su cabeza haciéndola estallar como un melón maduro y esparciendo los sesos a varios metros de distancia.

A todo esto, vísteis varios fogonazos muy cerca vuestro y escuchásteis gritos inhumanos que a pesar del fargor del combate, hicieron que os estremeciéseis.

Pudísteis esconderos tras una choza, no se veía a la criatura. Escuchásteis un disparo abajo. Tras un par de minutos, os atrevísteis a asomaros para ver si se veía algo, junto al camino de descenso, pudísteis ver cómo la criatura que estaba a medio aparecer, se volvía invisible.

Aquellas bestias podían volverse invisibles, de ahí las extrañas huellas por todo el poblado sin que hubiéseis visto nada. Sencillamente, eran invisibles.