Partida Rol por web

La noche no había sido nada fácil, temiendo que en cualquier momento vinieran a detenernos la tripulación o a vengarse un grupo superviviente de la Logia. Por suerte eso no pasó... hasta aquel momento. Poco más pudimos sacar en claro sobre las pistas que hallamos en los aposentos del contramaestre, podían no significar nada y despistarnos de nuestra misión en Escocia, aunque ya veríamos si luego era fácil contactar con el señor Kurosov si su espada tenía alguna utilidad clave una vez acabara el viaje.

- Voy a ver si tengo algo que recoger en mi camarote para que podamos salir del barco lo antes posible -comenté a mis compañeros, saliendo del camarote compartido para ir al contiguo, mientras veía a la gente entusiasmada por divisar de nuevo tierra.

Adam bostezó. Era la única noche desde que subieron a bordo en la que consiguió dormir con relativa tranquilidad.

-Sí, yo también voy al mío a recoger mis cosas.

Farid despidió a sus compañeros e hizo lo propio.

-Nos vemos en cubierta.

Estaba deseando salir de esa maldito armatoste. La terrible experiencia vivida allí no la olvidaría nunca. Por el momento, para paliar esos recuerdos decidió pensar en lo bueno que habían sacado de ese viaje. La nueva información podría resultar vital para el resto de la misión en Escocia.

En cuanto estuvo listo, salió a la cubierta exterior para observar el paisaje como el resto de los pasajeros.

Os ponéis a recoger vuestras cosas deseosos de salir de ese lugar, pero hay algo, como una pequeña nube gris en el cielo azul, que está rondando vuestras cabezas mientras ordenáis todo vuestro camarote, no le dais importancia porque el ansia de no querer continuar con este viaje es más grande ahora, que cualquier otra necesidad.

Hasta que alguno de vosotros sale al exterior, y acompaña a los demás viajeros, junto a la barandilla, para ver ese paisaje que esta generando tanto alboroto, y de pronto, oís un comentario que hace que esa nubecilla sin importancia que pululaba por vuestra mente se convierta en nubarrón..

—"¿No duraba el viaje seis días? Pues si que se han dado prisa en llegar.."—

¡Exacto!..por muy rápido que funcionaran los motores es imposible que hayan recuperado dos días de trayecto, unas horas tal vez, y con el estado de la mar a favor, pero ¡dos días! no.

Mientras permanecéis absortos y pensativos ante esta situación varios marineros de la tripulación se acercan para hablaros

—¡Atención por favor! Debido a varios problemas debemos hacer una pequeña escala antes de continuar con el viaje hacia Glasgow, de parte de la compañía queremos pedir disculpas y lamentamos mucho este pequeño retraso, que no supondrá más de cinco horas. Dentro de  una hora atracaremos en Qaqortoq, Groenlandia. Sean pacientes por favor..Muchas gracias—

Observáis como algunos marineros están llamando a la puerta de algunos camarotes para dar el aviso, y lo primero que miráis es esa puerta del camarote A-24 con el cartelito de "No Molestar" colgado, y os viene a la mente lo que esconde su interior. Además, con el sobrecargo fuera de juego pronto notarán que pasa algo raro y se encenderán las alarmas. 

Después de escuchar el aviso de los marineros y con los nervios a flor de piel, una voz de caballero a tu espalda te saluda.

—¡Buenos días señorita Barret!—

al girarte te encuentras con el señor Kurosov

—Perdone si la he asustado..— te dice sonriendo, —..parece que el viaje se retrasa un poquito más, pero al menos tendremos la oportunidad de conocer la antigua tierra de los vikingos,..siempre me han fascinado estos individuos, bravos guerreros y grandes cazadores..— hace una pequeña pausa

—Bueno,..quisiera pedirle una cosa, quiero que vaya a mi camarote cuando pueda, quiero entregarle una cosa.., no hay prisa,..—

De repente se acerca uno de los guardaespaldas al señor Kurosov y le comenta algo a corta distancia que tu puedes oír

—Señor, el desayuno está listo..—

Acto seguido el aristócrata ruso se aleja con él, haciéndote un pequeño saludo con la cabeza.

Aún sobresaltada por la repentina visita y por los recientes sucesos, volví al camarote compartido y esperé a que estuviéramos los tres:

- ¿Y ahora qué? ¡Van a descubrir que falta una décima parte de la tripulación! ¿Servirá de algo deshacernos de las armas? -pregunté angustiada.

Farid se puso a pensar, aunque debía hacerlo rápido.

-Creo que lo mejor, por el momento, es que nos alejemos de nuestros camarotes e intentemos ser discretos hasta el que el barco atraque para poder bajar. Allí en tierra podremos huir o escondernos si es necesario. Además, con un poco de suerte en esa localidad tendrán un teléfono con el que poder llamar a la organización. 

El diletante se puso en marcha para enfilar la dirección contraria al camarote A-24 y buscar un lugar discreto cerca de una de las salidas del barco.

Sin mediar palabra, Adam siguió a Farid.

- Si nos ven saliendo del barco en esta parada de emergencia, sospecharán más aún de nosotros... -dije, aunque estaba dispuesta a seguir con el plan de mi compañero y le seguí junto a Adam.

-Es verdad. Quizá me he precipitado al pensar que en esta parada de cinco horas dejarían bajar a los pasajeros a la ciudad. Muchos barcos suelen hacerlo. Veremos qué sucede, y ya actuamos en consecuencia.

El barco disminuye su velocidad. Varios curiosos se han acercado al puerto de Qaqortoq a admirar el imponente transatlántico. Solo se ven embarcaciones pesqueras a vuestro alrededor, que quedan diminutas, en comparación con el USS Leviathan. Desde vuestra cubierta se puede divisar el pueblo entero, un conjunto de casas agrupadas y poca industria, es la impresión que da a primera vista.

Después de unas maniobras el transatlántico atraca. Los miembros de la tripulación lanzan la pasarela y esta toma tierra, al mismo tiempo, avisan de que permanecerán allí hasta arreglar el problema, y aunque recomiendan no bajar, quien desee hacerlo deberá estar atento, ya que se lanzarán dos avisos antes de partir.

En ese momento, una parte importante de los pasajeros se prepara para bajar al pueblo entusiasmada, y así aprovechan para visitar nuevos lugares donde nunca han estado, ni estarán.

-Perfecto, hemos tenido suerte. Bajemos junto al resto de pasajeros-dijo Farid.

Comprobó que llevaba todo el equipaje consigo y se aproximó a la pasarela dispuesto a bajar al pueblo.

-¡Al fin! Qué ganas tengo de salir de esta lata del demonio...

Adam hizo lo propio, acercándose también a la pasarela para bajar cuando tocara.

Me acerqué a los hombres para decirles en voz lo suficientemente baja:

- Un momento. Si vamos a abandonar el barco y no volver a subir, me gustaría hablar antes con el señor Kurosov, que me ha visitado cuando estábamos recogiendo los equipajes. Bajad vosotros, fijemos un punto de encuentro y como mantendrán el puente para abordar el barco abierto en las próximas horas, en unos minutos bajaré y nos encontramos.

Si mis compañeros estaban de acuerdo, me iría hacía el camarote del señor Kurosov.

-Vale, te esperaremos en algún punto cercano, desde donde podamos ver bien la pasarela. Cuando te veamos bajar, nos acercaremos para que nos veas. Si quieres, bajamos también tu equipaje, y así puedes ir más rápido.

- De acuerdo, gracias por aliviarme la carga.

Y dicho eso, partí hacía el encuentro del ruso.

Qaqortoq tiene una población ligeramente inferior a los 1.000 habitantes, la mayoría de los cuales son esquimales. Algunos de los edificios son de madera importada, pero la mayoría son chozas esquimales de piedra y turba. En un lugar al sur está la factoría donde se funde grasa de ballena, que dispone además de una colección de estantes con pescado seco, así como pieles de foca y morsa.

El clima invernal ha llenado de nieve toda la región manteniendo un clima helado, pero las bajas temperaturas no ha frenado a los lugareños. En la orilla puede verse a multitud de esquimales, preparando pieles o reparando barcas de pesca, junto a ellos se han reunido algunos curiosos ante la llegada de visitantes. De vez en cuando puede distinguirse a alguien de origen escandinavo por su aspecto más alto y menos rechoncho.

De las casas más cercanas podéis distinguir una donde la gente entra y sale, una columna de humo sale de su chimenea y despide un aroma a comida y cerveza que llega hasta vosotros.