Partida Rol por web

Adam registró minuciosamente su camarote, de una manera casi automática, pues es algo que ya estaba acostumbrado a hacer. Ordenó sus escasas pertenencias, leyó el tarjetón y salió al pasillo para ver si todo estaba en orden en las habitaciones de sus compañeros.

Se reunieron en el camarote de Farid y allí concretaron el plan de guardia para las próximas noches. Después, salió el tema de la cena inaugural.

-Le agradezco el gesto, pero creo que voy a pasar. Soy un pez fuera del agua en ese tipo de eventos, y me parece que ustedes podrían estar al tanto de todo más discretamente si van solos. Yo echaré un vistazo por los alrededores, y luego les esperaré en mi camarote. Cuando regresen, llamen a la puerta y nos reuniremos aquí. Mantengan los ojos abiertos.

- Tenga cuidado, señor Highlay, puede que intenten registrar nuestros camarotes durante la fiesta, es peligroso si lucha usted solo. Mejor perder nuestro equipaje que perderlo a usted. Eso si, les aconsejaría a ambos que llevasen la piedra encima, incluso a la fiesta de etiqueta, a dar un paseo o durmiendo, yo lo haré, porque puede que el objetivo de nuestros enemigos sea simplemente apoderarse de ella y que perdamos la razón en Escocia...

Había aprovechado mi estancia a solas en mi camarote para ponerme mi traje de etiqueta, que no se distanciaba mucho del que había utilizado para subir al barco. Al fin y al cabo era una corresponsal y ya había gastado bastante dinero en nuestra lucha contra Edward...

-Buena idea, yo llevaré también la piedra encima.

Adam asintió, dando a entender que haría lo propio.

-Bien, veamos que tal se desarrolla la gala...

Os dirigís hacia el salón comedor situado en la cubierta C, dos pisos más abajo de donde están vuestros camarotes. Al llegar veis un camarero bien vestido en la entrada que está pidiendo los pasajes a todo el que entra, oís entre los rumores, que esto una comprobación normal pues esta ceremonia es únicamente para los pasajeros de primera clase.

Cuando llega vuestro turno enseñáis vuestros pasajes, los lee y os los devuelve mientras os dice:

-Bienvenidos, primeramente se celebrará un pequeño cóctel en el bar y después tendrá lugar la cena en el salón principal a las ocho, como estaba previsto, espero que disfruten de la fiesta-mientras esboza una sonrisa.

La lujosa estancia decorada en un exquisito art decó es un mensaje a los viajeros del poder de la compañía naviera, a un lado hay una barra con varios camareros tras ella sirviendo copas, al otro un piano del cual emana una suave melodía que inunda toda la estancia, varias mesas y sillones se esparcen por toda la sala ocupados por los invitados; gente rica, otra que pretendía serlo y los que han ahorrado para su primer crucero de lujo; algunos bebían otros charlaban, todos ellos luciendo sus mejores galas.  

Mientras tus compañeros van a la cena aprovechas la noche para pasear discretamente por las diferentes cubiertas del barco anotando mentalmente todo lo que vas viendo, vuestros camarotes se encuentran en la cubierta A, arriba está la cubierta de los botes con: la biblioteca, la sala de fumadores y el solárium, todo ello solo para pasajeros de primera clase, aunque ahora están cerradas.  Más abajo están las demás cubiertas: la B contiene los camarotes de segunda clase; en la C está el salón comedor, donde ahora mismo se está celebrando la cena inaugural a la que han asistido Joane y Farid, además de los dormitorios del capitán y los almirantes; en la D se encuentran los camarotes de tercera clase, a medida que desciendes el sonido de los motores se hace más fuerte; un piso más abajo la cubierta E alberga las literas de los marineros, te cruzas con varios de ellos, la mayoría inmigrantes, piensas que podrías acertar el país de procedencia de más de uno a través de sus tatuajes, cicatrices, peinado y adornos; más abajo está el almacén de carga y la sala de máquinas, aunque no puedes acceder a ninguno de estos lugares, pues el acceso está limitado a los marineros y a la tripulación.

Por ahora todo parece normal, decides subir por otra escalera para echar un último vistazo y cuando vuelves a la cubierta A, una figura se mueve entre la oscuridad hasta que la ilumina uno de los faroles exteriores, es un sacerdote, se mueve erráticamente entre las puertas de los camarotes y va mirando hacia su alrededor de manera sospechosa.

Aquella muestra de lujo excesivo no era de mi gusto, pues aunque tuviera un fondo de armario que creía elegante era llamativamente corto. El dinero no me sobraba, pero aunque tuviera más no lo gastaría de forma ostentosa.

No obstante, aquel cóctel parecía bastante prometedor: como corresponsal sabía que en este tipo de lugares solía intercambiarse información jugosa en forma de grandilocuentes intentos de presumir ante otros miembros de la alta sociedad o que pretenden serlo. Hasta ahora mi profesión había sido un hándicap a la hora de estar en las conversaciones de esta clase, pero ahora que viajaba sin ser parte de la prensa, tal vez podría mezclarme en algunos grupos y escuchar lo que tuvieran que contar, comportándome como una mujer educada y muy poco habladora, como era la norma, para no revelar el motivo de mi viaje. Así que pedí una copa e intenté entrar en algún grupo que pareciera interesante, buscando información sobretodo de lo que estaba sucediendo en Escocia o de la asociación "Mirando hacia el futuro", pero si no podía ser, no le haría ascos a cualquier dato que le pudiera servir a mi periódico en mi vuelta.

Le di a entender a Farid que era libre de acompañarme en mi búsqueda o separarse de mí para tomar el evento con tranquilidad o buscar información a su manera.

Farid estaba en su salsa. Eran incontables las reuniones, fiestas y eventos de empresarios y alta sociedad a los que había asistido a lo largo de su vida.

Prefirió separarse, de momento, de Joan. Farid se acercó a la barra y pidió una copa, mientras lanzaba una mirada general a los asistentes. Primero, quiso comprobar si había algunas caras conocidas. De ser así, iría a saludarles educadamente. Esto le serviría, además, para ser presentado a otras personas. 

Si no conocía a nadie, no se cortaría en entrar en alguna de las conversaciones, con su depurado estilo. Tampoco tardaría mucho en dejar caer el nombre de sus empresas.

En definitiva, este era un juego que Farid había depurado hasta convertirlo casi en un arte, y lo aprovecharía para conseguir la información más útil que pudiese.

Adam siguió a aquel sacerdote sospechoso. Por lo pronto, se limitaría a observarlo.

Vas paseando por el bar acercándote a los distintos grupos que mantienen una conversación, te diriges a ellos mostrando tu sonrisa más angelical, hablan sobre diversos temas; negocios, política, aficiones, incluso te has atrevido en intervenir en alguno de ellos añadiendo un ingenioso comentario para atraer su atención, pero no obtienes ninguna información relevante a la misión que estas llevando a cabo junto a tus compañeros. No obstante algo te llama la atención, un caballero soberbiamente vestido, de aspecto europeo, permanece sentado en un sillón sosteniendo una ancha copa de coñac en la mano izquierda mientras lee un periódico con la derecha, mantiene una posición altiva y distante con el resto de la gente. Notas que dos "gorilas" de aspecto brutal situados cerca de él no permiten que se acerque nadie a menos de un metro.

Mientras das unos sorbos a tu bebida preferida apoyado en la barra observas como Joan va moviéndose entre los distintos grupos o corrillos que se han formado espontáneamente, mostrando su mejor sonrisa camina de uno hacia otro como si fuese una abeja marchando de flor en flor, al tiempo tu escudriñas atentamente cada cara o rostro de los que hay presentes en la sala. De repente, algo llama tu atención por un momento, al otro lado de la barra, solitario, el hombre nervioso y regordete que tuvo un embarque muy torpe está leyendo un volumen mientras consume una cerveza, pero el objeto de tu atención no es la persona sino el libro que está leyendo: "Cultos innombrables".

El sacerdote continua caminando por el pasillo de los camarotes observando cada puerta, y mirando por cada escotilla. No hay nadie más, posiblemente esté todo el mundo en la cena inaugural. La poca luz de los faroles exteriores y de la luna que entra por las ventanas te ayudan a ver que su sotana parece algo arrugada y necesita un afeitado y ciertamente un corte de pelo, eso es algo extraño.

Esperaba ser lo suficientemente ingeniosa para atraer la atención de ese hombre que parecía importante; aunque no supiera nada de la misión, era un reto para una corresponsal lograrlo. Me acerqué al límite impuesto por sus guardaespaldas y levanté la voz para que me oyera, pero sin gritar:

- Vaya, he aquí un señor tan distinguido que posee su propia frontera. ¿Aceptan canadienses en este lugar o aún no tenemos embajada construida?

Adam aprovechaba las sombras para situarse en los lugares adecuados desde los cuales seguir observando al sacerdote. O más bien "supuesto sacerdote", ya que, cuanto más se fijaba en él, menos le parecía un hombre religioso.

A Farid le llamó la atención ese título. Por el tiempo que llevaba trabajando en la Sociedad Theron Marks, casi podía jurar que un nombre como aquel tendría alguna relación con los extraños poderes que solían combatir.

Se acercó hasta él, y se sentó a su lado.

-Disculpe, ¿Puedo sentarme aquí? Hay un sujeto un poco pesado, y quiero librarme de él. Este tipo de actos me cargan la cabeza-dijo en voz baja.

Al oir este comentario el individuo levanta la cabeza y con un gesto asertivo hace que los guardaespaldas se aparten a un lado.

-Bella y con sentido del humor. Dos cualidades que admiro en una dama..- dice esto mientras deja la copa que saboreaba y el periódico a un lado, levantándose -..permítame que me presente me llamo Mikhail Kurosov..- te toma la mano y la besa educadamente -..dígame ¿A quién tengo el placer de conocer?-

Te mueves con sigilo aprovechando la cobertura que te ofrece la poca luz del pasillo lo que hace que el sacerdote permanezca concentrado en su tarea ignorando tu presencia. 

Una vez a recorrido el pasillo vuelve sobre sus pasos para salir al exterior. Pero de que pueda desaparecer de tu vista se cruza con un par de agentes de seguridad del barco:

-Disculpe padre ¿qué hace por aquí a solas? ¿no debería estar en la cena inaugural?..- le pregunta uno de los miembros de la tripulación.

Pero el sacerdote continua como si no hubiese escuchado nada intentando evitarlos.

-¡Disculpe! ¡¿Señor?!..- grita el otro.

-¿Eh?..¡oh!..vaya..cuanto lo siento hijos no les había escuchado..- responde frenando su caminata.

-¿Puedo ver su pasaje por favor?-  inquiere uno de los marinos mientras se acercan a él.

Aunque estas a cierta distancia puedes escuchar lo que dicen, desde donde estas ninguno a notado tu presencia.

-Si, no hay problema..- responde el sacerdote mientras extrae unos papeles de un bolsillo interior y se los entrega a los miembros de la tripulación.

Leen el billete. -Padre, su camarote está en la cubierta D ¿Qué hace aquí? sabe que no puede andar por esta zona..-

-Lo siento,.. iba a hablar con uno de mis parroquianos y me perdí, este barco es muy grande sabe..- interrumpe el sacerdote -..siento si os he ocasionado muchas molestias muchachos, pero ya me iba a retirar,.. no volverá a ocurrir, tienen mi palabra- dice esto último en un tono preocupado.

Los agentes de seguridad se miran entre ellos -Tenga más cuidado la próxima vez o podría hacerse daño. Tome..- le dicen mientras le devuelven el billete -..que pase una buena noche- 

-Buenas noches a ustedes hermanos, que dios les bendiga- responde el cura despareciendo por una escalera que desciende a la cubierta inferior.

El hombrecillo aparca su lectura por un momento.

-Por supuesto, no hay ningún problema. Este tipo de actos están creados solo para que las personas orgullosas se pavoneen entre otros miembros de su misma especie en un espectáculo de competición de egos. Pobres ignorantes.-

En ese momento se da cuenta de que es posible que haya hablado demasiado. -Disculpe mis modales, me llamo Alvin Paterson, espero no haberlo ofendido, ¿quiere tomar algo?-

Los galanes no me resultaban agradables, aunque estaba siendo amable conmigo y no quise reaccionar de mala manera ante sus palabras y gestos.

- Soy Joan Barret, señor Kurosov. Dígame, ¿por qué acude a un cóctel con guardaespaldas para leer un periódico? Solo se me ocurre pensar que esta esperando a alguien en especial... ¿Puede que este estorbando, entonces? -dije con cara de malicia, sin intención por el momento de apartarme de su lado.- Sobretodo si la persona con la que se tiene que reunir también posee esas dos cualidades que acaba de nombrar...

O Adam se estaba volviendo un paranoico, o casi podía asegurar que aquel individuo se había disfrazado de cura para buscar a alguien en primera clase. Sea como fuere, por lo pronto decidió seguirlo un poco más. Quizás, con suerte, pudiese averiguar en qué camarote se alojaba.