Partida Rol por web

Berta esta a punto de preguntar si desea que compruebe su estado en las habitaciones de su padre pero dará su evidente actitud de ser examinada ya y la impaciencia también por parte de Anna procede a comprobar si ya le han desaparecido las fiebres. Ademas desea asegurase de que su corazón suene bien así como sus respiración sea normal.

– Si tanta prisa tienes comprobaré tu estado aquí, o si deseas privacidad vamos a tu habitación en los aposentos de tu padre.

Mediodía del día 18 del octavo mes del año 298.

-Aquí está bien.- Dijo con decisión. Miró tras eso a Alia -Si a Lady Alia no le inoportuna...- consciente de que aquella era su habitación y en realidad era ella quien tenía que dar su consentimiento.
 

Mediodía del día 18 del octavo mes del año 298.

Notas que Lord Steven pone cada de desconcierto con lo que dices pero se mantiene en silencio hasta que acabas de hablar.

– No me he debido expresar bien. Cuando os hable de Rocadragón y que fueran entregadas sus posesiones a los Baratheon cunado no hicieron nada en la guerra os hablaba de lo que he ido oyendo en los distintos encuentros con otros nobles. Nunca he hablado con Lady Lysa, por lo que se quedo entusiasmada cuando Lord Jon Arryn le digo que lo habían nombrado Mano del Rey y deberían trasladarse a Desembarco del Rey.

Mesándose la barba al no saber bien como abordar el otro tema. – Deberéis concretar en cual de mis nietas estáis pensando y para cual de vuestros hijos. ¡No puedo nombrárselo a mi esposa sin concretar algo mas! Y en ese aspecto es aun mas intransigente que en su apellido. Sobre los matrimonios de sus hijos y nietos decide ella. Después me deja que en público sea yo quién participe en los anuncios que ella ha acordado.

Mediodía del día 18 del octavo mes del año 298.

No me inoportuna en absoluto, yo también estoy deseosa de saber si ya estás bien, adelante dijo esto último haciendo un ademán con la mano para dar más enfasis a su palabra.

Mediodía del día 18 del octavo mes del año 298.

Berta se acerca a Vanesha y procede a comprobar si ya le han desaparecido las fiebres tocandole la frente con el dorso de su mano en su frente. Ademas desea asegurase de que su corazón suene bien así como sus respiración sea normal. Para ello después de que Vanesha no tenga objeciones de que halla mas gente allí ni las otras dos le descubre los pechos observando el ritmo de su respiración mientras parece estar contando. Después coloca su oreja sobre su pecho izquierdo para saber el ritmo de su corazon.

– De acuerdo ya estas bien de salud. Pero no se si te hueles a ti misma después de unas semanas en los aposentos de tu padre. No puedes presentarte así en el banquete esta noche.

Girándose hacía Anna, – no dudo que daréis las ordenes oportunas para que le preparen inmediatamente un baño y le preparen alguno de sus vestidos. Ya que estoy aquí pasaré a ver como se encuentra su padre. Según como Vanesha sería mejor que se alojara en otro sitio.

Mediodía del día 18 del octavo mes del año 298.

-Banquete...-Mururó. Claro, era el día del nombre de la señora y si nada había cambiado, como cada año toda la familia habría acudido a la celebración.

No pareció molesta por las palabras de Berta. Probablemente no le faltaba razón, aunque era natural. A saber los ríos de sudor que habían surgido de su cuerpo a causa de las fiebres. Por otro lado, la sinceridad de Berta, y aunque aquella fuese una situación en la que un poco más de tacto podía ser coherente, resultaba sin duda refrescante. Tanto como el baño que estaba deseado darse.

-¿Será para la cena?- Preguntó sin destinatario fijo, mientras recomponía su ropa y tapaba sus vergüenzas. Obviamente quería tener tiempo para poder pasarse a ver a su padre, charlar con Anna. En definitiva poder ver a los allegados tras su aislamiento.

Mediodía del día 18 del octavo mes del año 298.

Vanesha tomó ambas manos de Anna con alegría contenida. -Lady Anna, creo que Berta tiene razón. Lo mejor será que Sharra me prepare un baño y me acicale un poco, pero espero que luego podamos ponernos al día.- Sin embargo sí que no se contuvo para darle un rápido beso en la mejilla.

También dedicó una sonrisa a Berta. -Gracias Berta, no sé qué haríamos sin ti-

Finalmente se volvió hacia Alia. -Lady Alia, os agradezco vuestra atención y ayuda.- Agradeció con tono afable.

Tras ello se dispuso a salir en dirección a sus aposentos para asearse y prepararse para el acontecimiento que estaba por llegar.

Al cabo de unos minutos oyes llamar a la puerta aunque antes has oído pesadas pisadas y jadeos.

– Señora Vanesha, vengo a ayudarla a arreglarse para la cena por orden de la señora Anna.

En el último momento se acuerda de un detalle muy importante.

– Per,,, disculpe me acompañan unos mozos de cuadras que traen la bañera y unos cubos llenos de agua caliente. ¿Puedo abrir la puerta ahora?

- Claro tío, ni por un segundo mi intención fue ofender a Joana. Al revés le decía en serio lo de que podría entrenar conmigo alguno de estos días.- Siguió caminando hacia sus aposentos. Una vez allí tomó asiento y le ofreció uno a su tío.

Atesoró todas las palabras que su tío soltaba, y tras finalizar este, Roland se tomó unos instantes para entender bien todo:

- Entiendo. Así que Lady Lisa se está montando sus propias películas. Eso es una de dos: o ve algo extraño en la muerte de Jon, o bien sabe que hay alguien que estaba esperando este momento de fragilidad en el Nido de Águilas para atacar. ¿Tu que crees?

Vanesha recibió a la joven con una sonrisa. Su estado de ánimo hacía que no le resultase costoso dedicar un gesto conciliador o amable a cualquiera.

-Solo un momento...- dijo, mientras se acercaba a la cama y tomaba una manta con la que se envolvió para aumentar su recato ante los varones. Luego se fue hacia alguna pared, rincón o esquina que pudieran ocultarla lo mejor posible, mientras los mozos estuvieran introduciendo la bañera y la llenándola con los cubos. Una vez se sintió segura a ese respecto, dejó que Sharra diese las indicaciones pertinentes.

-Cuando quieras, Sharra...-

Mediodía del día 18 del octavo mes del año 298.

Sonriéndote afablemente ya que sabé que de siempre te has dedicado a mejorar como guerrero.

– Ya no sois unos niños. Sabes que derrotarías a tu prima fácilmente con la espada, al igual que ella te desmontaría si lo hicierais con lanzas.

Negando con la cabeza. – Y a los dos os dolería mucho la humillación.

Su cara se vuelve mas sería con el otro tema.

– Sean suposiciones suyas o no el caso es que parece tener miedo, sino no habría movilizado un ejército para que la escoltara en sus propias tierras.

Para acabar afirmando. – Y el miedo vuelve muy peligrosa a la gente ya que ve enemigos por todos sitios y nuestras casas lucharon contra la suya al mantenerse leales a los Targaryen. Debemos ir con mucho cuidado si fuéramos convocados y medir cada palabra.

Mediodía del día 18 del octavo mes del año 298.

Ves lo azorada y ruborizada que esta Sharra y al cabo de un instante notas las miradas que disimuladamente te lazan los mozos. Todos giran en un momento u otro hacía ti quedándose un instante quietos. También te das cuenta sus expresiones de resentimiento hacía Sharra por haberte advertido de su presencia.

Cuando acaban de llenar la bañera permanecen allí lo que hace saltar a Sharra. – ¿A que esperáis para volver a vuestras ocupaciones? ¿O preferís explicarle a Lord Kevan que esperáis ver, o a su padre?. – Mientras gira su mirada hacía ti.

La referencia a Lord Kevan hacé que tarden un poco mas en salir ya que intentan hacerlo todos a la vez.

Algo temblando Shara una vez han salido cierra la puerta por dentro y saca de un pliegue de su vestido un frasco de sales que vierte en el agua caliente.

Completamente enrojecida te dice. – Disculparme señora Vanesha con los preparativos del banquete todas están ocupadas arreglando habitaciones y la gran sala. Tuve que recurrir a los sirvientes del señor Fuller.

Notas como después de nombrar a Fuller tiene un estremecimiento.

Mediodía del día 18 del octavo mes del año 298.

-Parece que nunca han visto una mujer- Comentó Vanesha acercándose a la bañera, aún tapada por la manta, mientras deslizaba la llema de sus dedos por el agua para comprobar la temperatura de la misma.

El sonrojo y estremecimiento de Sharra al mencionar a Fuller, hicieron saltar las alarmas de Vanesha, aunque se mantuvo un instante en silencio, mientras continuaba acariciando el agua.

-Siento lástima por las yeguas del establo...- Comentó únicamente.

Dejó de tantear cómo de tibia estaba el agua, para aproximarse a la puerta y cerciorarse de que estaba bien asegurada, echando el cierre. No quería que una oportuna coincidencia, algún olvido, fuese causa para que aquellos zopencos irrumpiesen en la habitación. Se desprendió de la manta, dejándola de nuevo en la cama y comenzó a desabrocharse el blusón.

-Y dime Sharra, ¿buscan Fuller o sus mozos calor ajeno?... a parte del que las yeguas o las mujeres de moral dudosa del puerto puedan darles- Preguntó sin fijar la mirada en ella, siguiendo a lo suyo. De ser así, no le agradaría en especial. No, a no ser de mutua complaciencia, y por el gesto de Sharra, de estar ocurriendo aquello, no parecía que fuese algo muy deseado por la chica.

Mediodía del día 18 del octavo mes del año 298.

Notas que Sharra permanece en silencio con algún ligero estremecimiento.

El comentario de las yeguas la hace sonreír. – No señora que yo sepa Fuller nunca lo permitiría cuida muy bien las monturas.

Al insistir no puede contener las lagrimas. – Ellos puede que se limiten a mirar o… Muchas lo consideran como un precio a pagar. É...l Fuller ha echo cre...r que si u...na qu.. trab...ar debe obte...r su recomendación. Mis padres me dijeron que yo… yo… tenía…

El llanto silencioso ahoga completamente sus palabras.

Mediodía del día 18 del octavo mes del año 298.

Vanesha terminó de despojarse del blusón para acercarse a la bañera e introducirse en ella. Se recostó dejando caer ligeramente la  cabeza hacia atrás dejando que el vapor inundase la estancia mientras cerraba un instante los ojos y exhalaba aire nacido de un suave suspiro placentero, entre los llantos de la muchacha. El lamento ahogado de Sharra, la trajo de nuevo de vuelta. Desde luego la chica debía de estar pasándolo mal.

-Shhh...respiiiiira...- Dijo con voz cálida. -Ven, ayúdame con el pelo-Indicó, mientras se deshacía de la pinza para soltar su melena.

-Supongo que lo que ganas aquí, es de mucha ayuda para tu familia...- Dijo reflexionando hacia la chica mientras volvía a echar la cabeza hacia atrás esperando que Sharra comenzase a mojarle el pelo. -Pero de poca ayuda sería si un día de estos te presentases con una criatura en tu vientre ¿no te parece?- Dejó que lo asimilase. Probablemente causaría más lágrimas en ella, pues seguro que era consciente de ello. Pero una cosa es serlo y otra oirlo. Era el momento de darle esperanza, una esperanza real.

-Por tu trabajo no te preocupes. Tengo buena relación con Lady Anne. No creo que me resulte complicado convencerla para que busque otra sirvienta y tú puedas pasar a ser mi acompañante y sirviente personal. Desde luego a las estancias del Maestro de Armas no le vendría mal una ayuda- Dejó caer con total tranquilidad. -La verdad es que siempre me has agradado y me gusta poder tenerte cerca.- Abrió un momento los ojos. -Espero que el agrado sea mutuo al menos.- Dijo dedicándole una sonrisa.

Dejó trascurrir unos instantes. Los mismos que cuando fue tan realista con ella.

-Pero no podemos dejar que esto quede impune...- Dijo lentamente, negando con igual lentitud.

-Dime Sharra... ¿qué castigo te parecería adecuado?- Fijó en ese momento la mirada en la chica, ojo con ojo, como dagas tratando de atravesar su alma. -¿Cortársela, quizás?-

Su última propuesta salió de su boca con una frialdad nada acorde a su edad. Con una maldad que nacía del más puro deseo de venganza por aquel acto que le pareció aborrecible y, que ahora sí, no trató de ocultar bajo ninguna capa social o emocional. Tal vez fuese la cercanía de edad entre ambas, el derrumbre del buen concepto que tenía del Maestro de caballerizas, la prepotencia masculina, o simplemente una mezcla de todas ellas en mayor o menor medida, lo que había despertado esa determinación en Vanesha. Lo que sí que tenía claro es que cuando hubiese acabado con él, pocas ganas le iban a quedar de volver a hacer aquello...y nunca sabría cómo había ocurrido.

Mediodía del día 18 del octavo mes del año 298.

Logra al final controlar sus lagrimas quedando sólo alguna esporádica. Al parecer se dirige algo aliviada de tener algo que hacer a buscar a tu tocador el cepillo para después peinarte.

Al volver se da cuenta que con su turbación no recordaba que todavía no te lo ha lavado.

El nombrar a su familia le hace rechinar los dientes con rabía. – No señora han dejado de ser mi familia. Me engañaron entonces era una niña inocente que habría dejado de ser una niña sin saber que ya no lo era. Janet me protegió al irrumpir con dos de los soldados justo a tiempo. Ahora lo que gano es para mi.

La referencia a una criatura la hace parar un instante de lavarte el pelo. – Si ocurre, será con alguien que haya querido estar. El llanto silencioso vuelve unos segundos pero lo controla rápidamente esta vez. – Puede que hubieran algunos que lo consideran una deshonra para la casa y que debía abandonarla. Para eso estoy intentando ahorrar hasta la última moneda de cobre.

Notas que te lava el pelo mas lentamente como si estuviera evaluando tu propuesta de trabajar para ti y permanece en silenció hasta que clavas tu mirada en ella. – Os lo agradezco mucho señora y sería un honor siempre que me permitierais seguir protegiendo a la pequeña. La señora … nos encargo que la protegiéramos por que nadie le hace caso.

Volviendo al llanto. – Para la mayoría de los hombres nosotras no somos nada y las pobres como yo menos que nada.

Ante tus palabras de castigarlo se le corta el llanto y le vuelve la expresión de cuando echo fuera a los mozos de cuadras. – Muchas noches lo hemos hablado y no le negaré que me he dormido con esas agradables imágenes. Pero Lord Kevan nos ordenaría ejecutar a todas las que hubiéramos participado en atacar a uno de sus hombres de confianza.

Agachando la cabeza abatida. – Puede que esta noche alguna otra niña obedezca a sus padres y se dirija a los establos para pedirle su ayuda.

Elevando su voz sin darse cuenta. – ¿Porque no las envían a pedirle trabajo a la señora Anna que es la mayordoma? ¿Acaso piensan que no puede ser que una mujer sea la que decide quién sirve o no en la casa?

Mediodía del día 18 del octavo mes del año 298.

Asintió conforme a la revelación familiar que Sharra le había concedido. No supo muy bien qué pensar al respecto, pues por un lado no pudo más que venirle una sensación de vileza de aquellos que se suponen están destitados a proteger a su prole, pero por otro quizás, cual no sería la situación de algunas familias que se veían empujadas a vender a su hija. Poco le duró la duda. Si vendes a tu hija es porque no tienes el coraje suficiente para robar, por miedo a que te atrapen y te corten las manos. Si no matas para alimentarla es porque tienes miedo a que te atrapen y decapiten. A fin de cuentas antepones tu vida a la suya. Total, solo tendrá que vivir con una entrepierna más ancha que el foso del castillo de Desembarco del Rey, donde cualquier baboso con unos peniques de cobre puede entrar a placer.

Cuando obtuvo respuesta a su propuesta de pasar a servirla, le sorprendió la condición. Se incorporó en seco, girándose para encarar visualmente a Sharra. -¿Catelyn?... Sharra, por favor.- Dijo en un tono casi recriminatorio.

-Deberías saber que es casi como mi hermana pequeña. Y que si ha estado desatendida ha sido a causa de mi enfermedad.-

Volvió a colocarse en la posición inicial para dejarse hacer en el pelo.

-Por descontado que podrías seguir ocupándote de ella.- Pareció concluir. -Y siempre que haya cumplido con mis obligaciones en el mercado, no pienses que vas a estar sola.- Dijo ahora con afán de alentar a la chica, pues desde luego aquella niña no iba a estar sola y desatendida, siempre que ella pudiese hacer algo al respecto.

Continuó escuchando el relato de Sharra disfrutando de aquel masaje capilar. Nuevamente la revelación de ésta le hizo abrir los ojos con curiosidad. Varias habían alguna vez comentado al respecto...eso era algo interesante.

-Tienes que contarme a cuantas os ha ocurrido eso y a quienes...- Comentó más como una petición que como una orden.

Su reflexión sobre las posibles consecuencias a manos de Lord Kevan, le parecieron correctas, justificado el miedo sin duda. También decía muy poco a favor de aquel arrogante y pomposo Lord, que tenía por hombre de confianza a un extorsionador de jovencitas. Aunque quizás estaba siendo muy dura en su juicio al Lord, pues ella misma había tenido en cierta estima a aquel Maestro de Caballos...pero no...se ratificó finalmente.

El temor de la chica tuvo que ser rectificado por Vanesha en cualquier caso.

-Sí, probablemente os mandaría ejecutar, como bien dices. Por eso no lo haréis vosotras.- Explicó únicamente.

Y en cualquier caso la pérdida del pene solo le imcapacitaría para abusar de jovencitas y quizás le añadiría cierta molestia a la hora de orinar. Domar y adiestrar caballos para la monta podría seguir haciéndolo. Para qué tanto valor a un puesto inútil en aquella casa, cuando ni siquiera hacían caso de los consejos del Castellano para formar unidades de caballería.

La verdad es que todo aquello ya estaba empezando a tomar forma en su cabeza...el cómo, el cuándo, el dónde.

El último temor de Sharra, cabizbaja ante la posibilidad de que aquello le ocurriese a alguna chica más, la enterneció. Era cierto que podía llegar a ser una vívora, pero no carecía de sentimientos y empatía. Alzó la mano sobre su cabeza para buscar la mejilla de Sharra a modo de consuelo.

-Shhh...no te atormentes- Trató de consolar a la chica.

Sin embargo la última apreciación de Sharra sobre la elección de la servidumbre del castillo, también le chocó a Vanessa. Tendría que hablar con Anna sobre ello. Sin duda era algo extraño. Tal vez la buena fe de Anna hubiese sido usada por Fuller, alentándola a aceptar a una o a otra, con argucias tales como "la conozco, es trabajadora y discreta" y palabrerías varias, a cambio de esos favores en el establo. Aunque quizás había algo más. Sin duda en algún momento tenía que indagar un poco más y enterarse bien.

Finalmente se giró completamente dentro de la bañera hasta encarar a la joven. La tomó de ambas manos para trasmitirla confianza.

-Sharra, quiero que estés tranquila. Yo me ocupo de ello. Solo necesito que me cuentes todo. Quienes sois, dónde os ha ocurrido -antes había mencionado el establo, pero podría ser que solo en su caso- a qué horas. Los mozos miran, no miran...Siempre es igual, no lo es. Está borracho o no lo está...cualquier detalle.-

Alzó la mirada de la sirvienta ayudándose de su dedo índice hasta que ambas miradas convergieron.

-Y esta conversación jamás ha tenido lugar...para nadie. Ni para la persona en quien más confies. ¿Me comprendes?-

Asintió muy lentamente, como tratando de contagiar ese movimiento a la sirvienta, sin dejar de clavar su mirada en los ojos de ésta.

Mediodía del día 18 del octavo mes del año 298.

Ves su cara de estupor y asombro cuando nombras a Cathelyn teniendo que rehuir tu mirada. – Si señora, nunca la violada. Que sepa nunca lo ha hecho con ninguna simplemente aprovecha los rumores que ha escampado por las tierras de los Falcon. Pero ella están dulce, sabéis que para las mujeres es muy molesto montar debido a las faldas. – Crispándose tanto que notas algún tirón en el pelo. – ¿Os imagináis sus sucias manos por debajo de sus faldas mientras la ayuda a montar? Ella sólo pensaría que amablemente la había ayudado. Y al mismo tiempo la tocaría haciéndole cosquillas, poco a poco iría a mas y llegaría un día cuando Cathelyn fuera consciente de que le estaba haciendo realmente que seguramente callaría. Cosa que el aprovecharía para cada vez para hacer que tuviera mas motivos para no contar nada a sus padres.

Negando con la cabeza. – La mayoría de las sirvientas se desnudarían si se lo ordenada en medio del patio si en ese momento no estuvieran ninguno de los señores. Las tiene dominadas desde el primer día. Imaginad si podrían contar Catelyn con ellas.

Poco a poco vuelve a controlarse y al decirle que podrá seguir ocupándose de ella oyes un sonoro y profundo suspiro de alivio.

– A prácticamente todas, es las instrucciones que nos envían nuestros padres y sobretodo en mi caso mi madre. Es una tradición y puede que no sólo de este castillo me temo. – Bajando la voz al acabar la frase.

Al decir que no lo haréis vosotras notas su confusión al dejar de ocuparse de tu pelo hasta que al tocar su mejilla parece volver a tranquilizarse.

Al nombrar a los mozos notas que se estremece aunque responde con rabia. – La mayoría se nos enfrentan ya que están decididas ha hacer lo que les han indicado sus madres para tener unas monedas para ellas y casarse con alguien con unas pocas tierras. Creen que lo queremos para nosotras solas al intentar evitar que caigan en sus manos.

Negando con la cabeza. – Es muy frustrante intentar salvar a alguien que no quiere ser salvado. Yo misma no las creí hace dos años. Me decía a mi misma que mi madre no podía ser que quisiera que me hicieran eso, nunca lo había hecho. Que miran seguro, ahora si después Fuller se las deja, o ellas los dejan a ellos también si se los encuentran no lo se. No quieren hablar con nosotras.

Hablando con frustración. – No entiendo porque nuestras madres se niegan a creer a la señora Anna cuando dice que es ella la que contrata a las sirvientas y todas se creen al Fuller. No lo entiendo.

Mirando de controlarse intenta ocuparse de tu pelo lo mas suavemente pero es evidente de que tiene otras cosas en la cabeza. – ¿De verdad puedo confiar en usted? Su padre es el Maestro de Armas y su tío es el Capitán de la Guardia deben ser amigos del Fuller.

Mediodía del día 18 del octavo mes del año 298.

-¿Y...?- respondió jugueteando con sus dedos con uno de los mechones sueltos. Se quedó unos segudos absorta mientras rulaba su pelo en el dedo para luego soltarlo.

-Mi padre no accedió al puesto de Capitán de la guardia por estar más cerca de mi. Y mi tío, aunque no es mi padre, soy de su propia sangre. ¿Cómo creéis que reaccionarían si les dijese que esos mozos estaban reticentes a abandonar mis aposentos antes de darme un baño y que se fueron gracias a ti?- Dejó caer aquella cuestión para que pensase sobre ello. -O mejor aún...¿cómo reaccionarían si les dijese entre lágrimas que Fuller me mira extraño y que temo que sea capaz de hacer lo que hace con las doncellas del servicio?-

Se volvió para mirar a Sharra con una sonrisa tranquilizadora.- No te preocupes, no quiero inmiscuirlos. Esto es cosa nuestra...cosa de mujeres- Casi pareció bromear con cierta complicidad.

-Pero te aseguro que llegado el caso, si las cosas se ponen muy mal, Fuller perdería algo más que su virilidad- Dijo con cierto gesto seguro, serio.

-Así que en respuesta a tu pregunta...sí, puedes confiar en mi. - Dijo con convencimiento. -Respecto a Catelyn... Si pasa cualquier cosa, debes decírmelo de inmediato.- Usó un tono bastante más severo en esta ocasión. No estaba dispuesta a que nada le pasase a la niña con Fuller. Si era necesario ella misma le cortaría la garganta mientras dormía, antes de consentir algo así con su "princesita".