Partida Rol por web

Zane devolvió esa miradilla al maestre. Sabía a que venía todo ese teatrillo, y lo entendía, al fin y al cabo siempre había sido un poco reacio a seguir sus lecciones. Las lecciones que implicaban un libro e hincar los codos, por supuesto, las que requerían corretear y empuñar una espada ya le gustaban más.

Sin embargo ahí estaba él, expectante de una nueva historia o lección, cualquier cosa que tuviera ahí preparada para seguir con sus enseñanzas. — ¡Déjate de bromas! — Respondió sin embargo. — Estoy bien, pero si no me lo tomo en serio no me dejaréis salir de aquí hasta caer la noche.

Aguardó unos segundos de silencio y echó prisas a su instructor. — Vamos, ¿hoy qué toca, sigo con lo de ayer? — Dijo en una clara referencia al libro que tenía entre manos.

Aunque seguramente ese intento de expansión de un Lord debió considerarse que no debía ser registrado por el honor de la casa.

Selyse se rio de buena gana.  ¿Cómo confiar en la historia entonces si parece escrita más por un castellano preocupado por cómo es visto su lord, que por un maestre fiel a su cadena de historiador, que le conmina a siempre escribir la verdad?  

Abrió entonces un pergamino, tomó algo de tinta y se puso a hacer una lista de los últimos 10-12 lords.  Averigüemos quien dejó de decir algo.  En cada entrada ponía si había expandido su territorio y hacia dónde, y con que fuerza.   Aquellos que pareciera que gastaron en guerra pero no dice que se expandieron serían entonces aquellos candidatos de sospecha que fueron derrotados.   Sólo sospecha, no hablemos mal de nadie antes de la evidencia, Selyse.  

Pidió que le trajeran mapas.  Sobre del actual iría trazando las fronteras entre las tierras de los clanes y las de los lores tal y cómo habían sido antes en el tiempo de cada lord, como si fuera una piedra tirada al lago e hiciera círculos expansivos.  Eso le daría más razones, geográficas, para identificar donde estaba la fuerza de la resistencia, y el embate. 

Tomó un poco de té.  Tenía ya tinta recorriéndole las manos.  La secó con un trapo y sonrió a la ventana, contenta de estar poniendole algo de material a su conocimiento emergente. 

Cuénteme maestro Gilbert, ¿descienden ellos de los PrimerosHombres y PrimerasMujeres? ¿Que costumbres comparten entonces con quienes también vienen de ellos?  -pensaba en los Stark y otras familias nobles del Norte.   

¿Hay una lista de los acuerdos hechos entre nosotros y ellos -aunque rotos fueran luego? 

Selyse anotó las montañas y otras barreras naturales.  Estas eran defensas y agrestes que hacían más difícil el entablar combate contra fuerzas inferiores.  Pero también trazaba caminos y ríos, pues si la conquista había de ser por las buenas, establecer mercados con treguas y construir septos que generaran confianza entre colonos y clanes, era el camino. 

Ahora, Maestre Gilbert, voy a hacer una anotación de nuestros lazos.  

Tomó otro cáñamo y más tinta, y comenzó a hacer un listado de todos los nobles que había casado o tenido bastardos con gente de los clanes.  El amor supera barreras y la fortuna o el infortunio nos unen, le explicó. 

Hacía después líneas de descendencia, para ver quien de los actuales nobles o gente de importancia provenía de aquellas ramas entrelazadas.  Eso quizá serviría después para señalar uniones, conexiones, y quiensabe, de ahí podría salir algo. 

Ya tenía pues, la geografía, la historia, la economía, y ahora la genealogía.  

Que tan poco se ha escrito de gente, de un pueblo, tan importante para nosotros.  Creo que buscaré entre los mercaderes quienes vengan a contar historias por unas monedas, y haya escribanos que lo registren.  La historia y el tiempo necesariamente nos unirán, lo se. 

Geografía es Destino. -le dijo crípticamente al Maestre.  

Buen título para un ensayo, ¿no cree?

El Maestre Gilbert escucha atentamente a Lady Selyce sus preguntas e intentos de averiguar cosas sobre los Clanes de las Montañas de la Luna. Un pueblo, que en el mejor de los casos son ignorados como sino existieran. Nadie se atreve a preguntarle por ellos a ninguno de los Señores del Valle, ni en el pasado a los Reyes del Valle, a menos que se le quiera desafiar abiertamente.

Ahora está a punto de llenar unos papeles con los conocimientos que ha ido adquiriendo, después los leeré atentamente.

Pasaron unos días en que había estado ocupada Lady Selyse.  Al fin y al cabo pudo regresar a tomar lecciones y ahora comenzó con la siguiente pregunta:

¿Cuando divergen las historias de los Primeros Hombres, entre la rama que lleva a nosotros, y la rama propia de la que vienen la gente de los Clanes de las Montañas de la Luna?  

Maestre Gilbert, ¿me permite leer los mejores libros que hay sobre la historia perdida entre las brumas del tiempo sobre estas gentes que llamamos "Los Primeros Hombres", y que realmente debimos haber llamado, "Las Primeras Mujeres" también?  

Y a partir de eso, comenzó dedicándole tiempo a oír las historias del maestre, sintetizando varios libros en una sola conversación de una tarde, decantando para ella los mitos de las cosas más realistas, pero sin dejar hilos pendientes de las cosas fantásticas que podían ser o no ser, como lo de los Niños del Bosque, o el Gran Invierno.  

Ver la historia es como ver una montaña en una mañana de la temporada de neblinas, entre más lejos diriges tu mirada, menos claro es todo, y te parece que salen cosas imaginadas entre la distancia.  ¿Esa es la naturaleza del tiempo? 

Unos días después llegó Lady Selyse con un fajo de hojas que había escrito durante las noches anteriores. 

Recopilé de la gente de la cocina, las caballerizas, etc., gente que venía de la región de las Montañas de la Luna y sus zonas aledañas, los mitos de ellas, que -asumo- han de coincidir o compartir elementos con los de la gente de los Clanes.  

Son muchos mitos y leyendas varias, mire -le señaló algunos que se podían entender entre la garigoleada pero no muy exacta escritura de Lady Selyse- estas son cosas que no son comunes entre nuestras regiones, por lo tanto, asumo, han de ser entonces de los otros. 

Vea, así ven ellos la Larga Noche:  Era entonces que ...  y Lady Selyse le leyó al Maestre durante buena parte de una hora, lo que en el lenguaje sencillo de con quienes platicó, historias varias con las cuales hicieron conexiones, comentarios, y en otros se quedaron perplejos, dejando las dudas para hilar en una siguiente ocasión. 

Le fue también compartiendo los panecillos recién horneados con higo, pues, ¿quien pasa a una cocina y mientras platica no se lleva un poco de lo que está saliendo al momento?  Ella no se lo perdía.

El Maestre Gilbert niega con la cabeza amablemente como es habitual en él ante tus palabras, intentando ampliar la información sobre esos puntos.

– Lady Selyse, no dudo que los haya, pero lo negaran con todas sus fuerzas como sabéis. Incluso el más pobre de vuestros súbditos o los vagabundos de los caminos están socialmente por encima de ellos, como ya sabéis Milady. Es posible que tengan hijos en común, pero sean fruto de violaciones o de un amor apasionado dudo mucho que esas mujeres hablen del padre, sea del Valle o de los Clanes.

La otra pregunta le hace pasar un rato mesándose la barba antes de contestar. – La Larga Noche, en la Ciudadela oí encendidos debates sobre ella a los Archimaestres. Unos defendiendo que había sucedido y los otros diciendo que eran unos cuentos que hablaban de una generación de duración, pero unos sucesos hace 8.000 años y otros de 6.000 años.

– Afecto a todo el Mundo y aquí en Poniente, creo que llegaron hasta la zona donde está el Muro. Allí los del Norte, junto a la Guardia de la Noche, derrotaron a los Caminantes Blancos en la Batalla por el Amanecer y posteriormente construyeron el Muro. Todo lo que ahora está al norte del Muro fueron las tierras que perdieron los Primeros Hombres y los Niños del Bosque frente a los Otros.

Medita aún más la siguiente pregunta. – De esa época se habla de choques contra tribus que bajaban del norte huyendo buscando refugio que llegaron a las fronteras del Dominio y las Tierras de Occidente. Por sus características si entraron algunos en el Valle debían ser familias aisladas. Nadie lucho en las Puertas de la Sangre.

Lady Selyse tomó notas con mucho cuidado de todo lo que decía el Maestre, al margen dejaba sus anotaciones personales.

¿Niños del Bosque?   Si unos son los Primeros "Hombres", los otros son "Niños", ¿a que se están refiriendo?  Parecen estar hablando de distintos grados de crecimiento, ¿no?  ¿Algo como civilizaciones "en infancia", jóvenes?   ¿Pero si eran más antiguos, cómo pueden ser más jóvenes?

Buscó con la mirada los libros donde algunas de estas palabras estuvieran escritas en el lomo empolvado.  ¿Habían vivido también aquí, en esta zona, dejaron vestigios, o es sólo un mito?

¿Tienen algo que ver con los árboles tallados con caras, con los "Viejos Dioses"?  

Con las descripciones que le iba dando el Maestre Gilbert, Lady Selyse fue haciendo ilustraciones de cómo se veían, cómo eran, los Niños del Bosque.  Fue haciendo, además de algunas pinturas que podrían estar adornando algún salón en Desembarco del Rey, otros dibujos mostrando proporciones, similitudes entre animales, plantas y estos seres.

¿Siguen existiendo en algún lugar?

Luego Selyse se concentró en lo de la construcción del Muro. Había sido hace cuantas generaciones ?  ¿Quién lo construyó? ¿Con qué material?  ¿Cómo eso les dio la victoria?  ¿Que pasó después?  Tantas preguntas como tiempo. 

¡¿Es en serio que los gigantes lo construyeron?!   La joven dama no podía siquiera creer que existían seres que fueran más del doble del tamaño que los humanos normales. 

Si fuera así, no habrían hombres, hubieran acabado con ellos, ¿no? 

Pero, así como había visto, un hombre pequeño y ágil bien puede ganarle a alguien más grande y torpe.  Esto era lo mismo, sólo que ampliado.   O no eran tantos, ¿verdad? 

¿Siguen viviendo en Poniente en algún lado del Norte o se extinguieron con La Larga Noche?  ¿Porqué no hemos visto ninguno recientemente?   ¿Por qué no son gladiadores a sueldo en alguna isla, o sirvientes o guardianes de los Reyes? 

Le parecía extraño que algo así de importante no estuviera presente de alguna forma en los lugares de mayor poder, pero quizá era una historia antigua, de siglos y siglos antes de hoy.  Una leyenda.

Se puso a dibujar la descripción que hacía el Maestre.

Al siguiente día el diálogo se centró en los "Caminantes Blancos". 

¿Porqué les dicen así? ¿Son blancos como de qué, de hielo, o de palidez?

¿O porqué los "Otros"?  ¿Por que son opuestos a "Nosotros"?  ¿Eso significa que freefolk y nosotros estamos "del mismo lado" de alguna manera?   

Sus tono de voz y gestos indicaban que, divididos por El Muro, no contaría con estar "del mismo lado".  Su voz estaba contrariada, pero le bajó al tono, porqué no quería parecer que estaba enojada con el Maestre, estaba enojada con la historia que estaba contando.  O con lo que estaba encontrando de ella, más bien, un entendimiento incompleto entre gente que había luchado juntos antes contra un enemigo común. 

"El enemigo de tu enemigo es tu amigo también" -Esa frase tenía más vueltas que un alambre de púas enredado. 

Por la noche, Lady Selyse se puso a leer por su cuenta sobre los gigantes, cómo fue que domesticaron a los mamuts, cómo fue que se llevaban bien o no con los freefolk, cual era su lenguaje, cuales sus dioses, que tanto sabían de construcción, que tal quedó el acuerdo con los Stark, ¿y que podría hacerse para reconectarlos si siguieran vivos?

Los invitaría a vivir a nuestras tierras.  Le dijo al sorprendido Maestre.  

Miro con aprecio a Lady Selyse y sus preguntas.

Si nuestra sociedad no lo prohibiera habría sido una buena aspirante a Maestre.

– Por los grabados que he visto los llamaban así por su baja estatura, comparable a nuestros niños justo antes de hacer el cambio. Los Primeros Hombres eran como nosotros, prácticamente todos los del Norte son descendientes de los Primeros Hombres, además de todos los que viven al norte del Muro. Y los de los Clanes de las Montañas de la Luna, también.

Me acerco a mirar el grabado de una cara tallada en un arciano, siempre me ha gustado hacerlo. – Los crearon ellos y los Andalos cuando llegaron a Poniente con todo el fervor que les proporcionaban Los Siete. No sé si realmente eran algo más que obras de arte de los Niños del Bosque y los usaban para espiar, o lo usaron como excusa para alguna de sus derrotas. También lógicas al desconocer el terreno que encontrarían más adelante. Fuera como fuera se dedicaron a destruirlos hasta que acabaron su expansión.

También es interesante su siguiente pregunta. – Aquí en el sur cuando se firmó la paz sólo conservaban la Isla de los Rostros en el Ojo de Dioses en las Tierras de los Ríos. Nadie los ha visto desde que se firmó, pero ninguno de los nobles ribereños se ha hecho con ella. También podría haber al Norte del Muro, aunque nadie ha dicho que los haya visto desde que se construyó el Muro.

Falta lo de los gigantes, los Otros y lo de invitar a los de los Clanes.

Pues lo propio sería tener amigos del Norte a que nos ayudaran a hacer paz con los Clanes.  Hizo una nota mental de ello.   Si fuera ingeniera, su especialidad serían los puentes.

Luego miró divertida la isla aquella que le contaba al Maestre, ensimismada.  Finalmente habló.

Pues yo quisiera organizar una visita a la isla esa ¿de los rostros?, Maestre. 

Y si así lo hiciera, ¿usted se animaría a ir con nosotros?  -le sonrió, animándolo a la aventura, pues sabía que era la curiosidad la fibra que hace a todo Maestre verdadero. Lo estaba probando.

Y eso de la tradición de no mujeres Maestres debe cambiar, ¿eh? -ahora era una advertencia con mueca de no pero si es en serio.