Partida Rol por web

 Volo asintió en silencio ante la respuesta de Galatea. Volvió su vista hacia los cuervos y se quedo mirándolos fijamente... tras esto suspiro.

Si están muertos, en ese caso no tendrán buenas intenciones- comentó- supongo que habrá que luchar- el mago rebuscó entre sus bolsillos hasta sacar una pequeña varita. Acto seguido dio varios pasos hacia atrás, hasta colocarse detrás de Rengar, solo por si acaso- estad atentos del pobre cadáver. Es el plato suculento por excelencia para esas pajaritos.

- ¿Muertos? - La voz de Khaila sonó con crudeza. Levantó la mirada y observó aquellos cuervos que hacía rato estaban allí, observándolos... ¿Quién se iba a imaginar que esos pajarracos iban a estar muertos?

Desenvainó su espadón preparándose para la lucha. Sus ojos oscuros se mantuvieron clavados en esa bandada de cuervos que habían empezado a graznar, y la joven, adelantándose unos pasos se quedó delante, esperando a que vinieran...

Galatea descolgó su arco y enseguida encajó una flecha en él. Para ella aquello era una afrenta casi tan indignante como para el paladín y el cansancio en aquel momento era lo que menos la preocupaba.

—No pienso tolerar esto.

Áscalon esta vez frunció el hocico mostrando dos hileras de colmillos que parecían una auténtica colección de dagas de hueso en miniatura y el gruñido contínuo y ronco que emitía su garganta aumentó de volúmen y aspereza, tornándose en un sonido de lo más amenazador.

La bandada Cuervos no-muertos descendió sobre los aventureros como una nube de muerte y terror. 

Kanizhar tragó saliva cuando aquellas cosas se lanzaron sobre ellos. Con un chillido apartó a una de ellas y trató de ponerse en posición para repeler el ataque de aquellas aves putrefactas.

 El mago actuó con rapidez. Gueis fesdr- murmuró. En ese momento, la varita comenzó a brillar con un ligero fulgor rojizo y apuntó con ella hacia el grupo de los cuervos- shiak- en ese instante surgió un pequeño proyectil que impactó directamente en uno de ellos.

Uno de los cuervos cayó muerto en el acto cuando el proyectil mágico de Volo lo impactó. Sin embargo, eran tantístimos que parecía que por muchos proyectiles que el mago enviara, no haría mella en la bandada de pájaros no-muertos.

Los cuervos se abalanzaron sobre Galatea y Khaila picoteándolas y hostigándolas, hambrientos de carne fresca...

Rengar, resuelto, corrió hacia uno de los enjambres y descargó un hachazo en él.

-¡IMPÍOS SERVIDORES DEL MAL, ILMÁTER OS CASTIGA! -gritó a viva voz, aunque de su yelmo salió una versión algo distorsionada de la plegaria que había aprendido mucho tiempo atrás-. ¡MORID Y PURIFICAOS!

El semiorco no albergaba temor alguno, sino que su corazón latía con una furia inusitada en él. Aquella perversión de la vida, aquel mal que amenazaba a sus compañeros y a todas las criaturas... Le ponía enfermo. Por eso puso todo su espíritu en aquel hachazo, toda su fe en el bien de Ilmáter.

En cuanto la nube de pájaros se avalanzó sobre Galatea, Áscalon abrió las fauces de par en par y se lanzó instantáneamente como una fiera rabiosa contra ellos, emitiendo algo mezcla de un ladrido áspero y un furioso gruñido entrecortado.

Los cuervos pronto inundaron el mundo de los aventureros. Todo se quedó reducido a plumas, graznidos y un terrible hedor a carne muerta. Las aves demoníacas picoteaban a todos.

Ni el hachazo del paladín ni el mordisco del lobo parecían surtir demasiado efecto cuando se enfrentaban a tal cantidad de animales.

Kanizhar, no obstante, logró asestar un terrible golpe con su maza que envió a muchas criaturas por los aires. Con su arma, parecía todo mucho más fácil.

Khaila estaba preparada, se mantuvo hasta el último momento con el espadón alzado, esperando... Y... Cuando cuando aquellas criaturas llegaron a su altura descargó con todas sus fuerzas un golpe bastante poderoso...

Un olor nauseabundo llegó al olfato de la joven guerrera. Aguantó la respiración mientras blandía nuevamente su arma para descargarla otra vez sobre esas criaturas.

Mientras Khaila segaba cuervos con su espada como el granjero siega la mies, Kanizhar cogió con torpeza un pequeño disco de metal. Era un artefacto que su maestro le había dado para ayudar a concentrarse, aunque recientemente había descubierto que podía ser perfectamente un símbolo sagrado de Shar. Enarbolando el disco de metal contra las criaturas chilló nerviosamente:

--¡Marchaos! 

La voz de Khanizar se cargó de poder y una oleada de energía oscura batió el campo el batalla. A su alrededor los cuervos no-muertos cayeron a docenas y empezaron a desperdigarse. 

Un cuervo pasó volando a velocidad de espanto sobre la cabeza de Galatea, arañándola con una de las garras y dibujándole un fino corte rojo en la frente sobre una de las cejas. Un hilillo de sangre goteó enseguida haciéndola parpadear con ese ojo y continuó escurriendo por la mejilla hasta la barbilla.

La elfa emitió un gruñido y le sacudió un manotazo al ave que soltó un graznido estridente y salió disparada de nuevo a perderse en el mar de alas negras que rodeaba a los compañeros. Saltaron plumas putrefactas y un olor nauseabundo la hizo tambaleándose a punto de provocarle una arcada.

"Ugh... "

Tuvo que taparse el rostro a medias con una mano y sacudir la cabeza para quitarse el mareo de encima.

Áscalon parecía tener los mismos problemas que su compañera, su fino olfato resultaba un inconveniente de lo más molesto cuando estaba rodeado por un enjambre de carne putrefacta.

Hanna rabiaba tratando de espantarse los cuervos a manotazos. Apretaba los dientes con cada golpetazo y picadura o estirón de pelos.
¡Malditos bicharracos!
Cuando ya pensaba que no la iban a dejar disparar en paz, Kanizhar despejó un poco la zona con poder divino, los cuervos se alejaron de él, y por tanto de ella, loq ue le dio el respiro que necesitaba para tensar la cuerda siquiera.

Sobre Khaila parecía más despejado, y donde más parecían amontonarse era sobre la druida y su "familiar", así que disparó para librarle a Galatea de sus molestos pajarracos, mientras se alejaba un poco hacia atrás.

 Poco podía hacer el mago ante la andanada de pájaros. Su varita no iba a tener ninguna utilidad, por lo que era mejor ahorrar su contenido. Por otro lado, en su repertorio de hechizos no tenía nada eficaz para enfrentarse al enjambre.

Vaya ayuda que soy- pensó Volo- al menos intentaré encargarme del muerto.

Guarda la varita y se dirige hacia el caballo con el cadáver. 

Tranquilo pequeño- le susurra mientras le acaricia la cabeza. Lentamente, comienza a moverlo para alejarlo de Rengar y su bandada de cuervos- Animo chicos, podéis con ellos- gritó a sus compañeros.

El enjambre de cuervos no muertos picotearon furiosamente a la guerrera y a la druida del grupo, haciéndolas numerosas heridas y magulladuras por todo el cuerpo.