Partida Rol por web

El amanecer trajo consigo la luz de un nuevo día. Los rayos del sol penetraban débilmente por entre las retorcidas ramas de los árboles desnudos, pero no eran capaces de disipar las sombras. La oscuridad parecía arremolinarse en torno al campamento del grupo, materializando formas que sólo podían ser entrevistas por el rabillo del ojo. La terrible maldad de aquel lugar parecía incapaz de penetrar el aura de férreo coraje y santidad de Rengar, y los aventureros pudieron dormir bien aquella noche. Pero el cadáver de Ivelios, al que Kanizhar lanzó una plegaria para mantenerlo en perfecto estado, era el mudo testigo de lo que aquel lugar encantado era capaz de hacer.

Khaila recibió más de una mirada de soslayo aquella mañana mientras el grupo desayunaba en silencio. Si el Arpa Cantora del Templo de Oghma estaba en lo cierto, este podía ser el último día antes de convertirse en una licántropa. Si fracasaban en encontrar una cura en el interior del templo encantado... mejor era no pensarlo.

Cuando el grupo ultimó sus preparativos se dirigieron a la catarata. Era el momento de la verdad.

Los suaves, casi desaperceptibles, rayos de sol, descansaron sobre el rostro de Khaila. La guerrera abrió los ojos encontrándose con el amanecer de un nuevo día.

Se incorporó y miró a su alrededor. Se encontraba algo mejor después de haber descansado unas cuantas horas. Aunque sus músculos se hallaban entumecidos tras dos noches de dormir en el frío y duro suelo. Estiró los brazos hacia arriba desperezándose y bostezando sonoramente. Después movió la cabeza hacia ambos lados, haciendo de esa manera crujir los huesos de su cuello. Se levantó del suelo y recogió su petate antes de preocuparse por el almuerzo.

Cuando ya lo tuvo todo recogido, se sentó junto a sus compañeros y empezó a llevarse los alimentos a la boca. Sentía sus miradas de soslayo, imaginaba lo que debían estar pensando. Las horas iban pasando, y se acortaba el escaso tiempo del que disponía. ¿Podrían hacer algo? ¿De verdad en aquel templo hallarían una respuesta? ¿O tan sólo la muerte... ? Todas esas preguntas se acumulaban en la cabeza de la joven guerrera. No se atrevía a mirar a sus compañeros, su mirada se hallaba perdida en la distancia. De forma mecánica iba llevándose los alimentos a la boca, todo le sabía a ceniza, los tragaba casi sin masticarlos. Sabía que necesitaba alimentar su fuerte cuerpo, pero no sentía apetito alguno...

Finalmente llegó el momento de ponerse en marcha, y la guerrera, sin decir palabra alguna, recogió sus cosas, se colgó su gran espadón a la espalda, y se puso en marcha...

 UOAAAAA- un sonoro bostezo salió de la boca de Volo mientras se alzaba de su saco, con rostro somñoliento. Lentamente comenzó a rascarse el estómago mientras miraba a su alrededor- buenos días a todos dormilones. ¿Que tal la noche?- dice mientras golpea ligeramente el hombro del semiorco para despertarle- arriba, que ya va siendo hora- se levanta, todavía con pesadez, y con su cuerpo de nuevo en calzones, se acerca hacia su mochila buscando su ropa en cuestión.

Lentamente comienza a vestirse- me daría un baño, pero por este lugar no creo que haya un río cerca- dice- en fin, la vida del aventurero es dura.

Ya vestido, y con sus cosas recogidas, espera que el resto de sus compañeros estén listos para partir.

Rengar despertó y lo primero que hizo fue ponerse la armadura, lo que le llevó un buen rato. Se había puesto debajo la túnica del día anterior, que estaba sucia de sudor y sangre. Tendría que comprar otra cuando llegasen a algún pueblo, si es que volvían. Muchas cosas iban a decidirse en el antiguo tiemplo de Selûne... entre ellas, su supervivencia.

Rengar no se asustaba ante la posibilidad de morir. A decir verdad, Rengar no se asustaba por nada. Pero no dejaba de sentirse algo inquieto. Aunque no dudaba que la muerte le sería grata, al volver con su deidad y con Kestrel, sabía que era muy joven y que aún podía hacer mucho bien por los demás en Faerûn. Sus compañeros necesitaban su hacha. Medina lo necesitaba para solucionar los problemas que asediaban al pueblo. Así pues, como dijo su madre cuando partió: "No se te ocurra morirte, ¿vale?".

Pues eso iba a hacer. Obedecería a su madre como los buenos chicos.

Tras meditar unos minutos sobre su hacha y su escudo, Rengar desayunó. Su humor no era exactamente sombrío, pero parecía muy concentrado. Comió con frugalidad y compartió lo que los demás no tuvieran con ellos. Miró a Khaila y comprendió lo que cruzaba su mente. Él mismo había temido convertirse en un monstruo durante su adolescencia, cuando todos le recordaban quién lo había engendrado. Pero sólo mediante la voluntad y un corazón puro pudo vencer la tentación de darles la razón y convertirse en un ser huraño. Sabía que la licantropía era más complicada que eso, pero si cambiaba el corazón puro por un grupo de amigos bondadosos y la voluntad por la tenacidad de las personas unidas por un fin, podía lograrse.

Sonrió a la guerrera con franqueza. Cuando lo hacía, su semblante hosco de orco se esfumaba y parecía mucho más humano, como un joven guapo con la piel verdosa... y colmillos.

Galatea llevaba despierta ya horas, no había mirado a Khaila (ni a ninguno de los presentes en general) hacerlo no iba a cambiar las cosas y sólo conseguiría incomodarla.

Había permanecido todo el rato sentada tranquilamente de guardia a la vera de aquél árbol, con Áscalon junto a ella y había aprovechado también para refrescar su reserva de hechizos, le iban a hacer falta al lugar al que iban.

—Lau, N'tel quess nudhira... —suspiró negando ligeramente en aquel lenguaje fluido y musical cuando Volo comenzó el parloteo tan de pronto.

Acto seguido se puso de pie, fue sólo entonces cuando el lobo dio por concluida su estaticidad y se levantó a estirar las patas deambulando por el campamento. Lo primero que hizo fue ir a olisquear los agonizantes restos de la hoguera.

Al hacerlo estornudó, sacudió la cabeza y siguió husmeando los alrededores.

La Druida ya estaba lista así que simplemente esperó a que los demás también lo estuvieran... mientras rascaba distraídamente con un dedo sobre un huequecito en la corteza de un tronco cercano, como si  quisiera sacar algo.

—Como sigais alargando las caras os arrastrarán por el suelo—dijo sonriendo ligeramente de lado aunque seguía con la atención puesta en la madera—miradlo por el lado bueno, al menos ahora nos ahorraremos el peligro de la escalada...

Hanna no esperaba poder pegar ojo aquella noche, pero gracias al aura del paladín pudo relajarse lo suficiente como para caer dormida en un sueño profundo y reparador que duró hasta la mañana, cuando despertó, sorprendida de encontrarse descansada.

Vaya... Si que he dormido...
Parpadeó desperezándose, sentada en la hierba mirando a sus compañeros. Buenos días...
Y enseguida echó mano a su petate para coger algo que echarse a la boca como desayuno.

Al pasar cerca de Rengar cuando se acercó al fuego y el caballero estaba sentado, le desmelenó un poco. Gracias, Caballero... sois un solete Concluyó con una palmadita en el hombro con la misma mano. La palabra Caballero parecía haber sido dicha con un tono de orgullo de caballero, no con rentintín burlón.

Se sentó y escuchó a Galatea. La elfa tenia razón, tenian que levantar un poco el ánimo.
Galatea tiene razón, no quedan a estas horas muchas sombras que temer, y tendríamos que estar más animados... hoy dormiremos más tranquilos y Khaila podrá hacerlo a pierna suelta.

Miró a la guerrera, que no parecía pasar por su mejor momento.

Así que venga... a desayunar y en marcha
Cuando Volo hizo su comentario, Hanna cogió aire y sonrió, sacando algunas fuerzas para hacer algún comentario gracioso.

Bueno, ahora pasaremos debajo de una cascada, puede echarse jabón sobre la ropa y quedarse unos minutos debajo!

Rengar se sonrojó cuando Hanna le revolvió el pelo. Nunca antes nadie habia hecho algo así, ni siquiera su madre. Ésta lo había ignorado en gran parte durante su niñez y adolescencia, y tras convertirse en paladín le había dado abrazos e incluso algún beso esporádico, pero nunca una muestra de afecto espontánea y simpática, algo sencillo pero que él nunca había experimentado. Era el tipo de gesto que se le hacía a alguien a quien se tenía cariño, un contacto físico no establecido como "obligatorio" en ningún tipo de relación humana. No era una palmadita, ni un abrazo, ni un beso. Era algo así como una caricia.

Incapaz de transmitirle lo que acababa de hacerle sentir, Rengar frunció el ceño y baulbuceó:

-Soy sólo un paladín, no un caballero. No soy un noble.

No sabía por qué le daba las gracias, siquiera. Pero por primera vez se sintió integrado y relajado. Aquellas personas habían peleado a su lado, le habían defendido y curado igual que él a ellas. Lo habían incluso acariciado. ¿Era eso el principio de una amistad? Rengar lo sospechaba. Pero aunque no fuese así, un agradable calor había empezado a brotar en su estómago. Pelearía por ellos y los acompañaría al fin del mundo. Se aseguraría de que saliesen vivos de esa cueva.

Jajaja Rió con cierta burla. Ojalá los Nobles fueran nobles Comentó entre bocado y trago. ¿Se ha puesto colorado? Se preguntó al mirarlo, y enseguida se encogió imperceptiblemente de hombros, para sí misma, y siguio con su desayuno y sus cábalas.

Hay que ver las cosas de las clases sociales, que a un perro con ropas de Duque se le tenga que llamar "noble" por ruin que sea... Y a un paladín no se le pueda llamar ni Caballero, siendo más noble que el Noble. 

Galatea levantó una ceja mirando de reojo la reacción de Rengar y luego sonrió disimuladamente mientras devolvía su atención al árbol.

—¿No lo eres?—dijo sin borrar el gesto como si indirectamente tuviese algo que objetar. Era desde luego inaudito lo fácil que la elfa parecía habere "acostumbrado" al semiorco—yo creo que todo depende de lo que consideres por "noble".

Finalmente pareció encontrar algo porque parpadeó y se quedó mirando la palma de su propia mano. A la druida parecían gustarle los juegos de palabras, o eso, o simplemente era su forma de ser. A veces parecía hablar de modo que sus palabras pudiesen entenderse de más de una forma como era ahora el caso... y no aclaraba del todo en qué sentido lo decía, parecía como si prefiriese dejarlo en el aire para que cada uno fuera libre de pensarlo y sacar su propia opinión.

Ella ya había desayunado hace horas pero no tenía problema en esperar a que el resto del grupo estuviese listo. Fue sólo entonces cuando anduvo unos cuantos pasos hacia las afueras del campamento como si quisiera ponerse en marcha ya. Mantenía la mano en alto aún, moviendo de vez en cuando los dedos o girándola.

—Khaila se ofreció a ser quien subiese a pelo para atar la cuerda arriba en la cascada, ¿cierto?—dijo para asegurarse—pues vamos de vuelta, cuanto antes mejor, odio lanzar este conjuro...

Khaila asintió con la cabeza a las palabras de Galatea, sí, sería ella la que subiera por la roca para poder después echarles la cuerda y ayudarles a trepar. Qué menos... Después de lo que estaban haciendo por ella era lo mínimo que podía hacer.

Caminaron nuevamente hasta la cascada. Allí todo parecía igual que el día anterior. La guerrera continuaba sin haber abierto la boca, manteniéndose en un sombrío silencio, que según iban caminando se iba acentuando cada vez más. Sentía un fuerte nudo en su estómago que cada vez se estrechaba con más fuerza. ¿Qué iba a ocurrir allí? ¿De verdad encontrarían una solución para aquella maldición? Eran preguntas para las cuales Khaila desconocía las respuestas. Pero según había ido saliendo el sol, la poquita esperanza que tenía había ido desapareciendo.

Una vez llegaron nuevamente a la cascada, la guerrera se detuvo y miró a la elfa. - Estoy preparada... - Fueron las escuetas palabras que pronunció la guerrera desde que había abierto los ojos aquel amanecer.

Volo escuchó la conversación de sus compañeros con cierto interés, más no intervino en ningún momento. Y es que el emparedado que se estaba comiendo de desayuno le llevaba toda su atención. Sin embargo, no dudo en sonreir ante el consejo de Hanna sobre la posibilidad de ducharse en la cascada.

Lo tendré en cuenta- fue su escueta respuesta. Había pensado en hacer otro comentario, proponiendo la idea sugerente de que alguna de las "hermosas" mujeres del grupo pudiesen frotarle la espalda, más no lo consideraba apropiado... eso, y el dichoso emparedado, que estaba realmente rico, y que mantenía su boca muy ocupada.

Galatea anduvo en silencio detrás de los demás miembros del grupo, observando con curiosidad aquella mano en alto que giraba e vez en cuando. El motivo pareció traducirse en que una pequeña arañita que debía haber salido del tronco correteaba por ella y la elfa tenía que mover los dedos para que no se le escapase.

Cuando llegaron a la cascada se detuvo mirando el enorme salto de agua como si pensara la forma o al menos estuviera componiendo mentalmente el modo en el que iban a subir. Sin embargo, cuando Khaila habló pareció captar su atención rápidamente, la elfa sonrió de medio lado casi con resignación y de golpe y porrazo se comió la minúscula araña tragándosela directamente.

Sin masticar.

Galatea cerró ligeramente los ojos como si le diera un escalofrío y emitió un gruñido de desagrado sacudiendo ligeramente la cabeza. Ignorando por completo cualquier posible (y normal) reacción de escándalo por parte de sus compañeros.

"Por los dioses... "

Parpadeó tras unos segundos y se acercó a Khaila dándole una palmadita en el hombro.

—Pues si estás lista, adelante.

Señaló el muro de roca con la otra mano pero había un gesto en el rostro de la elfa que le sonreía de medio lado que escondía algo de picardía por algún motivo. De hecho, la proposición que le hizo fue cuanto menos... extraña. Pero lo más curioso de todo tal vez era que no parecía ir en broma, lo decía total y absolutamente en serio.

—Sube andando la pared.

Las arañas siempre le habían dado asco a la joven guerrera, y cuando vio como Galatea jugaba con una entre sus dedos apartó la mirada con evidente disgusto. Pero un movimiento llamó su atención, y al volver a mirarla observó asqueada como la elfa se llevaba ese minúsculo bicho a los labios. Una mueca se dibujó en su rostro y rapidamente volvió a apartar la mirada para no ser testigo de como la masticaba y la tragaba.

Que gustos más raros...  Pensó, ya que debido a su ignorancia, desconocía los motivos por los cuales Galatea obraba de aquella manera. Aunque no pudo por menos que extrañarse, ya que en los días que hacía que la conocía, era la primera vez que la veía con tan asqueroso ágape.

Cuando la tocó y le dijo que subiera andando por la pared, alzó una de sus cejas extrañada. No terminaba de entender lo que había hecho, pero por lo poco que conocía a la elfa, sabía que normalmente no gastaba bromas. Así que se acercó a la pared y colocó las manos sobre ella. Enseguida sintió como si una sustancia pegajosa se desprendiera de sus palmas haciendo que se enganchara con fuerza. Las movió, comprobando sorprendida que no le costaba nada sujetarse y como bien había dicho Galatea, caminar por aquella superficie. Giró un momento la cabeza para mirarla y el atisbo de una sonrisa se insinuó en sus labios, asintió con la cabeza y empezó a subir con suma facilidad.

Una vez estuvo en lo alto, cogió el rollo de cuerda y asegurándolo bien en el tronco de un árbol lo lanzó para que el resto pudiera subir con cierta facilidad.

Rengar aseguró la cuerda y se la tendió a Galatea.

-Los que menos pesan primero. Yo me quedo el último por si vienen los pájaros.

Si la cuerda se rompía al subir Rengar, dado que era el que más peso llevaba, se quedarían sin poder subir. Por eso le parecía mejor que subiesen los otros primero.

Galatea paladeó con la lengua haciendo un disimulado gesto de asco mientras mantenía los brazos cruzados viendo subir a Khaila.

"Y he aquí es el motivo por el que odio lanzar este maldito conjuro... "

La elfa no sabía quién había inventado "Trepar cual Araña", sólo sabía que fuera quien fuera, le odiaba por haber sido tan condenadamente literal de no sólo exigir una araña como reagente, si no de tener que tragársela. Era muy útil, no lo negaba, pero nada divertido de ejecutar.

Cuando escuchó que Rengar se le acercaba devolvió sus pensamientos al mundo real y le miró, el semiorco le tendía la cuerda así que sonrió ligeramente y descruzó los brazos para cogerla.

—¿Sabes hacer nudos fuertes?

Dijo aquello acariciando la cabeza del lobo que permanecía a su lado y era obvio por qué lo decía; Áscalon no podía subir por la cuerda, no era una criatura trepadora y no tenía alas así que para subirlo tendrían que atarlo. Al igual que tendrían que hacer con Ivelios.

Dicho aquello, se dispuso a escalar... aunque antes se la ató a la cintura.

Khaila trepó con una facilidad pasmosa gracias al conjuro de la druida, y llegó en un abrir y cerrar de ojos a la altura de la escarpada pendiente donde se abría la gruta. En un primer momento enganchó la cuerda de unas retorcidas ramas que sobresalían en la pared rocosa. No obstante, las ramas, tan podridas y malsanas como el resto de vegetación circundante, no aguantaron ni un par de tirones por lo que la guerrera tuvo que buscar otro asidero.

Khaila se percató de que, invisible desde la base de la pendiente, había una argolla metálica junto al agujero en que supuestamente se hallaba la entrada al templo. Sorprendentemente, no parecía oxidada pese a estar justo bajo la cascada. La guerrera se movió por la pared en horizontal para llegar al agujero y descubrió, maravillada, que algún tipo de encantamiento repelía las gotitas de agua. Podrían trepar por allí sin mojarse demasiado.

Una vez afianzada la cuerda a la argolla, los aventureros fueron trepando de uno en uno por ella. Algunos de ellos tuvieron más dificultad que otros, aunque sin duda el momento más complicado fue cuando tuvieron que tirar varios de ellos para poder izar el cadáver de Ivelios y el lobo de Galatea. No obstante, no hubo ninguna otra complicación, y no volvió a haber señal de aquellos cuervos no-muertos que los atacaron la noche anterior.

Cuando estuvieron todos estudiaron el rocoso pasaje. Era un túnel excavado en la roca viva, pero las paredes lisas no tenían nada de natural. El aire era muy húmedo, y había un penetrante olor a vegetación en descomposición. El pasadizo se interrumpía bruscamente pocos metros más allá en otra pared lisa de piedra. No había otras salidas.

Se habían equivocado. Aquel pasillo no conducía a ninguna parte.

Galatea suspiró con alivio una vez sus pies hubieron tocado suelo firme arriba, le llamó la atención particularmente la argolla a la que dedujo que no hacía falta lanzar ningún hechizo para comprobar que estaba encantada, a fin de cuentas se encontraba repeliendo ella solita el agua de la cascada.

"La magia aún funciona en este sitio... y me temo que no sólo serán nimiedades como esta".

Deambularon por el húmedo pasadizo, el rugir del agua quedaba cada vez más atrás y parecía que se estuvieran metiendo literalmente en las fauces de un oso gigante. Sin embargo, cuando llegaron a un punto sin salida, más que extrañada o alarmada pareció más bien decepcionada.

—......

Sin decir nada se aproximó con cuidado a la pared haciendo sólo un gesto de "alto" a los demás compañeros para indicarles que esperasen. El instinto de siglos viviendo en ciudades ocultas era una herencia para todos los elfos, algo le decía que por ahí se podía pasar.

"Por supuesto, seguro que se molestaron en poner un agarre para ir a ninguna parte... "

Áscalon olía el aire expectante y la druida que antes de tocar nada levantó ligeramente una mano murmuró algo en un extraño lenguaje áspero y siseado, áspero y siseado porque era lenguaje de reptiles, era dracónico. Tras un par de segundos dejó caer la mano y giró la cabeza observando a los demás

—Ilusión y Abjuración—suspiró—moderadas...

Miró a Hanna y a Volo alternativamente, aquello se salía de su terreno.

—¿Alguno podríais... averiguar qué conjuros son?

Si me permites- dijo Volo acercándose hacia la pared- creo que en esto puedo echarte una manita, o eso espero. Desde luego, sería irónico un mago que no pudiese averiguar que conjuro se ha lanzado en esta pared, y más teniendo en cuenta mi nivel arcano- dijo con un modestia- uhm...- se cruzó de brazos mientras pensaba- uhm- uno de sus manos tocó ligeramente su cabeza en señal de meditación- esta claro, este conjuro es...- arrugó su frente- uno que desconozco, lo que da una pista importante: es un conjuro bastante poderoso- concluyó.