Partida Rol por web

ABALIA

La otrora capital del reino enano de Abbal Yar, orgulloso bastión de los enanos en las cordilleras centrales de Hesperia, se alza ahora como una ciudad más dentro de un imperio mucho mayor del que los antiguos enanos pudieron soñar. La corte se mantiene prácticamente inalterada, pues la misma familia que gobernaba la ciudad cuando los soldados imperiales se abrieron paso por el valle se mantiene en el poder en este caso como representantes de la autoridad del emperador. 

La ciudad, excavada en el subsuelo como las antiguas ciudades enanas, ocupa varios túneles de una extensión de decenas de kilómetros. Podría haber resistido al imperio décadas, pero prefirieron firmar la paz y evitar las muertes. Cada nivel se destina a una labor, los superiores al comercio y la artesanía por ser más cercanos a la superficie, y los más bajos, casi inexpugnables, a las residencias de los nobles, cementerios y templos. Tu casa se halla en uno de los niveles intermedios, en el distrito de los cuarteles, cerca de la gran escalinata que vertebra toda la mina. No es particularmente lujosa, pero es una casa decente para un soldado. 

Te incorporas en tu lecho. Has dormido muy bien. Casi demasiado. Tu habitación te recibe, familiar y acogedora, mientras tus ojos se van acostumbrando a la oscuridad de la sala. Saludas al día con cierto entusiasmo, pero algo falla. Tienes un mal presentimiento que no sabrías concretar, pero algo no va bien. 

Faltan un par de horas aún para que el ejército forme en el patio central y salgan las patrullas al subsuelo. Te quedan unas horas para pasear y hacer lo que te apetezca. 

Mis peludos pies tocan el suelo del lado izquierdo de la cama y hacen crujir los tablones cuando apoyo todo mi peso en ellos. Un par de pieles amortiguan el sonido de mis pasos por la habitación hasta la pila con agua fría. Me seco la cara y me coloco en el centro de la sala. Tras unas flexiones y ejercicios diferentes me acerco de nuevo al agua y esta vez con una esponja me lavo entero sentado en un taburete junto a la pila todo el cuerpo. Solamente con un calzón hasta la rodilla me paseo hasta un frutero cojo un par de piezas y rebusco entre las sobras de lo que cene anoche. Un trozo de pan y algún resto de cerdo junto con culo de sopa que aumento con un poco más de agua. Lo caliento un rato dejándolo en las brasas aún algo templadas del fuego y me lo llevo a la mesa. Un cuenco con sopa templada, tres costillitas de cerdo y dos rodajas de patata dorada, una naranja y un plátano que empieza a enegrecerse.

Escucho los sonidos de la calle como entran por la ventana mientras desayuno.

Aunque no esté en el campamento, y viva solo, la puntualidad y la organización no desaparecen de mi esquema mental. Antes de vestirme y ponerme el equipo coloco y ordeno el cuarto. Siempre tengo un petate listo por si nos mandan algo repentino o si hay que ir a algún lado. Lo dejo relativamente cerca de la puerta cuando me aseguro de que está completo. Cierro las ventanas y me aseguro de que las brasas están frías. Cierro la puerta a mi espalda. Bajo por el patio de mi edificio y me dirijo al cuartel, como siempre que tengo tiempo voy dando rodeos, buscando nuevos sitios, familiarizándome más con la ciudad. Una buena marcha para empezar el día siempre es muy buena. 

Te encaminas hacia los cuarteles y poco a poco vas ayudando en lo que puedes a la gente con la que te cruzas. Alrededor de tu zona viven unos cuantos conocidos, pues alguien que pertenece al ejército conoce sin duda a muchos de sus compañeros de armas e incluso a algunos parientes de estos. Todos ellos te saludan con una mezcla de cariño y respeto, pues tu buen talante es conocido por la zona pese a que saben que tu caracter tiene a veces cierta brusquedad, aunque nada que pueda considerarse extraño para un enano.

Tras unos minutos, llegas al cuartel. 

-Forma rápido.-Te dice uno de los compañeros guardias.-Hoy ha habido jaleo, y más que va a haber. 

Cuando te has preparado, uno de los sargentos os lleva al patio de armas del cuartel. Es una inmensa explanada de forma octogonal y casi noventa metros de diámetro. Allí está casi la mitad del ejército de la ciudad, algo que no se veía desde los años previos al pacto con el imperio.

El clima de tensión es palpable. Se oyen murmullos aquí y allá. Todo parece indicar que algo malo se cuece.

-Hermanos de armas.-Interviene secamente un guerrero al que nunca habías visto desde un atril colocado en un balcón de lo alto del cuartel.-Es posible que hayáis oído algo al respecto. La diosa Temis ha muerto. 

Un nudo se me hace en el estomago. Hasta los dioses menores son finitos. ¿Qué habrá provocado su muerte? ¿Qué nos traerá a los enanos? No me queda otra que respirar y prepararme para lo que viene. Escucho lo que tiene que decir la figura del atril.

-Lo que quiero decir, es...-Empieza titubeando. No termina de tener del todo claro qué deciros. Duda, y eso es una mala señal, sobretodo en un enano.-Bueno, muchos paladines han perdido sus poderes y algunos clérigos también. Y hay armas mágicas que han dejado de funcionar. No todas, pero algunas de las más antiguas sí. Eso quiere decir que puede que algunas protecciones de los túneles inferiores, anteriores a la firma del tratado, hayan fallado. Hay que salir de patrulla y asegurar los túneles de nuevo hasta que los eruditos relean los textos de la época antigua para saber qué protecciones se hicieron y cuáles pueden fallar. 

Lo recuerdas de tu periodo de instrucción, varias generaciones de enanos murieron tratando de contener el avance de seres de la oscuridad que pueblan el inframundo. En algún momento, varios de los magos más poderosos de la ciudad se unieron junto con los principales clérigos de varias deidades y crearon una serie de protecciones mágicas que mantendrían alejados a los seres de la oscuridad. Es posible que, si un clérigo de Temis tomó parte en esa creación... 

Un escalofrío recorre mi columna. No sentía nada así desde hace mucho tiempo. Volver a poner en riesgo mi vida, o lo que es peor. Perder buenos compañeros ahí fuera. Me recompongo y estiro mi figura de nuevo, que se había relajado por un instante. Fui entrenado para proteger y eso haré hasta el último aliento. Por fortuna nunca he dependido de los dioses para llevar a cabo mi deber, pero muchos de mis hermanos de armas si. Tendremos que pelear una vez más con lo desconocido.

Los soldados forman por batallones y frente al vuestro se pone un enano grande y musculoso que porta un enorme martillo. A su alrededor forma vuestro batallón. Lo conoces desde hace años, es uno de los soldados más aguerridos y orgullosos que ha dado la ciudad. Su fama es legendaria y ha demostrado con creces ser merecedor de ella en incontables batallas contra orcos y trasgos por todo el imperio. Es, además, uno de los capitanes de la guardia del inframundo, los enanos que patrullan los túneles inferiores en busca de amenazas para la ciudad. 

En su armadura se distingue el blasón de su casa, una de las más antiguas de la ciudad, los Martillo de plata, y junto a él forman otros dos enanos, uno con un bastón que lo identifica como mago y un guerrero con una enorme aljaba llena de hachas arrojadizas. Los tres parecen tener algunas batallas a las espaldas. 

Al veros a todos reunidos, se coloca su martillo al hombro y sonríe.

-Bien, mi nombre es Gundar, y me acompañan Astolf y Godric.-Añade refiriéndose a sus dos colaboradores colocados tras él. Al oír sus nombres, el lanzador de hachas y el mago respectivamente asienten con una mueca que da a entender que son ellos.-No sé lo que sabéis hacer cada uno, pero os diré algo, no sabemos lo que puede haber ahí abajo... Así que es mejor que os preparéis. Si alguien se alistó sólo para cobrar un sueldo y llevar un bonito uniforme, mejor que se quede aquí arriba. 

El grupo estalla en un clamor y salís hacia los túneles. 

Una vez allí, encontráis las puertas de entrada a la ciudad. Se trata de un inmenso túnel con una gran puerta que parece la cara de un enano. Todo parece normal. 

-Ahora esperaremos.-Dice sentándose.-Si queréis, sentaos y descansad. Si nos toca salir, va a ser largo. Necesito tres voluntarios para patrullar. 

Golpeo mi pecho frente a Gundar.

-Cuenta con mi mazo, y con mi escudo.

El mago se adelanta cuando se piden voluntarios. Una larga barba blanca forma una enorme trenza que le cubre hasta la cintura. Coge su bastón y se coloca junto a Gundar.

-Yo también.-Dice sin dudar.-Necesito estudiar las protecciones exteriores. Debo informar de cuáles hay para cotejarlas con los escritos y ver cuáles faltan.-Dice colocando la mano en una piedra que lleva a la cintura. Al fijarte en ella ves que representa la cara de un enano con una larga barba finamente tallada que ocupa toda la parte inferior y se une a la larga melena cubriendo casi toda la superficie de la piedra con finos relieves.-Despliega a tu gente tras la puerta y esperad noticias, volveremos en unas horas. Si surge cualquier problema te avisaré. 

Dicho esto, coge la piedra y se la lanza a Gundar, quien la coge al vuelo. 

-Sabes que estos chismes me ponen nervioso.-Dice guardando la cabeza de enano en miniatura en un bolsillo.-Son siniestros.

Ordena colocarse en posición a las tropas por si acaso y abre el portón. No parece haber nada al otro lado.

-Buena suerte.-Dice sonriendo.-Adelante.

La puerta se cierra tras vosotros y todo queda a oscuras, afortunadamente los enanos podéis ver en la oscuridad y tus ojos se acostumbran en apenas unos segundos. Te ves en una gran sala hexagonal con una fuente seca en la parte central y seis bancos de piedra, uno por cara del hexágono. Parece una pequeña plaza similar a las que hay en los corredores de la zona más baja de la ciudad. De esta sala, sale un espacioso túnel de forma hexagonal que avanza en línea recta. Se asemeja a los túneles más antiguos de la ciudad enana de Abalia, debe datar aproximadamente de las mismas fechas. La ciudad antigua debía extenderse también por esta zona, o al menos los enanos debieron considerar necesario construir estos corredores por alguna razón... sin embargo, al darte la vuelta, ves que la puerta por la que habéis salido, está oculta, disimulada en la pared. Desde este lado no se ve con facilidad. Algo o alguien hizo necesario ocultarla. 

-Al parecer la ciudad antigua sigue por aquí.-Explica Godric en un susurro. Dicho esto, se coloca una gema en la frente y mira alrededor. Tarda unos segundos que hacen que los dos guardias que os acompañan tiemblen un poco por los nervios, uno de ellos prepara su ballesta para cualquier eventualidad.

-Aquí no hay magia.-Dice finalmente sacando un libro de pequeño tamaño y anotando una breve línea de texto.-Podemos avanzar tranquilos. 

Tras recorrer el primer túnel, llegáis a una gran sala abovedada a la que entra una gran cantidad de luz del sol gracias a un ingenioso sistema de tragaluces y cristales de roca. En el centro de la sala, una colosal escultura de un guerrero enano decora toda la zona. Hay varios puentes y pasarelas, muchos de ellos rotos, sujetos por grandes cadenas de hierro. En algunos se advierten pequeños montones de escombro y piedra, y hay huesos y restos de escudos y armas rotas por doquier. Sin lugar a dudas es una zona de guerra. 

-¿Qué opinas?-Pregunta Godric mirándote.

-Sinceramente, que nuestros arquitectos y obreros dejan en ridiculo a los de los elfos y humanos... Digo mirando fijamente al guerrero como mostrándonos respeto el uno al otro.

-Pero no me gusta no oír nada. Alzo el escudo y cojo el martillo en posición defensiva. Mirando a cada pasillo y pasarela pregunto.

-No se mucho de magia. ¿Esas criaturas pueden estar por aquí pero sin desprender un rastro de magia? Que hayan venido de un sitio mágico no tiene que decir que se muestren todo el tiempo, ¿no?... 

Espero la respuesta y pregunto. ¿Dónde vamos?

El mago asiente complacido. No le resulta extraño que no sepas de magia, por lo que parece el ha tratado con soldados durante años. 

-Si no hay magia, puedes matarlas con eso.-Dice señalando tu martillo y sonriendo de oreja a oreja.-En estos túneles hay todo tipo de seres, o eso creo.-Dice señalando el suelo bajo sus pies.-Orcos, trasgos, elfos oscuros... enanos grises... -Escupe estas últimas palabras con asco. Los enanos grises son parientes de los enanos normales, y de los enanos dorados, a los que Godric pertenece, pero son crueles, sádicos y depravados, y se dedican por entero a la caza de los enanos y a sembrar la muerte y la destrucción.-Mi poder de detección me permite localizar la procedencia de la magia, si hay alguien escondido con magia para apuñalarnos por la espalda, también me permite encontrarlo... y si alguien cerca tiene un objeto mágico también. Además puedo encontrar encantamientos por la zona. A priori podríamos lidiar con todo ello, pero... nunca está de más ser precavidos. 

Además hay seres que son demasiado poderosos, demonios y demás, que contienen las protecciones mágicas. Esas protecciones son las que hemos venido a comprobar. 

Una vez conocí a un par de enanos grises estaban en las mazmorras, quizá fueran mestizos... Me revolvieron el estomago. Su la falta de honor... ¿Qué es la guerra sin honor?¿Qué es una vida sin honor? Hay que aprender a encerrar nuestro lado oscuro, como hicimos aquí. Me digo admirando la enorme plaza. Y no dejarlo salir hasta que no seas capaz de controlar la rabia, la ira. O acabarás siendo un depravado y sádico hijo de una rata.

Vuelvo tras perderme un instante en mis pensamientos.

-Pues le sigo. Encontremos los puntos en los que podría haber problemas.