Partida Rol por web

Al entrar en la primera vivienda cerrada, quedáis estupefactos ante lo que encontráis. Hay varios enanos tras la puerta, sentados en sus sillas y tumbados en sus camas. En total unos quince, puede que más. Desde luego son muchos más de los que la casa admitiría en condiciones normales, pero por alguna extraña razón no parece importarles. Cuando los miras más detenidamente, se vuelven hacia vosotros como si se acabaran de dar cuenta de vuestra presencia. Acto seguido, uno de ellos emite un gruñido y el resto se levantan y empiezan a caminar hacia vosotros. 

Entonces os dais cuenta de que algo no cuadra. Esos enanos muestran infinidad de heridas, incluso a algunos les faltan partes vitales del cuerpo y parecen estar pudriéndose. No hay duda de que hace tiempo que no están vivos.

Rápidamente el Ballestero descarga dos disparos de su ballesta sobre la primera de esas criaturas. Sólo el primero impacta, y además no parece haberle hecho el suficiente daño como para que aquella criatura lo haya notado. Continúa avanzando poco a poco hacia vosotros.

-Zombies.-Dice la voz del mago detrás de vosotros. Acto seguido lanza un rayo desde su mano derecha que da de lleno al primero de aquellos seres y, de forma totalmente inesperada, rebota y golpea al segundo de ellos. Ambas criaturas se desploman al instante, pero siguen viniendo más. 

Me dispongo a cubrir la puerta con el escudo y trato de crear un cuello de botella haciendo que no puedan atacar en masa. Acto seguido lanzo mi martillo contra el primero que se acerque. A la cabeza.

Tratas de golpear a aquellas criaturas, cada martillazo hace caer una de aquellas criaturas al suelo con un estallido de luz que se desprende de tu arma. No en vano, está específicamente diseñada para acabar con esos seres. Tras el primer martillazo una de aquellas criaturas cae al suelo, y luego otra con el segundo, un tercero hace caer a una tercera y con un cuarto golpe hundes el mazo en la cabeza de otro de aquellos seres haciéndolo caer. 

Desde detrás de tí, Godric y el ballestero observan satisfechos. Un nuevo rayo de Godric hace caer a otros dos y una rápida sucesión de disparos del ballestero hace que tres de aquellas criaturas caigan al suelo inmóviles. Finalmente el guardia que te acompaña, deja caer un hachazo sobre dos zombies más y estos se desploman. 

-Demasiado fácil.-Dice Godric pensativo.-Aunque todas estas salas podrían estar abarrotadas igual que esta. Deja uno vivo.

-Retiro lo dicho. Vamos los 4 casa por casa. Tratando de no hacer mucho ruido. Vamos a registrar está y asegurarnos de que está limpia antes de pasar a la siguiente. Cuando salgamos la cerramos a calentar y canto y la marcamos en el mapa como limpia. Si nos pasa algo. El que nos encuentre sabrá dónde está a salvo. En marcha. Vamos a limpiar está y a la siguiente.

Tras terminar con el penúltimo, el mago hace un gesto para que dejes al último con vida, pero decides obviarlo y acabar con él. 

-No tiene sentido.-Piensa el mago en voz alta.-Tener a todos esos enanos aquí... desde hace tanto tiempo. No tiene sentido. Esta zona lleva deshabitada siglos. No es lógico que estén aquí como si estuvieran guardados en un armario. Esto huele a nigromante. Pero la cantidad de muertos que puede haber aquí es astronómica. Entre los cuatro tardaremos semanas en limpiar todo esto... y no tiene sentido colocar una protección en el pasillo para que no salgan hacia la ciudad... Deberíamos explorar más o pedir refuerzos que limpien todo esto. O las dos cosas.

-Hum. Quizá tengas razón. Vosotros dos. Sacad estos cuerpos a la plaza y ponerlos en una pira, os echo una mano. No podemos arriesgarnos a que vuelvan. Vamos a solicitar refuerzos. Estableceremos esta casa como cuartel de campaña. No podemos seguir investigando con la retaguardia plagada de... estas cosas. ¿Godric, puede encargarse de avisar a la ciudad? Después nos encargaremos de deshacernos de estos cuerpos.

-Ah y vosotros dos. Apartar las armas, escudos y cualquier cosa útil que puedan llevar encima.

Godric asiente y coge la piedra con forma de cabeza de enano. 

-Gundar, ¿Me oyes?-Le dice con esperanzas de oir una voz familiar.

Tras unos segundos, la piedra abre los ojos y empieza a hablar con una voz familiar. 

-Te oigo.-Responde con tono de enfado.-No me acostumbro a estos malditos chismes. ¿Qué ocurre?

-Necesitamos refuerzos. Todos los posibles. Tenemos varias docenas de antiguas viviendas repletas de enanos zombies. Todo apunta a la presencia de un nigromante... pero algo no encaja. Es como si los hubieran contenido en este pasillo, en esta sección de la ciudad. Parece más un almacén que otra cosa... Primer túnel nada más salir del de llegada. Hay dos antorchas en el pasillo, no las quitéis bajo ningún concepto. Son lo que impide que los zombies salgan de este ala. 

-Pero eso no tiene ningún sentido.-Responde Gundar.-¿Qué descerebrado habría levantado cientos de zombies para luego impedirles salir a la ciudad? ¿Y además enanos? Hace siglos que ahí abajo no viven enanos. ¿De qué infierno los han sacado?

Te paras a pensar y puede que tengan razón. Las protecciones como la puerta que habéis atravesado aislaron esa parte de la ciudad hace siglos. Esas criaturas deben llevar muchísimo tiempo allí. 

Tras unos momentos, los cuerpos arden. Apiláis objetos de valor y armas. Los zombies llevan, en algunos casos, viejas armaduras enanas que son un vestigio de lo que en su día fueran, pero al ser de factura enana pueden repararse con facilidad. Por otro lado, en su mayoría, visten harapos, antiguas ropas normales que se han deteriorado con los años. 

Entre todo lo que podéis encontrar hay restos de media docena de armaduras que podrían repararse o llevarse a un museo, tres dagas, dos hachas y una espada. Tras las pesquisas de Godric determináis que no hay magia en ninguna de ellas. Por último, uno de ellos lleva un anillo de mithril colgado al cuello por una cadena del mismo material. En él se ve el sello de una antigua casa noble de Abalia, los escama de plata, una dinastía de enanos emparentados, según la tradición, con dragones. 

Tomo el anillo.

-Si su heredero sigue vivo se lo entregaré. Si no se lo daré a la ciudad. El resto podremos llevarlo a los cuarteles. Seguro que hace falta material. Ahora esperamos los refuerzos y limpiamos los pasillos. Poco a poco será más fácil que si se abalanzan todos.

Hacemos guardia mientras tenemos refuerzos

Tras un buen rato de espera, empezáis a oir un sonido de pasos tras vosotros. Es un sonido atronador, como si un grupo grande avanzase al unísono. En ese instante, la piedra vuelve a hablar.

-Ya han salido los refuerzos.-Dice la voz de Gundar.- Deberían estar al caer.

El ruido se va haciendo cada vez más fuerte, llena el pasillo por completo, y tras unos minutos una escuadra de veinte guerreros enanos bien pertrechados llega al lugar formando cuatro filas. Un guerrero enano parece dirigirlos.

-Ya hemos llegado.-Dice a modo de saludo.-¿Por dónde empezamos? 

Tras varias horas, cuando el día está llegando a su fin, llegáis ante los muros de Abalia. 

La otrora capital del reino enano de Abbal Yar, orgulloso bastión de los enanos en las cordilleras centrales de Hesperia, se alza ahora como una ciudad más dentro de un imperio mucho mayor del que los antiguos enanos pudieron soñar. La corte se mantiene prácticamente inalterada, pues la misma familia que gobernaba la ciudad cuando los soldados imperiales se abrieron paso por el valle se mantiene en el poder en este caso como representantes de la autoridad del emperador. 

La ciudad, excavada en el subsuelo como las antiguas ciudades enanas, ocupa varios túneles de una extensión de decenas de kilómetros. Podría haber resistido al imperio décadas, pero prefirieron firmar la paz y evitar las muertes. Cada nivel se destina a una labor, los superiores al comercio y la artesanía por ser más cercanos a la superficie, y los más bajos, casi inexpugnables, a las residencias de los nobles, cementerios y templos. 

Cuando os aproximáis a las puertas, varios enanos con pesadas armaduras en las que se ve el escudo de la ciudad os cierran el paso. 

-Nombre y asuntos que os traen a la ciudad.-Dice uno de ellos secamente. 

-Buenas. Hemos establecido un pequeño cuartel de campaña en la primera casa de la izquierda de la calle. Se puede usar como zona de operaciones. Dirigiremos todo desde allí. Lo primero que hay que hacer es limpiar el resto de la calle, casa por casa, se espera gran número de enemigos. Nos enfrentamos a no-muertos. Las ordenes son entrar en las casas una a una. Limpiarlas extraer cualquier cosa útil para el cuartel general como armas y armaduras y traer los cuerpos hasta esta pira. Aquí los incineraremos. Unos 3 soldados junto a ellos dos. señalo a los compañeros que llegaron con nosotros en primer lugar Se encargarán de la quema de cuerpo. Otros 5 harán guardia en la casa como refuerzos y en caso de que haya problemas saldrán a pedir más ayuda. Además tratarán de crear defensas en la casa y en torno a ella. El resto conmigo y Godric. Nos dividiremos en dos grupos de 7 y limpiaremos casa por casa. Cada uno en un lado de la calle. No quiero héroes, ni quiero tonterías. No son enemigos poderosos, pero son muchos, hay que tratar de elimianarlos creando cuellos de botella en pasillos o puertas. En cuanto hayamos limpiado las primeras casas mandaré que los que estén en la retaguardia recojan pistas en los domicilios vacíos y las lleven al cuartel de campo. En cuanto al tema de magias preguntad a Godric. Si algo parece mágico no se toca hasta que el lo avise. Que sus hombres estén listos en 15 minutos. ¿Alguna duda?

El viaje con los futuros soldados enanos de Abalia había sido cómodo y placentero, contando batallitas e historias que todo soldado o aventurero aprecia, Tarkas guardaría buen recuerdo de estos soldados.

Paso a paso se iban aproximando a la ciudad, hasta que comenzaron a ver las grandes puertas de la ciudad, incrustadas en la montaña como si formasen parte de ella, su arquitectura no tenia comparación.

-Magnifico...- solo pudo susurrar el humano ante la bella ornamentación de la arquitectura enana.

Tan absorto estaba deleitando sus ojos, que no se percato del movimiento de la guardia de la ciudad.

-Oh, buenas noches, caballeros, Soy Tarkas Widokowi, y tengo el placer de haber compartido un corto pero enriquecedor viaje con estos nobles caballeros. -alegó mirando a los soldados enanos que le acompañaban. 

Adelantándose levemente a sus compañero de viaje, devolvió las respuestas a los guardias.

-El objetivo de mi presencia aquí es sencilla, viajo por esta buena tierra buscando la fama y honor para mi apellido, y estaría agradecido si pudiese gozar de las maravillas de esto que llamáis ciudad, pero que yo llamaría "obra maestra de la arquitectura".- acabo diciendo mientras volvía a mirar las hermosas puertas.

Los enanos empiezan haciendo caso a tus órdenes y poco a poco van eliminando a todos los zombies de las antiguas viviendas de la ciudad abandonada. Poco a poco casi todas ellas van cayendo hasta que, cuando dobláis la esquina, encontráis una figura esperando en mitad del pasillo. Os mira con una mezcla de ira y sorpresa, y en sus facciones reconocéis a un enano, pero no es como los otros. Algo ha oscurecido su piel y sus ropajes y armadura están, pese a ser muy antiguos, en mucho mejor estado de conservación.

-¿Pero qué estáis haciendo?-Pregunta en un dialecto algo arcaico de la lengua enana.-¿Os habéis vuelto locos? 

-Las cosas están bastante revueltas estos días.-Dice el guardia al escucharte.-Así que puedes pasar, pero tu estancia se restringe al distrito mercantil, los niveles superiores. Todo lo que queda por debajo te está prohibido. 

Dicho esto, se aparta y te deja pasar.

Pongo la mano en el pecho de un soldado que se dirigía hacia el pálido, y me dirijo a él desde una distancia prudencial.

-¿Eres tú el responsable de esto?

-No.-Responde secamente.-No soy más que un sargento. El responsable es mi señor. El que os hará despellejar si no os marcháis inmediatamente. 

-¿Cuál es el proposito de tu señor? Porque aquí tus... compañeros nos han atacado cuando estábamos haciendo reconocimiento. 

-Lo dudo.-Responde el enano visiblemente enfadado.-Mentís sin duda. Marchaos de los dominios de mi señor inmediatamente. Aquí no damos cobijo a rateros ni mentirosos. 

Además, ¿Qué tenéis que reconocer si ni siquiera estáis en vuestra casa?