Partida Rol por web

Los habitantes de Untergard suponen un blanco tentador mientras intentan llegar a Middenheim con sus familias y las pocas pertenencias que han podido llevar consigo, no es de extrañar que el capitán Schiller aprecie toda ayuda que puedan recibir. La comitiva de refugiados consiste en tres carretas tiradas por bueyes (una de las cuales transporta a Nana y los huérfanos a los que cuida) y cerca de 85 personas a pie, algunos cargados con fardos y otros tirando de carretillas en las que han apilado todos sus bienes mundanos. La fila de refugiados avanza lentamente, y acampan durante la noche.

El capitán Schiller aprovecha para fijar un orden duro de marcha: un tercio de los guardias locales supervivientes al frente, otro tercio en retaguardia, y el resto desperdigado a ambos lados. Os indica que sois libres de elegir donde quereis posicionaros, pues todas las posiciones están cubiertas. Hans Baumer irá por delante, explorando el bosque. Y por la noche se apostarán cinco guardias para vigilar.

Como no hay un camino directo hacia Middenheim, la caravana debe dar un rodeo a través de Grimminhagen e Immelsched. A nadie se le ocurriría cruzar el Drakwald en línea recta directamente hacia Middenheim. Tal cosa sería un suicidio.

El primer día y la primera noche de la marcha transcurren sin ningún incidente. El avance es lento debido a la presencia de carretas y niños por no mencionar la escasez de comida. A mitad de camino del segundo día llegais a Grimminhagen. Sin mediar palabra, Hans dirige a la comitiva por entre las ruinas del pueblo. Ya habéis oído bastante a los pueblerinos como para saber a qué se debe este silencio. Los habitantes de Untergard no son bienvenidos en Grimminhagen y no hallarán consuelo en ella.

  Albert había recogido su poco equipaje ya que viajaba ligero no sin antes hacerse con un buen abrigo para el viaje, tenia su caballo pero ya que iban marchando a pie le cedió su silla a alguien que sin duda lo necesitara mas, al menos hasta llegar al destino, era joven y aun podía caminar un poco sin agotarse.

  Acompañaba a su corcel en la retaguardia de la lenta marcha para no entorpecer el movimiento de los peatones con las necesidades del animal.

"Este viaje va ser eterno." Me digo viendo el ritmo de marcha que teníamos, pero no podía negar que hacían lo que podían aquellas gentes, en cierta forma me daban pena, recordaba como en su día tuve que abandonar junto a los míos nuestra fortaleza por una horda de pieles verdes.

Decido marchar cerca del carro de los huérfanos, andamos dando un rodeo al Drakwald "No lo entiendo porque no ir en línea recta." Aunque al parecer por lo que oí temían lo que en él se encontraba. "Igual debería pasarme por el cuándo acabara este viaje." Así que andaríamos más de lo que había previsto, el viaje transcurre sin más problemas.

Ahora nos encontrábamos en un pueblo que al parecer, la gente de Untergard no eran bien recibidos "Humanos locos, esto no se daría entre los enanos, jamás negaríamos la ayuda a un hermano necesitado por muchos agravios que hubiéramos tenido." Eran esas cosas las que me hacían a veces de recelar de los hombres.

La caravana partió del pueblo. Era una larga comitiva, y la verdad es que nos desplazçabamos muy despacio. No nos habían asignado lugar concreto, por lo que me dediqué a ayudar y distraer a los huérfanos en el trayecto. Intentaba que no solo ellos tuvieran un trayecto más fácil, si no que el resto de los niños no padeciesen el esfuerzo de la marcha. Subía a los niños en los carros, y estaba atento a lo que pudieran necesitar, mientras me coordinaba con Nana, ya que ella tenía más experiencia que yo con los niños. Y más con los humanos. Miraba a mi alrededor en mis pocos momentos de relajo, y la imagen era dantesca. La desolación y la congoja se reflejaba en los ojos de los aldeanos, haciendo que se respirara un aire de desesperanza en la comitiva.

Alexander caminaba junto al resto de la comitiva, "esto es una perdida de tiempo, no voy a ganar nada con semejante compañia, espero tener más suerte cuando lleguemos a Middenheim" se decía para si mismo. Durante el transcurso del viaje se acercó a varios de los aldeanos para saber de ellos, en realidad no le importaban lo más mínimo, pero era una buena forma de entretener la larga y lenta caminata.

-Somos como un ganado desfilando hacia el matadero. Como nos caigan encima más hombres bestia, estamos acabados.

La marcha era lenta y penosa, tanto que en un día y medio apenas habían avanzado. Una marcha del ejército hubiese sido mucho más productiva y se podían encontrar a kilómetros de allí. -Pero claro... con tanto anciano y tanto niño... es imposible ir más rápido.

En el segundo día llegaron a otra población pero no se pararon ni para recoger noticias, por lo que Karl mantuvo la boca cerrada y no preguntó los motivos.

Con una rápida mirada os dais cuenta de que Grimminhagen ha quedado en mucho peor estado que Untergard. Las fuerzas de Archaón saquearon el lugar, y apenas dejaron supervivientes. También, a pesar de que con la lentitud de la caravana sería fácil llegar a la ciudad y avisar a sus supervivientes acerca de los hombres bestia que vienen del sur, nadie de Untergard parece dispuesto a hacerlo.

¿Eh humanos no avisareis a vuestros hermanos del peligro de los hombres bestias?. Pregunto en alto para ver si al menos avisarian a sus congeneres, nadie parecia decir nada.

Maldita sea, no os entiendo, en vez de ayudaros simplemente os ignorais. Escupo al suelo y me salgo de la formacion para dirigirme a la ciudad. Desde luego si pensais vencer a lo que se os viene de esta forma, estais equivocados. Digo antes de tomar camino hacia el sitio para avisar al menos de que habia gran numero de hombres bestia y que igual era mejor que tomaran medidas. "No entendia a estos humanos."

En principio no tendria problemas en llegar luego a la caravana no llevaban un ritmo rapido. Mientras paso por las ruinas miro por si veo algun superviviente o algo.

Veo la dantesca escena, mientras un suspiro hace exteriorizar mi pesar. La devastación era total. Nada aparte de ruinas quedaba ya allí. Pero intento evitar esos pensamientos, ya que lo que nos traía ahora en liz, era la caravana, y llevar a los refugiados a nuestro destino de la manera más rápida posible. Por lo que prosigo con mis que haceres en la caravana sin prestarle más atención de la debida a los actos pasados.

Alexander quedo atónito al ver a los pocos supervivientes de Grimminhagen, pero más aun al ver como sus vecinos de Untengard no les hacían el menor caso, ni siquiera preguntaban por su estado. Ragnar no pudo evitar soltar unas maldiciones hacia nuestros acompañantes al ver la reacción de estos, "y que razón tiene" pensó Alexander ante las palabras del matador, pero no seria él quien se preocupara por más supervivientes, aun así, se detuvo al tiempo que lo hacia Ragnar y espero a que este hablara con los pocos aldeanos que quedaban en Grimminhagen.

Las palabras del enano hicieron que la conciencia de Karl se removiera. Alarmado por la falta de compasión de sus aldeanos escoltados, lo siguió. -¡Eh, oye, Ragnar! Espérame, iré contigo a avisarlos. Busquemos a algún lider para que los guíe, ¿te parece? -Dijo, mirando a su alrededor buscando algo parecido a un edificio oficial, a pesar de solo haber ruinas.

  Albert iba como si nada cuando de repente varios de los viajeros, en su mayoría extranjeros como el, comenzaron a abandonar la marcha indignados.

 -¿Que esta pasando?- Se pregunto como si se hubiera perdido algo importante.

El enano y el soldado imperial se marchan hacia las ruinas de Grimminhagen ante la recelosa mirada de los ciudadanos de Untergard, que no hacen ningún comentario al respecto.

Conforme os acercais más al pueblo podéis comprobar que también allí todo está en ruinas, y sus restantes habitantes están reconstruyendolas. La mayoría siguen en sus tareas, aunque alguno levanta la mirada para sorprenderse por la visión de un enano, pero no tardan demasiado en volverse a lo suyo, tienen mucho que hacer.

Cuando voy caminando un soldado se me une en la marcha "Al menos uno que hace lo correcto." Me digo cuando lo veo llegar. Avanzo junto a el por las ruinas desde luego habian sufrido un durisimo ataque, la gente reconstruia como podia lo que se habia destruido. Les miraba como trabajaban tratando de recontruir sus hogares algunos miraban mi aspecto pero pronto volvian a lo que estaban haciendo.

Eh ¿Quien manda aqui? necesito hablar con el y rapido, quizas le interese saber que una manada de 200 hombres bestia se dirigen hacia aqui. Digo en voz alta no tenia ganas de perder el tiempo y esta gente tampoco disponia de el por lo que sabiamos. No era sutil pero si eficaz no creo que tardase alguien en contestar.

Varios ciudadanos se alarman ante la noticia del enano, pero tras unos segundos la mayoría de ellos vuelven a su trabajo, ignorandoos de nuevo. Sólo uno, más anciano, se dirige hacia el soldado hablandole directamente a él con un tono de pésame: Si el ejército ha venido a ayudarnos creo que llega tarde. El mal ya ha cruzado por esta ciudad, arrasandolo todo.

Permanezco inmóvil viendo como se dirigen hacia el pueblo en ruinas, hasta que los pierdo de vista. Una vez desaparecidos, mi mente empieza a divagar rápidamente. Deberías habver ido con ellos. Y si queda algún atisbo de enemigos? serían suficientes un enano y un humano solos?........ Los pensamientos me comían por dentro, pero sabía que no debía dejar la compañía. Tenía que pensar en el bien común y no en salvar dos vidas. Así, traté de apartar de mis pensamientos a mis dos compañeros y seguí con mis quehaceres. Mientras veía como El humano que había desaparecido en el combate, seguía sin hacer nada. Ya pedirá ayuda tarde o temprano.

Eh viejo estoy aqui eh. Maldito anciano "Recuerda lo que pasaron Ragnar." Me digo para evitar enfadarme en exceso con esta gente, no entendia que les pasaba les acababa de mencionar lo de la manada y seguian a lo suyo.

¿Que el mal ha cruzado ya? ja, solo ha pasado de costado, ahora viene directo y esta vez no dejara nada ni a nadie. Asi que si dejar de compadeceros, tomad vuestras cosas y partamos, ahi una caravana que se dirige a un lugar seguro. Cuando pase todo podreis retomar la reconstruccion. Comento al anciano pero en voz alta para que puedan oirlo todos.

Aquel hombre escuchó confuso las palabras de Ragnar y se tomó unos segundos para reflexionar, mientras algunos aldeanos se empezaban a acercar curiosos al verlo entablar conversación con vosotros.

- No entiendo a qué os referís, quizás si os tomais con más calma vuestras palabras seré capaz de entenderos- pronunció calmadamente el anciano, haciendo por fin caso al enano-. Decidme, hijos míos, ¿de qué caravana estáis hablando?

  Albert observo la reacción de todos los viajeros y se aproximo a uno a intentar disipar su ignorancia.

  -Disculpe ¿Sucede algo malo con este lugar?