Partida Rol por web

Roger abandonó el lugar en su carruaje y ahora tan solo quedaba tomar rumbo al único lugar donde se suponía que se encontrarían respuestas: Villa Risueña.

Nadie del gremio había estado allí antes, al igual que tampoco sabía llegar con exactitud; por suerte el contratista os había dejado las indicaciones necesarias para tomar un rumbo acertado si no existían contratiempos.

¿Qué ocurriría una vez estéis allí? Iba siendo hora de ultimar los detalles y partir.

Poco podíamos preparar ya que poco era lo que teníamos. Sin dinero no podíamos comprar provisiones para el viaje, ni aumentar nuestras pertenencias o cualquier cosa que necesitásemos durante el viaje, así que no nos quedaría más remedio que ir buscándonos la vida a cada hora que pasara. Por lo menos esperaba poder conseguir algo de caza, y manantiales tendría que haber a lo largo del camino. Fuera como fuera, tendríamos que arreglárnoslas por nuestra cuenta.

Al final quedó decidio que a esa misión fuéramos Aramiel y yo, algo que no me convencía demasiado ya que me temía algún que otro enfrentamiento entre nosotros, aunque tenía que reconocer que nos complementábamos para muchas cosas y sus palabras sobre su arte de curación y la diplomacia de la que solía hacer gala sería bastante útil. Suspiré resignada, tendría que tener paciencia y aprender a controlar mis enfados.

Por fortuna el noble nos había dado buenas indicaciones, sólo era cuestión de seguirlas y, en principio, no tendríamos porqué perdernos. Otra cosa sería los problemas que pudiéramos encontrarnos por el camino.

Con las pocas pertenencias metidas en el zurrón, mis protecciones de cuero y metal puestas y mis armas listas, por mi parte ya estaba preparada para emprender el camino.

—Llegó el momento.

Miré al resto de mis compañeros en una muda despedida mientras esperaba a Aramiel que terminara de recoger sus cosas.

Esta misión tenía muchos finales, pero en su gran mayoría en fracaso. Aramiel tenía claro esto al cargar sus pocas pertenencias en su macuto de viaje. Comida para el viaje no había y no hablar del dinero. El hombre a penas ya recordaba cuando el gremio no debía preocuparse de gastos para viajes.

el pelirrojo miro a su compañera y no pudo evitar hacer una pequeña mueca de disgusto. Dora era muy volátil y mal educada, pero sabía bastante sobre el bosque y podría ayudar bastante en combate, aún así no le agradaba. Pero al menos más que la misión. 

Con su bastón en mano recordó la conversación con su empleador, como aún tenían bastantes vacíos sobre la misión y este lugar llamado "Villa risueña". Pero no podían hacer nada al respecto, el sería que pagaría y ellos debían de cumplir con la misión.

Sora estaba lista y esperando a Aramiel, mientras este se dirigió a sus compañeros con unas últimas palabras.

- Recen a sus dioses y deseenos suerte, pues será esta misión la que definira el destino del gremio -Aramiel había estado mirando a los miembros que se quedarían resguardando el lugar- pues será lo que deba ser - Se giró hacia Sora y la miro directo tameme, asintiendo y suspirando al mismo tiempo que la inseguridad comenzaba a apoderarse de su mente- bien, guíe mi señora Sora.

Nuestra suerte estaba echada. Una vez nos habíamos decidido a aceptar aquel trabajo, ya no había vuelta atrás, o por lo menos a mí así me lo parecía. No iba a poner en juego mi honor ni el del gremio por miedo al fracaso o las dificultades que pudieran salir al paso. En peores trabajos nos habíamos visto envueltos y habíamos salido con éxito de ellos.

El mayor problema que veía para que la misión tuviera éxito, aparte de encontrar provisiones por el camino, era el entendimiento entre Aramiel y yo. Nuestros caracteres tan opuestos podrían llevar al traste la tarea encomendada, sobre todo si se daba una disparidad de opiniones.

Quizás por ese motivo, para evitar choques inútiles entre los dos, me centré en seguir las indicaciones marcadas abriendo sólo la boca para explicar el camino que estaba siguiendo. Por el momento estábamos teniendo suerte con la caza y el agua, lo que nos permitía alimentarnos sin problemas y el camino estaba resultando lo suficientemente cómodo y fácil para evitar cualquier tipo de problemas.

Y era precisamente esa falta de percances en nuestro viaje lo que me hacía estar recelosa. Mi experiencia me decía que, tarde o temprano, los problemas aparecerían y estos llegarían uno detrás de otro.

El inicio del viaje fue bastante tranquilo para ambos. Partiendo porque no pasaban ni sed ni hambre, en el trayecto a Villa Risueña. Además de que su compañera no abría la boca nada más para lo justo y necesario. Aramiel confiaba en las habilidades de la exploradora, pero aún tenía una cierta incertidumbre a su comportamiento cuando estuviera fuera de su entorno predilecto. Para el pelirrojo fue claro que no lograrían cumplir con la misión si no lograban limar asperezas y el hecho que Sora no quisiera decir más de lo necesario, le comenzaba a molestar. Aún así el aguardo un tiempo prudente para poder entablar una conversación. 

- Mi señora, Sora - empezó carraspeando el mundae- quizás sea prudente que conversemos un poco sobre esta misión. Me gustaría saber su opinión sobre las irregularidades que maese Roger no quiso aclarar. Pero....- Aramiel cerró lo ojos y suspiro, para después abrirlos y mirar directamente a los ojos de su compañera- tengo que ser franco con usted, mi señora. Somos muy diferentes y cualquiera puede notar que nuestros caracteres chocan uno contra el otro. Tenemos que aprender a mantener un equilibrio en nuestra relación, para que no entorpezca la misión. Por lo que me gustaría empezar denuevo con usted, olvidando cualquier malentendido o disgusto que le haya provocado - Aramiel extendió su mano derecha hacia ella, esperando que su jugada de honestidad le ayudará en esta ocacion. Un bien diplomático debía saber que aveces hay que ceder un poco para ligar sus objetivos- ¿qué me dice?

No podía negar que me sentía sorprendida ante el cambio de actitud de Aramiel. Que intentara entablar un poco de conversación buscando mi opinión, me hacía pensar que no todo estaba perdido y que, quizás con el tiempo, acabáramos entendiéndonos e incluso nos lleváramos bien.

Medité unos segundos las cuestiones que me planteaba y que no dejaban de ser una traducción en palabras de mis propios pensamientos.

Mi semblante serio cambió repentinamente por una sonrisa. Podía resultar una persona fría y distante pero, en el momento en que cogía confianza con alguien, me consideraba alguien muy leal.

—Por mi parte no hay ningún inconveniente en empezar de cero. Reconozco que soy algo impulsiva, más de acción que de palabras. —Ladeé mi cabeza observando a Aramiel mientras seguía manteniendo la sonrisa en mi boca—. Sí, nos complementamos perfectamente. Eso no debería ser motivo de problemas sino todo lo contrario.

Volví a ponerme seria, pensando detenidamente en la poca información de la que disponíamos sobre la misión que nos habían encomendado.

—Estoy convencida que maese Roger nos ha ocultado información. Desde el primer momento no nos ha querido contar todo lo que sabe, no sé si por temor a que no quisiéramos aceptar su trabajo o porque el peligro es mucho mayor del que nos ha hecho ver. —Me quedé mirando a un punto indefinido del horizonte—. Me resulta sospechosa la importancia que le ha dado a unos papeles frente al resto de sus riquezas, y el hecho de que nadie hubiera conseguido… nada. —Moví la cabeza negando—. Creo que esos papeles son sumamente importantes pero no sólo para maese Roger sino para más gente, y no me preguntes porqué lo creo así porque no sabría dar una explicación.

A pesar de la conversación, en ningún momento mis sentidos dejaban de estar atentos a todo lo que nos rodeaba. No podíamos bajar la guardia si queríamos llevar adelante con éxito aquel trabajo.

—Un momento Aramiel. —Señalé a un punto ante nosotros—. Mirad esa cueva. —Sentí como me embargaba la emoción de una nueva exploración, aunque reconocía que podía ser peligroso ya que quizás fuera el refugio de algún animal salvaje o incluso de alguna banda de ladrones—. ¿Echamos un vistazo dentro?

Aramiel se sorprendió al ver como la expresión de Sora cambiaba de una mirada seria, ha unaas amigable y sonriente. Pero fue más grande su sorpresa, cuando escucho las palabras de su compañera. El Mundae no esperaba un recibimiento tan bien de su proposición y más aún, que ella considerará que podrían complemetarse con sus personalidades opuestas. 

Aun asi, no dejo de concentrarse cuando Sora dio su opinión respecto a la misión. Al igual que ella, su rostro se mostró serio al recordar el encuentro con el comerciante. Nada nuevo que no haya pensado el antes, pero eso significaba que también compartía. Las mismas sospechas y era un buen punto de partida para pensar con más detalles el trabajo. 

- Me alegra saber que podemos enten..- Aramiel no alanzo a decir nada más, ya que su compañera lo interrumpió abruptamente, cosa que le disgustó enormemente. Los modales siempre debían de ser respetados.

Su rostro levemente molesto se transformó en curiosidad, al ver el lugar que apuntaba Sora. Por un momento se le cruzó por la mente que debían continuar con su cambio, pues no tenía ni tiempo ni energías para gastar en una excursión. Pero al ver la expresión de ansiedad de Sora, se reeplantio lo que saldría de su boca.

- Mi señora, Sora. Se que un lugar como este le llama la atención, tanto como a mi. Pero debe recordar que estamos en contra del tiempo y no tenemos recursos, ni energía para malgastar en otras cosas- El quería ser diplomático, pero quizás en esto no podría tranzar ni un poco. Aunque por otro lado, sería bueno mostrar una buena disposición a su propuesta- Pero no negare que es tentador echar una mirada -El mundae se llevó la mano derecha a la nuca y comenzó a masajes levemente, mientras su semblante cambiaba a uno de resignación- Pero podemos llegar a un acuerdo -suspiro y continuo, juntando su manos por delante de el con los dedos entrelasados- entraremos y exploraremos la cueva, pero al menor indicio de peligro nos retiraremos ¿de acuerdo?

Esperó la respuesta de Sora con una mirada inquisitiva, con la esperanza que pudieran llegar a un acuerdo. Pero más que nada, que se diera cuenta que no era una buena idea incursionar en un lugar como aquel, cuando tenían que concentrarse en algo más importante, sobre todo con los poco y nada de recursos que tenía a su disposición y no hablar que no podían permitirse el lujo de salir heridos.

Dejándoos llevar por vuestra curiosidad, decidisteis entrar en la cueva a echar un vistazo.

Parecía una galería natural, deshabitada, o por lo menos en aquel túnel que comenzasteis a atravesar no parecía haber nadie...

Desde luego Aramiel y yo éramos polos opuestos. A mí me gustaba la aventura por la emoción, para tener nuevas experiencias, para desarrollar más mis sentidos, porque era una parte muy importante de mi vida; en cambio él era demasiado prudente, recto y... aburrido. Me quedé esperando su decisión, que mucho me temía que no sería otra que una negativa.

Pero me llevé una sorpresa cuando, no sin cierta reticencia, aceptó que nos adentráramos en la cueva. Asentí con la cabeza esbozando una media sonrisa.

—Por supuesto, a la más mínima señal de peligro salimos corriendo de ahí.

Me adelanté para adentrarme en la cueva que, por lo menos en su inicio, no era más que una especie de galeria o túnel horadado por la mano de la naturaleza a lo largo de los tiempos. No se oía ningún sonido, lo que me hizo pensar que quizás estuviera vacía, pero aún así no bajé la guardia.

El pelirrojo esperaba no haber cometido un error al haber aceptado la propuesta de adentrarse en la cueva. Pero al ver la expresión de Sora, al menos sabía que había avanzado un poco más en mejorar su relación.

- Entonces guienos, mi señora Sora. Contesto el Mundae, no sin un dejo de preocupación en su tono. 

Aramiel no dudaba de las habilidades de su compañera, pero el riesgo era alto para lo que podrían obtener explorando la cueva. Y a pesar de que su instinto le decían que continuarán con su camino, se adentró en la cueva siguiendo a la mujer. En un inicio se veía como una cueva común y corriente, sin indicios de personas alrededor. Pero el no podía asegurar nada respecto a cuevas, ya que el era más de bosques y espacios abiertos. Aún así el se mantuvo atento a cualquier sonido o huellas que indicaran algún tipo de peligro. El quería salir pronto de ese lugar y si encontraba una excusa, mucho mejor.

Ambos notasteis que la cueva tenía algo extraño. Como si fuese un hilo invisible, algo deslumbraba en el interior de la cueva... ¿Sería el activador de una trampa? Desde luego era algo colocado por un ser racional y no por la naturaleza, lo que daba a pensar que aquella cueva era más de lo que podía aparentar.

A pesar del silencio y de que no se apreciaban rastros de que la cueva estuviera ocupada, mi instinto gritaba advertencias con cada paso que daba. Sentía la emoción y la curiosidad de la exploración, pero tampoco me consideraba una loca que se adentrara sin medir las consecuencias. Además, le había prometido a Aramiel que no seguiríamos avanzando y que saldríamos de la cueva al menor indicio de problemas, obstáculos o trampas. Y algo me decía que íbamos de cabeza a una trampa.

Mis oscuros pensamientos se vieron confirmados al ver el destello en la cueva. Parecía un hilo que deslumbraba con la poca luz que le daba. Quizás no fuera nada, simplemente el destello de algún mineral o algo parecido, pero también podríamos activar alguna trampa sin querer.

Me detuve haciendo un gesto a Aramiel para que él se parara también, mientras pensaba si sería buena idea intentar desactivar lo que fuera aquello y continuar, o dar media vuelta como seguramente mi compañero estaría deseando. Por mi parte prefería intentarlo, si alguien se tomaba tantas molestias para proteger aquel sitio era porque escondía algo importante o valioso, o por lo menos eso era lo que quería pensar. Pero se lo había prometido...

Luchando entre mis deseos y la palabra dada, me giré a Aramiel una vez tomé mi decisión.

—Como supongo que no quieres arriesgarte más de lo que ya lo hemos hecho, y dado que aquí delante creo que hay trampas, será mejor que demos media vuelta. Aunque no voy a negar que siento curiosidad por saber qué protegen con tanto ahínco en esta cueva, pero te he dado mi palabra de que al menor atisbo de peligro saldríamos de la cueva. Así que... demos media vuelta.

Aramiel siguió a su compañera a cierta distancia para no entorpecer su trabajo como rastreadora. Sabía muy bien que debía darle espacio, pero también lo hacía por el. El pelirrojo no era de los que pudiera manejar imprevistos como trampas o incluso un combate, por lo que recaía en su compañera el enfrentar el peligro inmediato. No es muy honorable y tampoco valiente, pero Aramiel sabe cuales son sus fortalezas y debilidades, sólo un tonto pretendería ser alguien que no es. Aún así, mantuvo todo el tiempo buscando el menor indicio de problemas.

En un momento Sora lo detuvo y le indicó algo en el aire. El enfoco la mirada hacia el lugar indicado y observo con detenimiento una especie de hilo que brillaba con la tenue luz de la cueva. Inmediatamente su compañera le explicó que más adelante podrán encontrar más trampas y por supuesto quien coloco las trampas. A pesar del entusiasmo que Sora mostró en un inicio, cuando dijo que seria mejor salir de la cueva, su expresión cambio a un rostro contrariado. Aramiel podía entender su reacción y para el fue como quitarse un peso de encima, al ver que ella sabía que no era una buena idea continuar. Pero algo en el interior del mundae le hizo pensar con cuidado sus siguientes palabras.

- Sin duda alguien nos espera más adelante y no creo que termine en una conversación - dijo pensativo, muestras observaba el hilo brillante. Para luego volver la mirada a su compañera- No puedo negar que me alegra saber que comprende la situación, mi señora Sora y que a pesar de sus impulsos, cumple sus promesas- Aramiel miro hacia atrás, luego el hilo brillante y al final, nuevamente a Sora con una mirada contrariada- Supongo que es mi turno de ceder. Sí cree que puede desactivar la trampa, seguiremos adelante- El mundae tomo entre sus manos el bastón que le permitía canalizar su magia y continuo- No voy a mentirle, mi señora Sora. Probablemente haya algo importante en este lugar que podemos usar para financiar nuestra misión. Pero no quiero arriesgarme más de lo debido, así que lo diré de nuevo. Si cree poder desactivar la trampa, seguiremos adelante. En caso contrario nos retiraremos de este lugar.

No pude ocultar mi sorpresa ante el cambio de actitud de mi compañero. Por unos instantes, evalué detenidamente si era él el que me estaba tendiendo una trampa, buscando con su cesión pillarme de alguna forma. Miré el hilo brillante pensando con rapidez, confiaba en mis capacidades pero también sabía que, si fallaba, iba a perder mucho más que mi ego herido.

—Creo que debo arriesgarme. Si alguien protege con tanto ahínco esta cueva puede ser porque esconda algo importante, y nosotros necesitamos recursos para nuestra misión. —Me giré a mirar directamente a Aramiel a los ojos—. Quiero cumplir mi palabra, por lo menos respecto a ti, así que si quieres salir de la cueva estás a tiempo. Por mi parte voy a intentar desactivar la trampa.

Me agaché en el suelo siguiendo aquel hilo hasta dar con el punto exacto para una buena desactivación. Con paciencia, poniendo en práctica todos mis conocimientos, estuve manipulando el hilo hasta que, por fin, escuché un chasquido que me indicaba que la trampa había sido desactivada.

Respiré más tranquila antes de levantarme, decidida a seguir adelante.