Partida Rol por web

—¿Ca...beza?— Niella miró asombrada a su compañera. ¿Lo había abierto a cabezazos. No podía ser, Ratko tenía que haberlo hecho desde fuera. Aunque por si acaso, decidió no ponerse en el futuro a tiro de cabezazo de la chamana. La muchacha siguió al resto, pero sin dejar de mirar a todas partes— Si, vayamos por la roja. Por cierto, deberíamos pensar donde escondernos si vuelven antes de tiempo. 

La muchacha apretó el brazo de su compañero con cariño mientras revisaba la herida y, aunque ya estaba cerrada, la muchacha lo agradeció.

—Lo recordaré. Y tu recuerda aprender a invocar ¡¡Eso sería genial!!

Antes de continuar, Niella intentó encontrar un lugar donde el grupo pudiera esconderse en caso de peligro. Llegó a una conclusión clara: en esa sala serían fácilmente detectados. El único lugar que podría dar la posibilidad de ocultación era en los exteriores del Santuario, allí, al tener una arquitectónica tan complea de relieves, podría brindar una ocultación decende frente a una emergencia.

Con el nuevo rumbo decidio, el grupo no tardó en adentrarse más allá de la puerta señalizada con el color de los rubíes.

Inmediatamente lo primero que notasteis al entrar en aquella nueva sala es que la temperatura empezó a cambiar. A cada segundo que transcurría el termómetro subía entre 1-2ºC hasta alcanzar unos sofocantes 50 grados.

La sala estaba vacía, de piedra gris como las anteriores, sin embargo escuchasteis un sonido como de algo fluir. Mirasteis a vuestros pies para comprobar horrizados como toda la sala se estaba inundando de lava, una lava incandescente que emergía del suelo por arte de magia, sin explicación clara.

Pudisteis comprobar como había un trozo de suelo que no se había cubierto en su totalidad por la lava, eso se convertía en una plataforma segura para posar los pies y planificar un plan.

Con algo más de calma, observasteis como quedó finalmente la sala:

Al final de la sala había un orbe envuelto en llamas, estaba flotando encima de un pedestal de piedra que por fortuna no había sido engullido por la lava pero... ¿por cuánto tiempo?

Entre la mojadura y el calor, el pelo de Niella era un poema. Había pasado de ser una melena rizada a una de esas plantas que se veían en los desiertos orumitas. El volumen que había alcanzado hacía que prácticamente se pudiese esconder un arma en él. —Ya podíamos haber entrado en esta antes... — agobiada, la muchacha se retiró el sudor de la cara— Después de esta vendría bien algo de agua...Aunque sin llenar del todo la bañera, claro.

La expresión mutó al ver la nueva prueba. No se había equivocado. Faltaba el foso. Pero aquel foso no era como el anterior. La distancia era mucho mayor y, para colmo de males, en lugar de una gran caída, había una caída corta... a un tanque de lava. Ni siquiera había sido capaz de atravesar el foso fácil. Shany había tenido que agarrarla en el último momento.

—No... No puedo— el fracaso de la prueba anterior resonaba en su cabeza. 

Sin esperar a que el resto se decantara qué iba a hacer, y queriendo por fin poner un poco de acción a la situación, Poli fue prácticamente trotando como si fuera tranquilamente por el campo hasta que, nada más tocar sus pies desnudos el final de la plataforma, saltó de manera grácil cogiendo el orbe y cayendo en el otro lado.

¿Esto era lo que queríais? – Tiró el orbe al aire antes de cogerlo al vuelo.- ¿Tanto misterio para esta pelotita? ¿La queréis? – Como si fueran malabares, siguió tirándola y cogiéndola aunque en algún momento fingió que iba a caerse.- Mira como rueda la pelot… uy que se cae.

Ratko sonrió a Niella cuando esta le apretó el brazo, cualquier malentendido anterior había quedado más que superado, lo único que deseaba el díabal era acabar con aquellas malditas pruebas y salir de allí.

Entonces al entrar en aquella sala su ceño se arrugó, él era un díabal pero su condición demoníaca no era sinónimo de ser amigo de lava y menos aún si había que estar dando saltos para no chamuscarse.

- El baño de antes tendría que haber sido después de esta sala... Tienes razón... Tranquila Niella, lo haré yo-​ se ofreció Ratko a saltar aunque no muy seguro de sí mismo...

La situación había avanzado de manera vertiginosa. Poli con gran agilidad comenzó a saltar las plataformas hasta alcanzar aquella que sostenía el orbe.

Por otro lado sin embargo, Ratko tenía problemas, puesto que había caído a la lava en su intento por querer también alcanzar el deseado orbe que debería facilitaros la salida de aquella cueva infernal.

Pero no todo acabó ahí. La chamana empezó a jugar con el orbe, sin mantenerlo en sus manos el tiempo suficiente para comprobar dos cosas: la primera de ellas es que no reaccionaba de la misma manera que lo hizo el primer orbe de luz, y la segunda cuestión era que... ¡el orbe era un amasijo de llamas!

Si esa esfera mágica aún no había reaccionado sería porque aún había algo que hacer con ella. Poli era la única que pudo llegar hasta él y eso implicaba que era ella la que debería hacer otro esfuerzo adicional: mantener el orbe hasta que éste reaccionase liberando todo su poder y resolviendo aquella situación tan "acalorada".

Estabais cerca de conseguirlo ¡no podíais rendiros ahora!

—Genial Poli, ¡Tu pue...!¡Ratko!

Niella se lanzó en pos de su amigo y le agarró por el hombro. La muchacha luchaba con todas sus fuerzas, tirando del diabal, pero no conseguía sacarlo. Puede que Ratko no pesase demasiado, pero la fortaleza física de Niella era limitada.

—¡¡POLI!!! Por favor... prisa, no puedo— La muchacha jadeaba con los ojos llorosos por el calor, intentando sacarlo pero apenas logró alzarlo veinte centímetros cuando volvió a resbalarse, junto a un montón de piedras de la plataforma. Pese a todo, no estaba dispuesta a rendirse. La muchacha se arrastró aún más hasta el borde para asirlo mejor con el corazón latiendo a mil por hora. Si moría, sería culpa suya— Aguanta, por favor... Aguanta

Brincaba el orbe entre sus manos al notar que quemaba, deseando por primera vez tener unos guantes que pudieran cubrirle del quemazón.

Después intentó correr con sus compañeros, saltando si fuera necesario y dejando a Niella el rescate del líder.

El diabal no había calculado bien... es más había calculado fatal, ya no sabía si era por el peso de la armadura o porque simplemente se había levantado con el pie izquierdo el caso es en su intento de echar una mano lo que hizo fue resbalar y quedar colgando de la plataforma, tras escupir una maldición vio como Niella trataba de ayudarlo mientras él extendía su mano para tratar de subir... ¡El que fuera un demonio no significaba que no pudiera arder! ¡Y tenía una piel muy delicada!

Ratko intentó salvarse de aquel baño de lava, estirando el brazo e intentando junto con Niella salir de allí antes de que las extremas temperaturas del magma acabasen convirtiendo en cenizas todo lo que contactaba.

Pero justo cuando el Diabal había logrado ponerse a salvo en la plataforma, el orbe que había logrado manipular Poli con éxito comenzó a brillar con más intensidad.

Otra nueva luz recorrió la sala de repleta de lava, de manera automática, hasta atravesarla y llegar a la sala central. Era la 3ª vez que sucedía algo así, indicando nuevamente que el desafío había sido superado. Por fortuna no hubo que lamentar ninguna víctima pero se abría la siguiente incógnita ¿qué vendría después?

Tan rápido como ya os tenía acostumbrado aquel santuario, el entorno volvió a la normalidad. Ya no había plataformas que saltar y la temperatura regresó a niveles normales. Ahora tan solo podíais regresar al centro, contemplar todos vuestros progresos y tomar la decisión sobre la siguiente puerta.

Los esfuerzos combinados habían dado resultado: Ratko estaba a salvo y Poli había conseguido neutralizar aquel orbe. 

—Cu...culo....culogordo—Despues de soltar aquel bello calificativo a Ratko, Niella se dejó caer, extenuada, pero aliviada y miró a Poli con envidia. La chamana parecía estar perfectamente salvo por las quemaduras en las manos. Se encargaría de ellas, por supuesto, pero antes necesitaba que el corazón volviese a meterse en su caja torácica— Y tú, Poli... Puedes desear que en la siguiente habitación haya no sé... un jergón de paja o algo así. Porque con el calor para secarnos se ha cumplido. De sobra

En cualquier caso, la dibumae intuía lo que estaba por llegar: esquivar rayos o enfrentarse a un dragón. Claro, que eso último podía pasar en cualquier momento

Ratko consiguió ponerse a salvo gracias a la ayuda de Niella, un hondo suspiro de alivio se le escapó mientras recuperaba el aliento y se disponía a agradecer a la muchacha de cabello ensortijado su raudo proceder.

- Gra.... ¿Culo gordo? Vaya... Yo pensaba que era sexy...- bromeó revolviéndole los rizos a la muchacha de buen humor. Entonces vio como Poli había conseguido coger el Orbe- Genial, buen trabajo Poli... Vamos a por la última puerta, no perdamos tiempo.

¿No te gustan las habitaciones? – Hasta ahora, quitando la urna llena de agua, había estado más que encantada por los lugares que había visitado. Había ido a un mundo desolado cubierto de muerte, su paraíso natural, incluso ya echaba de menos ver cadáveres putrefactos por el suelo y oler la descomposición de la carne… realmente se había imaginado una pequeña casita cubierta de ceniza al lado de un árbol seco, disfrutando del desolador paisaje.- Ojalá la siguiente sea…- Ladeó el rostro, pensando qué habría más maravilloso que la propia muerte o el fuego del infierno.- Nada, no hay nada mejor que lo que hemos visto.- Sonrió, comprobando que ya estaba seca aunque algo despeinada por el continuo movimiento.- ¡La nada nos espera!

—Espera Poli... Déjame ver las manos—  dijo cogiéndolas para ver las quemaduras. No eran muy graves, pero aún así, le dolerían un montón si no se curaban o al menos las tapaban. Por suerte, Niella había ido más preparada a aquel viaje que a la torre y llevaba un ungüento que iría muy bien— Madre mía, podías limpiarte las uñas de vez en cuando, ¿no? ¡Y más te vale no lamerlo! ¡Te estoy vigilando!

La dibumae hizo un gesto señalando a las manos y luego al cuello, bromeando con aquella amenaza.

—Sí, vamos...Por cierto, Ratko ¡tienes que aprender a poner unas vendas o algo! ¡No siempre voy a estar por aquí para curaros!— el tono de la chica era desenfadado, pero era consciente de que no demasiados en su grupo dominaban las artes curativas. Lo comprendía, pues eran fuertes y no habían tenido la necesidad de Niella de curar sus magulladuras. O quizás no se habían metido en demasiados problemas.— ¡POLI! ¡Te estoy viendo.

Y así fue como, tras recuperar el aliento, el grupo decidió seguir por la siguiente puerta.

En esta ocasión se trataba de aquella que estaba adornada por un zafiro. No sabíais con exactitud que os depararía, pero estaba claro que no sería nada bueno, ni fácil.

Tras atravesar el umbral una agradable brisa os acarició el rostro. Estabais bajo un cielo estrellado, donde la noche os acogía en un prado verde que no parecía tener fin.

Ese lugar era paradisíaco dentro de su simpleza. Después de haber visto tantos horrores en el pasado estar en una sala así (aunque fuese algo mágico) era reconfortante.

Comenzasteis a andar, incluso pasar las manos por la alta hierba cuyo sonido al mecerse con el viento resultaba casi anesético.

Mientras debatíais sobre qué habría que hacer exactamente en esta sala, divistasteis que más adelante, colina abajo, se podía divisar un pequeño lago. Dicho lugar resaltaba frente a la infinita pradera, lo cual os hizo creer que allí habría respuestas sobre cómo actuar.

Sin embargo...

El cielo comenzó a oscurecerse gracias a grandes acumulaciones de nubes negras como el carbón, que empezaron a mostrar pequeños flashes de luz ¿era una tormenta? si fuese una tormenta normal tardaría más en formarse pero aquella apareció como de la nada.

Un impredecible rayo impactó en la hierba, haciendo incluso que ésta saliera ardiendo. El viento empezó a azotar con más fuerza vuestros cuerpos y la lluvia torrencial dejó empapada la ropa.

¡Zas!

Otro rayo impredecible cayó a pocos metros. Notabais que no existía un patrón ¿desde cuando la naturaleza dejaría de ser caotica? y los rayos caían en sitios aleatorios pero cada vez con mayor frecuencia.

Si la respuesta estaba en el lago, habría que ir corriendo colina abajo hacia él, evitando por todo lo posible ser sacudido por uno de esos rayos. ¿Seríais capaces?

Ratko contuvo el aliento cuando atravesó el umbral de la última puerta que les quedaba... En principio no era la nada que había dicho Poli sino..  algo peor, una tormenta que parecía tener vida propia y que estaba empecinada en cambiarles el peinado.

- Casi hubiera sido mejor que no hubiera nada... Maldita sea... ¡Corred!- dijo el díabal corriendo como alma que lleva el Diablo... 

Aquel bello campo bajó las defensas de Niella, que se dedico a saltar entre la hierba como habría hecho un cachorro. No sabía cuando tendría la oportunidad de encontrar otro paisaje así o si lo haría, de modo que lo aprovechó. Lo aprovechó para tirar espigas a Ratko y para esconderse entre las hierbas para tratar de sorprender y asaltar a Poli entre risas. Ni siquiera el fino calabobos parecía afectarla... hasta que se convirtió en una lluvia torrencial acompañada de rayos.

—Odio tener razón— masculló al ver la que se avecinaba —Te lo dije, Ratko. Invocación. Es la clave. Recuérdalo. 

Niella vio correr a su jefe y suspiró. Volvía a estar calada de pies a cabeza, pero no importaba. Al contrario que Ratko, la dibumae avanzó caminando. No sabía donde empezaban ni terminaban los rayos. No sabía donde iban a caer de modo que tomó la misma filosofía que con la lluvia. No correr. Al fin y al cabo, a diez metros de distancia también llovía. Y caían rayos. Con paso firme y la cabeza alta, avanzó despacio, atenta a los peligros pero dispuesta a enfrentar su destino. 

Habían pasado de estar mojados a secarse, ¡y de nuevo mojados! Creyendo que su piel se llenaría de arrugas por tanto cambio y alegrándose que llegaran truenos de tormenta, Poli se puso a dar saltitos olvidándose prácticamente de correr.

En mi hogar jugábamos a “que te atrape el rayo”. En una noche de tormenta nos poníamos todos a invocar los truenos y el ganador era el que ardía por uno… ¡a mí, a mí! – Como siempre lo que podía suponerte una muerte era un juego de niños para ella, disfrutando la proximidad de los truenos e incluso intentando alcanzarlos antes de cayeran, evidentemente no lográndolo al ser más lenta.