Partida Rol por web

Ratko, estaba tan tranquilamente sentado en cubierta, tomando el solecito y dejando que la brisa marina removiera sus oscuros cabellos para tener un poco de tranquilidad y sosiego... cuando Niella se le acercó... nada más verla por el rabillo del ojo supo que era sinónimo de quebradero de cabeza... después de tantas jornadas de ¿falta mucho? y ponerle la cabeza como una olla a presión, el demonio había podido identificar cuando alguna de las dos chicas iba a hacer algo que no le iba a gustar, era como una especie de séptimo sentido que el diabal había desarrollado con ambas... y... no se equivocó.

—Oye Ratk, una duda que me surge así, no por nada en especial— comenzó como si estuviese haciéndole una pregunta para mejorar sus hechizos o por la receta del asado de fuego.— ¿Qué es lo que más os gusta a los hombres? Debajo de las sábanas, digo. Bueno, o encima. Ya me entiendes... Poli, ¿es muy difícil hacer todas esas cosas?

El nigromante se quedó mirando a Niella de hito en hito, sin creerse la pregunta que le acababa de formular ¿Pero a que venía eso? tan a cuadros se quedó que Ratko se mantuvo en silencio unos segundos sin saber exactamente que decir... ¿era una pregunta con trampa?

Eso, eso, Ratko, ¿qué guardas bajo esa armadura? – Soltó una carcajada… y eso fue suficiente para que se incorporara y volviera a vomitar cara al mar.

Y cuando aún no se había repuesto de la pregunta de Niella vino Poli a remover más el arbusto... 

- Una varita mágica... Poli una varita mágica- no pudo contenerse... era un demonio... le contestó a la muchacha esbozando media sonrisa dejando entrever sus incisivos, las chicas estaban jugando con fuego... a continuación se giró hacia Niella- Dudo que me preguntes eso por que sí, pero ya que lo haces y como no tengo nada mejor que hacer... te diré que en principio a mi como hombre me gusta todo, encima o abajo mientras la mujer tenga brío cualquiera de las perspectivas es buena... a mi personalmente me agrada que la mujer tenga iniciativa y se mueva, que te haga esforzarte es siempre un buen aliciente, es más placentero cuando ambos disfrutan que cuando sólo lo hace uno... pero ya depende de cada cual ¿el afortunado varón por el que bebes los vientos es uno de los marineros? hay un movimiento que realiza Shany que particularmente me gusta mucho... pero no sabría explicarte como lo hace... también es verdad que es una mujer poderosa...- no quería hundir en la miseria a Niella de manera que trató de animarla- pero a veces es cuestión de echarle imaginación.

—Así que imaginación, ¿eh?— Niella se llevó la mano a la barbilla arrascandola como si estuviese pensando algo, y una sonrisita que no auguraba nada bueno asomó a sus labios antes de murmurar por lo bajo— Creo que... sí, seguro que funciona...

Niella había tenido una idea. Si eso era bueno o malo, solo el tiempo lo diría...

Todo parecía ir correctamente pero... ¿qué ha sido ese ruido? Los marineros comenzaron a alertarse, pero no fue hasta que visteis el agua llegar a cubierta que no entendisteis que la situación podría complicarse en cuestión de segundos.

El barco había chocado contra algo, un arrecife o quien sabe si una roca, pero ya eso no importaba ¡había que repararlo o buscar una solución ingeniosa!

La respuesta le gustó a la chamana, pero más aun le gustó al barco que parecía zarandearse en consonancia a las hormonas de los presentes, haciendo que Poli se agarrara a lo primero que viera. Lástima que fuera un barrigudo marinero que olía a pescado podrido al necesitar con urgencia una ducha.

¿Qué ha sido eso? – Asustada al ver que el agua le rozaba el tobillo, observó que el barco empezaba a hundirse, ¡justo su mayor miedo! - ¡¡Soy demasiado joven para morir!! – Corrió como pudo, tambaleándose con las mareas y chocándose contra todo lo que viera, haciendo prácticamente un dominó de marineros que caían con ella mientras buscaba una solución práctica.- ¡Hay que ponerle una tirita al barco, vamos!

Aunque no tenía el miedo de su compañera al agua, básicamente porque si se ponían mal las cosas podía salir volando, lo cierto es que ver el agua entrando en el barco le hizo dar un salto para subirse a la barandilla, casi como un gato al que le han pegado un buen susto. Nada fuera de lo normal, de no ser porque aquello le hizo resbalar y caer por la borda. La cosa podía haber ido mal. Muy mal. Pero afortunadamente consiguió agarrarse a una de las maromas del barco. quedando colgada como un jamón y siendo empapada por las olas. Y desde allí vio con claridad donde estaba el agujero.

—¡Aquí está!— gritó absurdamente, pues desde dentro debía quedar claro donde estaba por la dirección del agua —Aquí está el agujero. ¡Ay! No es muy grande...

Poco podía hacer Niella más que dar indicaciones y trepar para no caer al agua. A la muchacha le estaba costando horrores subir, pero ver que su compañera no hacía más que causar el caos paró un momento para gritar.

—Por todos los dioses, Polixena, deja de correr y pon una de las velas de repuesto en el agujero o te juro que convenceré a toda tu tropa para que canten sin parar . ¡Ratko, mueve al resto al otro lado, que el barco escore al otro lado hasta que lo arreglen!

Ratko se vió arrastrado... alfenique como era hacia una de las paredes del barco sin contemplaciones, mientras se recomponía de la severa castaña y se ponía de pie aferrándose a una de las barandillas vio como sus compañeras trataban de arreglar la situación para que el barco no se hundiera, al parecer el barco había chocado con algo o algo había chocado con él y si no arrimaban el hombro terminarían en el fondo del mar matarile lire lón... dichosa canción...

- ¿Tiritas?... ¿qué es eso?- comentó extrañado al comentario de Poli para escuchar a Niella- Mover al resto? Tu sabes lo que cuesta poner a un puñado de marineros asustados de acuerdo para que se vayan a un lado... y además están escualiados... tengo una idea mejor...- comentó el demonio dando un empujón a un hombre barbudo que estaba corriendo como pollo sin cabeza por la cubierta, al tiempo que entonaba unas palabras arcanas y con un dedo señalaba al hombre elevando el tono y haciendo hincapié en las últimas palabras del hechizo- ...Crassus Maximun- dijo mientras que de sus dedos salía una especie de rayo verde y hacía que el pobre hombre se inflase como un globo obteniendo el peso acorde para que el barco escorase hacia donde debía hacerlo- No se preocupe... el efecto terminará en una media hora... más o menos...- trató de tranquilizar al hombre que lo miraba todo con los ojos dándole vueltas y cara de besugo, sin poder mover un músculo.

Finalmente, tras bastantes jornadas de tierra y mar, con sus cosas buenas y sus cosas malas, lograsteis vuestro objetivo: llegasteis al continente prohibido de Jigoter.

Este continente tenía tres particularidades. Hasta donde conocíais, las dos únicas naciones humanas que cohabitaban en el mismo continente eran los Sonna al norte y los Diabal al sur. Por fortuna para ambas poblaciones, el gran volcán del Monte Bakuphar separaba cada territorio con la suficiente fortaleza para que puedan seguir con su respectiva independencia, sin embargo, es precisamente ese monte el que albergaba una tercera nación que en las sombras buscaba vivir en paz y armonía: Los Equus.

Para llegar hasta ellos en un principio no tendríais más que atravesar varios kilómetros de praderas y bosques. Aquello no se hizo tan tedioso como moverse por Gecu debido a la exuberancia tanto de la vegetación como de los aromas del lugar.

Tener como referencia el volcán os hacía fácil saber donde dirigiros. Pasaba el tiempo y pudisteis respirar con el alivio de saber que ningún mal os acechó ¿es que a caso estabais bajo el amparo de Mogán el Sabio? ¿Por qué no sucedía nada durante el trayecto?

Sin embargo, cuando llevabais tanto tiempo de tranquilidad que fue inevitable bajar la guardia, un sonido os alertó de que la cosa iba a empezar a ponerse fea.

Como si fueseis simplemente unos animales salvajes, una trampa de red os hizo alzaros varios metros sobre la tierra para quedaros los tres colgados como si fueseis un premio listo para recoger: bien apretaditos y bastante incómodos.

A lo mejor se estaba volviendo viejo o tal vez demasiado humano... El caso es que Ratko se relajó y por culpa de ese relajamiento simplemente no lo vio venir...

- No Niella... Mi tierra no es interesante, el único díabal que debes conocer soy yo... Y no Poli, todavía no hemos llega... Aaaaaaaahhhg...- exclamó una maldición- ¿Podrías quitarme la nota de la cara?- dijo el demonio mientras se debatía entre las chicas y la red para tratar de tener las manos libres y no tocar... Cosas...

Cuando por fin llegaron a tierra firme Poli besó el suelo y “croqueteó”, contenta de dejar atrás el mar, las náuseas y el olor a sudor de marinero. También aprovechó para una leve siestecita de apenas unos minutos, ¡si llevaba días sin dormir plácidamente! Echaba de menos su cama, o un montón de ramas arrejuntadas que funcionara como gran nido donde descansar, pero sus compañeros tenían demasiada prisa para seguir adelante.

¿Queda mucho? – Había añorado tanto el mundo terrenal que prácticamente acariciaba todo lo que veía. Se estrujaba a los árboles, abrazaba las flores (aunque luego las aplastaba) y corría detrás de los animalillos del bosque, cayéndose de bruces en más de una ocasión por tropezar con alguna rama, pero se levantaba inmediatamente con los dientes cubiertos de sangre para seguir corriendo.

Cuando se cansó de corretear y caerse, comprobando que la vestía una capa de barro más que considerable, optó por seguir el ritmo del grupo y volver a las andadas.

Me aburro, ¿está muy lejos? – Una trampa respondió por ella, viéndose alzada con el resto de compañeros en una postura bastante incómoda. A pesar de que eso podía suponer que los habían cazado e iban a morir, Poli mostraba la sonrisa más amplia que había tenido hasta ahora, meciéndose en esa jaula y haciendo que el resto también se moviera en consonancia.- ¿¡Hemos llegado!? ¡Ya estamos, ya estamos!

—Sí Poli...— suspiró la dibumae— Ya estamos.

Después de unos segundos balanceándose, Niella sintió que ya conocía demasiado a sus compañeros. Tanto física como olorosamente. ¿Sería otro tipo de contacto tan oloroso y agobiantemente sudoroso? Si así era, se sobrevaloraba. La muchacha comenzó a sentir demasiadas manos en demasiados sitios, en algunas ocasiones incluso más de las que había en juego, lo cual podía significar dos cosas: o los amigos de Poli eran reales y físicos o estaban demasiado apretados.

—¿Qué? ¿Estáis cómodos? Porque parece que no queráis salir.— dijo la chica sacando un cuchillo para cortar la red. Se daría un buen golpetazo, pero al menos podría respirar.

De repente, como salidos de la nada, salieron de distintos puntos de la vegetación un grupo de hombres armados. ¿Hombres? Bueno, quizás esa descripción era un poco inacertada.

Era la primera vez que veíais a personas así. ¿Eran estas personas integrantes del poblado Equu? ¿Sabían que veníais en son de paz?

Escuchasteis muchos murmullos, como si todos estuviesen tratando de debatir sobre vuestro futuro. Os miraban con curiosidad, algunos sonrientes, otros preocupados. Sin embargo, el silencio se hizo cuando uno de ellos se acercó más a ustedes. Para vuestra tranquilidad hablaba la lengua común.

 - Esperad. No hagáis nada de lo que luego podamos arrepentirnos - comentó a sus camaradas. - Tanto los Sonna como los Diabal evitan pisar nuestro territorio, así que o son muy estúpidos o realmente no vienen de nuestro continente - aclaró mientras acercaba su cabeza a la red.

En un rápido movimiento con un cuchillo cortó la red, haciéndoos caer de forma dolorosa contra el suelo. Estabais totalmente rodeados con lo cual luchar podría ser una mala opción.

- Tenéis una única oportunidad para explicar vuestra presencia aquí. Estáis viajando rumbo al gran volcán y eso no nos gusta - el silencio reinó después la escena. Toda la atención estaba centrada en ustedes.

—Oh...¿Podéis bajarnos?— Niella mostró el cuchillo con el que ya había empezado a roer algunas cuerdas.— Íbamos a hacerlo nosotros, pero así no nos partiríamos la crisma.

Fue entonces cuando se dio cuenta de que puede que no fuesen muy amistosos... Aunque el último comentario le tranquilizó. Al menos estaban dispuestos a escuchar... Claro que si dependía del carisma del diabal... O de  los desvaríos de Poli...

—Eh... pues no, no somos de aquí, somos viajeros de ¿Ocurre algo con ese volcán?— Decidió hacerse la inocente, pero luego recordó que iba con Poli, que no tenía filtros y que no serviría de gran cosa— En realidad vamos a ver a uno de los vuestros que vive allí. Una vieja amiga nos dijo que le enviásemos un mensaje. Pero desde luego, no nos dijo que había peligros por el volcán. Más allá de los habituales y de qué... bueno, de que es un volcán, claro.

La muchacha miró con curiosidad a los centauros y a la forma en la que portaban las armas. Debía de ser incomodísimo coger un cuchillo de los que portaban en el trasero. Niella realmente sentía curiosidad por como podrían alcanzarlo, teniendo en cuenta que sus brazos tampoco eran tan largos. ¿Y cómo serían sus crías? ¿Y como podían ponerse unas calzas en las patas traseras?

—Vosotros sois una comunidad muy unida, ¿no?

Ratko cayó como un saco de patatas al suelo, ni elegante ni ostras, sus elegantes posaderas hicieron tal estrépito que perfectamente se las podía haber roto, pero no... Simplemente terminarían por adquirir tintes violáceos y de paso dejar mal su estirado orgullo, cuando por fin pudo levantarse Niella ya había hablado por los tres y mucho mejor que lo hubiese echo ella... Con Poli cerca no se sabía lo que podría ocurrírsele y aquellos centauros no tenían pinta de tener tanta paciencia como el díabal...

- El nombre del amigo de nuestra amiga es Mogán el Sabio ¿Lo conocéis?

El grupo de Equus escucharon lo que teníais que decir sin interrumpiros. Analizaron cada palabra, cada gesto, cada tono.

Poco después se reunieron, empezaron a hablar, a debatir. Os echaban miradas que parecía desnudaros, algo que os hacía sentir bastante incómodos pero finalmente, tras dos intensos minutos de espera, el que parecía ser su portavoz habló de nuevo.

 - El Sabio Mogán nos avisó de vuestra llegada... pero sin ánimo de ofender. Esperábamos a tres eruditos. - dicho aquello notasteis que adoptaron una postura menos agresiva, dando a entender que creían vuestras palabras.

- No somos una comunidad, somos una gran familia, por eso velamos por los nuestros con eficacia, algo que probablemente los extranjeros no sepan entender - sus palabras sonaban ofendidas. Para vuestros oídos aquello era una afirmación equivocada ¿a caso no se había convertido Los Nunca Olvidados en vuestra propia familia? ¿No velabais los unos de los otros por vuestra prosperidad y supervivencia?

Con intención de no alargar aquella reunión, los Equu os guiaron a través de la naturaleza por caminos que parecían ocultos a simple vista. Finalmente, tras casi alcanzar la noche, visteis como en la falda del poderoso volcán, yacía un pueblo defendido por empalizadas y atalayas de manera de forma rústica pero efectiva.

- Bienvenidos a nuestro hogar - comentó mientras os daba acceso a un lugar fuertemente vigilado por otros Equus armados con arcos y lanzas.

Caminasteis por el pueblo, aún guiados por el portavoz. Observabais como gran cantidad de nativos os miraban con curiosidad, como si fuese la primera vez que veían de primera mano humanos bípedos.

Era curioso contemplar como los niños se escondían detrás de sus madres y aquellos más valientes y que osaban acercarse a ustedes eran interrumpidos por las lanzas de los guardias cortándoles el paso.

Finalmente os guiaron hasta una gran choza. Allí os esperaba un Equu de aspecto místico y a la vez deteriorado por el paso de los años.

Os miró con una sonrisa y asintió. Ardía en deseos de conoceros y os saludó como era correspondiente.

- Bienvenidos, elegidos de Mashane, os estaba esperando - aclaró a la vez que os invitaba a pasar a la gran choza, repleta de comodidades y sobre todo exótica comida.

- No somos una comunidad, somos una gran familia, por eso velamos por los nuestros con eficacia, algo que probablemente los extranjeros no sepan entender 

—Tienen razón. Yo no sería capaz de poner todos los días los calcetines a Poli— dijo mirando las calzas que llevaban los centauros en las patas traseras y lo limpia y bien peinada que tenían la cola, a la que tenían un acceso complicado. La costumbre de acicalarse mutuamente esa zona concreta debía ser peliaguda —Quiero decir... Nosotros nos protegemos y nos cuidamos entre nosotros. Además, estáis generalizando. Hay más razas en el mundo aparte de los diabal y de los sonna. Juzgais un mundo y unas comunidades que no conocéis.

Mientras caminaba por aquellos maravillosos parajes, Niella absorbía todo aquello con la mirada. Le resultaba apasionante todos aquellos nuevos paisajes, y la cosa fue a más cuando entraron en el poblado. Las ganas de escaparse y recorrer el pueblo sola metiéndose por todos lados era mucho más intensa que antes. Y al igual que los niños que intentaban acercarse a ellos, Niella se acercó a uno que no dejaba de mirarla para regalarle una pequeña bisutería que llevaba en el cuello. Una mirada y movimiento de los soldados le hizo replanteárselo y, con un suspiro cansado siguió caminando.

Finalmente llegaron ante el sabio, quien pronunció aquel nombre maldito que puso los pelos de Niella como escarpias. La dibumae no olvidaba, de modo que prefirió que fuesen sus compañeros los que hablasen.

Poli estaba asombrada por el nuevo mundo que se expandía a sus pies. Era completamente distinto a lo que estaba acostumbrada, y como si fuese una guiri en tierras extranjeras se dispuso a tocar todo lo que veía. La superficie de los árboles, las paredes de las chozas, el culo de un equino… todo lo que estuviera en su alcance, ilusionada por lo que veía. Aparte, cuando vio a niños y sabiendo que la temían (aunque lo achacaba más a una timidez), corrió detrás de ellos mientras gruñía como un monstruo con los brazos extendidos, persiguiéndoles durante un largo trayecto.

Estaba feliz de jugar por fin tras largo viaje y no paró hasta que sus compañeros la regañaron o se cansara, volviendo con ellos para hablar con un extraño Equu.

Y si nos estaba esperando, ¿por qué no nos mandó a buscar? – Se rascó la barbilla, pensativa.

El díabal camino junto a sus compañeras observándolo todo con curiosidad, los Equus eran un pueblo muy esquivo a los que los díabal habían aprendido a respetar e ignorar, era la mejor solución para evitar problemas. Los centauros eran poderosos, orgullosos y muy celosos de sus secretos, por lo que ser conducidos a una de sus poblaciones era algo realmente extraordinario que Ratko pensaba aprovechar.

Por ese motivo no se ofendió ante el comentario de uno de ellos y se puso algo tenso cuando las chicas comenzaron a abrir la boca, pero por fortuna no dijeron nada que pudiera ofender... Al menos no mucho, que con los centauros nunca se sabía.

- Saludos Mogán, gracias por el recibimiento, es un honor haber accedido a vuestro hogar. Mi nombre es Ratko, ellas son Niella y Polixema.

Entrasteis en los aposentos de Mogán para comprobar que efectivamente allí podíais ver resueltas vuestras necesidades más inmediatas.

Os dejó acomodaros en unos cojines bastante amplios y pomposos que os permitió reposar vuestros traseros. Os sirvió algo de beber, una especie de infusión que olía "diferente". Incluso si alguno por desconfianza se negó a probarlo, comprobaría acto seguido como el mismo Mogán bebía del mismo preparado. Teníais algo claro: él no era un enemigo.

Tras recuperar fuerzas llegó el momento en el que el anciano Equu decidió explicaros la situación.

- Sé que tendréis muchas preguntas, pero a veces las respuestas no hacen más que generar nuevas incertidumbres. Debéis saber en primer lugar que habéis sido muy valientes por aceptar un destino tan poderoso - siguió bebiendo.

- No podía hacer que mi pueblo fuese a buscaros, no están preparados para actuar fuera de nuestro territorio... y yo estoy demasiado viejo para hacer un viaje tan largo. Si sois aquellos que Mashane ha confiado el destino de este mundo, unas jornadas de viaje no debería haber supuesto mayor problema - sonrió.

- Mashane... - repitió en voz baja.

- Ella era mi discípula. Una humana joven, traviesa, versada en la magia pero sobre todo curiosa. Por un error mío llegó a su poder una piedra que custodiaba y que llamó su atención... una piedra que le otorgó un poder que iba más allá del entendimiento humano. Ella usó ese poder para ayudarnos a todos, dejó a un lado su vida mundana de comerciante para ascender a algo más - os miró detenidamente.

- Esa piedra desbloqueó un poder que rompe las fronteras de la mente, del espíritu. A cada persona se lo manifiesta de una manera diferente... a ella se le otorgó el don de la ilusión, de la telepatía y la clarividencia - aquello fue una revelación sobre los poderes inimaginables de Mashane.

- Ella contempló el futuro, mucho antes que las antiguas profecías. Supo que Rog'Osirr, el dios, mandaría su arma más terrible contra la humanidad, la cual considera corrupta - su tez se tornó muy seria.

- La naturaleza de Mashane la llevó a ponernos a todos en alerta de una forma poco... ortodoxa, pero su intención era buena. No estoy tratando de justificarla, pero sí de que podáis entender que todo lo hizo por un bien común. Y eso fue lo que la llevó a buscar a las tres personas que consideraría preparadas para poner fin... - hizo un silencio incómodo.

- Al descenso de los dragones - os quedasteis unos segundos mirándoos entre vosotros. Los dragones eran criaturas de leyenda, quien contaba haber visto alguno se remontaba a siglos atrás, a cuentos, a fábulas de poderosas criaturas que reinaban el mundo y desaparecieron.

- Sin embargo ella comentó que no todos los que superaron la torre llegarían al día de hoy... - aquello era una clara referencia a Shany, quien sobrevivió a las duras pruebas de la torre. ¿Cuál era el papel de Políxena en todo esto?

- Mashane vio la llegada de los Dragones, un plan para purgar y hacer comenzar de nuevo a este mundo. Sin tantos conocimientos, sin tantos avances, sin tanta maldad. Los Heraldos son solo el principio, gente de a pie manipulada para atraer más adeptos que den fuerza a su regreso, que les prepare el terreno para la devastación. No sé cuánto tiempo tendremos hasta que ocurra la catástrofe, pero sé cuál es el siguiente paso que hay que dar. Mashane me lo ha explicado y aunque arriesgado, tiene mi visto bueno... ¿Queréis saber cual es? - preguntó enigmático.

- Solo desvelaré más detalles si realmente estáis dispuestos a todo para salvar este mundo. Mashane me advirtió que dudaríais, pero que tomaríais la elección correcta - Mogán se quedó expectante. ¿Aceptaríais un destino superior? ¿una resolución a todo lo iniciado por Mashane en el pasado? Ya habíais comprobado que la amenaza de los Heraldos era real... ¿lo sería también el descenso de los dragones?

La chamana nunca había entendido cómo esos cojines podían ser cómodos. Sí, funcionaba estar sentado durante un periodo relativamente corto de tiempo, pero cuando notaba que le pinzaban las piernas tenía que estar cambiando de postura continuamente. Le dolía la espalda, la cintura estaba cansada de cargar peso… optó por tumbarse sobre el cojín, apoyando el pecho en la mullida superficie mientras pataleaba al aire, como si de una cría se tratase. Además, así era mejor para beber la extraña infusión que les habían servido, aunque en su momento pidiera algunas galletas para acompañar y una pajita que no le dieron. Estirados.

Escuchó con atención como si de un cuento para dormir se tratase, apoyando los codos en el suelo y sosteniendo su cabeza entre sus manos. La historia tenía de todo, desde magia hasta profecías… ¡incluso dragones! Como cuento infantil estaba de lujo, es más deseaba ser parte de aquella historia como una flamante protagonista, pero cuando recordó que era lo que “realmente” estaba pasando tuvo que retroceder, confundida.

Esperando a que terminara de hablar, levantó una mano para pedir turno de habla, carraspeando la garganta e incorporándose en el asiento para quedar de rodillas una vez le concedió la palabra.

¿Puede repetir? Me perdí a partir de que no podíais buscarnos porque estás chocho.- Miró confundida tanto a Mogán como a sus compañeros. Realmente la chamana no se había enterado de nada, mucho menos qué tenía que hacer.