Partida Rol por web

Joder tíos. Aquí hay un karma extraño, dice el hippie con voz débil y temblorosa.

Greg traga saliva audiblemente y mira a Elizabeth en busca de un respaldo a sus extrañas percepciones.

Estás bien Eli? Éstás pálida...

Cabizbaja, con el rostro más pálido de lo habitual y la mirada perdida en el vacío, arrastra una silla al azar hasta que el asiento abandona su escondite bajo la mesa. Se sienta sosteniendo el aliento hasta que tras unos instantes trata de recuperar la respiración de nuevo. Escucha voces a su alrededor, pero aunque no sabe lo que le dicen, esta vez las reconoce como las de sus compañeros.

- No quieren que estemos aquí - comenta en voz baja mientras niega levemente con la cabeza - No quieren que les molestemos

Levanta la vista hacia los demás intentando volver al mundo real, y tras comprobar como algunos de ellos la observan, hace una mueca que parece ser una sonrisa.

- No deberíamos estar aquí...

La casa reacciona de manera evidente por primera vez para todos desde que estais dentro. Hasta ahora todo han sido suposiciones: visiones de uno, alucinaciones de otros, sensaciones extrañas de otros diferentes. Unos han creído, otros no. Pero lo que ocurre ahora sencillamente no tiene explicación alguna.

- No deberíamos estar aquí...- dice Elizabeth dejándose caer sobre una silla. El acto tiene como consecuencia lo siguiente. La silla misteriosa y descolocada que es el centro de atracción de todos en la habitación sale disparada hacia atrás y hacia arriba estrellándose de manera violenta contra la pared y haciéndose añicos. La madera de la silla casi se desintegra, salpicando con un frío sobrenatural a Spinner y Diamante que están al lado.

El susto es monumental. La acción ha sido sorpresiva y violenta, dejandoos a todos clavados en el sitio.

- Eso parece- asiente Steve al comentario de Rick. Simplemente dejaron esa silla así, por algún descuido, aunque la meticulosidad con las que las otras sillas estaban colocadas había hecho que ésta destacase una barbaridad.

Une la luz de su linterna a la lampara de Mark, que curiosea en silencio buscando él sabra qué en el suelo, pero el quarterback sabe de antemano que no encontrará nada...si él no había hallado nada raro como iba a descubrirlo el otro- ¿Ya estamos otra vez?- preguntó al escuchar el pesimismo de su hermano y Elizabeth girando la cabeza hacía ellos. No pudo evitar posar su mirada en Eli...pobrecita...se dijo a sí mismo, al verla tan turbada. Debía ser duro estar en su pellejo. No sería capaz de decir que estuviera loca ni nada de eso pero saltaba a la vista que su forma de pensar era diferente, no atreviendose a calificarla de otro modo menos politicamente correcto, aunque no supiera muy bien establecer una frontera definida entre uno y otro estado. Eso hacía que desentonara entre la gente como esa silla descolocada lo hacía en el comedor y seguro que no era plato de buen gusto sentirse siempre observado y criticado por ello- ¿A que no hay restos de sabanas de fantasmas ni nada raro, Holmes?- preguntó a Spinner intentando que el grupo abandonara esas ideas.

El ambiente vuelve a ser tenso. Muy tenso. Demasiado tenso.

Los comentarios del jugador de rugby resuenan en las paredes como recuerdo de que hay alguien en la sala. Alguien, quizá, mucho más tonto de lo que él mismo sabe que es.. - Cállate un rato pienso.. sorprendiéndome al mismo tiempo que lo pienso de haber escuchado el comentario - No suelo escuchar los comentarios absurdos de la gente.. este ambiente no es saludable ni para mi salud mental..

Casi sin llegar a terminar su frase, la silla que hasta ese momento había centrado la atención del resto sale despedida contra la pared astillándose en mil pedazos. Como si un ser invisible la hubiese lanzado con todas sus fuerzas tratando de confirmar sus palabras. Aquel ente desconocido no les quería en la casa.

- Os lo dije - comenta casi susurrando, mientras casi sin inmutarse observa la reacción en el rostro de los demás - Esto no es obra de un psicópata. Esta casa esconde un secreto más allá de cualquier razonamiento lógico. Lo he visto y he sentido como me hablaban. Quieren que nos vayamos.

- OSTRAS!!!- exclama Diamante dando un brinco hacía atras, sorprendido por el extraño fenómeno que acababa de suceder, viendose trastabillado sin querer al chocar con Spinner. Sus manos buscan en el aire algo a lo que poder asirse mientras sus pies intentan mantener erguido su cuerpo que, inevitablemente, va cayendo hacía atras hasta que frena con la mesa de al lado, clavándose el borde justo en la espalda pero encontrando por fin en ella un lugar donde agarrarse antes de caer al suelo.
Contempla desde ahí las astillas a las que ha quedado reducida la silla, mientras escucha a Elizabeth hablar de cosas que no pueden ser, de cosas que no pueden estar pasando...tiene que tener alguna explicación...le dice su cerebro en su afan por racionalizar la situación...los fantasmas no existen...continua susurrandole su mente, aunque ésta no es capaz de tranquilizarle, de serenarle, de templar sus nervios ni de acallar su corazón, que lucha violentamente en estos momentos por abandonar su pecho y salir por su boca...

Joder! exclama el fornido deportista, a pesar de su escasa inteligencia, la estricta educación de sus padres ha hecho que escuchar un taco de él sea extremadamente raro.

Mirando fijamente los fragmentos de la destrozada silla Rick retrocede balbuceando, tras eso observa a Elizabeth mientras aferra fuertemente el brazo de Rubí vámonos, vámonos...de aquí tartamudea mientras sigue dando pasos atras arrastrando con él a su novia y sin darse cuenta de que le está apretando el antebrazo con demasiada fuerza.

Su cara está pálida y su boca se mueve de forma nerviosa ¡Vámonos! grita finalmente, aunque sin acertar a moverse, su mirada está vacía y parece poco consciente de todo excepto de los trozos de silla.

Te encuentras al lado de la chimenea, bien dentro de la habitación. La acción sobrenatural te da un susto importante. Para nada te esperabas que algo así puediera ocurrir. Te apoyas en la chimenea. La piedra está húmeda y fría. Tomas aliento, cabizbajo y con la mirada perdida en el suelo. Notas como un aire frío procedente de la chimenea te hiela los vaqueros y las piernas... Solo necesito coger aire... Fuera de aquí me sentiré mejor...

Levantas la cabeza y miras hacia la puerta, hacia el pasillo exterior. Y ahí está.

Ha sido cuestión de una décima de segundo, tal vez menos. Pero lo has visto. Raudo y veloz. Una estela rápida con una forma definida que se ha perdido en los pasillos de esta casa...

No te caes porque permaneces agarrado a la fría y húmeda chimenea, pero si pudieras verte en un espejo te asustarías de la palidez de tu cara y de lo desencajadas que tienes las facciones.

Un frío sobrenatural parece invadir la habitación, como si una extraña presencia reclamara los dominios del comedor. Todos y cada uno de los integrantes del grupo permanecen inmóviles. Unos pocos han sido capaces de racionalizar lo mínimo lo ocurrido, de trivializar o sencillamente de ignorar las cosas. Otros, sin embargo, comienzan a verse afectados por el ambiente del convento. En este sitio han debido ocurrir cosas terribles, ese es el tópico de todas las historias de casas encantadas. Pero, ¿qué cosas? ¿Queremos realmente saber qué pasa aquí? ¿Tenemos salida? ¿Un lugar alternativo donde pasar esta fría noche invernal sin calefaccion en el coche y sin morir congelados? ¿Estamos ante la última noche de nuestras vidas? ¿Moriremos de... ... miedo? ¿Literalmente?

Jimmy deja car el cuchillo que rebota peligrosamente junto a su pie derecho. Una mano se aferra al tiro de la chimenea, pero aun así se desliza sobre las uñas hacia abajo cuando el joven de los Skylton cae de rodillas balbuceando. Su expresión facial se reduce a un rictus de extrema palidez, partido por lágrimas de puro terror.

La mano que sujetaba el cuchillo se eleva retorcida en el aire señalando algo en alguna parte, hacia la puerta.

Esta ahí, ahí afuera...

Consigue articular en un susurro.

Se levanta de su asiento y mira instintivamente hacia el lugar que señala el más pequeño de los Skilton. En cualquier otra circunstancia no le hubiese hecho caso pensando que probablemente era otra de sus infantiles bromas, pero el terror reflejado en su rostro parecía real. Por una vez creía sus palabras.

La silla despedazada había despertado también a los demás. Aunque todavía reacios a creer en lo que no podían comprender, algunos empezaban a dejar una puerta abierta. Al menos ya no estaría tan sola.

- Por una vez creo que tu novio tiene razón - Comenta finalmente dirigiéndose a su amiga mientras levanta de nuevo su cámara digital para hacer una foto hacia la puerta señalada por el aparentemente aterrorizado Jimmy. Ya no era sólo el puro morbo lo que la motivaba. Por lo que había podido leer en multitud de libros sobre el tema, los espíritus no siempre eran visibles a simple vista, pero a veces se manifestaban en forma de imagen o de sonidos. Estaba demasiado excitada como dejar pasar una ocasión parecida.

Tal como vino se va. Ese frío sobrenatural que ahoga a los compañeros desaparece en segundos, justo cuando el flash de la Nikon digital de "Lady Bathory" dispara contra el dintel de la puerta de entrada al comedor. En la foto saldrá el viejo Marcos y el mayor de los Skilton, que son los dos únicos que no se han adentrado en la habitación.

A nadie le cabe duda de que el fiestero esta vez no está jugando. Esta vez no está actuando. Sus facciones desencajadas, acampañadas de un desplome físico, certifican que ha visto algo. ¿Por qué él? A ratos parece como si la casa seleccionara a aquellos cuyas mentes son más débiles en un determinado instante; a aquellos que encajan menos los fenómenos paranormales que se están sucediendo. La silla rota ha cautivado y poseído el subcosnciente del mediano de los Skilton, que se ve expuesto a una visión aterradora.

Continuó separándose de los restos de la silla sin poder tan siquiera levantarse. Había caido al suelo y de esa forma, sentado sobre él y casi arrastrando el culo por las frias baldosas, se ayudaba de los brazos para ir hacia atrás, para alejarse del lugar donde la silla había emprendido ese sobrenatural vuelo. Su agitada respiración dejaba pequeñas nubes de vaho que se entrecortaban antes de exhalar la siguiente bocanada, sus manos, su trasero, sentían el frio del suelo que helaba la poca sangre que corría ahora por su pálida piel.

Sin embargo, al escuchar a su hermano gritar a viva voz que alguien estaba en la puerta, se levanto como un resorte y aferrando el mango de su cuchillo se disponía a saltar hacía aquel lugar, apretando los dientes por la tensión del momento. Cuando estuvo de frente a la puerta sintió un inmenso alivio, no más del que sintieron Gregory y Marcos al verlo avanzar hacia ellos cegado por el miedo y la tenue luz de las linternas y detenerse con el brazo armado ya un par de metros antes de llegar. Respiró audiblemente y, sin poder decir nada, se pasó ambas manos por la cabeza, apartando el pelo de su cara como si además pretendiera liberarse de algún manto que lo cubriera. Por suerte, Jimmy se equivocaba. Allí no había nada...- ey, ey, ey...- intenta calmar a su hermano acercándose a él y posando una mano en su hombro. Sintió los músculos de su cuello duros como auténticas piedras- Miramé, Jimmy! - le dice intentando fijar su mirada en la de él- mirame! Ya está, ya pasó, vale? Nos vamos a ir de aquí ahora mismo, te parece?- su voz era debil y sosegada, no solo para transmitir relajación a su hermano, también lo necesitaba él mismo- y que le den por culo a la casa, a las monjas y todo!

La silla volando por los aires para terminar destruida por el violento choque contra la pared contituyen una sorpresa, un gran susto, mientras inspeccionaba los "alrededores" de la silla en busca de signos de "actividad".

Mientras los demás se echan atrás de forma precipitada por la destrucción de la silla, mis ojos se centran aún más en la sala y en lo que queda de la silla. - Las sillas no vuelan pienso mientras mi mente mueve sus complejos engranajes a gran velocidad intentando averiguar mediante qué truco la silla se ha levantado por voluntad propia.. Mi mente, acostumbrada a analizar todos los hechos con precisión matemática, se escuda en esto antes estos nuevos acontecimientos que irrumpen en la normalidad del día a día.

A mis espaldas, Eli se dedica a las fotos, mientras los demás gimotean como respuesta "adulta" a los acontecimientos.

- Esto no parece un truco susurro para mí, mientras la luz del farol intenta ahuyentar las tinieblas de la habitación.

Tras comprobar la zona y no encontrar nada que justificara ni explicara el vuelo de la silla, salvo las astillas que como testigos mudos aguardan en el suelo, me giro hacia la entrada. - ¿Dónde vamos? hemos de hacer algo. No podemos salir corriendo de la casa.. sería un suicidio. El frío y la noche no tendrían ningún tipo de piedad..

Jimmy mira a Steve como el que oye llover. Le mira a los ojos durante unos instantes, pero luego vuelve e mirar a la puerta y recula en el suelo hasta apoyar la espalda contra la pared, rodeando las piernas dobladas con los brazos.

Gregory había permanecido en el umbral de la puerta, sin adentrarse en la habitación, pues no eran buenas las vibraciones que esta le daban. El karma, el dichoso karma.

Aún así, desde su posición, puede observar el extraño fenómeno de la silla. Sus músculos se atrofian al instante, impidiéndole moverse, y un sudor frío recorre su frente.

¡Joder, lo sabía! Eli y yo os lo dijimos. Hay una mano no humana en todo esto. Lo sabía, lo sabía, lo sabía…- murmura constantemente, como ensimismado. Hasta que ve la reacción de su hermano pequeño. El deseo de proteger a sus hermanos se hace más fuerte que el repentino bloqueo de sus músculos, y enseguida se encuentra junto a estos.

Vamos, Jimmy, levanta- Gregory se agacha, agarrando a su hermano por debajo del brazo-, hay que salir de esta habitación- el deseo de Gregory es abandonar la casa cuanto antes. ¿Pero que harán fuera, más que morir de frío? No puede dejar que eso les ocurra a sus hermanos. Tiene que haber otra alternativa.