Partida Rol por web

Emilia escuchó el nombre de aquel poblado. Le sonaba, pero… No, se estaba confundiendo con Sturilundr. De modo que su única conjetura era que no era en ese continente, y más por descarte que otra cosa.

—¿Ya habéis viajado en barco entonces? —preguntó. Su travesía sonaba aún más larga que la suya, sin mencionar que, dadas las circunstancias, les tocaría cruzar de nuevo el océano.

Ante la historia de la joven, las gemelas se miraron. No tenían por qué juzgarla por su impresión breve sobre los acorazados. Después de todo, también ellas habían subestimado el peligro hasta que tuvieron que hacerle frente a esa realidad.

—Nosotras tampoco dejamos nuestra ciudad por los enviados precisamente —explicó Dorotea en voz suave—. Pero es difícil ignorar del todo su presencia. Por lo menos, para los que son como nosotros… —Tras una pausa, sonrió—. Habéis tenido suerte de encontraros mutuamente.

“En verdad”, pensó Emilia, “no es fácil cruzarse con dones cuando la mayoría decide ocultarse”. Esas mujeres debían tener una suerte excepcional si habían logrado dar con una de ellos y luego con una caravana entera dispuesta a ayudarlos. Y en cuanto a Mad… el hombre no parecía haber sido tan afortunado. La niña negó con la cabeza.

—La intención era distribuir el peso para no forzar a los caballos —aventuró, recordando las palabras de Arsa—. Y a Mad lo hemos conocido hoy. No sabemos mucho respecto de él, pero es conocido de los Moralta. Confían en él y él en ellos; no ha puesto reparo a subirse allí.

—Hemos hablado poco —intervino Dorotea—, pero es una persona muy amable. Da la impresión de que ha huido en peores circunstancias que nosotras.

Sacudo la cabeza cuando me pregunta si prefiero volver a tumbar me para seguir durmiendo. La verdad es que me había despavilado y me costaría horrores pegar un ojo nuevamente. Además como si fuera un hechizo la figura de aquella mujer no se me iba de la cabeza. 

Así que me pongo al lado de Haxow para ir hablando en el camino.

- He conducido algunos carros en el viñedo. Aunque no tan grandes como este. Pero mejor hazlo tu, que tienes experiencia. No quiero demorarnos si llego a romper una rueda por algún accidente en el terreno. 

La inmutable sonrísa de Haxow, con sus labios cuarteadoa me hace caer en la cuenta de que la mayoría se mis aportaciones han Sido primeramente negativas y llenas de pesar. Así que intento una charla más alegre.

- Que opinas de las nuevas incorporaciones? Una belleza verdad?

claro que no aclaraba si me refería a Seraphine o a Luisa la súper fuerte mujer del cañon, pero igual me dió algo de pudor y agrego.

- Claro que Dorotea y Emilia son damas muy bellas también e incluso Luisa con toda su fuerza tiene su belleza. Sabes...jamás he tenido novia, no después de lo del árbol. Crees que en el camino pudiera encontrar alguien? 

La sonrisa de Haxow se ensancha cuando Maddon rechaza dormir, es evidente que el chico apenas tiene posibilidad de conversar con alguien fuera de la caravana que lo considere un igual y mucho menos mientras conduce el carro jaula por las colinas de Caertagi.
-Estoy seguro de que no es para tanto -Dice con una amplia sonrisa que deforma los rasgos de su cara -, solo necesitas un caballo inteligente y saber a dónde vas, ¿Verdad, Pante? -Su pregunta es respondida con un relincho del caballo gris que tira del carro, que también mueve la cola de forma animada. Con el poco sutil cambio de tema, el interés asoma en los oscuros ojos del conductor, que se giran a mirar a su acompañante.
-Sí, es un grupo de mujeres hermosas, pero deberias tratar de conocerlas, no está bien juzgar una presa por su tamaño -Pese al aviso, su sonrisa no ha menguado ni parece estar juzgando o regañando, tan solo es el consejo de un chico a otro. Su vista vuelve al camino, azuzando un poco al caballo para que se acerque al carro almacén que estaba alejándose levemente.
-Creo que te va a sorprender lo que te voy a decir, pero no soy la persona más adecuada para opinar de eso, por si no te has fijado no soy precisamente atractivo para las mujeres... salvo que tengan fuego a mano -Su risa repentina rompe ligeramente el ambiente que se ha creado, es claramente una broma interna, un chiste que no ha dicho en voz alta -Pero... si necesitas ayuda para conocer a la señorita del cabello dorado, te puedo echar una mano -Añade, guiñándole el ojo a Maddon de forma cómplice.

Luisa observaba la conversación parcialmente en silencio. Pese a ser una chica de aspecto rudo se le veía bastante tímida. Cí, emo venío en barco dehde er súh. Lah do zomoh de la mihma zona. Lo de lah olah i eso no a sío lo mejo der mundo que digamoh, pasé una poca de mieo. Luisa gesticulaba exageradamente mientras contaba la anécdota del viaje Ci la coza era quitáh peso der carro mañana ya me pongo en otro que con lo que pesa er cañón la bixah va a terminá reventáh terminaba mientras señalaba al caballo I bueno, a mi er culo tamié me peza lo zuio JAJAJAJA adornaba con una carcajada. Bueno, vozotrah no sus preocupéi. Si ay que darle leña a arguno d'esos enviaos estaremoh aqui pa ayudá. 

La ilusión de Dorotea era evidente al escuchar que las dos viajeras habían cruzado el océano una vez. Ellas jamás habían viajado tan lejos y resultaba que ese par de extrañas estaba por emprender su segundo viaje entre continentes. Incluso Emilia estaba interesada en oír más sobre aquellos lugares lejanos sobre los que apenas habría leído en algún libro, aunque su rostro no lo reflejara.

—Nunca he cruzado las aguas —comentó Dorotea, dirigiéndose a Luisa—. No creí que fuera a dar tanto miedo. Siempre me lo he imaginado como algo muy romántico.

Emilia frunció el ceño. Sus tíos le habían contado en su momento sobre su viaje a Algarmil y habían tenido poco que decir a favor de los barcos. No sabía qué le veía su hermana de romántico a todo ello.

—Según nos han contado, los navíos son poco higiénicos, la comida apenas varía y las travesías son muy largas. ¿No te aburrirías pronto? —preguntó.

—Los marineros y los viajeros siempre tendrán alguna historia para contar —respondió Dorotea, con una media sonrisa. Parecía que iba a continuar, pero lo que fuera a comentar quedó en la nada al escuchar las palabras de Luisa—. Pues a mí me ha parecido buena idea que vayamos en el mismo carro —dijo, y luego miró la enorme carga de la mujer comparada con el bolso de las gemelas—. Pero quizá haya que encontrar mejor sitio para el cañón. A menos que prefiera no separarse de él.

Emilia dudaba que alguien fuera a elegir el otro vehículo. No esperaba que los hombres en el carro jaula estuvieran tan bien protegidos del viento, incluso con la tela cubriéndoles las espaldas. Cuando escuchó la alusión a los enviados, miró a Luisa.

—Si llega el caso, pero cuanto más lejos de ellos permanezcamos, mejor —afirmó tras unos segundos—. Los Moralta han asumido un alto riesgo al llevarnos con ellos. —En lo posible, debían evitar echárselos encima también. Aun así, la niña sabía que en un caso extremo, debía priorizar a su hermana.

Me quedo callado ante el comentario de Haxow, podría parecer que incluso me sentí mal lo dicho, sobre todo porque quedó mirando el camino con el rostro venido, pero tras un rato luego se que el conductor me dijera aquello de que si necesitaba ayuda para conocer a Seraphine vuelvo a mirarle y hablar.
Eres muy sabio Haxow, lo que has dicho me ha dejado pensando. A decir verdad si he tenido una reacción muy superficial y eso ya me ha traído problemas en el pasado.
Pero tú también entonces estás haciendo el mismo abordaje respecto al atractivo, así como no debería darle importancia al aspecto de nuestra nueva tripulante, tampoco nadie debería menospreciar quien eres porque tú aspecto pueda o no ser atractivo a primera vista.
En mi caso, lo que me retiene de haber conocido el amor con anterioridad es la maldición que cargo a cuestas.
No estoy orgulloso de lo que he hecho en el pasado y siento que allí donde vaya hay una sombra de peligro que se cierne sobre quienes me rodean, mucho más si intentará un acercamiento más profundo con alguien que me atraiga.
Sabes, mi "don" hago el gesto para poner en duda si se trata de don o maldición no puedo controlarlo muy bien, las emociones fuertes lompotencian. Aquella vez en el árbol, quizás te haya llegado esa historia a ti. Hice que alguien hiciera algo contra su voluntad solo porque yo lo deseaba. En el momento no quise verlo así y durante algún tiempo me convencia de que la otra persona también lo quería. Pero ahora se que no es así, fue La Voz la que le ordenó a actuar así. También lo he hecho en otras situaciones y motivos. Sin ir las lejos obligue al esposo de mi hermana a acabar con su vida luego de descubrir que el había Sido quien llamo a los acorazados. Con eso no solo acabe con una vida, aunque mis manos no se mancharan. Sino que destruí el corazón de mi hermana y se que jamás me lo perdondara. Había visto al pueblo mirándome así, con esa mezcla de odio y miedo, pero ver a Mellon fue lo peor que me ha pasado, incluso peor que perder a toda mi familia y lo que he tenido en aquel incendio.
Mire a Pante para no tener que sentir la mirada del otro sobre mi.

La voz de Arsa se escucha realmente molesta cuando habla.
-Niña, si mi caballo se hiere por llevaros a todas aqui, serás tú la que tire del carro, ¿entendido? -Evidentemente estaba escuchando la conversación, y claro que tenía cosas que comentar, pero no lo había hecho por  educación -La señora Moralta os ha pedido que subierais a este por el viento de estas últimas noches, pero es muy egoista refugiaros aquí mientras los demás estamos a la intemperie -Se escuchan un par de insultos en voz baja, aunque no lo suficiente para que penseis que ha sido casualidad, claramente quería que los oyerais.
 

Maddon hace que Haxow se ría alegremente incluso con las tristes palabras sobre el desconocimiento del amor.
-No he dicho que sean malas personas, solo digo que las conozcas antes de... no se... babear en mi carro por ver una hermosa mujer de cabello dorado y luego intentar hacerte el loco -En cuanto Maddon le cuenta sobre su don, Haxow presta atención al chico, todavía sonriendo, aunque más solemnemente.
-Lo único que estoy escuchando es que tienes miedo a tu don por que no lo conoces y no lo conoces por que no lo usas por miedo, ¿estoy en lo cierto? -Pregunta, dando un suave codazo como gesto de camaradería -Prueba ahora, tus emociones están controladas, ¿verdad? Ordéname algo, que ladre o que cante -Aunque suene insistente, es obvio que tan solo intenta mejorar el ambiente y que no pretende presionar más de lo que sea bien recibido.

Seraphine escuchó atentamente a las gemelas, la ilusión de Dorotea al hablar le llenaba el corazón. Le recordaba un poco a ella en el pasado, otros tiempos mejores. Por otro lado, le apenaba la actitud fría y distante de Arsa. La mujer se había mostrado seria desde el inicio y no sabía si se debía a su repentina llegada o si había algún motivo más que explicase aquél comportamiento hacia ellas.

-No deseamos importunar a nadie, señorita. Escogimos este carro porque el señor Henewo, muy amablemente, nos dio la opción de elegir. A mí, personalmente, no me importa cambiarme de carro si mi presencia no es de su agrado o si realmente cree que los caballos van a sufrir por el peso.- La chica sonrió de forma educada aunque sus ojos mostraban cierta aflicción. Nunca le había gustado hacer sentir mal a nadie y le incomodaba la mera idea de poder estar causándole desagrado a Arsa.
 

El comentario de Arsa contrarió a Dorotea, que a todas luces creía que esa joven distinguida se merecía viajar cómodamente. Cuando escuchó las palabras de Seraphine, acompañadas de una cierta tristeza, miró ofendida a la conductora, pero antes de que pudiera decir nada, su hermana intervino:

—Si quiere cambiar de lugar, con gusto ocuparé el suyo. —Se sostuvo de una de las paredes de madera, dispuesta a levantarse. Se notaba que no era especialmente fuerte, pero no se veía duda en su expresión mientras miraba a Arsa.

Emilia no había abandonado su confortable y lujoso hogar para que una desconocida la criticara por hacerse la cómoda. Esa mujer no la conocía, no sabía qué había sido de su vida en esas semanas, y a decir verdad, daba lo mismo: en definitiva, no estaba fomentando un buen ambiente de viaje. Lo que fuera porque se guardara sus comentarios.

—Yo me cambiaré de carro en cuanto nos detengamos —añadió Dorotea. No podía ser menos en esa situación, a pesar de desear quedarse junto con Seraphine—. De todas formas creo que a Mad le agradará la compañía.

Emilia la miró de reojo. Sabía que su hermana le tenía algo de miedo a Haxow, pero por lo menos el hombre tenía buen ánimo. Dedujo que su hermana prefería aguantarse el frío antes que el mal humor de Arsa.

-No necesito ir detrás, pero teneis que tener en cuenta que aunque estemos ayudandoos, ahora sois lo mismo que todos -Gruñe en respuesta completamente molesta por las palabras de las otras ocupantes del carro -Y evidentemente vuestra presencia me da completamente igual, el señor Moralta os ofreció cualquier carro, pero a ninguna os pareció bien subir en el de Haxow o en el de los señores, todas aquí apiñadas cargando a mi caballo como si fuerais las princesas de la corte -Sea lo que sea que molesta a Arsa, está completamente pagandolo con quienes no tienen nada que ver. En el instante en que Dorotea se ofrece a cambiar de carro en el momento de parar, veis como tira de las riendas del caballo y el carro va perdiendo velocidad. También los otros dos carros se detienen y podeis ver la mirada confundida de Haxow, que habla con Maddon.
-Ya hemos parado, cámbiate de carro -Exige Arsa echando una mirada feroz por encima de su hombro.

Antes de que Maddon tenga oportunidad de probar sus palabras con Haxow o de negarse a hacerlo, el caballo del carro anterior relincha y va bajando su velocidad. Por el sonido, el carro principal ha frenado también, pero está más alejado de lo que estaría si hubiera sido elección de los señores Moralta.
-¿Qué ocurre? Aún es pronto para parar... -Pregunta Haxow, confundido. Se queda un segundo mirando el carro y se pone de pie -Sujeta las riendas, voy a ver que pasa -Se lo piensa durante un breve instante y baja de un salto, planeando ir a comprobar a qué se debe el inesperado parón en el camino.

Haxow tenía una forma de transmitir me confianza, su alegría pese a todo lo malo que sucedía y había vivido, me hacía pensar que yo estaba manteniendo una actitud de niño caprichoso, que me negaba a aceptar las cosas como eran y avanzar.
Me hubiera gustado poder reír con su liviandad y hacer bromas en todo momento, pero así era él y yo de momento tenía tanto miedo a mis emociones y mi voz que muchas veces me limitaba a bajar la mirada y quedarme callado.
Así ocurrió cuando me dijo que probará usar mi voz en él, en mi cabeza rápidamente pensaba en qué orden podría darle sin que eso fuera peligroso para nadie, pero algunas me parecían poco útiles para demostrar si lo hacía por gusto o porque lo pedía y otras temia acabarán trayendo problemas o incluso incomodandole.
Así que antes de que pudiera hacer nada al respecto se oyó el relincho del carro de delante. Mire a Haxow atemorizado, sus palabras y actitud demostraban que claramente algo fuera de lo planeado había sucedido y a menos que tuviéramos más aspirantes al circo, solo pensaba en qué podía tratarse de problemas. Los acorazados tal vez?
Tome las riendas a pedido de Haxow y le mire descender cómo un perro triste y asustado que mira a su dueño salir de la casa.

Al escuchar a las gemelas, Seraphine negó con la cabeza. No aceptaría que las jovencitas estuvieran a la intemperie mientras ella se quedaba ahí. Las pobres debían estar agotadas y encima con su llegada abrupta se habían desvelado y ella no deseaba causarles aún más molestias. Tampoco quería que Luisa estuviese incómoda después de todo el camino que habían recorrido. Cuando Arsa paró el carro, Seraphine quedó conmocionada ante la brusquedad de sus gestos y palabras.

-Ya me cambio yo, señorita Arsa. Lamento haber cargado a su caballo más de la cuenta. - Hizo un gesto a las gemelas para que volvieran a sentarse. -Me apena no seguir con vosotras, pero tendremos tiempo para hablar. Habéis sido encantadoras y he disfrutado mucho de vuestra compañía en este breve periodo de tiempo. Seraphine se levantó, hizo una pequeña reverencia teatral para despedirse de las gemelas, luego abrazó a Luisa y se dispuso a bajar del carro. 

“¿Y no tiene sentido ir turnándose, si es el caso?”, pensaba Emilia. Nada parecía venirle bien a esa mujer. Cuando Arsa detuvo el carro tan repentinamente, las gemelas perdieron el equilibrio. Emilia se sostuvo de la pared mientras que Dorotea, por el sobresalto, casi se chocó la cabeza contra una de las cajas del fondo. Ambas miraron al frente con rostros sorprendidos; la mujer parecía furiosa.

Antes de que tuvieran ocasión de detenerla, Seraphine decidió bajarse del carro. Dorotea, que, por supuesto, no sentía que tuviera más opción que bajar –y tampoco tenía mayor interés en quedarse–, le dirigió una sonrisa a Arsa, se despidió de Luisa y Emilia y se retiró a su vez. Viendo que Seraphine ya se estaba dirigiendo a uno de los carros, y dada la queja de la conductora, enfiló hacia el carro restante con un mohín de disgusto.

Emilia se acomodó en su lugar, no muy segura de qué hacer. Si era por distribuir el peso, no le quedaba más remedio que permanecer en su lugar; no fuera a causar el mismo problema en otro de los carros. Miró a Luisa con una expresión de evidente extrañeza. Se preguntaba si le resultaría igual de rara la actitud de Arsa, pero dada la presencia de esta, no creía buena idea hablar del asunto, por lo que apoyó la cabeza sobre los brazos y se quedó callada.

-Oh, por Ictium, vamos al mismo sitio, ¿de verdad hace falta tanto sentimentalismo? -Sus quejas seguían escuchandose en la parte delantera del carro, pero esta vez está manteniendo un tono más bajo, como si ya no quisiera hablar con nadie en particular. Por la parte trasera se acerca Haxow, que comprueba primero el interior del carro, sin ver nada extraño, por lo que se acerca a la conductora en busca de una explicación.
-Están sobrecargando a Ninnel y aún pretendían ir siempre todas en este carro -Se queja a gritos de nuevo al pobre chico. Haxow parece extrañado, mirando a Dorotea alejarse al carro principal. Como quien ha tenido la misma batalla muchas veces, o al menos contra la misma persona, Haxow suspira.
-Deja de tratar así a la gente, Arsa... Al final solo conseguiras que alguien te denuncie y nos metas en problemas -Por la acusación, la chica se gira con los ojos en llamas y los puños humeando... literalmente -¡Arsa! -Exclama, haciendo que el humo desaparezca pero no mengue su enfado. Se pasa la mano por el pelo, y hace un gesto a los Moralta, que estaban bajandose del carro al ver llegar a una de las niñas.
-Vamos, ¿te gustaría que te hubieramos tratado así cuando llegaste? -No responde, pero aparta la mirada, evitando la de Haxow, que trepa al carro y le revuelve el pelo con bastante poca delicadeza, incluso aunque cuando se aparta, el pelo de Arsa no parece haber sufrido ningún cambio.
-Venga, venga, vamos a seguir -Se asoma por el ventanuco del carro -No le hagais caso, solo esta de mal humor -Sonrie a ambas chicas y saca la cabeza -Portate bien o me vendré a vigilarte -Dice con una enorme sonrisa antes de bajar de un salto del carro, pararse un momento a acariciar al caballo de Arsa y salir tan feliz hacia el último carro.
-Por aquí, señorita -Dice, haciendole una reverencia a Seraphine, guiándola hacia su carro.

Haxow se acerca al carro almacén, de donde se bajan Dorotea y Seraphine. La pequeña se va al priemr carro mientras que el chico se sube, tras hablar un momento con Arsa, al carro. No tarda mucho en bajar, más sonriente que antes y vuelve con Seraphine, que parece algo resignada a cambiarse de lugar.
-Ya está, Arsa está un poco irritable estos días -Dice, permitiendo a la mujer subir antes que él para acomodarse en el interior de la jaula, a la cual le abre por completo la puerta para que puedan acomodarse mejor los tres.
-Seguramente no os contará nada, pero discúlpala, no es mala persona, es solo que... bueno, no creo que ella quiera que lo cuente pero... está... -Duda un momento -, creo que me matará si lo digo -Se ríe y se encoge de hombros -Está asustada, solo eso -Con una sonrisa enorme, vuelve a sentarse en su sitio.
-¿Quieres llevar tú las riendas un rato? Pante suele seguir el carro de Arsa sin enloquecerse demasiado -Pregunta a Maddon, sin quitarle las cuerdas que manejan al caballo, dándole la opción de guiar si así lo quiere.

Dorotea no tarda en llegar al primer carro, aunque está algo más alejado que el carro jaula, ambos Moralta estan asomados.
-¿Qué sucede, querida? -Pregunta Artell, mirando alternativamente a la chica y al carro donde Arsa y Haxow están hablando. El chico les hace un gesto de que todo está bien y ambos se relajan.
-Vamos, sube, espero que no te aburran estos dos viejos -Dice la mujer con una sonrisa amable, ofreciendo una mano para ayudar a la pequeña a asubir.

Estoy sentado con las riendas de Pante en la mano, intrigado de lo que sucede en el carro contiguo. Observó las figuras descender y Haxow desaparecer un momento y luego volver en compañía de Seraphine.
Al acercarse mi mirada de clava en el muchacho, mis ojos negros en los suyos. Cabe destacar que posiblemente fuera la primera vez en todo este tiempo que le dirigía directamente la mirada.
No digo nada, pero compongo una sonrisa al acercarse la muchacha, mientras oigo lo que dice Haxow sobre Arsa.
Asiento con la cabeza al pedido/sugerencia del cochero sobre tomar yo las riendas del carro y me quedo allí con la vista fija en el camino, variando un poco hacia Pante y otro tanto al carro delantero.
Mi corazón palpita fuerte, aunque el caballo es muy manso y obediente, la responsabilidad recae en mis manos y la presencia de Seraphine no hace que mis nervios se diluyan.

Cuando Seraphine se fijó en la cara llena de cicatrices de Haxow su corazón se encogió aunque no se notó en su rostro. Sentía pena por todo el dolor por el que tendría que haber pasado el chico. 

- Eres muy amable- Dijo mientras Haxow le facilitaba el paso para que ella subiera antes que él. Se levantó un poco el vestido para no tropezarse al subir. Luego se acomodó como pudo en la jaula. -Haxow y Maddon ¿Verdad? Encantada de conoceros. - Sonrió de forma dulce y sincera. -Lamento mucho todas las molestias que estamos causando. Temo que no seamos del agrado de Arsa.- Sus ojos cristalinos entristecieron levemente al recordar lo ocurrido en el otro carro. Pero se alegraba de que aquel ambiente fuese mucho más cómodo y amigable que el del carro en el que se encontraba Arsa. Aunque las gemelas le habían parecido un encanto.

-Tenía muchas ganas de conoceros y mucha curiosidad por saber sobre vosotros. Lo cierto es que echaba de menos la cercanía de la gente. Tantos días huyendo ya me tenían un poco desquiciada. - Soltó una breve carcajada que hizo que se le iluminase la cara y que sus ojos brillaran de alegría.