Partida Rol por web

Ernest observó la escena analizando la situación al instante. No sabía que hacía la Toreador en aquel lugar, cuya presencia era toda una sorpresa y ha ciencia cierta tendría que preguntarle al respecto, pero en aquel momento primero había que sacar a aquellas damas de aquel oscuro lugar y llevarlas al sano aire libre.

Sonriendo amigablemente dejó que Morgan se encargase de la Tremere, mientras él extendía su mano hacia Martha para ayudarle a salir.

   - No se preocupen señoritas, somos el equipo de rescate.- Les dijo con suma educación.

La tremere sacó fuerzas de flaqueza y se levantó con aplomo.

- Preparad un coche para salir de aquí. No podemos dejar que ningún curioso vea esto y trate de acercarse a ayudar o pida un médico... - dijo, mientras se sujetaba un brazo con la mano del otro. Una herida muy fea, completamente ensangrentada, con dejes de quemadura en los bordes, se apreciaba en el brazo. Una herida bastante espectacular, sin duda.

Asintió.

-No se preocupen, el sitio está cubierto... y vigilado. Con que hagamos mutis discretamente bastará.

Morgan tenía que admitirlo: le gustaba una persona capaz de llevar una horrible, dolorosa y desfiguradora herida de guerra como la medalla triunfal que es, incluso si tenían que sobreponerse a su horrible efecto. Especialmente si tenían que sobreponerse a su horrible efecto.

Estaban fuera, por fin, no se lo podía creer, y encima gente amiga. Dejo que el alguacil la ayudara a salir del bunker mientras que el otro hombre hacia lo preciso con Rebecca. Por fin pudo echarle un buen vistazo a como había quedado el lugar.

- No saben cuánto me alegro de verles caballeros. Se alegró de no tener que dar muchas explicaciones ya que ellos mismo vieron las heridas de la otra mujer y fue prontamente atendida para ayudarla. Si... cuanto antes salgamos de aquí mejor, es más, sería mejor estar en lugar seguro para explicar lo ocurrido, por no decir que la señorita Rebecca necesita atención urgente. No se acostumbraba a la visión del brazo de aquella manera y eso que lo había visto completamente carbonizado antes de su estado actual, era igualmente desagradable, por no decir que no podía imaginar lo doloroso que le debía de estar resultando.

El sitio, a ojos de Martha, había quedado desolado. No quedaba nada de la tetería modesta a la par que encantadora que regentaba la señorita Grey, y en su lugar, solo quedaban cenizas y carbón mojados.

La cosa empezaba a ir a mayores.

Fuera, la Sheriff Parr y su otro ayudante, Ray Holmes, os observaban. El rostro de Juliet, ceniciento, no muestra más que preocupación, y no os da tiempo a acercaros a ella. En cuanto ve las caras de las rescatadas, inicia la marcha hacia su vehículo. Ray recula un segundo, sin saber que hacer, antes de salir corriendo tras la Sheriff.

Ernest miró impávido a Rebecca y a parte de volver a ponerse la chaqueta y recoger su bastón y sombrero, no realizó gesto alguno de moverse del lugar. No al menos con especial prisa por ello.

Él obedecía ordenes de la reina, no del primer vástago que se le cruzaba por el camino y si algo tenía meridianamente claro era que Lady Anne no les había enviado allí para hacerle de chófer a aquella tremere.

   - Por desgracia señora me temo que no hemos venido con coche.- Respondió con voz templada.- Aunque coincido con ustedes que debemos desplazarnos a un lugar mas tranquilo.-

Cogiendo el abrigo del lugar donde lo había dejado colgado, se aproximó hacia Rebecca con la intención de ponérselo caballerosamente sobre los hombros.

   - Tenga, esto debería ocultar sus heridas de miradas indiscretas.- Dijo con suma educación.- Al menos hasta que lleguemos a sitio seguro....-

¿Atención urgente? Casi se rió con aquello. Casi. La de los miembros de su incestuoso Clan para recibir un interrogatorio inmisericorde y pormenorizado, sería.

-Las preguntas, con los curiosos, llegarán dentro de poco -dijo, sin necesidad de mirar el reloj. tenían el poco tiempo que aprovechar- Deberíamos escoltarlas hasta el Eliseo, Alguacil.

-¡Holmes!

Holmes recula un segundo, quedándose rezagado de Juliet, para poder responder.

- ¡Señor Collingw...! - el ruido del motor del coche amortigua la voz, mientras el vehículo de la Sheriff sale disparado por la calle. Una vez el sonido del coche se pierde entre las calles de Londres, y tras un largo suspiro de Ray, este se vuelve a aproximar a vosotros. - Señor Collingwood, me temo que la señorita Parr tenía mucha prisa... - y tuerce los ojos como imaginándose la reprimenda que le caerá cuando Juliet le vuelva a ver - ¿En qué puedo ayudarles?

Morgan se ahorro comentarios sobre la "mucha prisa" de la Sheriff: Ray era un hombre adulto y si la mujer se dejaba llevar por la histeria natural y no era capaz de esperar unos segundos en pos de la Mascarada, era su problema.

-Eso parece -dijo sencillamente, sin ofrecer más evaluación- Necesitamos un coche para las señoritas... ¿puede ayudarnos?

Ray se quedó pensativo un momento, era obvio que el único coche que tenían acababa de salir disparado por las calles de Londres con una Sheriff dentro que no podía esperar ni un segundo. Miró a Rebecca y lo obvio de su estado de salud.

- Vuelvan dentro del bunker y denme unos minutos, volveré con un coche para llevarles al Eliseo. - dijo, y se giró a buen paso hacia la oscuridad de las calles de aquella parte de la ciudad.

En un momento como aquel deseo no haberse acercado hasta el establecimiento andando. Pero por desgracia esa habia sido su decision y no podia cambiarla. Desde luego la actitud de la sheriff no habia sido la mejor en su opinion, pero era una tonteria perder el tiempo en lamentarse sobre ello.

No le hacia gracia la idea de volver dentro del bunker ahora que ya estaban fuera.

La respuesta a la pregunta de Morgan sobre el coche le pareció bastante obvia a Ernest, sobretodo teniendo en cuenta la precipitada marcha de Juliet, pero sin embargo se guardó cualquier comentario al respecto. No quería soliviantar a su compañero después de lo que les había costado enterrar el hacha de guerra.

No se tomó a pecho la marcha a la carrera de la sheriff, pues el conde conocía de los extraños poderes poseídos por Juliet y sabía que podía percibir visiones y descubrir secretos con solo mantener la mirada sobre un lugar o un objeto en particular. Sin duda sus prisas debían responder a un asunto de primer orden, así que su marcha probablemente estaría completamente justificada.

   - Date prisa Ray.- Se limitó a responder al alguacil dejando que este se fuese a buscar un vehículo.

Pensativo se giró hacia la tremere y la señorita Stuart, preguntándose por las razones de su presencia allí, pero sin llegar a dar salida a la cuestión. Sin duda cuando llegasen al elíseo dispondrían de todo el tiempo necesario para realizar todas las preguntas pertinentes a ese respecto y otras muchas cosas mas. No le parecían sospechosas, pero sin duda eran testigos potenciales y sabrían quien o que había sido el causante de aquel desastre. Aun así no se confió pues no se fiaba de aquella tremere.

Bueno, de hecho no se fiaba de ningún tremere en general, pues era evidente que las acciones de su primogénito escondían una agenda secreta y una suerte de conspiración en ciernes que no le gustaba un pelo al alguacil. Cualquier posible amenaza para la Reina o la Mascarada era algo que no estaba dispuesto a permitir de ninguna de las maneras y descubriría la verdad aunque tuviese que llevarse unos cuantos vástagos por delante.

   - Se que es incomodo después de la situación que han vivido.- Declaró diplomáticamente.- Sin embargo estoy de acuerdo con el alguacil Holmes de que deberíamos esperar en el búnker para evitar miradas indiscretas. No se preocupen, con nosotros a su lado no tienen nada que temer en esta ocasión...-

Rebecca simplemente asintió, y se volvió a girar en dirección al agujero del que habían salido hacía unos instantes. Había visto con ojos llenos de tristeza cómo el único coche que disponían salía corriendo, pero el deber era el deber.

No, él tampoco esperaba que hubiera uno. Si hubiera importado lo más mínimo y la pregunta hubiera sido una pregunta realmente en lugar de un simple intercambio cortés de un pequeño favor por una pequeña promesa de influencia y mérito social por ayudar a uno de los suyos, desde luego no se hubiera molestado.

-Lamento la inconveniencia -dijo Morgan diplomático, sin importarle nada- Por supuesto que las acompañaremos en el supuesto de que pudiera ocurrir nada. Descansen tranquilas... no ha sido una buena experiencia para ustedes.

¿Preguntar ahora, o preguntar después? Cada una tenía sus ventajas...

-Y bien, Miss Grey -le dirigió la palabra mientras volvían a ubicarse allí, a salvo de miradas indiscretas y sólo temporalmente. No dentro-dentro del búnker, pero no lejos- Me pregunto si le haría bien hablarnos de lo sucedido...

No era una pregunta, claro que no. Dejaba la decisión en su mano y lo colocaba como un favor. Típico mierda Ventrue.

La mujer ni siquiera se giró hacia Morgan, mientras continuaba internándose entre las ruinas y restos carbonizados de lo que otrora fue su propiedad.

- Un hombre, joven. Apenas treinta y cinco  años, con un abrigo negro y varios tatuajes en la cara, incluido uno en el ojo. No en el párpado, en el ojo, dentro del ojo. No me dio tiempo a hacer nada, no pude ver si era mortal o inmortal, pero sí se algo. Su dominio sobre la magia excede las capacidades de un Tremere normal de la capilla. - se paró ante la boca del bunker y la miró con desdén - Saltó por encima de todos los rituales de protección del lugar y comenzó a lanzar llamaradas desde su mechero, como si fuera un látigo. La señorita Stuart y yo conseguimos huir al interior de la tienda y refugiarnos aquí dentro mientras le obstruía el paso con las estanterías. Todo es madera y hoja de té, así que el fuego fue más rápido que él, y no pudo seguirnos. De cualquier otra forma, no estaríamos aquí ahora. O si, pero mezcladas con todo esto... - terminó, pateando las cenizas del suelo.

El claxon sonó en el exterior, más rápido de lo esperado. Un taxi esperaba, con Ray ya bajando del asiento del copiloto, y cuyo taxista mostraba una expresión... vacía. Como si fuera una carcasa movida con cuerdas desde el exterior. Pero aún así era un coche.

Tatuajes por todo el cuerpo. Debería ser fácil localizar a alguien así si no trabajaba en el circo o en la marina mercante, y la clase de individuo capaz de combinar un sobretodo negro con esa facha posiblemente fuera alérgico a un trabajo de hombre como aquellos dos. No debería ser imposible localizarlo con aquellos datos.

-Bien... desconozco la clase de amenaza mágica que puede hacer frente a una capilla Tremere, así que eso será una materia para discusión de su insular gente -comentó- Pero el hecho de tener una descripción física del individuo, y que al parecer necesite el mechero, es algo más interesante. Muchas gracias por su relato y su templanza, srta. Gray: ambas resultarán invaluables.

Escuchó el cláxon y dedicó una pequeña sonrisa.

-Ah. Mi estimable señor Holmes -hizo un gesto con su brazo al de Rebecca, el sano, para tomarla de él y acompañarle- Si me concede, srta Gray.