Partida Rol por web

El Nosferatu cerró de un portazo el Eliseo, y se encaminó siguiendo las pisadas recientes de la nieve. A lo lejos podía ver a la Arpía, caminando con paso airado, dirigiéndose a su coche. Un criado la seguía de cerca, tratando de aliviar su humor, sin mucho éxito. Llegaste a su altura cuando ya estaba subida en el coche, y su criado a punto de cerrar la puerta. Este te miró con gesto despectivo, pero la Arpía lo detuvo con un gesto antes de que el ghoul te intentara echar a patadas.

- ¿Qué buscas, pequeño sangre nueva? - dijo, con voz agradable al oído, y casi al tacto. El poder de su voz se deslizaba de forma latente pero imperceptible. No notas sortilegio alguno, pero claramente aquella mujer tenía una voz que hubiera podido levantar masas.

Bolena... - algo confundido, sin saber exactamente cómo dirigirme a la poderosa Vástago - ...Majestad... - balbuceo ante su inmenso poder - ...algo terrible nos acecha... creo que debería hacer algo por evitarlo... - mi voz va ganando seguridad a medida que hilvano mis argumentos - ...con su permiso, sería mi deseo conocer el contenido del mensaje que Hoodchild ha deslizado al acabar la reunión, my lady. - postro mi rodilla en la nieve, la cabeza gacha esperando que la Arpía resuelva mi petición.

Ana torció el rostro, con gesto disgustado.

- Milady, si quieres mantener durante mucho tiempo la cabeza pegada al cuello. - dijo, y se quedó pensativa unos instantes, antes de continuar - ¿Sabes lo que terrible de verdad? Terrible de verdad es que un humano venga a amenazarnos a nuestra propia casa. Terrible de verdad es que la supuesta Reina de Londres lleve sin dar la cara desde su coronación. Terrible es tener que aguantar esa humillación sin que nadie haga nada. ¡Eso sí que es terrible! - dijo, con voz creciente, y llena de indignación.

Alzo la mirada, con un atisbo de condescendencia en su apagado reflejo: Pobre diabla! Incomprendida, herida en su orgullo, evidentemente cabreada... y no tiene otro al que contarle sus problemas que... a mi: Sucia escoria destinada a desaparecer!

Cambio de inmediato mi semblante, consciente del increíble poder que Lady Bolena atesora, bajo nuevamente la mirada:

Estoy completamente de acuerdo con usted, milady, todo esto resulta... terriblemente inapropiado, inaceptable diría yo... - me atrevo a mirarla de nuevo -. Obviamente hay que dar una lección que nadie pueda olvidar. Evidentemente debemos usar nuestro Poder para poner en orden lo que ocurre... de ahí mi petición, milady... - vuelvo a bajar la mirada tras la última referencia, insistente tal vez, pero con la finalidad que no olvide que estoy interesado en el contenido del papel que ha tomado.

Ernest había seguido los pasos de Leroy al exterior nevado del Eliseo. Fuera, una capa blanca parecía cubrir todo a tu alrededor, dándole un aire radiante a la tenue luz de las farolas. Parecía que nada de lo que se había discutido en el interior del teatro hubiera jamás sucedido.

Sigues con la vista las características huellas de Leroy en la nieve. Sin duda sería un vástago muy fácil de seguir, con una de las huellas arrastrada varios centímetros en cada zancada. No necesitas alzar el rostro mucho para ver a lo lejos un coche, con un hombre ataviado con un grueso abrigo, atendiendo a la Arpía a introducirse en el automóvil, mientras el nosferatu se le acercaba con aire apremiante. Unos pocos pasos, y estarías con ellos, aunque la primera parte de la conversación pasó inadvertida a tus oídos.

- ¿A cambio de... ? - preguntó, con mirada condescendiente que no trató de ocultar.

El sonido llegó por fin a oídos de Ernest, que andaba ya fuera del Eliseo.

Me incorporo, sacudiéndome la nieve del pantalón, haciendo gala, por una vez en mi existencia, de una inopinada pulcritud.

No creo disponer de nada que ofrecerle - admito -. Usted se ha apoderado de la Nota de Hoodchild; soy del parecer que su contenido pueda ser relevante para la seguridad de la ciudad - la miro, poniéndome, sin querer, a su altura, yo que soy un aborrecible gusano, sonrío para mis adentros, divertido por lo ridículo de la situación -. No, no puedo entrar en ese juego: Pida lo que desee por la Nota y - dándome cuenta de la llegada de Ernest - valoraremos la adecuación de su demanda - incluyo al antiguo Sheriff en el posible pacto.

El que duda pierde. Y él había perdido, se viera como se viera.

De acuerdo, era comprensible, era justo que hubiera dudado siquiera un segundo, pero la justicia era un atributo que no tenía nada que ver allí: podía llevarse uno toda la justicia que quisiera a su casa y empacharse con ella si eso le daba placer, pero entre aquellas paredes no. La única verdad es que había habido debilidad y se había aprovechado.

A eso pensaba ponerle freno.

-Milady -le llamó la atención- Creo que tenéis algo destinado a mí persona.

En el lugar empezaba a congregarse gente, más de la que el sirviente gustaría, pero eso a Ana no le importaba. Los focos estaban sobre ella, y ella sonreía como si la cámara le estuviera apuntando. Se quedó pensativa ante las palabras de Leroy, cuando llegó Morgan a la escena, forzando el paso sin llegar a perder la compostura.

Ante la exigencia de Collingwood, no pudo más que reír. Abrió el papel, que aún tenía en las manos, de forma muy breve y lo observó un instante antes de volver a sonreír.

- Lo siento Morgan, pero parece que no hay ningún destinatario en el papel... Sin embargo, ya he decidido quién obtendrá la carta. - una pizca de maldad chispeó en sus ojos - Aquel que se arranque el brazo y abofetee al otro con él. Os odiáis, de todos modos. Un poco de dolor momentáneo, por un momento de gloria, y la carta. De cualquier otro modo, la carta se queda conmigo.

Morgan decidió que no iba a soportar aquella mierda.

No era la decisión más racional, espoleada más por el ego que otra cosa, pero la Bolena había renunciado a todas las virtudes de su Posición como el resto, retirándose y dejando que los neonatos (entendible) sin autoridad (HORRIBLE) llevasen el peso en aquella situación. Y no se sentía muy tentado de considerar su peso y nivel en aquel contexto. Él había sido el que había dirigido aquello. Era todo lo que importaba.

-Creo que tengo una idea mejor. La carta está destinada a mí. Démela. Renunció a toda su autoridad allí dentro cuando decidió quedarse a la expectativa, Milady; puede estar torpedeando una investigación vital para Estirpe local. Hagamos esto civilizadamente.

Por un segundo, por un solo segundo, acarició la idea de descerrajarle un tiro en la boca y hacerse con la carta. Una idea estúpida: problemas con la Mascarada, miradas por todos lados, no detendría más que unos segundos a la Arpía (aunque no necesitaría más) y por encima de todo empeoraría cualquier relación con ella hasta el absurdo.

La Arpía aguzó los ojos un momento, mirando al Ventrue como quien observa un perro a punto de ser atropellado.

- Toda decisión se toma siempre en función de un motivo y a la vista de él, y ese motivo es la base de la decisión que así se toma. - dijo, con un tono como si citara un autor que desconocíais por completo, tras lo cual, volvió a su rostro de malicia "inocente" - Ya lo se Morgan, sabía que no tendrías huevos de arrancarte el brazo. No en vano eres chiquillo de tu Sire, y Pitt no se arrancaría siquiera un pelo de su cabeza hueca ni aunque le fuera la vida en ello. Tenía mis esperanzas puestas más bien en nuestro pequeño y último Nosferatu leal. - dijo, mirando a Leroy como un gato cercando a su presa.

Escucho, no exento de pasmo, la absurda petición de la Arpía así como la airada replica del recién llegado Ventrue quien no podía más que estar de acuerdo.

A qué mierda se cree que juega, milady - secundo a Morgan con la certeza que deberemos acabar arrebatando, por la fuerza, la carta -. Ese documento puede ser importante, acaso vital para la seguridad de Londres - redundo en lo anteriormente expuesto - o nos lo brinda por las buenas o deberemos disponer de él de otra manera -. Cierro el puño derecho dentro de la palma opuesta, la mirada fría y sin atisbo de duda: Si debo emplear la fuerza, lo haré.

El ghoul a vuestro lado desenfundó raudo su pistola y encañonó a Leroy sin pensarlo dos veces en cuanto notó el tono de amenaza de Leroy.

- Está bien Dimitri, estos caballeros no son tan estúpidos como para hacer ninguna tontería. - dejó caer los hombros con gesto de cansancio, mientras su tono de voz cambiaba a uno más grave - Hace ya un tiempo que camino por Londres, y nadie es tan estúpido como para atacar a una Arpía en el aparcamiento del Globe, por mucho que ella sea una puta. No a menos que quieran un suicidio rápido y limpio. - volvió a su tono cordial - De cualquier modo, vuestra falta de sentido del humor me preocupa, chiquillos... Pensaba que seríais más dados a aprovechar las oportunidades que os puede brindar alguien con un estatus como el mío. Sin embargo, dado que parece que he dado con el ala aburrida de la sangre nueva, caminaremos vuestro camino. Hay otra manera en la que estuviera de acuerdo en deshacerme de este trozo de papel. Un pequeño encargo, que no puedo realizar en persona, y que se ganaría en cierta forma el favor que acabáis de perder, y la carta. Nada sumamente complicado, estoy segura de que estaríais a la altura de la tarea; y tampoco os robará mucho tiempo. Y no, Morgan, ya pueden bajar la Reina, los dos Sheriffs y nuestro Vara Negra a comerme mi real coño, que esta nota no os pertenece. Se trata más bien de un vale... al portador. Si lo quieres, gánate de nuevo su derecho.

Ojeo la pistola con una sonrisa torciendo el gesto: Soy lo suficiente estúpido como para eso y más!

Un pequeño encargo que usted no puede hacer... - levanto la ceja ignorando la fútil amenaza que supone el arma que lleva el tal Dimitri - ...hable y acabemos ya con esto.

LA PUERTA DE UN ELYSEUM SIGUE SIENDO UN ELYSEUM

En el interior de Morgan el ascua que actuaba como su fé se inflamó, más tras haberse calmado tras el espectáculo de antes. Reprimió el impulso de lanzarse hacia el esbirro y arrancarle el brazo como había pedido que se arrancase el suyo.

-Tengo más redaños de los que tendrá usted en su vida, μαλάκα.

Reprimió un bufido para conservar la cara de póquer, aunque cada vez estaba costando más. Miró a su sicario, malgastando la sangre en un muro. Por supuesto.

-Y no violo la Pax Vampirica como su esbirro. Tírala.

¿Falta de sentido del humor? ¿NO TENGO PELOTAS?

-Usted sabrá a lo que juega y si merece la pena hacerse acreedora de miradas por un artificio semejante -dijo, ignorando el resto de insultos y exquisitas ordinarieces de alguien que por supuesto tenía que haber mamado en una corte italiana- Con usted no hemos perdido nada. ¿Qué gente "importante" había en el Eliseo? Bainbridge... usted... y yo. El tercero en orden. Suena a que es el momento de aprovechar una autoridad que no está claramente disputada ni su figura valorada en lugar de buscar aliados. Así que dispare, Milady.

El sirviente no soltó el arma, ni siquiera movió un músculo. Siguió encañonando a Leroy con deferencia. Bolena miró de forma divertida a Morgan.

- Αυτός δεν είναι τρόπος για τη θεραπεία του μια κυρία, λίγο τυχάρπαστο. Νομίζετε ότι έχω περάσει τέσσερα χρόνια το πιπίλισμα στρόφιγγες όπως Pitt; - dijo, casi sin acento, para después volver al perfecto inglés - Baja el arma Dimitri, por el amor de Dios, vas a atraer la atención a esta ruptura de Mascarada, y eso no te gustaría... - el ghoul enfundó el arma tan rápido como la había sacado, y volvió a su pose expectante, como un guardián de piedra - Esta claro que la sangre nueva tiene al menos un poco de sensatez, incluso al tiempo que cavan su propia tumba. - miró a Leroy con casi ternura en los ojos, y después miró a Morgan - Antes de deciros lo que tendréis que hacer por mi, te daré un consejo en materia de política en el Eliseo, y te saldrá gratis incluso. - su voz cambió a un tono más serio, casi como si estuviera haciendo negocios importantes - El día que veas a un antiguo tomar responsabilidad sobre una amenaza exterior en ausencia de la Reina o sus lacayos, sabrás que ese antiguo desea acabar con su existencia. El día que veas a una Arpía hacerlo, será el día en que se abra el séptimo sello. Pero eso no da derechos extras a la sangre nueva, ni obligación a la nobleza a colaborar. - se acomodó en su asiento de nuevo, y buscó un papel y una tarjeta en un pequeño bolso de mano que estaba sobre la tapicería - Necesito que vayáis al Royal Bank, sucursal 08, a tres cuadras de aquí, y os hagáis pasar por esta persona. - dijo, tendiendo la tarjeta a Leroy, con una serie de información en ella - Quiero que solicitéis la caja de seguridad a su nombre y la vaciéis. El contenido os lo podéis quedar, pero no debe quedar nada en ella a vuestra salida, ¿comprendido? Os harán preguntas, aquí tenéis la información que deberían preguntar. - dijo, aireando el papel que había buscado para que lo cogierais - Una vez esté hecho, visitadme a la Banqueting House, preguntad por Anne. Nuestro lealista podrá entrar una vez sepa el recepcionista de vuestras intenciones, él os guiará. ¡Ah! Y os recomiendo premura en vuestros actos, pues la carta del Inquisidor contiene información degradable en el tiempo...

Saquear una caja de seguridad ajena. Tarde o temprano habrá quien pida explicaciones al respecto!

Tomo la tarjeta que me entrega Bolena y leo los datos en ella contenida.

Entendido, milady...

Miro a mis acompañantes, presto a tejer un plan que nos permita vaciar la caja sin tener que acceder, directamente, al Royal Bank, circunstancia que, por otro lado, es completamente irrealizable para mi solo:

Está bien - me desagrada tener que colaborar con los Vástagos que, a la vez, son mis posibles aliados, mis perseguidores y posibles verdugos, mas no tengo opción. Es lo más prudente -. Voy a permitirme exponerles un plan para tratar de salir airosos de la situación en que nos ha involucrado Lady Bolena - fugaz ojeada a la todavía presente Arpía -. Sin duda, saquear la caja no va a acarrearnos nada bueno y quizás deberíamos evitar, en la medida de lo posible, inmiscuírnos directamente en el acto material... quizás - y ahora dirijo mis pretensiones a mi odiado Morgan - pudiéramos utilizar a alguien para que cumpliera esa misión. Yo estaría al lado del títere en todo momento, comprobando que todo se desarrolla como deseamos... - medito la viabilidad de mi Plan, aún con la tarjeta en la mano.

El ventrue asumió las frases sin pestañear. Ayudaba el hecho de que no tenía la menor idea de griego: todo lo que conocía eran las frases relacionadas con el culto, repetidas una y otra vez hasta formar un mantra carente apenas de sentido.

"Consejos..."

¿Realmente creía que lo había dicho por él? ¿Que hablaba de todo aquello como si él importase? ¿Como si aquello que decía fuera a ser escuchado por los poderosos simplemente porque "lo sabía todo el mundo"? La había sobreestimado, a la par que la subestimaba. Y no podía dejar de hacerle gracia en cierta medida que le viera con semejante ego. ¡Como si la opinión de un neonato importase menos que nada!

-Eres el Nosferatu -se encogió de hombros- Sabes cómo funcionan estas cosas.

Si no fuera por el detalle de que lo estás revelando delante de ella, pensó justo a continuación. Era una escena extraña, contemplar como Leroy se convertía en algo moderadamente útil y sociable y cómo la Bolena se convertía en alguien cuyas elucubraciones le resultaban incomprensibles. ¿Cómo podía pensar que había argumentado todo eso usándose a él como argumento? ¿Cómo había llegado a pensar que habría sobrevivido cinco minutos entre los vampiros pensando así? Había algo en aquel pensamiento que no encajaba. Algo que no debería ser así. Algo que se le escapaba.

Para alguien que creía haber desentrañado la simple crueldad del sistema en que vivía, la revelación no era agradable.

-Buenas noches -se despidió, tomando direcciçon- ¿Vienes, Leroy?