Partida Rol por web

Hans asintió viendo como la vida de Apollo se perdía en una lanza metálica. Aquella arma había demostrado ser bastante mejor que sus hachas y no pudo evitar sonreir al ver a Ernest llegar con una de ellas. Jé, ya sabía cuál iba a ser su próxima adquisición. Se plantó delante del niño de las piscifactorías hachas en ristre, una en cada mano, con una sonrisa maliciosa en sus labios.

- Estás en la boca del lobo, chaval. - dijo, alzando sus hachas y descargándolas contra él.

Con el cañonazo que anunciaba la muerte de Apollo en los oídos, Ernest se vio obligado a esquivar los dos ataques de Hans. No obstante, el mayor llevaba un buen rato luchando y había entrado en calor. Los dos hachazos impactaron en la cadera y el brazo del chico del distrito cuatro.

-Solo si tú tiras el arco, si no no voy a soltar mi arma –les informó negando energéticamente con la cabeza. Abi no iba a separarse de nada que pudiese salvarle la vida, aquel era un precio que ni el más tonto estaba dispuesto a pagar por un poco de compañía-. Pero os puedo llevar al sito para que veáis que no os engaño, aunque no creo que…  siga allí… -contestó sin soltar nada de lo que llevaba encima-. Puedo caminar por delante de vosotros.

Abi se sorbió la nariz y después se la limpió con el dorso de la mano en el que llevaba el maletín.

-Y es verdad que allí no hay nada más que azufre, y hace mucho calor –dijo insistentemente intentando cambiarles de opinión.

La niña les miraba insegura, sin saber muy bien qué hacer en aquella situación tan tensa.

Había cogido a Ernest por sorpresa, que probablemente se esperaría que el rubio continuara golpeando a Apollo. Se había equivocado, como se había equivocado al atacarles cuando ya habían demostrado poder con probablemente los dos adversarios más duros de los Juegos: Rufus y Apollo.

Y en otros dos ataques continuos volvió a descargar las hachas sobre Ernest. La rapidez con la que atacaba hizo que el tercer hachazo se le moviera un poco y el hacha casi se le escurre de la mano, pero el último ataque fue algo más certero.

Desde luego de las malas ideas aquella habia sido la peor y eso ahora ya no tenia mucho remedio

ignorando los golpes de Hans ataco

Hans vió a Ernest cargar contra él con la lanza, pero no permitió que le alcanzara a estaría en un apuro, así que pegó un salto y esquivó el ataque sin mucha dificultad.

- Bien, de acuerdo..... - dije quedándome callada un momento cqavilando las posibilidades.- Vayamos pues al lugar donde se supone que su cuerpo yace, aunque solo sea por saber dónde es y poder evitar pisar por allí, ¿no crees Jhonny? - digo esto último bajando la flecha que apuntaba a la niña y quedándome a la espera de que mi compañero también esté de acuerdo.

- Vete delante entonces. - añado mirando a Abigail. Aunque había bajado la flecha que la apuntaba, mis sentidos seguían alerta. No terminaba de confiar en ella del todo pero tampoco quería dejarla sola a menos que ella así lo quisiera. En el inicio de los Juegos ya se habían formado grupitos y una sola persona no sería capaz de matar a todo un grupo. En cambio si el número de contrincantes era menor o igual al del grupo rival, habría más posibilidades de salir vivos de la contienda, si la hubiera.
- Siguamos alerta, por si acaso. - le susurro a Jhonny acercándome a él para después comenzar a seguir a la niña rubia.

Quería ayudar a Hans, pero arrancar la punta de la lanza del pecho de Apollo era más difícil de lo que parecía. Cuando tiró del asta, el cadáver del chico del metal se le vino encima, y tuvo que volver a enderezarlo a pulso. Aún muerto era un duro rival.

Al final dejó que el cuerpo cayera a plomo de costado. Le puso un pie en el pecho y arrancó la lanza de un tirón. Cuando se volvió vio a Hans de espaldas, atacando sin tregua. Ernest estaba sangrando y tambaleándose y tenía a la vista algo que en menos de media hora de Juegos del Hambre había visto ya tres veces. El tributo de las armas lo tenía todo controlado, y a Dane le pareció que no debía intervenir. Por si acaso se puso en guardia.

Abigail los condujo hacia las llanuras, que apestaban. En cuestión de cinco minutos llegaron a la zona donde ella decía que Jake había muerto. Una gran mancha de sangre anunciaba el lugar. Parecía que hubiesen dejado caer varias botellas de pintura marrón en el suelo, a juzgar por su densidad y cantidad. Cerca había una grieta que borboteaba ligeramente. Hacía bastante calor.

pues no se si dane va a intervenir o no como dice.

Si ya me toca voy a ejercer la mejor parte del valor y morir huyendo, igual alcanzo la motosierra...

Hans no era capaz a comprender por qué Ernest les había atacado. Hubiera sido mucho más fácil coger todo lo que quedó atras en la Cornucopia, huir e intentar sobrevivir con los víveres. Además, parte de sus contrincantes, como eran Dane y Hans, no tendrían nada más que las mochilas y sus armas. Quizás era muy valiente. Quizás era tonto. O quizás ambas cosas.

Pero ya no le permitiría enmendar su error.

Como un castigador, fijó su mirada en Ernest, preparado para el ataque final. El chico estaba muy malherido y casi ni podía moverse, así que aquello acabaría rápido. Dió dos pasos atrás para luego cargar contra Woo, para frenar justo antes de chocar contra él. Alzó ambas hachas, pero no por la parte del filo, si no por la parte trasera, golpeando con ellas en el mentón del niño de las piscifactorías. Ernest cayó al suelo debido al mareo que le produjo tal impacto, pero no pudo estar aturdido mucho más, ya que el del distrito de armas pegó un salto y clavó ambos aceros en la caja torácica del tributo, acabando con su vida.

Y así se quedó durante unos pocos segundos, de rodillas sobre su víctima. Pese a que había contado con la ayuda de Dane en dos ocasiones, el contador de victimas sobre su cabeza marcaba tres. Hasta el momento todo iba a pedir de boca.

lo ultimo que se le pasa por la cabeza a Ernest es "pero mira que soy tonto"

Antwoine asintió y fue en busca de una cueva. Mientras, Sarah y Johnny recogieron leña (la verdad es que madera seca no faltaba). La chica encontró un arbusto de bayas azules que parecía apetitoso.

Las bayas azules las reconoces de un libro de supervivencia que te prestaron en el entrenamiento. Son muy nutritivas, ricas en azúcares.

Las bayas azules las has visto en alguna parte. Alguien te dijo que comerlas daba retortijones y nauseas. No son especialmente tóxicas, pero os harán pasar un mal rato.