Partida Rol por web

El penúltimo cañonazo de los Juegos estalló en la lejanía. Ahora era cuestión de dos.

Kim se confeccionó una muleta con el hacha de mano y echó a andar en las profundidades del bosque. La sangre de sus heridas podría llamar la atención de los depredadores, pero por los anteriores Juegos que había visto, sabía que los Vigilantes no dejaban aquello al azar. Los finalistas siempre se mataban entre sí.

Escuchó el cañonazo cuando apenas se había movido un kilómetro y aún no había visto una cueva. El tiempo se acababa.

 Kim se detuvo en su penosa marcha al oir el segundo cañonazo. Un escalofrío le recorrió la espalda y se giro para mirar en la lejanía. ¿Habría sido un accidente o un asesinato entre compañeros? Prefería no saberlo.. pero una cosa estaba clara, ahora les tocaría enfrentarse. En su estado actual no tenía ninguna posibilidad asi que miró al cielo pensando si la audiencia les dejaría vivir un día más o no.

Demasiadas muertes por hoy... Tess... espero que seas tú la otra...-murmuró.

Al no ver cueva alguna en la lejanía se limitó a buscar un sitio en el que poder esconderse de la dirección de la Cornucopia y en el que poder vigilar o pasar la noche. Tenia la esperanza de poder ver las caras de sus compañeros en el cielo para saber a que se enfrentaba.

Acerté.

El cuerpo de Tess cae a cámara lenta y entretanto permanezco congelado en la posición del arquero. El arco en mi mano izquierda, con el brazo tenso; la derecha a la altura de mi oreja, los dedos estirados. Los ojos permanecen fijos en el cuerpo de la muchacha. No se mueve. Los temblores continúan, arrancan en mis pies casi insensibles y ascienden hasta estrujarme el estómago. Amenazan con volverlo del revés.

Entonces comienza la reacción. Primero noto húmedos los ojos. Mis brazos se aflojan y decaen hasta colgar fláccidos a mis costados. El arco se desliza de entre mis manos cayendo suavemente al duro suelo helado. La humedad se acumula como la riada tras la presa hasta que el dique revienta y lloro.

Lloro.

Las lágrimas salen anegando los ojos y enturbiando la vista. Pero los calambres continúan y finalmente consiguen revolver tanto mi estómago que decide actuar por su cuenta. Caigo de rodillas y vomito cuanto tenga en el interior, la mayor parte bilis.

. . .

Me cuesta reaccionar. Limpiándome la boca con una manga y los ojos con la otra recupero el arco y me pongo en pie lentamente. Me acerco donde está el cuerpo de Tess. Antes que se lo lleven le cierro el otro ojo. Recupero los prismáticos y me alejo sin mirar atrás, voy hacia el traje (el mono de kevlar con el 1) y me lo pongo. No se desprecia un regalo. Nunca. Luego rescato las flechas que tuviera todavía Laura, solo por si acaso.

Una vez que me he vestido así dudo si acudir directamente a Kim. Pero también siento miedo de él. Es un tío decidido, seguro que asume lo que significan estos cañonazos y es posible que esté preparado así que lo dejaré haciendo nervios un rato. Iré hasta la cornucopia, aún queda por ver lo que lanzaron aquí antes.

Lo he logrado, voy a sobrevivir salvo que meta la pata ahora así que ir a la cornucopia servirá para centrarme en lo que queda por hacer. No despistarme, no confiarme, no dudar. Voy a sobrevivir a esta orgía de muerte. Debo moverme, entrar en calor, recuperar la concentración. Debo hidratarme y tomar algo para calmar los calambres. Azúcar. Sí, beberé y comeré algo mientras visito la cornucopia. Luego . . .  Kim.

Poco después de que Casius se aleje del cuerpo, un aerodeslizador se lo llevó y se esfumó a toda velocidad. El tributo del primer distrito se encaminó a la Cornucopia, donde descubrió las cajas que se había depositado en el suelo con suavidad.

No tuvo que esforzarse mucho para abrirlas y descubrir el contenido. Agua, refrescos, café, carne asada, quizás cordero, una olla de arroz salvaje, fruta de todo tipo, varias bolsas de chocolatinas, galletas... Era uno de los banquetes de los que había podido disfrutar durante el tiempo previo a los Juegos, sólo que en miniatura.

Una risa ligeramente histérica se apodera de mi al ver el banquete. Aquí hay comida para varias personas pero no hay nadie más para disfrutarla. La risa deviene en carcajadas que nadie oirá. O sí, todo el mundo, pero ya no me importa.

Cuando me calmo como y bebo. Luego tomo un poco de cada cosa para Kim. Tiene derecho a disfrutar una última comida. Me aligero de peso llevando las armas, los prismáticos, el visor nocturno, la comida y el agua. Ataviado con el kevlar me siento casi invulnerable pero no me confiaré. Sigo temiendo la astucia de Kim, la desesperación, la rabia.

Conforme me acerque al lugar donde lo dejamos vigilaré con los prismáticos buscando su presencia. No quiero caer en una trampa.

Kim no podía trepar bien en la situación en la que se encontraba, pero pudo dejarse caer tras una roca un poco grande que, conforme la luz caía, le daba un abrigo considerable en la oscuridad.

Cuando cayó la noche, el cielo se iluminó después del himno de Panem. Ahora verían quién había vivido y quién había muerto.

 Se le formó un nudo en la garganta al ver el rostro de Tess en el cielo. Unas lágrimas de tristeza, miedo y rabia. Y de impotencia.. porque tenía las cosas muy crudas para vengar la muerte de su compañera. Estaba casi seguro de que había sido Casius el verdugo, quizás Tess tenía razón y tenían que haberle atacado antes...

Perdóname.. 

Desde su posición miró al cielo cansado. Con aquella herida no iba a sobrevivir más de dos días. Y Casius iba a buscarle esa misma noche, eso lo tenía claro. Con su arco y el mutilado sin poder esquivar las flechas no veía ninguna salida salvo buscar una muerte rápida. Quizás los patrocinadores "animaran" la cosa igualando la lucha pero la verdad es que no tenía ganas de pelear con bestias y su contrincante a la vez.

Se puso sus gafas de visión nocturna con la poca batería que le quedaba y agarro el cuchillo de combate arrojadizo, asomándose escondido por la roca en busca de su compañero.

Dónde estás.. se que vendrás hoy mismo...

Agarró tambien una de las linternas que tenía. Era posible que él también llevara otras gafas de visión nocturna y quizás y solo quizás podría cegarle momentaneamente con suerte.

Kim notó que algo caía a su lado. Era un paracaidas rojo con un arco y cinco flechas atadas a éste con un alambre. Alguien se había acordado de él.

 Kim se giro con un vuelco al corazón al oir algo a sus espaldas. Al ver de lo que se trataba respiró con más alivio... relativo. Un regalo, aquello era genial pero si Casius lo había visto en el cielo ya sabría su posición.  Bueno, de todos modos tendrían que terminar encontrándose. Dejo el cuchillo de nuevo en el cinturon junto con la linterna y tomo el regalo de los patrocinadores.

Asintio agradecido a ningun sitio en concreto y contó el número de flechas que tenía.

Cinco.. deberían bastar.

Se apoyo en la roca para poder permanecer de pie y siguió observando y esperando. Estaba muy cansado y tenía mucho sueño pero aquel último susto le habia puesto alerta de nuevo.

Vamos Kim, ¿dónde estás? No compliques las cosas, vamos a hacer esto fácil.

Un pie tras otro, con precaución. Vigilando donde piso, lo que tengo alrededor, lo que se mueve o no se mueve. Analizando cada sombra sospechosa, cualquier bulto que pudiera ocultarle. Me aproximo lentamente al lugar donde lo dejé. No me acerco a ningún sitio donde hubiera podido subir y atacarme desde arriba. No avanzo sin asegurarme que me meto en una trampa.

Estoy paranoico. Mierda. Como no aparezca pronto empezaré a ver cosas raras. ¿Quedamos solo él y yo? ¿De verdad he llegado hasta el final? Puedo ganar. Voy a ganar. Kim es un tullido, no debo confiarme, no debo temerle.

Te traigo la cena Kim, la última. Disfrútala.

-Vamos Kim, ¿dónde estás? No compliques las cosas, vamos a hacer esto fácil.

Kim escuchó la voz de Casius desde lejos. Después de que anocheciera, el tributo del distrito 1 se había internado en el bosque, en su busca.

Casius se detuvo. Estaba cerca de la roca.

-Te traigo la cena Kim, la última. Disfrútala.

Casius se dio cuenta de que había un pequeño reguero de sangre hasta detrás de una gran roca. ¿En qué otro lugar podría haberse escondido? Lo oía respirar.

Al ver el delator rastro de sangre me entra la desconfianza. ¿Una trampa? Pero hay algo más. Oigo ruidos ahí detrás así que debe estar escondido. Arrojo la cena que cogí en la cornucopia al lado de la roca, lo más cerca posible del ruido, luego me aparto unos metros.

Te he traído la cena de verdad. La última cena. Puedes salir, no te atacaré mientras cenas. Podemos hablar. Me . . . me hubiera gustado que Tess estuviera aquí con nosotros para hablar los tres antes del final pero . . . tuve miedo. Tú lo comprendes ¿verdad? Esa tía daba miedo. No importaba que no supiera pelear, siempre acertaba con sus golpes. Estoy seguro que si le hubiera dado una sola oportunidad me habría matado.

Vigilo la roca esperando la aparición de Kim, sin moverme. Estoy de pie a unos metros de distancia, la katana apoyada en el suelo, sujeta en mi mano, sin tensión. El arco a mi espalda. Mi flamante protección de kevlar con el 1 a la vista.

¿Has visto lo que me han dado? Si hubiéramos tenido esto hace solo unas horas todo sería distinto.

Pensativo reflexiono sobre los motivos por los que el kevlar ha caído a mi lado. ¿Cómo querrían que acabara esto? Bueno, todos sabemos como va a acabar, sólo puede quedar uno. Pero ¿de qué modo ocurrirá todo?

Hay comida buena. Y café. Disfrútalo antes que se enfríe del todo.

¿Y si a Kim le hubiera caído también un regalito del cielo mientras yo no estaba? No debo confiarme, me mantendré alerta.

 Kim se asoma levemente por la roca y observa a Casius, parece que lo que dice es verdad y que trae cosas de comer sin una actitud demasiado hostil. Pero cuando oye lo de Tess la furia vuelve a encenderse en él. Sale de su escondite y Casius puede ver como sostiene un arco.

Hijo de puta... ¡¡Qué le has hecho a Tess!!!

Con los ojos llenos de rabia y viendo que su única posibilidad va a ser esta dispara a su cabeza lejos de aquella armadura que le habían regalado.

¡¡Esta va por ella!!

La flecha sale disparada con bastante tino, quiza llevada por el dolor y la rabia de la perdida de su compañera de distrito.

¡No te perdonaré! ¡Nunca!

Casius notó que una flecha zumbaba junto a su oreja. De no haber sido por la oscuridad, probablemente se habría alojado en su ojo. Un pequeño corte apareció en su mejilla, como el aviso de lo que podría haber sido.

Cuando veo asomar a Kim a la pata coja, apoyándose en la roca y con un arco en la mano mil pensamientos cruzan mi mente pero reacciono rápido. Dejo la katana y saco mi propio arco aprestando una flecha. Finalmente voy a tener un duelo, frente a frente.

Las palabras de Kim me ofenden y enfadan. ¡Le he hecho a Tess lo mismo que le hubieras hecho tú cabrón hipócrita! ¿Acaso te hubieras suicidado para que ella volviera a casa?

¡¡¡ Murió mirándome a la cara !!! Aunque fue la suerte la que quiso que así ocurriera.

La flecha lanzada por Kim me sorprende. No quiere hablar. Casi me da. Casi me mata.

¡Maldito seas! Muérete.

No apunto, la furia me embarga por la acusación de Kim y solo quiero acabar con él aunque sea convirtiéndolo en alfiletero.