Partida Rol por web

Sáuce se ha alejado lo suficiente como para que ya no le veas, así que de momento estás sola contra esas avispas creadas para matar, creadas específicamente para los Juegos del Hambre hace unos años, y que ahora solo te tienen a tí como su próximo objetivo.
Estás a cierta distancia del nido ya pero sabes que ya hay algunas que han salido en busca de los dueños de los ruidos que oyeron hace unos minutos.

 Mantente quieto, Sauce...

El chico cierra los ojos. No quiere verlo. Pase lo que pase, no quiere verlo. A lo lejos, cree oír el horrible zumbido de las rastrevispulas, pero quizás es sólo su imaginación

Coge aire, e intenta calmarse...

Sigo corriendo divisando y observando todo cuanto hayo a mi alrrededor, si sigo corriendo me cogerian, así tendría que esconderme.Veo un matorales y me camuflo en ellos intentando despistarlos lo mas posible.

Presa del miedo consigues esconderte tras un arbusto y lo mejor que puedes debido al estrés te intentas tapar con sus pequeñas hojas y frutos par que las abejas no puedan encontrarte fácilmente. Aún así, a pesar de que te sabes bien escondida, también es bien sabido que esas avispas han sido creadas genéticamente en a saber qué tipo de instalaciones del Capitolio y han sido creadas y preparadas para matar. ¿Habrá sido suficiente para despistarlas a todas o alguna rezagada será capaz de ver a la rubia muchacha?

El miedo se apodera de ti al penar en ello pero no quieres salir de tu escondite al menos hasta que te sientas más fuera de peligro.

Intentas controlar tu respiración y la aguatas de hecho cuando el grueso del enjambre pasa volando a pocos metros de distancia sobre tu cabeza, al parecer sin verte.
En cambio poco después algunas rezagadas con movimientos más atontados que el resto pasan muy cerca tuyo y un par de esas pequeñas avispas se detienen un momento. Sin saber cómo parecen haberte visto, escuchado, sentido... o algo y, antes de que te puedas dar cuenta notas una picadura en el hombro y te llevas la mano a él asustada. Al volver a mirarte la mano puedes ver al pequeño y mortífero insecto que ha llevado a cabo tan horrible acto.

Desde tu escondite te parece oír un grave gruñido no muy lejos de tu posición pero decides ahora mismo centrarte solamente en evitar ser visto por las rastrevíspulas.
Medio minuto después desde tu privilegiada posición puedes ver pasar al enjambre de las mismas como un rayo, a escasos metros de ti aunque a bastante altura esquivando con rapidez las ramas de los árboles y separádose cuando es necesario.
Pasan de largo a toda velocidad y al parecer no se han percatado de tu presencia. Solo unos segundos después oyes pasar a 3 o 4 insectos más con menos velocidad, como si siguieran algo atontadas.

De tu compañera de Distrito ni rastro, no has vuelto a oír nada que pudiera proceder de ella y tampoco se ha oído ningun cañonazo. Tal vez haya logrado esconderse, tal vez no la hayan atacado o quizá sí pero su corazón aún late. No hay forma de saberlo ahora mismo.

 Vale, por ahora bien. Y ahora veamos que es ese gruñido...

Sáuce se gira lentamente hacia el lugar de donde vino, y observa si hay algo o alguien. Al no ver nada, decide levantarse, lentamente, asomando un poco de su escondite. Quizás lo más sensato sería correr, pero si aún no le han visto, quizás sea buena idea mantenerse escondido. Otra idea, como un moscardón que zumbara por su cabeza, comienza a rondarle

¿Y ahora, qué? ¿Sería buena idea volver a buscar a Briggitte? ¿Cuantos quedamos? Mierda, no me acuerdo... Maldita sea, debí haber estado atento a los cañona... Concéntrate, Sáuce. Te juegas la vida, imbécil

A pesar de que haces algo de ruido te quedas quieto un momento para comprobar que no ha repercutido en nada. No debe haber nadie tan cerca como para haberlo oído.
Los nervios te la están jugando y bien, el gruñido vuelve a oírse esta vez más claramente y el miedo de no saber qué es exactamente lo que hace ese ruido hace que tu empresa de buscar algo o a alguien penda de un hilo.

 Joder, joder. Prepárate para poner los pies en polvorosa, Sáuce

El chico se queda paralizado, rezando por dentro. Su vida parece estar en la cuerda floja, y la tensión de sus musculos se adivina en cada poro de su cuerpo. Los juegos no dan segundas oportunidades, y el precio por fracasar es más alto de lo que nadie estaría dispuesto a pagar

Inmóvil como está agudizas el oído y esta vez el gruñido y una respiración profunda llegan a ti. Segundos después un grito desgarrador de una chica hace que des un respingo en el sitio y de nuevo esa respiración... ahora la escuchas mejor, debe ser un animal... un animal bastante grande. Todo eso está sucediendo más o menos a unos 20 metros de distancia de donde estás, por la intensidad de los sonidos. Te quedas paralizado esperando escuchar de nuevo a la chica pero e lugar de eso un fuerte cañonazo suena cerca de ti, adentrándose en tus oídos.

Después, el silencio... y unos pasos algo lentos que no andan muy lejos de tu posición.

Antes de echarte a andar o hacer algo aún aterrada y palpándote la picadura con miedo, desde una distancia no muy lejana llega a tus oídos un grito desgarrador de una chica. Unos segundos después un cañonazo fuerte suena por los alrededores haciéndote dar un respingo.

Y, después, silencio. Un gran silencio.

 Un animal de cuatro patas. Corre más que yo, eso seguro

Sáuce estaba paralizado, mientras sentía el miedo en la boca de su estómago, paralizándole, agarrándole con sus afiladas tenazas. Su vida pendía de un hilo. Briggitte estaba probablemente muerta, o a punto de morir. Sólo le quedaba la esperanza de que lo que fuera esa cosa se saciara con la joven, y le dejara en paz. No podía luchar contra algo tan grande. No podía correr. No tenía tiempo de tapar su olor, pues haría ruido, y sólo podía confiar en que el barro que cubría su cuerpo funcionara como pantalla. No. Su única opción era rezar. A menos que...

Demasiado arriesgado

Rápidamente, se tumbo en su escondite. Debía pensar en algo... Pero... ¿En qué? ¿Qué hacer?

El bosque en esta zona es denso, abundan los matorrales bajos y los árboles de tronco fino altos pero la poca luz que entra entre las hojas de los árboles (bastante menos que en la fotografía) ayuda a que la vegetación del lugar sea perfecta para esconderse si uno sabe dónde y cómo.
Desde tu posición ningún árbol de los que abundan te parece que pudiera aguantar tu peso aunque hay algunos pocos que parecen más fuertes y tú no pesas demasiado en realidad pero ninguno de ellos tiene ramas lo suficientemente bajas como para trepar a ellas sin mucho esfuerzo. No hay lianas aunque algunas ramas finas de los árboles están medio caídas o en el suelo y los matorrales tras los que estás son lo suficientemente densos como para que puedas ocultarte al menos en lo que a visión se refiere.

El bosque en esta zona es denso, abundan los matorrales bajos y los árboles de tronco fino altos pero la poca luz que entra entre las hojas de los árboles (bastante menos que en la fotografía) ayuda a que la vegetación del lugar sea perfecta para esconderse si uno sabe dónde y cómo.
Desde tu posición ningún árbol de los que abundan te parece que pudiera aguantar tu peso aunque hay algunos pocos que parecen más fuertes pero ninguno de ellos tiene ramas lo suficientemente bajas como para trepar a ellas sin mucho esfuerzo. No hay lianas aunque algunas ramas finas de los árboles están medio caídas o en el suelo y los matorrales tras los que estás son lo suficientemente densos como para que puedas ocultarte al menos en lo que a visión se refiere.

 Nada. Silencio, vacío. Impotencia. Cuando alguien se encuentra a las puertas de la muerte, el mundo deja de importar. No hay otra escapatoria. Los densos matorrales podrían esconder algún pequeño terraplén, algo que le diera cierta ventaja. Pero no podía ponerse a explorar el terreno. Debía confiar en que su posición no le delataría. Debía confiar en...

Lowel le sonreía a través de la superficie cristalina. Era lo único que podía ver, su estúpida sonrisa. Sus hermanos y unos amigos suyos le estaban ahogando. Ahora tenía sólo nueve años. Le había roto el pantalón a Lowel sin querer, en una caída tonta. Le estaban dando su merecido, o eso decían esos capullos. Y se quedaba sin aire

Le sacaron la cabeza del bidón de metal. Luego giraron su cuerpo para que mirara hacia abajo, y volvieron a metersela. Ahora no veía nada. El fondo del bidón estaba oscuro. Se quedaba sin aire. No podía respirar. ¿Era eso... Morir?

Aguantó la respiración al oír los pasos más cerca. Ya sólo importaba una cosa; Y él no podía controlarla. ¿Le descubriría ese ser? ¿Sería el fin? Tira un dado. Cara o cruz. Vive o muere

A los pocos minutos comienzas a oír esa respiración animal cada vez más cerca. Te encoges en donde estás rezando porque no te huela o te escuche, pero parece que no es así. Desde tu privilegiada posición logras ver a un lobo enorme con aspecto diferente a lo que tú recuerdas haber visto en los libros de biología del colegio.
De su boca y sus enormes colmillos chorrea sangre y no es difícil deducir que es reciente y que muy posiblemente sea la causa de la muerte de la tributo por la cual ha sonado ese cañonazo.

En su mirada hay algo diferente. Se para a pocos metros de ti y sus ojos parecen más humanos que animales. Entonces te das cuenta de lo que es: un muto, un animal creado a partir de los tributos muertos y preparado únicamente para matar. Al parecer este ya se ha cobrado su primera víctima.

Aunque el animal pasea lentamente y no lo creas posible, finalmente sigue su camino sin percatarse de tu presencia tras los matorrales. Quizá haya sido el aguantar la respiración, que estás embadurnado de barro o simplemente suerte pero por el momento te has librado de caer bajo esos afilados colmillos.

 Sáuce decide asegurarse, y espera varios minutos en su escondite. Está paralizado por el miedo, y todo el tiempo que espere es poco para poner tierra entre esa bestia y él, cuanto antes

La cabeza de Sáuce salió del agua, y el aire entró de nuevo en sus pulmones, cómo un viejo amigo que insuflara la vida en su maltrecho cuerpo. El chico sintió un empujón, y luego una patada en las costillas, pero ya nada le importaba. Mientras sus "hermanos" y sus estúpidos amigos se alejaban, sólo pudo sonreír. Sonreír por seguir vivo

Ahora lo sabía. Haría lo que fuera para salir de ahí

Tras algo más de un cuarto de hora, cuando logró tranquilizarse, decidió encaminarse, en silencio, al lugar de donde había venido el grito. Con un poco de suerte, encontraría el cadáver... Y sus posesiones

Te diriges con mucho cuidado e intentando no hacer ruido al lugar de donde venía aquel grito desgarrador de la  tributo muerta hacía apenas un rato. Un rato que se te habia hecho eterno, dicho sea de paso.

Cuando te acercas al lugar puedes ver ramas rotas y pisadas con sangre... pero no son pisadas humanas, sino de mamífero, lo más probable es que de aquel muto que viste pasar casi rozándote.

Un gran charco de sangre baña el centro de lo que debe haber sido el lugar de la pelea. No te da asco pues estás acostumbrado a ver sangre en cantidades semejantes, pero lo que te da rabia es no encontrar visible nada salvo ese charco de que alguien ha perecido ahí.
Los aerodeslizadores son muy rápidos a la hora de recoger los cadáveres de los tributos caídos, eso ya lo sabías, pero esperabas encontrar algo de valor en la zona. Lo más seguro es que la tributo muerta se lo haya llevado todo con ella al desaparecer en esos aparatos voladores, o tal vez algunos objetos hayan caído cerca del lugar.

Vaya mierda

Sáuce dudó entre si salir de ahí o quedarse a buscar. Al fin y al cabo, no sabía camuflar su olor tan bien como otros, ni tampoco tenía muy claro si esa cosa volvería por aquí. Debía preocuparse por lo primero: Sobrevivir en ese terreno hostil no era tarea fácil, y sus conocimientos de supervivencia le recordaban que el tiempo era oro. Debía construir un refugio, preparar trampas para los animales, conseguir resguardarse de las fieras... No, eran demasiadas cosas ¿Debía limitarse a buscar a los otros tributos para asesinarles a sangre fría? Su estilo no era ese, desde luego. Él prefería las trampas, los métodos de matar indirectos. Pero, llegado el momento, solo tendría una opción. Era muy difícil acabar con todos los tributos mediante trampas

Según su punto de vista, tenía varias prioridades: La primera, proporcionarse comida. No podía guardarla, olería bastante. Pero si podía montar varias trampas, y rezar porque sus víctimas no fueran devoradas durante el tiempo que tardara en ir a buscarlas. La segunda, construir un refugio. Ya había explorado suficiente por ese día, y la noche estaba cerca. No sabía si podría aguantar con el frío. La tercera, y más importante... Conseguir acabar con aquel muto, y con los demás tributos. Esa debía pensarla mejor

Y, aún así, nada le impedía quedarse cinco minutos. Sólo cinco minutos. Si había algo de valor,  y se quedaba sin encontrarlo, no se lo perdonaría...

Tu cuerpo se queda quieto al escuchar el grito de dolor de alguna tributo cercana y el cañonazo siguiente en parte te alivia y en parte te horroriza. Alguien ha muerto muy cerca de tu posición, no hay ni rastro de Sáuce tras su rápida huida y para colmo la picadura de la rastrevíspula no hace más que engordar tu hombro.

El suelo que ahora pisas comienza a girar a tus ojos y cada paso que das te cuesta más que el anterior, pero sabes que por el momento estás a salvo de las rastrevíspulas.