Partida Rol por web

Me dirigí hacia la barra a ver si pillaba algo en alguna conversación. Cuando llegué, tras la barra se encontraba el que yo pensaba que era el dueño del local, limpiando jarras que después se volverían a usar.

Alcé la jarra en la dirección del tabernero a modo de saludo y le pregunté algo.

- Saludos, jefe - le dije al tabernero alzando la jarra a modo de saludo -. Este lugar parece tranquilo, pero de camino a aquí me he encontrado con viajeros que mencionaban que era peligroso, ¿sabes si hay algo de lo que deba preocuparme? le pregunté.

La exploradora parecía haberse quedado a solas en la mesa con Duncan, el más desconocido de todos los compañeros del grupo. Sin embargo, sus ojos se paseaban raudos por el salón de la taberna buscando algo, eso que suele desentonar en una escena y que le llamase la atención. Desde su posición podía ver casi toda la taberna, borrachos habituales, tristes figuras con la nariz hundida en sus jarras de cerveza, camareras recorriendo frenéticas la sala sirviendo; todo un cuadro variopinto de la cotidianidad de aquella taberna de Palanthas.

Los entrenados ojos de Cat no lograban ver nada fuera de lo común, nada excesivamente sospechoso, entre tanta gente sólo pudo diferenciar un grupo de tres hombres que conversaban con una expresión demasiado seria para una noche de algarabía como aquella. La alegre música flotaba por toda la taberna y, aquellos tres, parecían estar al margen de la escena. Quizá sólo fuese una sensación, quizá aquel grupo simplemente tenía asuntos que resolver, pero sí que desentonaban ligeramente.

Al menos por el momento, nada más podía captar desde donde se hallaba.

El joven Gilen se levantó y comenzó a caminar por el salón de la taberna con una sonrisa amplia en su rostro que parecía estar iluminado a la luz titilante de los candiles del lugar. Cono sus ojos prestos a captar cualquier información que llegase a ellos y sus oídos más que dispuestos, apenas unos pasos después de alejarse de la mesa de sus compañeros, algo intrigante llegó a sus expectantes orejas.

Provenía de una mesa al fondo de la pared norte de la taberna, la cual se encontraba cerca de la salida principal y estaba concurrida por al menos dos hombres y un enano. Gilen comenzó a mirar de soslayo aquella mesa sin que pudieran detectar su curiosidad, al menos parecían absortos en sus conversaciones y no repararían en alguien tan "común" como el joven improvisado mercenario.

Paseándose cerca de aquella mesa, como el que lo hacía por casualidad, escuchó parte de lo que hablaban:

".....no puede ser, maldita sea, ya te dije que necesitaba esa mercancía hace 4 días y ahora me dices que tardará al menos 2 días más. Eres un estafador Caudalin, me da igual que tu proveedor se esté retrasando, necesito ese acero ya, acordamos el adelanto y la fecha de entrega; o tengo mi mercancía en dos días o despídete de la vida maldito enano...."

La conversación no había terminado aún, sin embargo Gilen no pudo discernir mucho más debido al bullicio y a una nueva canción que comenzaban a interpretar.

El tabernero miró a Jerim cuando este le saludó de forma tan efusiva. Al ver al gigantón del que provenía semejante saludo no pudo sino enarcar una poblada ceja y acercarse mientras pulía la jarra que tenía en sus manos:

-Saludos forastero.- ,sentenció casi como un insulto, -Bueno, nunca se sabe, en esta ciudad hay de todo y las son noches largas en esta época del año, aunque no entiendo como un tipo como tú podría tener miedo.- ,las palabras del tabernero no parecían muy amistosas, no parecía sentirse cómodo hablando con alguien con el aspecto de Jerim, -¿Queréis tomar algo o simplemente queréis parlotear?-

-Maese Kiynyard, vuestra historia es terrible.- ,comentó la hermosa cantante llevándose una mano al pecho, su consternación parecía tan real como podría serlo de alguien desconocido para Kaylan, -Aquí me es difícil escuchar esos rumores de la ciudad, pero mentiría si os digo que una extraña muerte tuvo lugar y de la cual se ha comentado mucho en la taberna en los últimos días.-

Diana echó un vistazo a su alrededor, como si tuviera reparos en conversar de ese tema a vista de todos:

-Veréis mi señor, no creo que pueda ayudaros mucho en vuestro encargo, mas he de cambiarme para mi siguiente actuación que durará hasta el final de la noche, acompañadme si os place y os contaré algo que quizá si os pueda servir de algo.-

La intérprete puso rumbo a una escalera que llevaba a la primera planta, en lo que parecía ser el camino a sus aposentos.

La música volvía a alzarse en la taberna haciendo que los presentes comenzasen a chocar jarras jaleando al grupo de enanos mientras la dulce Diana Lafont se retiraba para su siguiente actuación.

Mi rostro se ensombreció al instante en cuanto recibí la respuesta del tabernero, pero debía aguantar, no iba a comenzar la misión ya montando un buen jaleo, además tenía que dar buena imagen a Cat. Me tranquilicé y logré templar mis nervios como pude y con una sonrisa bastante forzada contesté al dueño del local.

- No no, solo estoy tomando algo, pero había oído rumores y solo quería confirmarlos, ya sabes, la gente por ahí dice cosas sin sentido como que se encuentran cadáveres de campesinos sin ninguna explicación aparente, quien sabe si quien lo hace no le importa el tamaño de la persona a quien se enfrente - le dije -. Pero veo que no me tengo que preocupar - añadí echando un trago a la jarra.

Kaylan escuchó con atención las palabras de Diana Lafont reforzando, si es que aún resultaba posible, su cara de apesadumbrado. Allí estaba la posibilidad pensó el elfo. El hecho de que no quisiera hablar en público denotaba lo peligroso de la información. Al fin y al cabo, la magia, prohibida en aquellos años, constituía el trasfondo de todo aquello.

- Es usted muy amable, y un alama caritativa que acude a la defensa de esa pobre familia cuando ya no parecía haber luz para ellos. 

El elfo hizo una pausa melodramática.

- No deja de inquietarme el tono de su respuesta y el peligro que parece transmitir su premura.... pero, considero mi obligación, y el respeto a la palabra dada a mi encomienda, el hacer cuanto esté en mi mano para cumplir mi cometido... La sigo señorita Lafont.

Kaylan se apresuró a seguir a la bardo a cierta distancia. Por supuesto, no era novato en aquellas lides: buscó entre los hábitos de su túnica su inseparable daga y se aprestó ante las circunstancias que pudieran surgir.

Kaylan se apresuró a seguir a la bardo a cierta distancia, no sin antes buscar con una rápida mirada llamar la atención de alguno de sus compañeros.

Un vistazo le permitió advertir que Jerim se encontraba manteniendo una conversación en la barra de la taberna. Gilen deambulaba, como si estuviera borracho, entre la gente.

Le pareció que Duncan y Cat seguían sentados en la mesa, y creyó intercambiar un ligero, pero pertinaz, cruce de miradas con la semielfo.

Tras unos instantes concentrada en la gente que los rodeaba, con sus ojos élficos –azules y heredados de su padre- clavados en los demás de aquella posada, volvió el rostro a Duncan, levemente contrariada -No ha habido suerte, no reconozco a nadie.

Frunció el ceño, salir todos disparados hacia gente que no conocían no le parecía una actitud demasiado sutil, así que decidió quedarse allí temporalmente, observando a un grupo que le estaba empezando a llamar la atención, aunque su mente no estaba totalmente con ellos -¿A que se refería el muchacho ese...¿Guilen?... ¿A que va a hacer de niñero del otro o a que lo hagamos nosotros? - Negó con la cabeza, no entraba en sus planes, pero ver como captó intencionadamente su atención el otro semielfo del grupo la hizo dudar.

Su gesto cambió a una mueca de incomprensión, sincera, mientras se encogía de hombros para enfatizar en la distancia que no sabía que quería exactamente de ella. Se habían conocido hacia nada, se había ido sin ninguna organización del trabajo, cada uno por su cuenta y riesgo, imposible saber lo que se les estaba pasando por la cabeza a cada miembro y actuar en consecuencia. Ella desde luego no tenía telepatía ni nada parecido.

Bueno, en realidad, con papá....

No le gustó recordar aquello, realmente sí que era posible comunicarse sin palabras, pero hacía mucho de aquello y veía imposible encontrar con otra persona ese nivel de conexión tan brutal.

Sin quitar totalmente de su visión al semielfo comentó acercándose a Duncan, de lado, y susurrando, otras pocas palabras: Espero que estén siendo más discretos que aquellos.... -Señaló discretamente con la cabeza a un grupo de hombres a los que había visto en actitud ciertamente sospechosa, Y ella, siempre, absolutamente siempre, se fiaba de su instinto. Y su padre, si hubiese confiado también en el de ella, lo mismo seguiría vivo

Se les nota en lo serios que están, ¿lo ves?... fuera de lugar totalmente... - Sonrió como acto reflejo para disimular, pese a que no tenía demasiadas ganas.

El asunto del enano era peliagudo, Gilen no sabría mucho pero al menos tenía una idea de lo escaso que es el acero y sus acompañantes no lucían mucho como gente de bien. No parecía tener demasiada relación con su misión sin embargo algo en la situación había lamado su atención. Ya daría otra vuelta hablando con borrachos a ver que les sacaba luego.

Acercándose a la salida, viendo hacia afuera en ademán de  esperar la llegada de alguien más trató de escuchar un poco más de esa conversación tan particular. Bienvenidos  dijo asintiendo jovialmente a unos comensales que venían entrando. Si era notado por los cada vez más agrasivos ocupantes de aquella mesa, intentaría salir del lugar y entrár por otra puerta para reencontrarse con sus compañeros. Esperemos que no lleguemos a eso. Pensó sintiendo el frio del cuchillo en la riñonera, y viendo de reojo el cayado que habí dejado junto a sus compañeros, aprovechando de echar un vistazo a cada uno de ellos de pasada.

Al oír aquellas palabras el tabernero dejó la jarra que tenía en las manos sobre la barra en lo que parecía ser un gesto de malhumor. Se giró hacia Jerim para mirarlo de forma severa y comentó en tono áspero:

-A ver amigo, ¿qué es eso de "cadáveres de campesinos"? Si habéis venido buscando problemas tengo prestos a media docena de caballeros que podrán resolverlos con vos.- ,los ojos del tabernero se clavaron en el aventurero, pareciese que ahora fuera el quien estaba interesado en saber a qué venía todo aquello, -¿Quién sois vos? Alguien de vuestro aspecto y con estos argumentos no suele ser un cualquiera.-

Si algo estaba claro era que Bernard llevaba años tras la barra de aquella taberna y la perspicacia que había desarrollado le permitía calar a más de un infeliz que entraba a su taberna con intenciones funestas. Por el momento, Jerim no parecía caerle bien.

La cantante condujo a Kaylan a la primera planta, un largo pasillo se abrió ante ellos con puertas a ambos lados y candiles cada cinco pasos que iluminaban bien el recorrido. Según parecía toda aquella planta contenía habitaciones, algunas más amplias que otras y todas con ventanas al exterior, al menos esa era la impresión que tenía el joven semielfo. 

Tras unos segundos recorriendo aquel pasillo, Diana se detuvo en una puerta la cual abrió por medio de una llave que llevaba consigo. Una vez dentro, Kaylan pudo ver una habitación sencilla, con una pequeña mampara de madera que hacía de vestidor. Diana, cuidadosamente, encendió el candil que tenía en su alcoba y exclamó:

-Os ruego cerréis la puerta, mi señor.- ,dijo en tono suave.

La hermosa cantante, se acercó a su una especie de perchero improvisado donde se hallaba ropa pomposa y colorida. Mientras buscaba un conjunto para cambiarse, exclamó:

-Veréis, me ha conmovido vuestra historia y quisiera ayudaros. Pero, como ya sabéis, no son tiempos en los que se pueda hablar con libertad de cualquier cosa.- ,el tono de voz pareció entristecerse con aquellas palabras, -Ha corrido el rumor en la taberna y en la ciudad de algo malvado que recorre las calles. Vos mencionasteis que el campesino hallado muerto, lo fue en circunstancias extrañas. He oído que han aparecido ya varios así...- ,Diana se detuvo, en lo que pareció ser una pausa para tragar saliva algo angustiada, -...varios cadáveres mutilados o descuartizados....¡es horrible!- ,con estas palabras, su voz se quebró por un instante, -Disculpad maese Kiynyard, son tiempos difíciles para una mujer....no sé cómo podría ayudaros.-

Podría enfrentarme a una docena de guardias bien preparados y saldría airoso, pero no era el momento ni el lugar, el tabernero estaba a la defensiva y me amenazaba con tirarme a los perros si continuaba por ese camino.

- Solo me he limitado a repetir lo que dicen los viajeros por los caminos, no viajo solo, como habréis podido comprobar y mis colegas de viaje y yo nos tomamos muy en serio nuestra seguridad, así que solo nos informamos para mantenernos prevenidos - me separé levemente de la barra -. Muchas gracias.

Lo mejor sería dejarlo ahí, aguantarme las ganas de montar jarana, aunque me doliera en el alma no romperle la jarra que llevaba en la mano en toda su calva cabeza. Tenía suerte, pero cuando todo esto hubiera acabado volvería a Palanthas a La Joya de Branchala y le enseñaría al tabernero a no azuzar demasiado el ánimo de Jerim Iceblade.

Tomé un trago de la cerveza de la jarra y me di la vuelta encaminándome de nuevo hacia mis compañeros.

La conversación con el tabernero no había ido bien, se notaba en el ambiente habíamos intercambiado algunas pocas frases y se cortaba la tensión con un cuchillo. Me separé de la barra eché un trago a la jarra y me volví con mis compañeros con bastante cara de disgusto. Kaylan estaba alrededor del bardo y Gilen se movía entre las mesas, seguro que sería capaz de pillar bastante más de lo que yo podría conseguir.

- Grrrr ese tabernero idiota - me quejé cuando me senté en la mesa con Cat y Duncan -. Pues no se ha ofendido pensando que tenía malas intenciones, soy grande y un bruto, pero no voy por las tabernas creando peleas - me detuve a pensar lo que acababa de decir unos segundos.

No, a mí no me gustaba iniciar peleas, sabía que podría con casi cualquier pamplinas con el que me enfrentase, pero no era mi estilo, ¿para que pelearme con alguien que no supone un reto o una amenaza?

- Mierda, sea como fuere no he logrado nada - dije -. Seguro que Gilen y Kaylan son capaces de hacerse con algo más de información.

Estaba enfadado, en cierto modo me había sentido insultado por el tabernero, me había tenido que aguantar las ganas de comenzar una discusión y no había logrado nada, apreté los labios como cuando un niño se enfada porque no consigue lo que quiere y me dispuse a intentar tranquilizarme antes de que Kaylan y Gilen volvieran con noticias frescas.

El joven Gilen disimulaba cercano al grupo del que había captado aquella controvertida conversación. Agudizando el oído pudo volver a escuchar algo más, en esta ocasión al enano:

"Ya te he dicho que no depende de mí, podrás matarme si quieres Willhelm, pero no tendrás la mercancía hasta dentro de dos días y sabes que es de calidad. Mi contacto ha tenido contratiempos para conseguir el pedido completo, es un simple retraso, no te pongas nervioso maldita sea."

La conversación parecía suavizarse aunque era cierto que los dos hombres parecían tensos y enfurecidos. El que aún no había hablado miraba en derredor para percatarse de algún ojo curioso, sin embargo, parecía no haber reparado en Gilen:

"Recuerda Willhelm, dos días, zona este del puerto, el resto ya lo conoces. / Recuerda tú miserable, quiero toda la mercancía o tú vida valdrá menos que una maldita piedra de barro."

Aquello parecía terminar y, apurando las jarras que tenían entre manos, los dos hombres comenzaron a levantarse.

El elfo no dejo de advertir el miedo en el tono de voz de la señorita Lafont.

- Señorita, aprecio el esfuerzo que hacéis y el miedo que padeceis, pero, sin duda, no me habéis conducido hasta vuestros aposentos, donde nos encontramos a salvo de cualquier mirada y oído, si no es para revelarme algo importante que pueda ayudarme a cumplir mi misión y, quizás, e entender la causa de lo que está sucediendo.

Gilen se aleja de los alrededores de la salida sonriendo amplia y amablemente a cualquiera que se cruce. Empieza a achisparse por la cerveza, pero nada grave: algo de mejillas rojas y poco más. Camina con con su balanceo acostumbrado, de apariencia equívocamente torpe y la jarra firmemente apretada al pecho, aprovecha de darle un sorbo mientras se acerca una vez más a la mesa de sus compañeros.

Al llegar levanta la jarra hacia Jerim, invitándolo a animarse solo con la expresión Relajaos un poco señor Jerim  de resto apenas si les comenta a lso demás Oí algo interesante, peero no parecia estar relacionado. Luego les cuento. Y sigue de largo buscando esta vez a los borrachos en los rincones de la sala, a ver quien se ve lo suficientemente sociable para soltarle la lengua (aunque se le trabe piensa para sí con una risita contenida) un borracho melancólico o paranóico podria funcionar tan bien como una mujer habaldora o un fanfarrón, esperaba tener mejor suerte esta vez.