Partida Rol por web

Michael se despierta dolorido y con restos de una jaqueca y se encuentra colgado de las muñecas por cuerdas. Se encuentra en una extraña sala abovedada, de ladrillo de adobe. Le recuerda a las catacumbas de París. A su lado hay tres personas mas, un tipo enorme, de pelo rapado; una mujer de pelo corto y rasgos latinos y una joven cuyo peinado y maquillaje le hacen pensar en grupos rock de los 70-80; todos atados como él, todos con los pies colgando, salvo el tipo grandullón de pinta aria, todos inconscientes, si bien se van despertando poco a poco. El esfuerzo que supone ver en la penumbra lanza una sospecha que corrobora al buscar con la barbilla y no encontrar el collar.

León se despierta dolorido y con restos de una jaqueca y se encuentra colgado de las muñecas por cuerdas. Se encuentra en una extraña sala abovedada, de ladrillo de adobe. A su lado hay tres personas mas, todas mas pequeñas que él. Un tipo rubio con pinta de surfero; una niñata que parece sacada de un videoclip musical antiguo y una panchita menuda de pelo corto. Todos tienen los pies colgando al menos una cuarta, si bien León casi roza el suelo con sus botas. La falta de peso del bolsillo le hace sospechar que le han quitado el cristal mágico.

Andrea se despierta dolorida y con restos de jaqueca y se encuentra colgada de las muñecas por cuerdas. Se encuentra en una extraña sala abovedada, de ladrillo de adobe que, de algún modo, le recuerdan a las catacumbas de París. A su lado hay tres personas mas: Un tiarrón rapado enorme; una chica algo mayor que su hermana y con un gusto para vestir/maquillarse discutible; y un hombre rubio desgreñado, cuyo cuerpo apunta a que practica deporte regularmente. El tiarrón roza el suelo con las botas, al hombre y la chica les cuelgan los piés casi tanto como a Andrea. Cuando va a juguetear nerviosamente con el anillo, se da cuenta de que no está en su dedo.

Rachel se despierta dolorida y con restos de jaqueca, y se encuentra colgada de las muñecas por cuerdas. Está en una extraña sala abovedada, de ladrillo de adobe, que le recuerda a alguna peli de terror que no logra ubicar. Junto a ella hay tres personas mas: un tiarrón rapado enorme; un tío rubio con pinta de surfero y una mujer mas pequeña que ella - salvo al tiarrón a todos les cuelgan los piés, pero esta mujer está aún mas lejos del suelo - de pelo corto y rasgos latinos. Cuando va a juguetear nerviosamente con el anillo, se da cuenta de que no está en su dedo.

No, no, no... no podía ser ¿dónde estaba? Su primera reacción hubiese sido asustarse, pero ninguna catacumba era lo bastante oscura como para que ella dejase de buscar una salida.

Lo primero que intenta es comprobar la libertad de gestos que le quedaba en las manos. No tenía su disco ¡Ni el anillo!, pero quizás pudiese comprobar y aflojar las ligaduras de una forma más mundana.

Si comenzaba a hablar ahora se arriesgaba a alertar a quien sea que los había traído, así que más le valía moverse procurando no hacer ruido.

Sabía que en cuanto comenzara a mover las manos le dolerían a rabiar, así que simplemente no se lo pensó y con más habilidad innata que práctica, comenzó a balancearse y a pelear con sus ataduras. Suerte que no era de talla muy alta, así sería más fácil cargar y aprovechar  su propio peso. - No tendría que haber dejado el Atletismo... -

- ¡Mmpf....!

Rachel abre los ojos y descubre que la han colgado del techo y que le duele la cabeza horrores. No recuerda cómo ha llegado hasta allí y quién puede haberla apresado. Hay otras tres personas con ella pero no conoce a ninguna, dado que también parecen carnes en un matadero entiende que han sido apresados al igual que ella.

- Eh, vosotros ¿estáis despiertos? Me llamo Rachel ¿sabéis cómo hemos llegado aquí o quién ha sido el cabrón que nos ha colgado?

No tengo ni puta idea de como hemos llegado aqui

Susurra mientras forcejea un poco con las manos probando la tensión de las cuerdas. Después observa los anclajes de la cuerda y el resto de la habitación.

Debe haber animales o algo por aqui

La "sala" en la que están no tiene mas iluminación que la que se filtra a través del arco en el extremo opuesto de la sala, lejos del alcance de los maniatados, que da a un pasaje. Alguna que otra cucaracha atraviesa la tenue franja de luz.

Las ligaduras y sus nudos son muy sólidas, romperlas a lo bruto requeriría un auténtico forzudo.

Parece que el grandote del fondo aún está KO. Junto a él hay otra argolla - vetusta y sólida cómo las mismas de las que cuelgan las cuerdas de los cuatro - con un trozo de cuerda cortado.

De perdidos al río. Resoplando, descarga su peso¿Había logrado aflojar el nudo? no estaba segura. Comienza a hablar en un tono todo lo bajo que puede - Bueno... pueden llamarme Andrea y no... tampoco lo sé, pero es la forma más original de entablar amistad de la que he escuchado. - Da otro tirón a las cuerdas. ¡Si hacía falta se desataría con los dientes! - Y tampoco sé donde estamos... ¿alguna idea? porque no quiero pensar que estemos en las catacumbas romanas de París... pero eso parece Adobe. - Ríe entre resoplidos, intentando recuperar el aliento.

No hay iwa a la vista. Como muy bajito, te parece oír un murmullo con ritmo de letanía, pero está demasiado lejos, demasiado amortiguado como para que reconozcas siquiera si está en un idioma que conozcas.

En mitad de la tenue mancha de luz, una cucaracha se queda quieta, orientada hacia tu persona. Alguna que otra pasa cerca suya en diferentes direcciones, ninguna en la que apunta la que está quieta y... ¿apuntándote?

Michael se balancea, intenta flexionar los brazos para probar la cuerda y a los pocos momentos desiste. De pronto se fija en una cucaracha cercana que está quieta y parece que nos apunta con las antenas.

Michael emite una especie de chirrido/siseo con ondulaciones y breves pausas que recuerda a lo que sería una antigua marcación por módem/fax

Cucaracha, ¿quien nos ha traido aqui? ¿donde estamos?

Rachel no es muy deportista y viendo que sus compañeros no tienen mucho resultado decide no gastar fuerzas en tratar de soltarse. Pero la reacción del surfero le parece rara y comienza a encajar piezas: ¿Eres capaz de hablar con esa cucaracha?

Casa profunda, casa profunda - repite la cucaracha - ¿Dos patas comida?¿Comida?

Necesito saber cosas ayudame y yo te dare comida. ¿Hay muchos de dos patas aqui?¿Que hacen cuando vienen?

Silencio, oscuridad y la sensación de sentirse atrapado física y mentalmente. A Leon le parecía que había viajado en el tiempo unos años y comenzó a tener una buena cantidad de angustia. Su impulso primario fue el de forcejear para librarse mas las pasadas experiencias con carceleros lograron disuadirle para mantener la calma.

Abrió los ojos con suavidad entre leves parpadeos con el fin de acostumbrarse a su alrededor; no estaba sólo. Sus compañeros de cautiverio habían tratado de liberarse sin éxito, y no parecían que hubiera llamado la tención de nadie.

No es la cárcel, más bien una película de serie B muy gore. fueron sus primeros pensamientos coherentes trás haber despertado.

Así que ninguno sabe como ha llegado aquí. procurad no atraer la atención de nadie; al menos por ahora.

Trás eso se dedicó a observar todo cuanto había en la estancia y la solidez de nudos y el anclaje de sus ataduras. En especial ésto último junto con la solidez del adobe. Tal vez hubiera forma de desconchar la pared lo suficiente para separse de ella.

Pocos dospatas. Dospatas, dospatas, dospatas, dospatas, dospatas arrastrado fuera y dospatas que arrastra dospatas. - responde la cucaracha - ¿Dospatas quiere caminar? Dospatas comida para enjambre, enjambre suelta dospatas.

El rubio con pinta de surfero emite extraños sonidos, como clicks y siseos. Tiene la vista fija en la mancha de luz que se derrama por el arco de salida, al otro lado de la sala. Allí sólo hay cucarachas que van y vienen. Una de ellas está fija.

Las cuerdas son mas tercas que los que cuelgan de ellas. Los nudos parecen aguantarlo todo, y la idea de roerlos hace que duelan los dientes sólo de pensarlo. Por no hablar del esfuerzo de izarse hasta que la cabeza llega a la altura de las muñecas anudadas, claro.

Los tirones no parecen haber hecho mella alguna ni en las argollas ni en su anclaje de adobe.

A lo lejos se oye un rumor. No se distinguen palabras ni idioma, está demasiado amortiguado por las paredes, quizá esté lejos, pero tiene una cadencia de letanía.

Cuanto empieza la letanía a lo lejos no se lo plantea más - al demonio la sutileza - No tenía ni idea de a qué venían aquellos siseos del rubio ni se pararía a seguir planteándoselo ni un segundo más. Sus muñecas estaban inmovilizadas, pero los dedos los tenía libres. Observa el punto de anclaje y comienza a analizarlo con una mueca de concentración. Bóvedas de argamasa que hablan se siglos. La misma gravedad aumenta la estabilidad de las grapas de metal. No podía distinguir bien el nivel de erosión por la falta de luz, pero eso no significa que no pudiese hacer otra cosa. ¿pero era un anclaje nuevo o viejo? si es viejo la importancia consistía en encontrar el Ángulo hacia el que encontrar fuerza. Si es nuevo lo más probable es que o hayan usado nueva argamasa, algo que perturbaría la "resonancia" de la obra, o las argollas tendrían soporte de rosca, y si fuese solo un gran tornillo central la fuerza necesaria no sería descendente, sino centrífuga... y si nada de eso tampoco funcionaba siempre tenía la opción de buscar una forma "por sus ovarios".

Con un gruñido, lucha contra la inmovilidad de las cuerdas, colocando sus manos con una forma aparentemente absurda, mirando en dirección al soporte que tenía el fortachón rapado sobre la cabeza. Entonces comienza a murmurar - _{Rhal Ne Aur Gxi She Ar Met!} - Vamos bonita... dime que ahí no hay cemento... - _{Muéstrate...}