Partida Rol por web

Todo tiene alma. O espíritu. Un iwa, en definitiva. Todo. Al menos, todo lo que tiene una existencia mínimamente duradera. No sólo las cosas vivas: los animales, los humanos, las plantas... También cosas que siempre había considerado inertes. Los elementos: Fuego, Tierra, Agua, Aire... Animista me llevó con esos espíritus. Después de conocerlos, no me sorprendió ver que el hierro, el cobre, el estaño... tienen también un espíritu. Lo que sí me dejó descolocado fue descubrir espíritus del plástico, de la radiación, de las ondas electromagnéticas...

Y no sólo eso. Los objetos - no sólo los materiales en bruto, sino las cosas ya hechas - pueden también tener un espíritu. O, dicho de mejor modo antes de que Animista me corra a tollinas, TODAS las cosas tienen un espíritu, sólo que lo tienen dormido. Parece que cuando aprenda mas del manejo del espíritu podré despertar las cosas. Tendrían su reflejo en el Sueño - las cosas con espíritu dormido no la tienen salvo que sean de enorme importancia para mucha gente, como un monumento -, y ganarían poder con el paso del tiempo. Sería algo así como "sembrar aliados". Dice Animista que un Shamán debe tener tantos aliados espirituales como sea posible, que eso es lo que diferencia a un Shamán de cualquier brujillo que se atreva a caminar por las sendas del Sueño. Además, cualquier objeto que yo quisiera pasar al Sueño cuando aprenda a cruzar la Barrera desaparecería - se quedaría en este lado - si no tuviera su espíritu despierto. Salvo que aprendiera magias mucho mas complejas, claro.

Regresando de clase, Michael encuentra un paquete en su buzón. Es uno de esos sobres acolchados marrones, sin remitente ni dirección.

¿Que puede ser? Piensa mientras lo abre subiendo la escalera.

El sobre, formato A4, tiene algo duro en su interior. Al abrirlo, Michael descubre un objeto que al principio no acaba de comprender, pero pronto descubre que es una especie de collar-gargantilla. Lo forman dos piezas que parecen medios colmillos - blancos amarilleados por el tiempo- lo bastante grandes como para que su cuello quepa dentro. Entre las bases chapadas en metal (las "puntas" de las piezas están talladas para hacer de cierre) hay un aro de metal que engasta una piedra pulida de tonos marrones veteados. Las vetas parecen seguirle cuando mueve la pieza para examinarla.

¿Que cojones es esto? Desde luego es muy bonito, pero... ¿quien lo manda?

Lo observa con cuidado fijandose en los detalles a ver que puede percibir.

O gunnar o tal vez los iwa sepan que es esto o quien me lo envía.

Michael nota algo extraño en el collar. No sabría especificar bien qué, pero hay algo sobrenatural en el collar.

Después de pasar el dia de descanso Michael aprovecha para dormir un poco y pone el despertador a la 1 de la mañana. Despierta a Gunnar, coge varias cosas de la casa y va a la playa. Busca un rincón apartado y solitario y se prepara.

Gunnar, avisame si alguien se acerca mucho- Dice mientras se sienta  cerca del agua

Cava un pequeño agujero en la arena y alli esparce algunos trozos de carbón de barbacoa y los deja arder hasta que se forma una brasa. La tenue iluminación que proveen las estrellas se ve reforzada por la luz rojiza de las brasas en el rostro de Michael. Esparce algunas hierbas aromáticas como ofrenda y chiminaje a los Iwa del viento, de las estrellas y del mar.

Espero que esto complazca a los Iwa y los haga receptivos.

Michael se levanta, coge con sus manos, a modo de cuenco, un poco de agua de mar y la deja caer lentamente sobre el extraño collar, mientras habla en iwa´po

Espiritus del aire y del agua, necesito de vuestra sabiduria y consejo.

En las olas del agua parece que juegan un silfo y una ondina en el romper de las olas, como dos cachorros de león. Un poco más lejos, en el reflejo de la lina se ven varias figuras diminutas golpeándose con rabia salvaje. La atmósfera del lugar sin embargo no parece particularmente receptiva a la actividad espiritual.

En las olas del agua parece que juegan un silfo y una ondina en el romper de las olas, como dos cachorros de león. Un poco más lejos, en el reflejo de la luna se ven varias figuras diminutas golpeándose con rabia salvaje. La atmósfera del lugar sin embargo no parece particularmente receptiva a la actividad espiritual.

El pequeño torbellino deja atrás a la masa de agua con la que jugaba y, transformado en una especie de pajarillo transparente pero aún así visible, se acerca a toda velocidad y frena repentinamente sobre las brasas, revoloteando con mas suavidad sobre las mismas, entretejiéndose con las volutas de humo aromático. Una brisa acaricia la piel de Michael con el calor de las brasas.

Cuando el agua de mar cae sobre el collar, el pajarillo se convierte en serpiente de aire y se enrolla a todo lo largo del collar, salta hacia Michael transformándose en tigre transparente y, con un rugido, le golpea como una ráfaga de viento y se vuelve al agua a seguir jugando.

Mike se permite un momento de sorpresa y mira el lugar donde el tigre le ha golpeado.

No ha sido un consejo muy claro, no. Desde luego no parece que a los espiritus les desagrade el objeto.

En un último intento arroja a las brasas un puñado de incienso y coloca el collar en el humo, tan cerca de las brasas como puede soportar.

Espiritus del aire y del agua, ¿Que es este objeto que ha llegado a mis manos?

- ¿No es evidente? - pregunta una voz familiar a su espalda - Es un collar - señala Animista

Da una sensación distinta que todos los collares que he visto hasta ahora

Dice Michael reprimiendo un comentario sarcástico.

- Porque es antiguo. Porque es poderoso. Porque es tuyo. - responde con voz lejana.

¿Como ha llegado a mi?

Como me responda "por correo" me voy a enfadar

- Te encontró. Se creó para que te encontrara.

O sea ¿esto es mi destino o algo asi?

- No. Su destino - responde señalando al collar - era encontrarte a ti. El tuyo aún está por ver.

¿Para que sirve este objeto?

Dice mirando el collar

- Eso sólo tú puedes averiguarlo, pues es tuyo.

A veces pienso que son asi de cripticos por joder

Sin decir nada Michael simplemente se pone el collar.

Sin decir nada Michael simplemente se pone el collar.

Al ponerse el collar, Michael nota algo que cambia en él. Siempre ha tenido un oído y olfato finos, pero nunca tanto. Podía distinguir capas entre los olores. Gunnar, por ejemplo, olía a lo que había comido, debajo de eso a la manta que tenía en su cesta, debajo de eso al olor de la casa de Michael y, debajo de eso, a lealtad pura. Hasta podía oír los granos de arena que levantaba el espíritu de aire en su jugueteo con el de agua, los musicales gruñidos de los brillantes seres que peleaban sobre el reflejo de la luna. Todo parecía mas claro, mas evidente. Se sentía mas alerta, mas... ágil incluso. Y aún así, sentía como si el collar aún le guardara algún secreto.

Gunnar, por su parte, emite un gruñido débil, el rabo entre las patas y el lomo encorvado, como queriendo esconderse.