Partida Rol por web

El marido Jhessail es un impetuoso explorador bien conocido en los Valles y en Cormanthyr.

- No traigo ninguna lanza a vuestro ejército, pero tengo mil ojos en el cielo.- Ciertamente, Merin tiene siempre en el hombro un azor, y otras aves frecuentemente le visitan.- Me dicen que en una torre abandonada al sur del Valle de la Daga hay orcos y ogros reunidos. Han asaltado un rancho en las Cataratas y ahora se dan banquetes de carne de buey y de ganadero. 

"Creo que Kurtang o sus hijos están agasajando a un clan de ogros, los Mondongros. Son mercenarios que se venden a los trasgos de Tethiamar o a los de Swordcrag según sopla el viento.

"La zona está llena de jinetes de lobos, pero algunos valientes podríamos infiltrarnos y atacarlos cuando estén borrachos como cubas. 

- Yo me apunto, cariño. Hace tiempo que no cazamos ogros.- su esposa parece más que dispuesta a la aventura.

HACIA EL VALLE DE LA DAGA.

No falta mucho para que culminen las dos lunas, y puede que haya patrullas orcas al norte del bosque Spiderhaunt, así que debéis moveros deprisa y sin llamar la atención, para llegar sin problemas al valle de la Daga. Por eso lleváis poca escolta, esquiváis otros grupos de viajeros, y tenéis siempre exploradores por delante. Seguís el camino de Tethiamar, pasáis cerca de Anathar dell y en un buen tiempo.

El sur del valle de la Daga es un territorio abandonado, tierra de bandidos, monstruos y fantasmas. Ninguno quiere molestar un grupo bien armado.

Pero incluso con las mayores prisas debéis deteneros de vez en cuando para no rebentar los caballos. Las ruinas del castillo de Daggerdale es tan buen lugar como cualquier otro. Estáis bien atentos a lo que sea (tirada de Percepción DIf 15).

BROTMIN: HACIA EL VALLE DEL MIRLO.

El Valle del Mirlo tiene fama de tranquilo y pacífico; no tiene gobernante formal, pero has oído hablar de un linaje de guerreros que son protectores de esa zona. Sir Roland Blueflame.

Te diriges hacia su aldea a través de un bosque cuando te parece oír una canción que viene desde un arroyo.

RECURSOS PARA EXPLOTAR:

He puesto en la sección de CARTOGRAFÍA puntos cercanos que podéis conquistar para explotar sus recursos.

Para conocer más recursos habría que explorar otros lugares (indicar por el Valle donde exploráis).

Jhessail Silvertree y su marido acuden a mi llamado de auxilio exigua ayuda en número pero no en calidad, dos grandes y reconocidos héroes elevaran la moral de las tropas que reunamos y ellos mismo son baluartes de los valles.

Cuando aparecen y me acerco a ellos realizo una profunda reverencia tras escuchar las noticias y que podemos iniciar las hostilidades evitando que ganen unos aliados poderosos.

Mis señores vuestra sola presencia es un bálsamo para el espíritu, seguro que vuestra presencia inspirará a lasa fuerzas que logremos reunir. No tenía esperanzas de muchas fuerzas aliadas pero vuestra presencia es más qeu bien recibida y valorada.

 Vuestra información es importante y vuestra propuesta acertada. Quien inflige el primer golpe lleva ventaja en la contienda y puede marcar mejor sus tiempos. Acepto vuestra propuesta y la haré llegar lo más rápidamente a los demás barones para ver si alguien más esta dispuesto a acompañarnos en el golpe de mano a asestar a esos asesinos.  

Descansad un poco comed para reponer fuerzas y comenzaremos a planear la incursión mientras despacho mensajeros al resto de barones. 

Despacho a los mensajeros y ordeno la preparación de comida y bebida para nuestros aliados.

No todo son malas nuevas en los Valles. Algunos viajeros empiezan a hablar sobre cabezas de drows empaladas en las lindes del Bosque Nido de Arañas. Otros dicen que los escalofriantes gritos nocturnos han dejado de escucharse en la lejanía y que la miriada de amenazantes ojos rojos y amarillos han desaparecido. La luz vuelve a penetrar la foresta y se escucha el canto de algún aventurado pajarillo, ciertamente algo ha cambiado, el bosque no parece el mismo. 

La paz ha vuelto a aquel lugar oscuro y maldito, sus escasos habitantes señalan en dirección al oeste, hacia los fantasmas del viejo bosque. Aquellos que acuden a cosechar la preciada madera con unas técnicas innovadoras en los aserraderos, nunca antes vistas por los humanos. Al menos, durante largos años...

Jhessail y Merin agradecen a Brotmin su cortés bienvenida y su amabilidad. 

- El enemigo no va a estar allí eternamente... Debemos partir pronto o perderemos la oportunidad.

De hecho los dos aventureros harán la ofensiva ellos dos solos si es necesario. Son impacientes y audaces.

Daeric desmonta con serenidad, como quien baja del pedestal solo para alzar a otro. Mira al joven con ojos serios, pero no fríos. Se acerca, se arrodilla frente a él —un gesto que quizá sorprenda a todos— y toma entre sus manos callosas las del muchacho, aún manchadas de harina y caldos.

Con voz grave, templada por la emoción y la fe, responde:

—Que los hornos de la cocina hayan templado tu espíritu antes que el acero de la forja es, quizá, un designio más alto del que ninguno de nosotros puede comprender.

Se pone en pie, alza la voz para que todos escuchen:

—¡Que se recuerde este día! En el corazón de Arabel, uno ha respondido al deber sin que se lo exigieran títulos, glorias o linajes. ¡Así se forjan los verdaderos caballeros!

Hace una pausa, luego posa la mano sobre el hombro del joven con solemnidad:

—Te acepto como mi escudero. Aprenderás el arte de la guerra, pero sobre todo, el valor del sacrificio. Te pondrás en pie no para aplastar con el rodillo, sino para sostener a quienes no pueden. No con el alimento de la masa y la harina, sino con el sostén de tus espaldas. Y si algún día te veo caer, que sea solo para proteger a otro.

Da entonces instrucción de que se le entregue capa de su séquito.

—Se bienvenido. Que sepan todos que forjaremos hazañas mayores que las de la Vigilia del León. Marcharemos al Valle del Mirlo y quieran los dioses que podamos acometer a tiempo la amenaza.

DAERIC

- ¡Seré vuestro escudero, señor! - se pone la capa que le dan, aunque les sobre la mitad.- Defenderé vuestros colores hasta la muerte.

Poco más se puede obtener de Arabel, así que hay darse prisa en llegar al Valle del Mirlo.

Daeric asiente con gravedad, sin restarle ni un ápice de solemnidad al gesto torpe del joven mientras se envuelve en la capa demasiado grande. La imagen le arranca una media sonrisa —casi imperceptible—, como el primer rayo de sol tras un largo invierno.

—Te oigo, escudero. Sean verdaderas tus palabras.

Se vuelve hacia el anciano sacerdote de Torm, con un leve gesto de respeto.

—Gracias por vuestra bendición, padre. Que vuestras manos sanadoras lleguen donde mi espada no pueda proteger.

Sin perder tiempo, Daeric monta de nuevo y mira hacia el horizonte.

Alza la voz una última vez en la plaza del santuario:

—¡Al Valle del Mirlo! La sombra avanza, y nosotros no esperaremos a la oscuridad.

Se dirige al Valle del Mirlo, de camino mandará un mensaje a su baronía, informando del destino.

El pecho le vibró en un amago de risa muda, un único ‘ja’ sin voz escapando de entre sus labios curvados en una sonrisa breve, mientras asentía con calma.

- Y dado que atravesar el bosque rumbo sureste es demasiado peligroso, tocará dar un rodeo... cruzando las baronías próximas a Tilverton. -Asintió de nuevo, conforme. Sería un privilegio abrir nuestras puertas y ofrecer nuestra protección en lo que dura la marcha. Y quien ose atacaros, nos ataca a nosotros. -Alzó la copa.

Leshana no puede congelar un río tan caudaloso y fuerte con solo ese hechizo, para sí lanzarlo como un ariete para desviar el tronco más peligroso, que avanza como un ariete contra el ferri.

ACCIONES PENDIENTES.

Como me recordó Baelruil, en cada turno tenéis dos acciones de dominio, así que por todos los turnos os falta una acción(culpa mía). Así que podéis hacer acciones como construir, reclutar tropas, etc.

Alguien dio la voz de alarma y, en un instante, descubrieron el peligro: troncos gigantescos descendían por el río con la fuerza y el peso suficientes como para derribar la puerta de un castillo.

Leshanna trató en vano de congelar la corriente, pero el caudal era demasiado vasto; su magia apenas ganó un suspiro de tiempo. Por otro lado, no había nada en su repertorio capaz de frenar aquella avalancha: no podía destruirla, desviarla ni contenerla… apenas lanzar flechas inútiles contra la madera furiosa. Si estuviera sola, quizá se habría permitido el lujo de saltar de tronco en tronco como una acróbata suicida, pero en esta ocasión cargaba con la responsabilidad de proteger a una noble tradicional.

Y eso lo cambiaba todo.

Sin perder un segundo en lamentos, corrió hasta la baronesa y comenzó a atarla con la cuerda que siempre llevaba en su equipo. No había tiempo para pedir permiso ni explicar nada; sus manos trabajaban rápidas, tejiendo nudos sencillos pero firmes, cada lazo hecho con la precisión de quien sabe que un error significa la muerte.

Con un tirón, se aseguró a la misma cuerda que usaban para arrastrar la plataforma de un lado al otro del río, cerrándola con un nudo corredizo. El plan era crudo, desesperado, pero claro: aunque acabaran empapadas, al menos seguirían vivas.