Partida Rol por web

Tras el largo viaje, os dirigís al Este siguiendo el camino de Hillsfar hasta vuestros dominios. La mayoría son solo un conjunto de aldeas grandes, pero véis ahí la semilla de vuestra futura grandeza. Los campesinos locales vienen a recibiros y prestaros juramento de lealtad feudal. No se percibe un gran entusiasmo, pero a fin de cuentas acabáis de llegar. Ya tendréis tiempo de haceros amar o odiar. 

Cada aldea tiene un caserío donde podéis instalaros para vivir. Algunos ya tenéis la imagen de grandes castillos o torres de hechicería brotando del suelo. Pero para ello necesitáis oro, hombres y recursos.

En esta escena rolearemos vuestro primer año como barones. para situaros, estamos a principios de primavera del año 1364 del Cómputo de los Valles.

Cada año se divide en un número no fijo de turnos de dominio en el que podéis gobernar el mismo.

EJEMPLO DE TURNOA.

Vamos a suponer que Lord del Valle de la Daga tiene un dominio con Riqueza 6, Militar 8, y Social 5. Ve con malos ojos esos barones advenedizos que han llegado a la frontera con Cormyr. 

- Primer turno.

Así, en su turno inicial, decide empezar a construir una empalizada. Eso requiere tres tiradas (de cada característica). La empalizada tiene por modificadores Militar 2, Riqueza 0, Social 0. Así que la dificultad de cada tirada es Militar 14 (12+2), Riqueza 12 (12+0) y Social 12.

Tiene una característica Militar de 8, eso es un +1 a la tirada.

Consigue la primera tirada. La empalizada va tomando forma. Faltan aun las tiradas de Riqueza y Social.

Aparte recauda fondos: 600 mo para sus cofres (acción gratis).

- Turno siguiente. Como master decido que es al mes siguiente.

Esta vez decide Acumular recursos (por ejemplo, narrativamente podría representar la feria de ganado, recoger la cosecha, etc.). Supera la tirada de riqueza y acumula 4 puntos de tesoro.

La construcción de la empalizada (con dos tiradas) sigue pendiente. No se pierde la tirada conseguida.

Aparte recauda fondos: 600 mo para sus cofres (acción gratis).

- Tercer turno. Pasa dos meses después.

Decide preseguir

Bien, veamos si lo hago bien.

Recolecto recursos: 400 de oro.

Construiré: Mercado (diff 14) (SUPERADO) AHH las otras tiradas son el proximo turno. Error mio jajaja

R: 15

Recaudo tributos ---> Riqueza 8 ------> 800 mo

Establezco unos barracones ---------->  dif 14 militar dif 12 Riqueza Dif 12 social 

Paso social y riqueza y fallo militar que pasa a 13 de dif para el próximo.

Los nuevos barones de la frontera son vistos con cierto escepticismo por los endurecidos colonos de la región, más habituados a ser olvidados por la Corte. Quizá vuestro afán constructivo se gane la confianza de vuestros vasallos.

Con o sin trabajos, hay que seguir las costumbres locales. Como la festividad de la siembra del trigo, en honor a la diosa de la agricultura Chauntea. Es una buena ocasión para reuniros todos y comparar notas.

Después de trazar el primer surco con un arado, una druida da la bendición tradicional.

Antes que empiece el banquete, pero, llega un invitado no deseado. Aunque lleva una bandera de tregua, el semiorco viste como para ir a la guerra y su postura es arrogante. Ni siquiera baja de su hirsuto caballo antes de hacer sonar un cuerno y dar su mensaje.

- Traigo un mensaje de mi señor Kurang Corta-elfos, Gran Trasgo de las Montañas del Ocaso para los jefecillos de la chusma humana. Aunque debería arrasaros por habitar sus dominios sin su real permiso, está dispuesto a ser piadoso. Si le pagáis antes de una luna un tributo de 5.000 monedas de oro, respetará vuestras miserables vidas. Deberéis destruir cualquier fortificación en esos cenagales que llamáis villas. 

Erth, en otro tiempo, habría actuado sin pensar. Habría tomado su arco en el mismo instante en que escuchó la amenaza y habría disparado sin tregua hasta que se le acabaran las flechas… o hasta que los dedos le sangraran por la tensión del arco.

O quizás, más fría, pero igual de decidida, habría dejado marchar a esa criatura sólo para seguirle en secreto con sus mejores hombres, cazar al maldito Gran Trasgo en su propio cubil y colgar su cabeza en las murallas como advertencia.

Pero esta vez no podía. No debía. Ya no estaba sola. Tenía a su cargo vidas. No soldados endurecidos, sino campesinos, artesanos, niños. Gente sin espada ni escudo. Gente que confiaba en ella no por lo que era capaz de matar, sino por lo que era capaz de proteger.

Y entonces la pregunta cayó sobre ella como un peso de plomo:

¿Qué era lo más sensato?

Porque no iba a vivir bajo el chantaje de una escoria goblinoide. No. Eso no. Pero sabía también que no estaban listos. Ni ella, ni el resto de nobles. Una luna era un margen decente, sí… pero insuficiente para lo que venía. Para lo que acechaba bajo los juramentos rotos y las raíces negras.

Necesitaban tiempo.

Y había una sola persona, en todo ese maldito lugar, en quien confiaba lo suficiente para encontrar las palabras justas.
Las que evitarían el pánico. Las que encenderían la preparación sin desatar el caos.

Una orden mental fue enviada y quedaba que ella lo lograse y el resto no encendieran la ira de ese señor trasgo. 

William se yergue como una columna de acero templado entre la multitud. La túnica ceremonial blanca y dorada que lleva por la festividad de Chauntea ondea al viento, pero bajo ella hay cota de mallas. A pesar de la ocasión, el paladín no se ha desarmado.

William escucha en silencio las palabras de su compañera baronesa —elegante, astuta y venenosa como una daga escondida en terciopelo— mientras el eco de su propia declaración aún resuena en la plaza. Su rostro no se inmuta, pero la tensión bajo su mirada se intensifica: ha captado la intención de la dama, y aunque desaprueba cualquier intento de parlamentar con bestias, también reconoce el filo afilado de su estrategia.

 Era una agradable reunión compartíamos unos agradables momentos en el feudo de nuestra anfitriona, todo parecía ir mas o menos bien con algunos mostrando más agrado que otros pero todos con el debido respeto y civismo siguiendo la ceremonia cuando por fin íbamos a comenzar el banquete, aparece un semiorco ataviado para la batalla y se presenta como heraldo de un señor de la guerra gran trasgo.

 Ligeramente sorprendido por la interrupción veo como reaccionan los demás, pero cuando veo como intenta provocar al heraldo cuestionando el valor y poder de su señor decido actuar intentando subyugar la voluntad del semiorco , pues si no consigue engatusarlo  no acabaremos bien.   

 En el momento que la baronesa Amakiir pronuncia la última palabra conjuro rápidamente paso brumo para plantarme frente al heraldo y mirarlo a los ojos desde la cruz de su montura y le hablo en Orco:

"La elfa comete un error, no quiero que muera mi gente por su culpa, negociaremos con tu gran señor pero da muy poco tiempo para una suma tan elevada, no somos ricos"  

- Mi señor tiene mejores que hacer que perder el tiempo con unos gusanos como vosotros... Como sonarse las narices. ¿Queréis que venga? Vendrá con su horda a pasaros por la espada y dar de comer a los cuervos. Pues no come carne de cobarde. ¡Ja! ¡Negociar!

"Hummm... ¿Más tiempo? Sólo si hay más oro. Está bien. Tenéis dos lunas... Y pagáis el doble. Empezad a reunir el dinero.

Con eso se aleja sin despedirse... Es difícil contener el anhelo de dispararle por la espalda.