Partida Rol por web

22/05/19

El mundo dejó de dar vueltas, el tiempo cesó de romperse en mil trozos. El cielo y la tierra dejaron de girar. Se hizo el silencio.

Silencio y calma. Angustiosa calma. Alguno de los cinco ocupantes del vehículo abrió los ojos el primero. O la primera. Luego otro de vosotros. Desorientados. Luces de navidad brillando. Aturdidos. Conmocionados. Los cinturones de seguridad seguían sujetando cuatro cuerpos. Menos a Yukino, caída de espaldas sobre el techo del coche.

El Seat Ibiza con diecisiete años encima, había quedado boca arriba lo mismo que una cucaracha, tres ruedas girando convulsivas igual que sus patitas, la cuarta arrancada de cuajo.

¿Qué había sucedido? Al volante, Ivonne, una joven de veintitrés años, prima de Javié, era una excelente conductora. Se había unido a ellos para la salida a Málaga, visita, tapeo, vinos y fiesta. Conducía al ritmo de Break My Heart de Día Lupa, ¿qué recordaban?

La carretera estaba poco transitada, al atardecer de un día algo nublado. De pronto algo, alguien, que andaba de manera extraña, se cruzó en la vía. Ivonne esquivó a la izquierda para no atropellarlo, aunque no pudo evitar golpear a ese tipo con el frontal derecho del Ibiza. Casi se come al coche que circulaba en sentido inverso, dio volantazo a la derecha evitando la segunda colisión. Por desgracia, otro vehículo que circulaba tras ese, lo que hizo fue intentar no chocar y giró a su izquierda, invadiendo vuestro carril. Por tercera vez la chica se esforzó por eludir el golpe.

Sin embargo el impacto de los dos frontales izquierdo fue brutal. Vuestro coche giró sobre sí mismo culeando a la derecha, para luego perder su estabilidad, y comenzar a voltear vuelta tras vuelta  de campana a lo largo de una veintena de metros, precipitándose por un terraplén hasta finalmente detener su frenético centrifugado estampándose contra un árbol. 

Y vosotros cinco, dentro.

El día prometía mucho y ni siquiera la presencia de su prima lo iba a estropear. Era más pesá que una vaca en brasos y en cuanto se enteró que el Oli iba a ir con ellos se encasquetó al plan. Aquello no molaba, pero, tras hacer un detallado estudio de riesgos y beneficios decidió que podía venir. La Yvonne no estaba mal, y si se liaba con el Oli le iba a dejar dos niñas para él solo.

y menuas son las xavalitas. Están guenas la fisanchis y la shinagochi, un poco delgás pero ya haré yo d'agarrarme... a vé si el Oli no se las quea a toas porque sino le vi a meté en el sigarrico un poco de shocolate pa que le dé bajona y se quede amuermao. Quesmubuen tío pero paece un abujero negro de periquitas, el Atila del ligoteo, que ande pasaba no se volvía a fumá yerba.... Confiansa Curro, que lleva er paquete de condone de la suerte. Está to exo...amo torero, que hoy cortamo la do oreha y er rabo

Su prima era buena conductora, para ser una mujer *, pero el coche que tenía era más viejo que la tos, y, según le había contado alguna vez, eso de pasar la ITV no era mucho lo suyo. El coche funcionaba, y lo ponía gratis así que, ya le iba bien. Todo iba bien, lo único que hubiera preferido ir en el asiento de atrás con las chicas, que no es que su prima no lo fuera, pero es que eso era una cochinada, pero el oli había tirado de su encanto de guiri y no había nada que hacer. Estaba mirando por el retrovisor a ver que pasaba por atrás cuando de pronto vio algo por el rabillo del ojo. Un tipo parecía estar cruzando la carretera y Javier empezó a gritar

"Cuidao con el nota ese....está colgao...."

Pero los reflejos de Yvonne ya estaban en acción, dando volantazos de un lado para otro mientras Javier gritaba

"Agarrarsus, que vamo a salí volando como el coshe fantástico..."

Y volaron. Vaya que si volaron, pero si bien KITT tenía un buen sistema de aterrizaje el Seat Ibiza voló como un elefante sin orejas. Empezaron a dar vueltas de campana y su cuerpo golpeó a los lados y la cabeza contra el techo. Por algún motivo solo podía a escuchar a estopa en su cabeza y la canción de la raja de tu falda.

Po la raha de tu farda yo, tuve un piñaso con un Seat Pandaaaaa....

No supo el tiempo que la canción estuvo sonando ni el tiempo que pasó hasta que sus ojos se centraron pero allí no había falda ninguna. Gritó asustado mirando en dirección a su prima mientras decía

"Oño prima, que se me ha causao un tumó serebral, que lostoy viendo tó al revé, ah, no, oño, questamo como la tortuga despué del pejcaito frito....Prima?" - dijo dándole un empujoncito y poniéndole los dedos en la yugular como si fuera un médico ** - "Prima m'escuchas? Mira, ya te pues ir despertando o me vi a poné a cantá como Camarón hasta que te reviente los trímpano"

Tenía que actuar rápido. Así que estiró la mano y quitó la llave del contacto, que todo el mundo sabía que si no se hacía eso el coche explotaba. Lo había visto en varias pelis, de hecho las pelis eran la fuente de información más común a la que recurría Javier, ya que leer era para feos y gordos según él. Sabía que debía quitarse el cinturón e intentar salir del coche, y una vez fuera ayudarles a todos. Con angustia les dijo

"Pisha estái bien? Oli, maquina, enga, que no ha sio ná, que al coshe le ha dolio  má. Fishandchis, comostá la shina? Táis tos bien?"

Puso las manos en el techo, metió el cuello hacia dentro e hizo fuerza con las piernas en el asiento para quitarse el cinturón sin romperse la crisma. Tenía que salir de allí, que había películas en que el coche explotaba aunque no tuviera la llave al contacto.

La noche había empezado genial. Se había despertado de tarde de una siesta fantástica. Con toda calma se había dejado el portátil sobre la taza del baño para poner música a todo dar y se había metido a la ducha. Ahí se había tomado su tiempo, lavándose el pelo y poniéndose mascarilla mientras cantaba como si la vida se le fuera en ello. Casi de un salto había salido de la ducha, bailando mientras cantaba, y se había enrollado una toalla para secarse el pelo. Ya seco se lo cepilló un poco haciéndose la partidura a un lado y se maquilló, con bastante delineador y sombra de ojos negra, como le gustaba para salir de noche. Smokey eyes. Le daba pereza el labial rojo ese día, así que se puso un nude y quedó contenta, lo suficiente para pasar ahora a la ropa. Odiaba vestirse antes del maquillaje, porque siempre, SIEMPRE, le caían los putos polvos compactos o los translúcidos en la camiseta y tenía que cambiarse.

Sujetándose la toalla con una mano y el portátil como bandeja en la otra, fue hasta su habitación en la casa de Oliver. Dejó el portátil en la mesita, la toalla tirada sobre la cama y se prendió un porro mientras miraba el armario para elegir qué ponerse. Dos segundos, una calada, y mientras mantenía el humo dentro tomó lo que sería su atuendo del día. Entre una calada y otra fue vistiéndose, saliendo de vez en cuando de su habitación a medio vestir para buscar algo de comida para picar antes de salir y para ofrecerle a Oliver si quería fumar con ella. 

Eventualmente, y tras cantarse ya todo un disco de Bruno Mars, estuvo lista para salir. Bueno, casi. Se calzó sus plataformas, tomó el bolso, agarró a Oliver del brazo para arrastrarlo con ella -aunque tampoco era que el chico pusiera mucha resistencia para ir de fiesta- a encontrarse con el pintoresco showman andalúz y la otra turista, y lo estuvo.

Por alguna razón, fue ese pedacito de rutina lo que le dio vueltas en la cabeza mientras el coche hacía lo mismo por la carretera. No su casa, no su familia, ni sus amigos en Inglaterra. Ese pedacito de rutina ahí en medio de España junto a Oliver. Y es que hasta hacía apenas unos segundos, Lexie había estado dándolo todo mientras cantaba y bailaba con coreografía propia la canción de Dua Lipa, como si estuviera en un escenario frente a miles de fans o completamente sola en su cuarto, pensando que lo volantazos no eran más que un juego hasta que ya era muy tarde. Y antes de aquella interpretación libre, un segundo quizás, había gritado con entusiasmo que la que sonaba en la radio era su canción. ¿No se componía de eso la vida en un accidente? De segundos. Pequeños segundos que encapsulaban la vida entera y se ralentizaban a una eternidad en un profundo silencio hasta que todo volvía a acelerarse y el ruido volvía de golpe.

What the... - dijo por instinto, confundida por un momento mientras miraba alrededor intentando dilucidar como había pasado de ir cantando a todo pulmón en un coche a estar de cabeza. Podría haber hablado en español, pero... ¿A quien no le saldría el idioma nativo en una situación así? - Holy shit! - exclamó cuando las neuronas por fin hicieron sinapsis y se dio cuenta en la situación en la que estaban, y de como habían llegado a ella. Lex no había visto al que se les había cruzado al principio, pero el resto con los otros coches era imposible ignorarlo. Un volantazo o dos puede ser juego, choques y casi estamparse ya no. 

La voz de Javier la hizo espabilar un poco a que no podía quedarse ahí impactada por la vida, y tan pronto lo oyó mencionar a Oli, se volteó para ver si estaba bien, tomándole el brazo para moverlo un poco - Oli, hun, ¿estás ok? - al menos seguía en el asiento, con el cinturón como ella. Sin embargo, al mismo tiempo que pensaba eso, Javier le pedía que revisara a Yukino y Lex abría los ojos de par en par al notar que la pobre debía haber estado rodando dentro del coche mientras giraba, porque ahora estaba tirada en el techo del coche. - Yo estoy ok. Yukee... voy a ver - dijo con el corazón un poco acelerado por la adrenalina y la preocupación. 

¡Yukee! ¿Estás ok? - preguntó intentando moverla un poco para que despertara. 

Estirando su sudadera, se la puso sobre la palma de las manos para poder despejar parte del techo del coche de restos de vidrio y poder apoyarse en el sin cortarse. Apoyó la punta de los pies en el techo, quedando su cuerpo en un triángulo, y posicionó el cuello hacia adentro. La mano contraria al cinturón la puso justo arriba de su cabeza, con la palma hacia su coronilla para no darse una hostia y al soltarse el cinturón se apoyó rápidamente con la otra para entre ambas suavizar el golpe y girarse para quedar a cuatro patas sobre el techo del coche.

No hace más de un mes que llegó a España. A penas conoce mucho a las personas que hay en el coche y, mucho menos, puede comunicarse bien con ellas. Excepto con Lexie. Por suerte, su nivel de inglés es mucho mejor que el de muchos japoneses ya que estudia Traducción e Interpretación e inglés es una de las lenguas que se estudia de forma obligatoria. Además, el chico de delante habla muy raro y no le entiende ni cuando dice hola, que es lo más fácil de entender.

Pero bueno... ha decidido acompañarles al salir de fiesta para estrechar lazos y conocer más a esas personas. Pensando en eso está cuando, de pronto, la chica que conduce da un volantazo y luego otro. La verdad, es que no se ha fijado en lo que ha pasado y tampoco tiene tiempo. De pronto, están dando vueltas con el coche. Se agarra fuertemente al cinturón, como si eso la fuese a proteger, pero se rompe y acaba dando vueltas con el coche. 

Todo se vuelve negro.

Yuki no se mueve para nada. Su cuerpo está lleno de magulladoras, cortes y golpes.

Puedo decir que el día era perfecto, por la mañana despierto al lado de Lexie cuando los rayos de sol inquietos se atreven a cruzar el umbral de la cortina. Me divierte compartir tiempo con ella, es quien sigue mi rollo y sabe que vamos de libre para disfrutar la vida a tope. Al menos así la vivo con total satisfacción. Lo bueno es que tenía unos asuntos que resolver con mi Padre así que tras de un rato más juntos, prefiero iniciar el día con los compromisos familiares y ya después nos veríamos ambos de nuevo para disfrutar un poco más de nosotros. 

Tras realizar todas las tareas cotidianas, al parecer mi Padre quería hacer unos cambios de coches y me necesitaba a mi porque era dueño del mío. Típicas movidas de personas ricas que no saben que hacer con su vida y como viene de arriba, no me corto en decirle que no. Es tan simple, un minuto de atención y tengo un auto último modelo en la puerta de la casa. ¿Nadie puede negar que soy el mejor hijo, no? 

Ya tras un almuerzo y más diversión, toca irnos a la dichosa fiesta que a Lexie le hace ilusión. Para mi es una movida más, como todas y claro, voy con el mejor rollo para que valga la pena. Una vez ella está lista, yo tardo un poco ya que había estado hablando con unos amigos por discord. Gajes del oficio, la vida del popular. Je. Así que tras darme una hermosa ducha y encontrarme con ese bombón tan bonito de pocos centímetros, salimos hacia la bendita fiesta. 

Nos toca viajar con el colega y su prima, nada mal la chica. Me la tiraría sin dudas, pero no sé, me da corte que tenga su familiar al lado. ¿Mira si el grandote me golpea? Que va, mejor dejarlo pasar. Soldado que huye... Lo positivo es que justo me toca ir junto a las dos bellezas, es como para cumplir una fantasía con ambas rubias. Aunque con Lex me conformo, me vuelve loco. El viaje al principio es a tope, Dua lipa, cantar, y reír, vamos lo normal... Hasta que todo se torna jodidamente caótico. 

Yo como conductor siempre odié que me lleven en auto, he cedido porque no sé, estaba un poco colado. La cuestión es que nunca quiero que ir en un auto que no manejo, por esto. Justamente por esto. Y así es como de repente no sé que diantres nos comemos porque creo que estaba por darle un bonito morreo a la rubia, pero la cuestión es que comenzamos a girar y girar, entonces ya pierdes la maldita noción de todo. No sé qué sucedió, sólo sé que estoy vivo y cuando abro los ojos es por escuchar la voz de Lex y ahí es cuando caigo en la realidad. 

- Ya, estoy bien. ¿Ustedes? - pregunto e intento quitarme el cinturón de seguridad, viendo como está todo y no morir de ello. - ¿Qué dices bro? No capto, muchas vueltas la cabeza... 

Ahí me llega la pregunta de Lexie que llama a la asiática... ¿Dónde está? 

- Voy, estoy sacándome esto. Y ayudo. 

Ivonne está inconsciente, con la cabeza hacia atrás y ladeada para el lado de su puerta. No parece tener pulso, o Javier no supo encontrárselo, no le quedó claro el asunto a su primo. La sangre mana profusamente de una herida en la cabeza de Ivonne, la misma ropa del resto de ocupantes está sucia con manchas rojas aquí y allá, no sabéis si propia o ajena. Tampoco es seguro que la conductora respire, solo se escuchan los latidos de vuestros corazones acelerados, y el pitido constante en los oídos. Por no decir que os sentís así como masticados y tragados por la tolva de un camión de basura.  

Javier consiguió librarse sin problemas del cinturón de seguridad. Atrás, Lexie también se desembarazó de él con suma habilidad sin sufrir daño en las manos. Había cristales por todas partes, miríadas de trocitos cortantes, en el techo que ahora era suelo, en los asientos, en los cabellos. Yuki gemía, inconsciente, aunque su cuerpo se movía como tratando de ponerse en una mejor posición, y al contacto de Lexie emitió un leve quejido.  Oliver, algo más aturdido, tardó en quitarse el cinturón, que se resistía a soltarse. Cuando lo logró, resbaló y medio cayó golpeándose en la cabeza con el techo, clavándose diminutos vidrios como alfileres en la frente y la parte superior de la espalda.

Todas las lunas de las ventanillas estaban reventadas, a excepción de la del costado de Oliver. La trasera, agrietada, con un boquete del tamaño de un balón de fútbol, y la delantera resquebrajada.  Las puertas traseras están bloqueadas, pero la de Javier, con esfuerzo y un buen empujón, sí que se va abriendo.

Escuchar a Oliver hablar había sido un alivio sin duda. A pesar de que lo había visto entero y bien afirmado en el cinturón de seguridad al revisarlo, era una de esas cosas irracionales y necesarias para calmar el nudo en tu estómago. No solo ver que alguien está bien, sino oírlo. Ahora, si a los otros cuatro les daba vuelta la cabeza tanto como a ella, que además no dejaba de escuchar un jodido pitido y sentía el cuerpo molido, quizás no estuvieran perfectamente bien... pero sería cosa de salir de ahí y llamar una ambulancia. Todo estaría bien.

Fue entonces cuando se dio cuenta de que le faltaba escuchar una voz. De Yukino se escuchaban gemidos al menos, así que viva tenía que estar, pero ¿y la prima de Javier? Con una mirada rápida comprobó que el showman se ocupaba de ella, y un segundo más le permitió agradecer que lo estuviera haciendo. Con lo que estaba sangrando, la chica iba a necesitar esa ambulancia más que nadie. 

Mientras esperaba que Oliver se quitara el cinturón para ir a ayudarla con Yukino, Lex intentó acomodarle las piernas y brazos a la asiática con tanta suavidad como podía, intentando dejarla recostada recta. Se notaba que la chica intentaba moverse, y esperaba poder ayudar un poco a que se sintiera al menos ligeramente mejor con eso. 

Bloody fucking hell - murmuró observando la situación, con aquella mezcla de insultos británicos y gringos característicos en ella, mientras el corazón le latía a mil en el pecho por la adrenalina. Por un segundo, su mirada se perdió en el escenario, fijándose en la sangre, los vidrios, el coche destrozado. El corazón se le desaceleró un poco, entrecortándole la respiración, pero el ruido del golpe que se dio Oli la hizo volver a la realidad y dar un respingo. - Joder - lo primero que se aprendían en otro idioma eran los insultos, y en ese momento vaya que le iban bien - Cuidado, babe. - lo miró preocupada. Se habría puesto a quitarle los vidrios, pero igual Javi tenía razón y era mejor ir saliendo del coche - Ayúdame con Yuki. Afuera nos limpiamos. - pensar en quitarle los vidrios, y en que igual se los acababa enterrando ella, le hizo recordar la pinza en su bolso. ¿Y su bolso, donde coño estaba? Miró alrededor rápido, por si lo pillaba, y de encontrarlo se lo colgó en el pecho atravesado para que no le molestara ni se le cayera. 

Justo entonces, el showman acababa de abrir la puerta a patadas. En otro momento seguro le hubiera puesto muchísimo aquella faceta de héroe fortachón, pero ahora mismo estaba demasiado alerta para pensar en esas cosas. Como pudo, intentó ponerse hacia el lado superior del cuerpo de la chica, tomándola por debajo de los brazos para ver si entre ella y Oli podían sacarla por la puerta sin arrastrarla demasiado. Además, creía mejor ir ella primera y retrocediendo, porque al ser más pequeña que Oli tendría menos problemas para pasar entre las cabezas de los asientos delanteros sin tener que esquivar o reacomodarse demasiado.

¡Showman! - le gritó a Javi una vez éste estuvo fuera mientras movía a la chica. Quizás él podía ayudar a Oli a sacarla más rápido, porque Lex no tenía muchísima fuerza, así que aunque intentaría hacerlo y esperaba que el llamado fuera en vano, no se tenía tantísima fe en ese aspecto. Más fe tenía a poder quitarse de al medio si al final no podía con la asiática y el hombre venía a ayudar. 

No puedo prestar demasiada atención al entorno cuando quiero quitarme el cinturón, salvo cuando Lex me habla que al tenerla al lado, solo escucho y sigo lidiando con el mismo. Aún me dura la turbación, es un maldito buen golpe que me he dado o el girar tanto con el auto, quien sabe. El asunto es que al escuchar el famoso click caigo de bruces hacia el techo y la puteada en español no se la pierde nadie, bueno, Yvonne que no se mueve. No sé si escucha. 

- Ya, cariño. Estaba atascado, lo siento. - digo apretando los dientes. 

Tenía vidrios clavados en la espalda y creo que algunos en los brazos, la rubia intenta quitarlos pero debemos sacar a la asiática del auto. A todo esto, ahora recuerdo lo que me dijo el grandote, estoy con un lag de la puta madre en mi cabeza y parece que entro en bucle cada dos por tres. 

- Que va, igual que con Lex. - bromeo pese a todo. - Venga, te ayudo. 

Y miro el coche descubriendo que de mi lado es imposible, así que busco con la mirada la parte de atrás y hay un boquete, toca tirar del lado donde está mi rubia favorita. Así que entre quejidos, muecas de que odio el mundo, cojo las piernas de la asiática con la intención de ayudar a la pequeña. No hay mucha movilidad dentro del auto, lo bueno es que los jeans, salvo la parte rota que me hace acordar de quien lo creo, me ayudan bastante. 

Sólo asiento a las palabras de Lex e intento sacar a Yukino con ella. Javier habla del triángulo, no capto de momento, no me da la cabeza. Quizás en unos minutos más sí. Maldito accidente... 

Resulta complicado y laborioso sacar del auto volcado a Yuki, sin lastimarla, ni a ella ni a vosotros dos. Algunos cristales se clavan en las rodillas o en el dorso de las manos, pero vais poco  a poco tirando de la chica y extrayéndola por la puerta delantera que ha conseguido abrir del todo el showman Curro con un par de patadas. Lexie sigue echando un vistazo mientras tanto a ver si encuentra su bolso, sin embargo no hay rastro de este. *

Javi, una vez fuera del auto, se cae al suelo, trastabillando, mareado. Se recupera, parece que no tiene nada roto, solo los golpes, pequeños cortes en manos, antebrazos, en la frente, y arañazos en la cara. El aspecto de su prima es mucho peor: una brecha de varios centímetros en la cabeza, el cuello en una posición no del todo normal, sangra por la nariz y la boca, la tibia partida sobresale entre cuajos de carne picada. No sientes sus latidos en su suave pecho todavía caliente, o son tus nervios.

Palabras tranquilizadoras, para Ivonne y para ti. La puerta no se abre, bloqueada, no hay forma. A pesar de posibles lesiones internas, logras arrastrarla fuera del coche por la ventanilla rota, no es fácil, y te cuesta lo suyo. Tumbada sobre la tierra y la hierba, no se mueve, cada vez más pálida.

Igualmente cierta falta de color cubre las delicadas facciones de la chica japonesa. Pero comienza a despertar, a abrir los ojos. Oli y Lexie comprueban que tiene nada roto, tampoco en ellos, les sucede lo mismo que a Javier, contusiones, moratones, roces, cortes. La inglesa, en particular, tiene varias laceraciones poco profundas que lastiman su cuidado y bonito abdomen.

Es Oliver el que pierde el sentido unos segundos, no puede ayudar más a Lexie con Yuki. Oli queda sentado en la tierra, tratando de tomar aire y de que el mundo deje de darle vueltas alrededor. La japonesa está casi por completo fuera del auto, le quedan apenas los pies.

La zona es tal que así. El Ibiza estaría siniestrado más abajo, el doble de metros hasta la carretera (entre doce y quince metros).

La adrenalina de bajar a Yvonne y sacarle del coche hicieron el resto. Pateó con fuerza la puerta hasta conseguir salir y la arrastró fuera del coche sin apenas ser consciente de su estado, los cristales que se clavaban en su camino o lo que pasaba en el asiento de atrás. Solo le preocupaba sacarla y poner el triángulo, que sino todavía les iban a chocar por detrás y rematarlos. En cuanto salió se intentó levantar para ir al maletero pero las piernas le fallaron. Sintió nauseas y tuvo que luchar con el impulso de vomitar encima de su prima. No tenía buen aspecto, no pintaba nada bien y no le había encontrado el pulso en ninguna parte, y el cuello, las personas no tenían los cuellos así, no era sano. Javier la miró y se santiguó mientras pensaba

Tie er cuello más doblao que la niña del exorcista.... está..... está......

Javier empezó a llorar mientras miraba hacia arriba sintiéndose incapaz de poner el triángulo por no poder encontrar la carretera. Estaban entre unos pinos, la carretera no se veía, y allí no había sitio para poner el triángulo ni nada parecido. Volvió la atención a su prima. Tenía que sacarla de allí, al menos para que los demás salieran y con esa intención la arrastró hasta la parte trasera del coche, para que las chicas no la vieran. Los lagrimones le caían como puños, gruesos y ardientes, mientras pensaba que le iba a decir a su tía la Angelita. Todavía no habían bebido, ni se habían drogado ni nada, estaban a punto para una noche de fiesta y ahora..... se le habían pasado hasta las ganas de intimar con las guiris.

La guiri...hay que sacá a las guiri...y al Oli, pero el Oli e un máquina y seguro que sale con la punta la shorra....

Se dirigió a la puerta delantera e intentó ayudar a salir a sus compañeros. Especialmente a Lexie que parecía estar teniendo problemas con Yukino. Cogió por los hombros a la japonesa y estiró para sacarla del coche y retirarla un poco. Tenía mal color y estaba inconsciente pero respiraba. No sabía que hacer y no podía dejar de llorar. Miró a la parte trasera del coche donde estaba Yvonne, miro a Lexie y al Oli que se estaba recuperando. Centró su atención en Yukino, que era quien parecía que más le necesitaba. Le subió un poco los pies para que la sangre le fuera al cerebro, que sabía que funcionaba para el mareo, así que igual para los desmayos también. La falda de la muchacha no cubría según que sitios pero Javier no miraba, con los ojos cerrados mientras lloraba entonaba en un quejio lastimero

"Argo se muere en el armaaaa cuando una prima se vaaaaa.... Cuando una prima se va....."

De buen humor, seguramente la broma de Oliver en respuesta a Javi habría conseguido que Lexie maullara como gata, arrugando la nariz y gesto de rasguño incluido, pero dada la situación entre manos, solo sonrió negando ligeramente con la cabeza. Le gustaría enfadarse, pero esa era una de las cosas que más disfrutaba del chico, lo relajado y despreocupado que era sin importar que ocurriera a su alrededor. Aunque claro, nunca lo había visto en una situación de estrés tan alto como en la que estaban ahora, así que rompía nuevo récord. 

Resignada a que el bolso se habría caído por la ventana o algo mientras se volcaban, se concentra en lo importante del momento, hacer lo posible por sacar a Yukino de ahí junto a Oliver, que seguro tendría que hacer la fuerza casi solo. Al notar por el rabillo del ojo que Javier se acercaba para acabar de sacar a la asiática, Lex se escabulló entre el cuerpo del hombre y el coche para dejarle ocuparse de la chica. 

Ya fuera, respira profundo, aliviada de haber salido bien y entera. Aún estaba un poco mareada, y la cabeza le dolía como si se la hubiese partido en dos, pero no se sentía como que fuera algo grave y no se había roto nada. Además, considerando que podrían haberse matado, ahora mismo lo que menos le preocupaba eran el par de cicatrices que pudieran quedarle en el abdomen. 

Extrañada, frunció el ceño, buscando a Ivonne. ¿Dónde la habría dejado Javi? ¡Si hasta hacía cinco segundos estaba ahí mismo! Sin embargo, antes de llegar a preguntarle al hombre, ve salir a Oliver y a este mismo perder el sentido poco después. - ¿Ol? - preguntó alertada, poniéndose en cuclillas frente a él para echarle un poco de aire con la mano. ¿Que se hacía en esos casos? 

¡La ambulancia! Tenían que llamar una ambulancia. - Ven, babe - lo ayudó, pasando el brazo del chico por su hombro y afirmándolo de la cintura para ayudarlo a caminar un poquito más lejos del coche. No fuera a ser cosa de que Javi tuviera razón y explotara o algo. Algo asustada de que se desmaye otra vez y se pegue en la cabeza, intenta dejarlo apoyado contra alguno de los árboles. 

Motherfucker - susurra al mirar la escalada que les tocaría hacer luego. Como los de la ambulancia no pudieran bajar a buscar a Yukino tendrían un problema para subirla a ella y a Ivonne, porque Javi no se podría a ambas. Entonces recordó otra vez a la prima del hombre y frunció el ceño una vez más, buscándola. Había abierto los labios para preguntarle a Javier sobre ella cuando escuchó su canto y vio las lágrimas en sus ojos - Is she...? - preguntó en voz baja, callándose antes de llegar a terminar la frase. No sabía ni qué decir. De irse, no podía había ido irse a ningún lado, pero... ¿muerta? Tenía que haber entendido mal. Seguro solo se había desmayado o algo. Mejor esperaba a que Oli dijera algo, que él siempre le entendía al showman. Aunque, si hubiese sido sincera consigo misma, hubiera tenido claro que lo que había cantado el hombre no tenía nada de sus trabalenguas habituales.

¿Alguien tiene móvil? - preguntó, mirando intercaladamente a los dos chicos. Ambulancia. En eso sí podía concentrarse. Llamar a emergencias, seguro que si lo hacía todo salía bien y los cinco salían de esta echándose unas risas. 

Mierda... Mierda, mierda. 

Puteo en mis adentros por la situación, por haber aceptado que me lleven cuando tengo mi propio auto. No es por rencor, es que me siento más seguro al volante y no pasan estas cosas. Lo bueno es que sacamos bastante rápido a Yukino, lo cual me da cierto alivio, pero el mundo se me da vuelta a más no poder. Al menos puedo comprobar junto a Lex que la asiática está bien, pero yo...

Y caigo sentado de culo, me siento fatal y por más humor que le ponga siento que estoy fatal por la descompostura. Más quisiera estar ahí para Javier, pero veo un poco borroso. El maldito mareo que me está matando, así que veo a la rubia y le sonrío como puedo, jamás pierdo el humor pese a todo. Soy Oliver, nada malo puede pasar. No obstante le hago una seña de que ya pasará, y le dejo una caricia en la mejilla. 

- Tranquila, preciosa. Es que seguro me he golpeado la cabeza o algo... - respondo y cuando quiere ayudarme, acepto. - Gracias. 

Alzo la mirada y la desvío hacia Javier. 

- Hermano, lo siento. - digo y bajo la mirada, ahora escuchando a la rubia. - En el bolsillo delantero de mi pantalón, no sé si funciona... 

La respuesta es sencilla para Lex y miro el entorno, no sé, perdido total. Escucho una melodía, en sí una voz y mierda, es desgarradora, incluso para mi. Hago una mueca que refleja tristeza y torpemente intento sacar el móvil del bolsillo pero sigo medio idiota por el mareo. Más la confirmación de la rubia en Inglés, me hiela la sangre, no me digas que Yvonne está muerta.

Joder... Puta mierda. 

Lexie y Oliver se sentaron apoyados en un árbol entretanto Javier atiende a Yuki después de dejar a su prima detrás del coche. Estaba seguro al 99% de que había muerto. Y la idea le atormentaba. Logró, lagrimeando,  liberar por completo a la japonesa y ayudarla , tambaleándose ambos, a trasladarla hasta el refugio de otro árbol cercano.

Os vais recuperando físicamente. De manera lenta. No así anímicamente. Se acabó la fiesta, la diversión. El terrible accidente es un mazazo brutal en vuestras voluntades. La pequeña Lexie acusa el cansancio de haber cargado con Oliver, por eso tal vez no localiza a Ivonne. No puede ser cierto lo que parece indicar la actitud de su primo.

El móvil de Oli tiene la pantalla rota y, aunque se enciende, no aguanta y se apaga cuantas veces lo reinicia. No hay rastro del móvil de Yuki, ha perdido la vida entera con su Smartphone, y  Javier tampoco atina a dar con el suyo.

Toca trepar la pendiente, detener un coche, dar aviso a las autoridades, las ambulancias…A vuestros padres, a la tía Angelita… Se hace un mundo precisamente cuesta arriba. Al menos, el Seat Ibiza no explota, por ahora…Hay que alejarse.

Oliver entiende el lamento que destila la canción susurrada por su amigo. Lex no quiere comprender, se niega a considerar esa idea como cierta. Y Yukino trata de centrarse y asentar los pies en la tierra.

Mientras Curro entona esa pena desgarradora, una despedida improvisada…justo aparece su prima desde la parte trasera del coche.

Camina cojeando, a un ritmo espasmódico, sus ojos os miran velados y extraviados, su anterior bonita cara cubierta de sangre, así como sus ropas, avanza hacia vosotros emitiendo sordos gruñidos su garganta como si quisiera expresarse y no pudiera llegar más allá de esa especie de ronquidos que congelan la sangre en vuestros corazones…

Poco a poco, va recuperando la consciencia tras el accidente. La verdad, es que le duele hasta el alma y siente como si le hubiesen dado una paliza. Lo que está claro, es que ella no serviría para pelear ni nada por el estilo. Se queja con un poco más de fuerza y se lleva la mano a la cabeza. Le sorprende que pueda moverse después del accidente.

-Ita, ita, ita... 

Intenta reincomporarse y se queja de nuevo.

-Dôshita?

Luego se da cuenta que no la entienden en japonés. Pero ¿quién no hablaría en su lengua materna?

-Wh... what happened?

La verdad, es que no se da cuenta en la chica creppy que hay al lado del coche y que se parece a la chica que llevaba el coche. Suficiente tiene con el dolor que siente y con quejarse.

Arrastró el cuerpo de Yukino fuera el coche y se la llevó a un árbol cercano, lejos de donde había dejado a su prima, y le levantó las piernas para intentar que volviera en sí. Lo había visto en un programa pero no sabía si era para el mareo, recuperar de la inconsciencia o para los infartos, pero así le salió. Miró hacia arriba y vio de donde habían caído entre la cascada de lágrimas que no podía contener. Su prima estaba muerta, estaba seguro, al 99.99 periodo, y no podía externalizarlo de otra manera que cantándole un quejio.

Oía voces en su cabeza. Oliver parecía estar diciéndole algo, y Lexie, Lexie hablaba en inglés y no tenía la cabeza para idiomas extranjeros, así que ni Lexie ni Yukino, que estaba llamando a Ita, que debía ser mamá en japonés o algo así, porque con la hostia que se habían dado había para llamar a mamá. Lloraba pero al menos sus desvelos estaban siendo recompensados y la japonesa parecía estar recuperándose. Javier en lugar de aprovechar y mirarle por debajo de la falda posó las piernas de la mujer en el suelo con infinito cuidado y le acarició la mejilla con ternura mientras le decía.

"Miarma no sé lo que es doshita. Guat hapen? Un piñaso con el coche. Crash, catapum, pumba, pumba, pumba... you, ok? OK?" dijo mientras reconstruía lo que había pasado en base a gestos y acabando casi gritando la última palabra para confirmar que estaba bien. Sonrió con tristeza mientras se secaba las lágrimas y la sangre que le caía de la frente con la manga de la camisa y le dijo "Don guorry, Ai gona seif yu. Don guorry. Quédate aquí, vale? You, hiar, ok? Voy a ayudá.. Oli y Lexie"

Se levantó después de darle un par de golpecitos amistosos en el hombro mientras se dirigía hacia sus amigos cuando la vio en pie. Los ojos de Javier casi se le salen de las cuencas mientras lloraba y reía a la vez. Se metió la mano en el bolsillo y sacó la estampita del cristo de la buena muerte y la besó mientras se acercaba a su prima desbordante de alegría.

"Prima, que alegría miarma, pensé, yo pensé.....pero... que hase andando con la pierna azí, que te la vá a rompe..."

Pero había algo raro, el cuello seguía en un ángulo imposible, y aquello no parecía tortícolis ni una distensión de deltoides, aquello no era normal, ni como andaba, ni como gruñía. Debía estar en shock y muy enfadada, pero no sabía porqué, ella había sido la que había tenido el accidente. Javier se acercó a ella y a mitad de camino se paró y empezó a retroceder mientras extendía las manos pidiéndole calma

"Prima, no me mire azí mujé, que lo de la teta ha sido pa mirá la tensión arteriá, que lo vi en House que se podía hacé azí. No me mire azí que paece que me va a matá.... Prima? Tas bien? Zientate que vi a subí a pedí ayuda... Prima? Dime argo, me etá azuztando que no vea. Das más mieo que un guardia siví cabreao...."

Era su prima y estaba viva pero le daba miedo. La había visto muerta, no respiraba, no le latía el corazón y ahora andaba con mucho tumbao..... miró de reojo a Lexie y Oliver a ver si ellos podían explicárselo. Estaba contento, asustado y no entendía nada. Como podía vivir con el cuello así?

Aunque por un breve segundo, la caricia de Oliver en su mejilla la hace sonreír suavemente, olvidándose del accidente. Sin embargo, una vez ese precioso segundo pasa, ya está de regreso en la vida real y consciente del lío en que están medidos. O tan consciente como, en su ignorancia de lo que sucedía realmente, podía estar.

Don't worry, lo saco yo - se ofreció al ver que no estaba logrando sacarlo. Metiéndole la mano al bolsillo, tomó el móvil y le echó una mirada. La pantalla estaba rota, pero no perdía nada intentando prenderlo. Y claro, al hacerlo sonrió de oreja a oreja al ver que funcionaba, incluso poniéndose de pie por el entusiasmo, pero todas sus esperanzas se fueron a la basura cuando el aparato se apagó otra vez. Intentó varias veces, pero no había caso - Bloody bastard - murmuró por lo bajo, insultando al móvil como si eso sirviera de algo.

Mientras jugueteaba con el móvil, negándose a rendirse, la voz de Yukino le hizo levantar la mirada. Lo que al principio era una sonrisa por oírla despertar bien, fue borrada rápidamente por la confusión al ver a la prima de Javier acercarse a ellos mientras este le explicaba que había pasado a la asiática. 

Javi celebraba, y con razón, porque su prima estaba viva, pero Lex no le despegaba los ojos del cuello a la chica. Había visto muchas chicas doblarse el cuello en accidentes entrenando, pero jamás había visto uno quedar así. De hecho, jamás había visto a nadie, ni en películas, caminar luego de jodérselo así. Sin embargo, ahí estaba. Haciendo unos sonidos con la garganta que le pondrían la piel de gallina a cualquiera, y no de buena forma. 

Al ver que Javier buscaba su mirada, Lex se encogió de hombros, tan sorprendida como él - Can she - se cortó, al darse cuenta de que se le cruzaban los idiomas. En calma esto no le pasaba tan seguido, pero luego de aquel golpe, y con lo tensa que estaba, aún seguía un poco confundida - Quizás no puede respirar bien - dijo, pensando que en vez de estar enfadada quizás estaba buscando ayuda, aunque ella misma no sabía como ayudarla. Aún así, dio algunos pasos hacia ellos, viendo si podía hacer algo - No puedo llamar a la ambulancia, ¿tienes móvil tú? - le preguntó a Javier, alternando la mirada entre él y su prima.

La chica era la prima de Javier. Era su prima. Era Ivonne. Muy perjudicada, pero lo era. Y a la vez no parecía ella. Caminaba algo renqueante pero determinada en su avance. Y gruñía. Esa es la única respuesta a los ruegos de su esperanzado y atemorizado primo. Ivonne extendió un brazo hacia él mientras se adelantaba paso a paso, sus gruñidos con un tinte amenazador, sus ojos, a lo que notó  Javier, como muertos. O consecuencia de las graves lesiones que arrastra. Sea como sea, esos gruñidos no os gustan nada de nada.

Yuki sigue algo conmocionada, no repara en lo que acontece a pocos metros de ella.  Y Oli, aunque ya bastante consciente del accidente, todavía no se ha asentado con firmeza su cabeza. Lexie fue más racional, no consideró que hubiese nada raro. Todavía sobrecogida y sacudida por el accidente, tan solo pensaba en la ambulancia, en un móvil. Su cerebro seguía sin encajar el momento, sin aceptar la situación o sin comprenderla del todo. 

Cuando la inglesa se acercó a ambos, Ivonne continuaba su decidido impulso, giró aquel cuello torcido, con un sonido y un movimiento casi repugnantes. La mirada vacía de vida, llena de enfermiza vitalidad, enfocó a la diminuta chica,  captó su atención y se fue hacia ella.

Antes de que Lex pudiese reaccionar, ya tenía a Ivonne abalanzándose sobre su cuerpo, la agarró de un brazo y del hombro. Ivonne abrió la boca, el olor que desprendía su aliento fue horrible, a fosa séptica rebosante de suciedad de mil días.  

Y parecía como si quisiera morder a Lex, no precisamente darle un beso, esforzándose y gruñendo con intención de alcanzar su carne con los dientes ensangrentados. Ahora sí que Oliver y Yuki se espabilaron por completo, fueron conscientes de la aterradora escena que sucedía justo muy cerca de ambos.