Partida Rol por web

La cosa no había salido tan bien como esperaba y su ataque había fallado. No solo eso sino que aquella cosa intentaba atraparle y morderle, y por un momento pensó que aquello sería lo más fácil, morir y no tener que explicarle a la tía Angelitas lo que le había pasado a su hija, ni tener que contárselo a sus padres, contarle que la había quemado porque su rostro había quedado de tal manera que lo único que podía provocar eran arcadas.

Afortunadamente aunque su cabeza pensaba en morir su cuerpo no parecía estar de acuerdo. Sus reflejos, esos que le habían permitido evitar los accidentes de caballo, habían actuado por si solos y ya estaba saltando a un lado como si evitara a una serpiente venenosa.

Armó el brazo y lo volvió a descargar, tenía que matarlo, estamparle los sesos en la carretera y salir de allí con un teléfono si lo había para pedir ayuda. Mientras le soltaba golpes con el gato le patearía los brazos y la cara, cualquier cosa que impidiera que lo agarrara, porque mientras siguiera en el suelo tenía ventaja pero si se levantaba le iba a tocar correr.

Bueno, parece que lo de Javier no ha salido tan mal con eso de acabar con la mujer. Es lo que parece hasta que el banquete de la mujer intenta comerse a Javier. Se fija en el coche que dice Lex a ver si ve algo sospechoso ahí mientras le da a Oli lo primero que pilla de la bolsa de herramientas. Pero poco pueden pensar porque el hombre que está medio metido en el coche, se lanza a por ellos tres como si le fuese la vida en ello. La vida o la muerte... quién sabe.

-¡¡Kyaaaaa*!!

Entra un poco en pánico y se prepara para darle al zombie atacante. Comienza a dar bolzasos sin ton ni son para que el zombie no pueda alcanzarla. Continúa gritando como una loca mientras intenta protegerse de los ataques. ¿Que quizá es mala idea gritar? Seguramente. Ya se ha visto en todas las pelis de zombies que es ruido les atrae como moscas. ¿Que piensa racionalmente en esos momentos? Seguramente no. Están en medio de un apocalipsis zombie y eso no es racional. ¿Que se está acordando de alguna de las normas que salen las pelis zombie? Tampoco. ¿Cómo va a pensar en eso? Tienen a un puto zombie intentando chuparle los huesecitos como si fuese lo más rico del mundo.

-¡¡Kyaaaaa!!

Con lo alterada que está Lex, en un segundo vistazo rápido al coche no ve nada que le llame la atención, aparte del conductor del vehículo caído contra el volante. Pero sí a Yuki,  la japonesa ve algo o a alguien, que se mueve detrás, una sombra fugaz. Aparte de eso, le da por gritar y arrear bolsazos al zombie que gruñe y adelanta los brazos para atraparles. No es que le haga nada a su admirador, pero se mantiene a distancia.

Javier no hace mucho caso de los comentarios de Oli. Pero este acaba imitándole para proteger a las chicas y a él mismo. Armado con la llave inglesa prueba de atizar al muerto viviente, los nervios le juegan una mala pasada o es el zombie que olvida su atención del bolso para estirar los brazos hacia el chico. El universitario falla en su golpe, el atacante, sin cesar de gruñir y amenazar con esa mirada enrojecida le agarra de un brazo y allá que se lanza a morderle el cuello o donde sea.

No le queda más remedio a la inglesa que entrar en acción. Pero con la llave golpea en su cuerpo sin conseguir detenerlo  y luego el destornillador se lo clava en el pecho y no logra extraerlo. El zombi tira del pobre Oliver y este, aunque le arrea con la llave, no tiente efecto en el empeño y las ansias del caminante, no se lo quita de encima. Tampoco los repetidos golpes de Lexie con la llave de tuercas le dan en el cabeza o no tienen la suficiente fuerza. Ni los bolsazos de Yuki, y menos sus gritos, detienen al monstruo e aliento pestilente.

Oliver acaba por caerse, y el bicho sobre él, sus dentelladas muy cerca de su garganta, su putrefacto olor de la boca le provocan arcadas. Se debate entre la vida y la muerte, a la distancia de un mordisco. La sangre le late en las sienes, tiene la sensación de que le van a estallar. Y las chicas no andan menos revolucionadas, aterradas, espantadas, horrorizadas.

Al menos le va mejor a Javier. Patea y golpea frenético a su oponente, el desgraciado que  solo instantes antes fue la trágica víctima de la mujer caída muy cerca con el cráneo abierto. Golpea desesperado, hasta que su mente es consciente de que la cabeza del zombie está destrozada, sesos y sangre por todas partes, en el asfalto, en el gato del coche, en las manos de Javier y en sus ropas. Incluso nota la cara húmeda, no solo de sudor, sino de algo más. Y el corazón a mil.

En el vistazo que has echado al coche, ¿dirías que has visto la cara de una niña? No estás segura…

Esto se me va de las manos cuando quiero terminar con el zombie y al fin de cuentas no hay caso. Es más fuerte que yo, peor que el guarda de las discos cuando le caes mal y no te deja entrar. Lo intento como sea, vamos que se me va a ir la vida en ello y como si nada. Joder... 

Las chicas intentan ayudarme, yo busco darle en la cabeza con la llave y nada. Es en vano, más aún cuando su olor putrefacto me produce arcadas. No lo puedo evitar, que esa mierda es imparable. Pero no me rindo, sigo buscando la forma de apartarlo y esquivar sus ataques de zombie hambriento. 

Molaría el chiste de Homer y los zombies, pero con la tensión que llevo encima ni puedo. Así que nada, intento e intento, no me rendiré fácilmente. 

Aquella cosa estaba intentando atraparlo para comérselo y no podía pensar, no podía parar, golpear, golpear, intentar reventarle la cabeza con el gato. Cada golpe le mandaba un latigazo en el codo, un relámpago de dolor que le recorría todo el brazo pero no por ello pensaba cesar en su intento, la vida dependía de la violencia que desplegara y, hasta el momento, Javier no se había considerado violento, pero en aquel momento, después de haber perdido a su prima sentía una rabia que hubiera apaleado hasta al mejor de sus colegas. Quería hacer daño, quería desahogar toda la tristeza y la rabia contenida y aquel zombi le había venido como anillo al dedo.

Golpeó, pateó y siguió golpeando, mirando de reojo al primer zombi, por si le daba por resucitar y le tenía que golpear también. La sangre y otros fluidos, que prefería no pensar en ellos, volaban por doquier y cuando consiguió fijarse yacía allí desparramado, sin moverse, con la cabeza abierta por lo que levantó el gato, se secó de la cara los restos biológicos y miró hacia atrás, donde debían estar sus amigos y lo que vio le paralizó. Una de aquellas criatura estaba a punto de morder al Oli si no hacía algo. Por un momento se detuvo procesando la escena.

Si la coza eza se come al Oli, igual .... Lexie me haría cazo..... y es un guirimierda, y un estirao, y el joputa liga hasta durmiendo...y..... y...... es mi amigo, es el Oli..... muévete....

Javier empezó a correr mientras gritaba enrabietado con el gato en alto

"Joputa, quítate del Oli... te voy a reventá.... que yo iba pa legionario..."

En la cabeza de Javier empezó a sonar el himno del novio de la muerte, la canción de los legionarios, con la que empezó a aporrear aquella criatura para salvar a su amigo.

¿Le ha parecido ver una niña en el coche? Bueno, no va a descubrirlo en ese momento. Tienen que acabar con los zombies porque quizá lo que ha visto en el coche también es una niña zombie. Con los niños, se suelen bajar las defensas y acabas muerto sin enterarte. 

Mientras el zombie hombre está intentando comerse a Oli, se acerca a este e intenta darle un bolsado con todo el peso de la ley... o de las herramientas, en ese caso.

-Bad zombie! Let him go!

Seguramente, no pueda hacer mucho. Espera no enfurecer al zombie más de lo que ya está.

-¡Habieru! - grita pidiendo ayuda a Javier -. Hayaku!

Algo en su tono indica que esa palabra en japonés significa que se de prisa y que mueva el culo rápido para poder salvar a Oli.

Clavar un destornillador en el ojo había probado ser tan difícil como sonaba, y ahora se había quedado sin su puñal improvisado. No le hubiese importado si el zombie hubiese dado alguna señal de que le molestaba, pero claro, el bicho no se detenía por nada del mundo, sin importar cuantas veces Yuki o ella lo golpearan.

Todo va de mal a peor cuando Oliver se cae y pasa de tener un zombie tirándolo a un zombie sobre él. Lex había estado aterrada estando sobre una, no podía ni imaginarse lo que era estar debajo. ¿Como quitárselo de encima?

Su primer instinto fue intentar meterle patadas o pisotones en la cabeza al zombie, pero es que eso podía salir muy mal para Oli y no quería ni arriesgarse a hacerle daño. Escuchó a Javier acercarse con un grito de batalla y sintió un ligero alivio, pues aunque Oli aún no estaba a salvo, él podría ayudarlo. Así que, pensando en lo que habían hecho por ella, y aprovechando los bolsazos de Yuki, intenta tirar por la ropa al zombie para mantenerlo lejos de Oli y que no pueda morderlo. Con algo de -o mucha- suerte, y si lograba separarlos, podría ayudar a que el zombie y Oli quedaran lo suficientemente apartados para que no le llegaran golpes accidentales al informático.

Yukino es la especialista en los bolsazos contra el zombie. No es que este se enterara del inglés,  algo consigue con su persistencia de golpes uno tras otro, al menos que flojee un poco o que se "distraiga" a la hora de querer morder a Oliver. La cosa solo tiene un objetivo, lanzar dentelladas, clavar sus dientes en la carne, ansias que su cerebro enfermo no comprende pero un instinto primario, subyacente en la capa más profunda de su mente le impulsa a ello.

Un mordedura es una condena mortal. Oli lo sabe, se desespera, se sacude como puede, estremecido, las zarpas del muerto viviente agarran su pañuelo del cuello, Lex tira por otro lado del atacante, tirones frenéticos, enfurecida, loca. El zombie se gira de improviso y la dentellada que le lanza a punto está de dejarle huella en el brazo, los dientes se clavan en su chaquetilla, la sueltan y vuelven contra ella.

Al menos eso le da un respiro a Oliver, que logra zafarse de su agresor, dejando en el camino el pañuelo rojo en los dedos como garfios del caminante. De súbito, la sangre y partes de cerebro y hueso salpican la cara de Oliver y Lexie. Ahí está el Matazombies Curro Jiménez soltando leña y candela por un tubo. Dos golpes le bastan para reventar la cabeza del acosador.

Calma. Se hace la calma. Rota por unos corazones que resuenan igual que una estampida de elefantes. La sangre estalla en las sienes. Lex se mira y remira, no le veis huellas de arañazos entre el resto de laceraciones en la piel. Ay qué susto. Ay qué susto. Oli tampoco sufre daño alguno, aparte de la ropa un poco más rasgada, y la cara, lo mismo que la inglesa, llena de sesos asquerosos y sangrantes.

La mujer muerta, de unos setenta años, no tiene móvil. El hombre de cabeza despachurrada como una sandía, sí que llevaba uno, pero está roto, machacado por el gato del coche. Encendido, no coge cobertura de datos ni telefonía. Y el último zombie abatido tampoco dispone de móvil. En el interior del coche, el conductor ha recobrado la “vida”, es un hombre también de cierta edad, está sujeto con el cinturón de seguridad, el brazo izquierdo inmóvil, se mueve el cuello, para aquí y allá, abriendo sus fauces, gruñendo, pero no tiene movilidad, el brazo derecho únicamente.

Yuki ahora sí se aproxima al coche. A través de la ventanilla trasera subida, ve una silla de niño, y al otro lado a una niña de unos cinco años acurrucada hundida en el suelo del vehículo. La nena está aterrada, con contusiones, arañazos aquí y allá, observa con ojos enormes y horrorizados a la japonesa.

Hay que recuperar el aliento. Decidir qué hacer. No pasan coches, es raro. Transcurre un tiempo, y nada, circulación cero. La carretera lleva a la Nacional 340 y luego a Málaga. Estáis heridos, no de gravedad, en apariencia, pero necesitáis cuidados médicos. Parece que toca caminar para pedir ayuda. El zombie conductor no para de gruñir y zarandearse en intento vano de liberarse. La niña niega con la cabeza, no se mueve, quietecita, lejos de la puerta que da a la calzada. En esto que veis venir un coche a alta velocidad en sentido a la N-340.

Me he salvado por los pelos y eso que con Lex lo dimos todo, incluso Yuki. Pero los zombies necesitan de la fuerza bruta por desgracia y de eso no tengo. Me temo. En el suelo caigo de culo, un poco colapsado mientras miro que la rubia se revisa por todos lados, yo hago lo mismo y respiro profundo. Es una mierda, ya no puedo tomarme las cosas a la ligera. 

Me incorporo y agradezco al colega. 

- Gracias, bro. Nos has salvado. - digo con sinceridad y le doy una palmada al hombro. - Ven aquí, preciosa. 

Busco a Lexie y la abrazo con fuerza, mi pequeña allí luchando y eso es de agradecer. Yo hace cinco minutos atrás lo estaba haciendo por ella. Es lo que tiene el quererse, más allá de todo. También me alegro por la asiática, es la golpeadora letal de bolsos. Muy valiente. Ya deshaciendo el abrazo, le doy un beso en la frente intentando que no sea sobre un trozo de carne putrefacta y la miro a los ojos. 

- Gracias. - y no digo más. 

Todo está dicho en esa palabra, pillo la llave inglesa y la tengo conmigo. La había perdido en el combate con el zombie loco, menos mal que tenemos al gigante sino muero como si nada. 

- Oigan, hay que caminar o buscar un auto que esté en condiciones. Me parece que es tipo The walking dead, así que nada, tenemos que seguir. 

Habieru, ese debía ser su nombre en chino. Era de las pocas cosas que había entendido a Yukino desde que la había conocido, y no es que ella le entendiera demasiado, que su inglés era malo que haría llorar a Shakespeare. Eso le había hecho reaccionar y correr en dirección a Oliver con el gato del coche listo para golpear. Luego le había dicho otra palabra, que no había entendido, pero debía ser algo parecido a salva a Oliver que está muy bueno y cuando Lexie no mire me lo voy a tirar. Sí, le envidiaba, y durante un segundo jugueteó con la idea de no hacer nada, pero era su amigo, y los amigos se protegen en las buenas y en las malas, en los zombis y en las resacas, y Oliver siempre se había portado bien con él, o, al menos no le había refregado por la cara lo guapo y rico que era, sobre todo en comparación a él.

Yukino, Lexie y el propio Oliver estaban forcejeando con aquella cosa putrefacta para evitar el mordisco fatal. Oliver parecía contenerlo pero entonces cambió de objetivo y atacó a Lexie. No necesito más para lanzar el gato con toda su fuerza. El primer golpe sonó a hueso roto, el segundo lo lanzó porque siempre era mejor que sobraran a que faltaran ante aquellos bichos, y cuando fue a soltar el tercero vio que ya no se movía y que sus amigos estaban bien. Lexie y Oliver se miraban buscando marcas de mordiscos pero estaban limpios, aunque, tal vez ya se estaban convirtiendo, con tanto sexo de zombie por encima, que igual no se convertían igual que en The Walking Dead y ya habían pringado.

Una coza detrá de la otra.... ara mimmo no podemo sentranno en tontería....hay que zalí d'aquí cagando leshe

Oliver se levantó y le agradeció con una breve palmada el seguir vivo. Ni un abrazo, ni eres un máquina Javier, nada, una parca palmada como se le da a un perro por traerte el periódico. Javier se lo quedó mirando durante un segundo antes de decirle muy serio

"No ha sio ná, que bien que no te haya pasao ná..."

Igual había juzgado mal a Oliver y no eran tan colegas como creía, igual si que era un estirado y mostraba aquella fachada de despreocupación pero en el fondo si que era un clasista. Si el le hubiera salvado la vida le hubiera abrazado, se lo hubiera comido a besos, no sé, un te debo la vida, un no lo olvidaré, pero nada, una palmada, sí, estaba seguro Oliver ya no era su colega. De hecho al verlo con Lexie le estaba dando mucho coraje. Su prima, su preciosa prima se había arreglado para él, con la esperanza de conquistarlo y ahora, mientras ella estaba quemada, él arrimaba la cebolleta con la guiri. Necesitaba alejarse de los dos o les acabaría dando un puñetazo. Había que ser práctico, se había jugado el pellejo por un móvil así que se fue a registrar los cuerpos. Nada, un móvil, sí, pero estaba destrozado.

"Puta suerte, tete...." - renegó entre dientes el bandolero

Miró al interior del coche y había otra cosa de esas, pero parecía estar atrapado así que, prestando atención por si se liberaba, e intentó abrir el maletero que estaba cerrado. La emprendió a golpes, porque lo que tenía claro es que no iba a ir a desbloquearlo desde dentro con aquella cosa. Valía la pena probar porque nunca se sabía que clase de cosas podían encontrar y, mientras estaba de revisión, escuchó el motor de un coche a lo lejos. Miró a la japonesa y le dijo

"Eh, Yuquino, plis, stop de car.... shou de leg...shou de leg...." - Y es que Yukino era la única que no tenía sesos de expersonas por la cara, y era guapa, y, quien no iba a parar ante una belleza en apuros? Imposible. En las películas siempre funcionaba, vamos, que si le hubiera enseñado la pierna a él se hubiera parado....

A no zé que vean a los sombi y la zangre...ze van a penzá que zemos uno asesino.....

Oliver se zafa y Lex se ve sola con el zombie por un momento - una fracción de segundo, quizás - pero antes de alcanzar a tomarle el peso a la situación y desesperarse, Javier elimina su problema de dos golpes. Los huesos y la sangre le salpican el rostro, y por un breve instante se queda paralizada sobre el cadáver. El corazón le late a mil por hora por la adrenalina, amenazando con romperle las costillas con su potencia, y su mirada sube al showman con un agradecimiento que por el momento no puede poner en palabras. Era segunda vez en el día que la salvaba, pero ahora mismo no tenía neuronas para formar una oración coherente.

De pronto, recuerda los dientes del zombie sobre ella y empieza a buscarse la mordida frenéticamente. Decir que se había pegado un susto con aquel mordisco inesperado habría sido subestimar el miedo que había sentido. Por un breve segundo había pensado que le había logrado clavar los dientes, que estaba muerta, condenada, lista para el pijama de madera. Pero no. Su pequeña sudadera, con lo poco que cubría, había logrado salvarle de una muerte segura luego de molestar al zombie con sus tirones. Desde ahora, esa definitivamente sería su sudadera favorita... aunque no estaría mal encontrar algo que la tapara un poquito más.

Con un suspiro de alivio, se pone de pie finalmente, justo a tiempo para encontrarse con el abrazo de Oliver. Lo rodea con los brazos, apretando fuerte como solo una persona asustada puede, y una vez más lo usa como refugio para calmar su respiración, depositando un tierno beso en su pecho mientras se acurruca contra él. Esta vez no había sido tan aterrador como la primera, pero eso de rozar la muerte dos veces seguidas, y saber que probablemente lo haría varias más, no era bueno para los nervios.

No es nada, babe... - contestó cerrando los ojos un momento para recibir ese beso en su frente antes de que se separaran. En realidad, no sentía que hubiese tenido otra opción, así que no tenía tanto mérito. Quedarse mirando mientras un zombie intentaba devorar a alguien que le importaba simplemente no era una posibilidad, especialmente si se trataba de Oli. Y por otro lado, tampoco sentía que se mereciera un agradecimiento, porque no había hecho mucho, aparte de tocarle los cojones al zombie y ser una carnada apetitosa. Mucho más había hecho Javi.

Una vez Oli la soltó para ir por la llave inglesa, Lex aprovechó para intentar sacar el destornillador del cuerpo. Quizás cuando encontrarían más cosas, así que no perdía nada intentándolo - ¿Como es el tipo Walking Dead? - preguntó a Oli con el ceño fruncido. Lex no había visto la serie, aunque por los anuncios sabía que iba de zombies y que había dos tipos de chaqueta de cuero que le revolucionaban las hormonas, uno con una ballesta y otro con un pañuelo rojo.

Viendo que Javier intentaba abrir el baúl del coche, se acercó a él. Quizás hubiese algo útil ahí, así que esperaba que el chico pudiese abrirlo a golpes. Lo abriría ella con una horquilla para el pelo, pero como había perdido su bolso... Si es que llevaba la vida ahí.

Una vez llegó al lado del showman, se puso de puntillas para darle un beso en la mejilla antes de mirar el baúl. No sabía ni como empezar a decirle gracias, pero le parecía que ese era un buen comienzo, y con lo abatido que se veía, seguro le vendría bien.

¡Un coche! - exclamó al ver que alguien se acercaba, haciéndole señas con ambas manos para que parara. No es que ansiara subirse a otro coche luego del accidente, pero mejor eso que quedarse en tierra de zombies.

Vale. Hay varias cosas que llaman su atención. La primera: es que no tiene ni idea de lo que quiere decir Javier con eso de "shou de leg". A saber que costumbres extrañas tienen en ese país. Se encoge de hombros y niega con la cabeza a la petición que le hace. Lo siguiente es que lo que hay en la parte trasera del coche accidentado, es una niña. Y no parece que esté infectada ni nada. Se la ve bastante asustada porque el que, supone, era su padre... ya no es su padre y se la comerá si puede.

-There's a little girl in the car - dice -. We need to help her.

Rodea el coche para ver si puede abrir la puerta desde el otro lado en el que no está el conductor. Prueba a abrir la puerta. No pueden dejarla ahí. Mientras está intentando abrir la puerta, se fija en las luces de un coche que se acerca. Pero lleva mucha velocidad. 

Algo le dice que no deberían fiarse demasiado. Va demasiado rápido y quizá no los vea y tenga un accidente.

Mientras Lex (has podido recuperar el destornillador) y Javier examinan el maletero del coche después de lograr abrirlo con unos cuantos gatazos, la japonesa va en busca de la niña. La puerta trasera esta solo algo atrancada. Una vez abierta, toca convencer a la nena de que salga, de que está a salvo. Con delicadas palabras y gestos, o por el propio aspecto infantil de Yuki, la niña, aferrada a un conejito de peluche, se decide a salir. No hay huellas de mordidas, se asegura la nipona. Es entonces cuando la niña le señala que no habla ni oye. Es sordomuda.

En el interior del maletero encuentran un paquete de media docena de aguas minerales de litro y medio. Un par de triángulos. Chalecos reflectantes. Paños y limpiacristales. Anticongelante. Una maletita con ropa de la niña. Juguetes. Una bolsa con cuentos. Zapatillas de deporte de mujer, de hombre y de la niña. Levantando el suelo, está la rueda de repuesto, otro gato para el cambio de neumáticos y una llave de cruz para tornillos de la rueda. En este ni siquiera hay otras herramientas.

El coche se acerca veloz. Muy rápido. Las señas de Lexie no parecen resultar efectivas. Yuki no se fía. Oliver tampoco. Y no, el auto no se detiene, es un Audi, esquiva a los cadáveres de la mujer y el hombre abatidos por Curro, pasa como un rayo, y entre eso, y el salto a un lado que pegan la inglesa y Oli, no los arrolla, no se lleva a nadie por delante. Sigue su camino sin pararse en absoluto. Os ha parecido ver un varón conduciendo y una chica de copiloto.

Toca caminar, como propone Oliver, por la carretera secundaria. No circulan coches, ni un alma, aparece un Megane en sentido inverso, lanzado también, que ni repara en vosotros, pasa por completo de vuestra presencia. Es una caminata penosa, la niña no llora, no emite sonido alguno, cogida de la mano de Yuki, de la que no se despega, lo mismo que de su gracioso conejito de peluche. El cielo empieza a oscurecer con nubes que anuncian lluvia. Al fin divisáis una sencilla gasolinera, esto os anima. Significa, como poco, comida y más agua o líquidos en general. También lavabos.Los cinco necesitáis ir al aseo, como quien dice.

No hay nadie, ni personas ni vehículos.  Las puertas automáticas se abren a vuestro paso. Es una pequeña tienda, típica de las estaciones de servicio, el interior también está desierto. Con rastros de sangre en el piso, aquí y allá y algunas bolsas de comida, revistas y objetos esparcidos por el suelo. 

Se escuchan sollozos desde detrás del mostrador. Y ruidos que os gustan muy poco procedentes del lavabo de mujeres.

- Daryl y Rick creo que dices. - respondo a la rubia. - Molan mucho, aunque al segundo se le va la pinza en más de una ocasión. Supongo que esto de alguna manera te impulsa a ello. - comento y lo pienso. 

Quizás no estemos lejos de vivirlo, mientras conservemos el raciocinio posiblemente estemos a salvo. 

De alguna manera junto fuerzas con cada abrazo de la pequeña, pero sé que debo seguir en pie. Ya no solo por mi, sino por ellos. Así que mientras Lex y Javier revisan el maletero cuando Yuki se encarga de la niña, yo observo el escenario que tenemos delante. Más que nada para pensar en lo que se puede hacer. No hay coches, nada de nada.

Al menos tenemos agua, que lo vamos a necesitar. De alguna manera nos organizamos con eso, para que uno no cargue todo y emprendemos la caminata. Justo cuando pasa un audi y casi nos tira al cuerno. No respondió a la señas, es que a ver yo tampoco lo haría y sigue sin más. 

No me conformo con lo que veo, así que reviso la calle de lado a lado. Pensando un poco más, es que caminar por la carretera puede ser eterno, algún vehículo en la lejanía tiene que haber, algo. No sé, en TWD había... ¿Por qué no aquí? 

- Avancemos un poco, tenemos que encontrar un vehículo. - comento a quienes me acompañan. 

Luego desvío la mirada a ese negocio revisando desde la distancia, muy mala espina me da. Alguien solloza, pero también hay gruñidos. De nuevo luchar con esas cosas, desvío la mirada hacia Lex, si ella quiere ayudar lo hago, sino paso. 

El cerebro le iba a mil por hora, pero aquello era normal, lo había usado tan poco últimamente que lo tenía prácticamente nuevo por estrenar. Una vez que no habían móviles operativos lo único que podían hacer era salir de allí con lo que hubiera en el maletero. Estaba cerrado, o atrancado, o lo que fuera, pero él tenía la llave maestra, porque parecía que ese gato se había creado para sus manos. Golpeó una vez y se secó el sudor antes de pegar otra vez cuando Lexie se le acercó y le dio un beso en la mejilla. Se giró y la miró, temiendo que se estuviera sonrojando, antes de sonreírle brevemente antes de descargar otro golpe en la cerradura y abrir el maletero. Con una sonrisa le dijo

D1: "Ábrete zezamo... mira a vé que podemo llevarno que me paece que la shina ha dicho algo de jelp jer y aquí no hay ninguna mujé...voy a vé que le pasa" - Era la forma de poner tierra entre ellos. Que le iba a decir? Me vuelves loco? Antes solo pensaba en ti como otra guiri más y ha sido verte en peligro y no poder imaginar la vida sin ti? Era la novia, o lo que fuera de Oliver, que se traían unos rollos demasiado modernos para él, y así tenía que seguir, que Oli estaba forrado y él era un perdedor. Con ese ánimo se dirigió a ver que quería la japonesa.

La verdad es que entender a Yukino le estaba costando tanto como que ella le entendiera a él. Entre la barrera idiomática, el rollo kawai que no entendía y que Curro listo, lo que era listo no era, se resigno a no decirle gran cosa. De momento parecía arreglárselas bien, evidentemente porque debía ser medio ninja o samurai, o puede que ver a los power rangers desde pequeños o godzilla les preparara mejor para los apocalípsis. Mejor preparados, sin duda, pero no sabían como funcionaban las cosas en España, que sin enseñar pierna no se para el tato, así que el coche pasó de largo pero al menos entendió lo que decía. Había una niñita y había que sacarla así que Javier se puso a la vista del zombie y le fue hablando con el gato por si escapaba para distraerlo mientras Yukino la sacaba. La niña no sabía hablar y no tenía ni idea de lenguaje de sordos, pero bueno, para el caso una persona menos que le iba a entender. Cogió una de las botellas de agua y dejo un cartón de vino, no podía pensar en beber, y se la tiró por encima para limpiarse la sangre y los tropezones. Se sacudió como un perro y se dirigió a la niña, dándose un par de golpes en el pecho señalándose y marcando una letra C.

P1: Yo zoy Curro, Yo... C, dime que lo entiendes, questos no se enteran de ná.....questamo en España y paece questemo en Gibraltá

Oliver sugirió el moverse y le pareció buena idea. Si aquellos bichos habían llegado hasta allí podrían llegar más. Curro miró a la niña y se ofreció a llevarla a caballito pero el aspecto más infantil de Yukino, y el menor número de manchas de sangre, la mantuvo pegada a la mujer. En el camino solo se cruzaron otro coche que no paró y eso ya le mosqueó bastante, de forma casual les dijo

D2: "Creo que iguá no e buena idea ir a Málaga. En the guorkin dé lo primero que caen son las siudade.... nesesitamo un teléfono, y un baño, nesesito un baño como el comé"

Y como si sus oraciones hubieran sido escuchadas allí apareció una gasolinera de donde no se veía nadie. Fue abrir la puerta y el olor a sangre le invadió las fosas nasales. Levantó el gato y dudó. Podía dejarlo y coger cuatro cosas y largarse, pero se podría mirar al espejo al día siguiente? Además, allí debía haber un teléfono fijo, y el teléfono solía estar en el lugar donde se oían los sollozos. Y por otro lado había ruído de zombies en el baño. Bajando la voz les dijo

D3: "Voy a vé si encuentro un teléfono...pillá vívere y pensá en la niña"

Javier era así, echado para delante, así que intentando acercarse con sigilo se dirigió hacia el origen de los sollozos, al menos hasta que no percibiera algo que pudiera decir que era mejor huir.

Tras comprobar que la pequeña no tiene ninguna herida evidente de la deban preocuparse, le da un pequeño abrazo para que reconfortarla. La verdad, es que ha perdido a sus padres y encima ha visto como se han vuelto locos y se han comido a otros. Tras salvarla, se acerca al maletero. Coge dos de las botellas de agua, ya que las necesitarán, una para ella y otra para la niña. Y, aunque la puedan tomar por loca, coge los paños y el limpiacristales. Hace hueco en la mochila de herramientas para colocarlo todo, arreglarlo y distribuyendo el peso adecuadamente. También coge las zapatillas de la niña para guardarlas y mira el numero de pie de las zapatillas de mujer. Si son de su numero, siempre viene bien tenerlas.

Con la rueda de recambio, podrían haber intentado arreglar alguno de los coches, pero deciden que lo mejor es caminar. No ven coches por la carretera, salvo uno que también se dirige a toda velocidad hacia algún lado. Caminando, llegan a una área de servicio, sin ningún coche. Lo que puede ser bueno y malo a la vez.

Observa alrededor, esperando que todo esté asegurado y, quizá, encontrar algún vehículo escondido. Aunque parece que no va a ser así. Una vez abiertas las puertas, no entra en la tienda. Observa el interior, cogiendo la mano de la niña e intentando protegerla de lo que quiera que se escuche en el interior. Y no es que sea demasiado esperanzador.

Con la respuesta de Oliver, Lex ladeó la cabeza ligeramente confundida, pero supuso que se había expresado mal. A veces el español le fallaba un poco - No, I mean... What kind of zombie is The Walking Dead kind? That's what you said, innit?¹ - se explicó, esperando poder enterarse un poco mejor de a qué se enfrentaban. Aunque, claro, quizás el informático no estaba en lo correcto... pero por lo general, los nerd sabían de esas cosas, y él se juntaba con muchos nerd.

Sinceramente, se alegró de ver sonreír al showman luego de todo lo que había pasado, así que tan pronto vio esa mueca en sus labios los suyos lo imitaron, correspondiendo su sonrisa. Quizás no sería la sonrisa más adorable del mundo estando casi bañada en sangre, pero al menos era una sonrisa de verdad.

A child? Is she ok?² - preguntó mientras Javier se acercaba a mirar también. - Si, ve, yo saco cosas - le contestó al hombre, mirando que se encontraba, atenta de reojo a la niña. Menos mal Yuki estaba ahí, porque a ella se le daban fatal los niños, y jamás en la vida habría logrado convencerla de salir por las buenas.

Tras lanzarle un par de amorosos improperios al coche que casi los había atropellado, y refunfuñando un poco por lo bajo, volvió a concentrarse en el baúl para ver que tomar. Tras un minuto examinando las cosas y pensando, empezó a guardar y repartir.

Yukee, wear one of these and make her wear the other³ - dijo pasándole dos chalecos reflectantes. Eran cinco justo, como cinco personas podían haber en un coche, así que alcanzaban perfecto. - Para que no nos atropellen por no vernos - le pasó otro a Oliver y otro a Javier, antes de ponerse ella misma un chaleco. Total, los zombies los verían de todas formas, porque apestaban a sangre. Además, en las pocas películas que había visto sobre eso siempre parecía que las criaturas aquellas se guiaban más por sonido y olfato que por vista, e igual alguien que pasara en coche se apiadaba de ellos y los llevaba.

Tomando los paños que no toma la asiática, se los guarda en uno de los bolsillos de sus pantalones cargo, pensando en que si al final no conseguían ayuda podrían usarlos de vendas. Por toda la falta de función de su sudadera, sus pantalones compensaban. Al anticongelante no le vio función, a menos que pensaran envenenar a alguien. Tomando la bolsa, la vació, dejando solo dos cuentos dentro - a ver si mantenían a la niña ocupada - y guardó algo de ropa de la niña, que podrían romper de necesitar tela en el peor de los casos y que en el mejor le serviría como muda a la menor, un triángulo, por si necesitaban poner alguna señal de donde estaban, el gato y la llave de cruz. Metiendo por último un par de botellas de agua, porque no quería cargar demasiado peso, le ofreció las otras al resto.

Al ver que Yuki iba por las zapatillas de mujer y de niña, Lex asintió con una leve sonrisa de aprobación, de acuerdo con la elección. Entre los tacones que llevaba la pobre, y que la idea de cargar a la niña si le cansaban sus zapatos no le parecía encantadora, era mejor que se cambiaran por calzado más cómodo. - Are you sure you don't wanna put them on now?⁴ - le preguntó a la asiática, pues le preocupaba que fuera a doblarse el tobillo, y no sabía cuando tendrían otro segundo de paz. Si es que llegaban a pillarse más zombies en el camino, podía ser peligroso. - ¿Alguno de ustedes necesita zapatillas? - le preguntó a los dos chicos. Si no, las guardaría, o en su defecto les ataría los cordones para dejarlas colgando del asa si no le cabían dentro de la bolsa. - Hay más agua si alguien quiere llevarla, yo no puedo con más - informó, pasándoles botellas si las querían. Si no, quedaría una ahí, menos las dos de Yuki, las de ella y la que Curro había tomado.

Una vez eso listo, echan a andar, siguiendo el liderazgo de Oliver. Su esperanza de que un coche los lleve revive con el Megane, pero otra vez la decepciona. Frustrada como estaba, ni se lo piensa y toma una piedra para lanzársela al coche. No alcanza a darle, pero se quita un poco la rabia al tirarla con odio en su dirección.

Más gente, más zombies - respondió a Javier, asintiendo. Era lo mismo que había pasado en las películas que ella había visto.

Luego de una larga caminata, al fin encuentran un refugio. Con la llave de tuercas en la mano, y el destornillador en el borde de su pantalón, espera a que Javier entre para seguirlo. Mira a ver si Oli la cubre por detrás, o no. Quizás Yuki había decidido quedarse fuera con la niña y él las acompañaba, o quizás entraban todos. Lo que sí tenía claro es que le tenía más miedo a cuidar a una niña que a enfrentarse a un zombie, y eso era bastante decir, así que ella entraría seguro.

¿Para que coger víveres? Podemos quedarnos aquí a pasar la lluvia y esperar por ayuda, ¿no? - y así podrían quedarse todos los víveres y lo que hubiese dentro. Al menos ella se sentía mucho más protegida dentro de cuatro paredes en medio de la nada que caminando a descubierto hacia una ciudad con zombies. Y si no había con quien competir por las provisiones... - Voy contigo - dijo, acercándose a los sollozos también, alerta por si se encontraban alguna sorpresa. Los ruidos del baño, mientras siguieran ahí encerrados, podían esperar a resolver aquello.

- Ah, vale. - ahí caigo. - Parecidos, aunque esos son ficción y no los he tenido delante. Pero sí... Además Yvonne no fue mordida, se compartiría la teoría de que todos estamos infectados de alguna manera. 

Respondo a la pequeña y al ver que quiere acompañar a Javier, voy detrás de ella. No me hace mucha gracia, quería mirar primero y luego ir, pero bueno. Si ella se mete en eso, tengo que estar no lo puedo evitar. 

A pesar de que habéis pillado cuatro cosas del coche siniestrado, la realidad es que el contenido de la tienda de la gasolinera es un tesoro. Cargar y largarse. O quedarse y pedir ayuda. Es un cobijo frente a la llovizna que empieza a caer acompañando al oscuro crepúsculo.

En la mente de todo humano vive un saqueador en potencia. Solo está ahí, al acecho, en espera de una oportunidad. Y si es español, ya mejor ni te cuento. 1

Javier entra a investigar. Y la curiosa de Lex le sigue. Y por supuesto allá que va Oliver. Yukino es más prudente, se queda fuera con la niña. La pequeña no entendió a Javi o tal vez sí, porque le enseñó una cadenita de oro con su nombre, Lucía.

El trío cruza el extremo de un pasillo. Llegan al segundo, en sigilo, aproximándose al mostrador. Lo rodean. Suceden dos cosas: en el suelo yace el cuerpo de un guardia de seguridad y,  más al fondo, sentada en el piso y con la espalda apoyada contra la pared, hay una jovencita que empuña un arma, una pistola, el cañón enderezado peligrosamente en vuestra dirección.  Es ella quien solloza. Lexie también llega a verla.

-¡Atrás!¡Atrás! -la chica está sin duda alguna alterada.

No podéis apreciar más detalles ya que en ese momento algo que se arrastra por detrás en el pasillo lateral estira los brazos, gruñendo a la vez . Curro se da cuenta en el último instante y lo evita, Oli da un salto atrás de puro instinto, pero Lex no es consciente de la amenaza. Las zarpas del zombie la agarran por los tobillos, la chica cae, aunque logra zafarse con rabia. Se revuelve con la llave de tuercas en cruz, pero no le acierta. Oli prueba una patada y aparte unos instantes los brazos del caminante.

Afuera, se escucha como un desplome. La puerta del aseo ha cedido, al otro lado de la esquina del edificio. La japonesa presta atención, no oye con claridad debido a que la lluvia arrecia. Pero tampoco le hace falta escuchar para imaginarse lo que sale de allí dentro.