Partida Rol por web

Los Colmillos de Set

[02] Santos y Serpientes

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13/01/2022, 10:57
Narrador

De dos maneras se llegaba a Majoor: en barco o en camello. La ciudad se presentaba diferente al que venía de tierra y al que venía del mar. En la neblina de la costa el marinero distinguía la forma de una giba de camello, de una silla de montar bordada de flecos brillantes entre dos gibas manchadas que avanzan contoneándose. Sabía que Majoor era una ciudad, pero la imaginaba como un camello de cuyas albardas colgaban odres y alforjas de frutas confitadas, vino de dátiles y hojas de tabaco. Y ya se veía a la cabeza de una larga caravana que lo llevaba del desierto del mar. Hacia el oasis de agua dulce a la sombra dentada de las palmeras, hacia palacios de espesos muros encalados, de patios embaldosados sobre los cuales bailaban descalzas las danzarinas, y movían los brazos un poco dentro del velo, un poco fuera.

El camellero que veía despuntar en el horizonte las casas blancas y las tiendas de lona del mercado, pensaba en un barco. Sabía que Majoor era una ciudad, pero la imaginaba como una nave que lo sacaría del desierto, un velero a punto de partir, con el viento que ya hinchaba las velas todavía sin desatar. Y pensaba en todos los puertos, en las mercancías de ultramar que las poleas descargan en los muelles, en las tabernas de mala muerte donde tripulaciones de distinta bandera se rompían la cabeza a botellazos, en las ventanas iluminadas de la planta baja, cada una con una mujer que se peinaba.

Cada ciudad recibía su forma del desierto al que se oponía; y así veían el camellero y el marinero a Majoor, ciudad de confín entre dos desiertos.

Madsul había recibido confusos sueños acerca de una enfermedad que asolaba Majoor. Buscando respuestas acerca de aquellas visiones oníricas, y preguntándose si sería la llave para librarse de su maldición, viajó en camello siempre hacia el oeste. La ciudad portuaria apareció al fin en el horizonte aquella mañana. Si se apuraba podría refugiarse a su sombra antes de que el sol aún resultara demasiado abrasador para cabalgar.

Y fue entonces cuando a apenas dos docenas de metros a su lado, aparecieron de la nada tres hombres y una mujer. Se sacudieron el mareo producido por la teleportación mágica y vencieron la confusión de hallarse en el desierto y no en el Arcaneum de Gheldaneth. Uno de ellos, un hombre de túnica blanca, se despidió de los demás, repitió el conjuro de teleportación y se marchó tan pronto como había venido.

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13/01/2022, 23:20
Shem-su-namun

El mareo pasó pronto, efecto secundario inevitable de la magia de transporte. Era como si el estómago pasara de tus pies a tu cabeza y vuelta a su sitio, sensación que le dejaba a uno algo abrumado durante unos momentos. Miró al hombre de nívea túnica que les había hecho viajar mediante la magia, preguntándose qué grandes deberes le esperarían a continuación. Alguien capaz de realizar tamañas hazañas arcanas sin duda tendría un cometido elevado, por encima del que encargaban a personas no tan capaces como los tres que allí quedaban. Por supuesto que Shem se incluía, ya que su experiencia era limitada y en muchos casos meramente teórica. Podía contar sin elevar mucho el número las ocasiones en las que había abandonado el templo.

Sacudió la cabeza, y en uno de esos movimientos advirtió un cercano jinete, uno que le era bien familiar. - ¡Madsul Abar, aquí! - Agitó un brazo en la dirección del camello y el hombre que lo cabalgaba, mientras se volvía hacia sus compañeros de viaje mágico. - He aquí a un hombre que conocí hace varias estaciones. Un eremita del desierto que fue poseído por un espíritu, puede que un djinn. Un hombre curioso al que poco pudimos ayudar con su situación, que le conecta especialmente con el elemento fuego. Me extraña realmente encontrarlo de camino a un asentamiento poblado. Muy curioso, ciertamente. - Amuir y Kefera sabían que Shem tenía habilidades afines con el fuego, asimismo, por lo que puede que fuera lógico que él hubiera sido uno de los asignados a estudiar la situación que vivía el tal Madsul Abar.

Shem arregló sus exiguas pertenecías mientras esperaba a que el eremita (o lo que en él habitaba) decidieran su siguiente movimiento. Puede que les ignorara o les atendiera, sólo los dioses lo sabían. En todo caso el sacerdote de piel oscura era un hombre que creía en avanzar paso a paso y no en las prisas, así que se apoyó en su bastón esperando ver el camino que tomaba el eremita.

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14/01/2022, 10:22
Madsul Abar

Madsul cabalgaba su camello cubierto por el denso sudor, mientras su rostro concentrado mantenía la vista puesta en la ciudad de Majoor. Las pesadillas le habían mostrado gentes febriles y un pequeño barrio en el interior, mientras una voz grave le llamaba.

- Madsul, Madsul.

No sabía porqué, pero había acudido allí arrastrado como por embrujo. No era la voz de su interior, su compañero de viaje que siempre le susurraba sibilinamente qué hacer, qué decir, y que tomaba el control trayendo al mundo fuego y muerte. La voz que le llamaba a Madjoor era otra.

Fue entonces cuando ocurrió el prodigio. Madsul detuvo a su asustado camello, y volvió la vista hacia las cuatro figuras que se habían materializado allí. Nada comprendía de lo que veía, aunque la vocecilla maliciosa de su interior sin duda poseía alguna respuesta - que nunca le daría. No obstante, el nómada se sorprendió notablemente al reconocer a Shem-su-namun, un sacerdote de Thot al que había acudido, años atrás, en su desesperada búsqueda por arrancar de su interior el espíritu que le atormentaba, haciéndole cometer blasfemias de la peor índole, y habiéndole alejado para siempre de su tribu y de su hogar.

- ¡Por todos los dioses! - dijo Madsul entonces, y su voz límpida dejó claro que era él, y no su maligno huesped, quien hablaba - ¿Eres tú de verdad, venerable Shem*? - preguntó - ¿O acaso el desierto ha terminado de volverme loco, y ya no distingo a la persona del espejismo?

Condujo su camello hacia el grupúsculo, y desmontó, aún forzando la vista para tratar de saber si lo que veía era real, o una mera ilusión.

Notas de juego

* Asumo que existe en esta sociedad cierto estatus por parte de los sacerdotes (en todo caso, para Madsul son figuras de gran relevancia).

Edito para arreglar un gazapo.

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14/01/2022, 11:03
Amuir

Para Amuir habría sido más fácil viajar en camello, al menos la travesía por el desierto no lo dejaba a uno aturdido. Se sentó en el suelo para evitar que el vértigo lo hiciera caer y fijó la vista en la línea del horizonte, en las dunas, para que todo volviera a la normalidad. Escuchó entonces a Shem dirigirse al nómada que casualmente pasaba por allí. Habib le había hablado de un Madsul, ¿sería el mismo?

-Saludos, Madsul. No somos alucinaciones, no te preocupes. Soy Amuir, ¿a dónde te diriges?

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15/01/2022, 20:50
Shem-su-namun

La piel del color del ébano del sacerdote ya estaba empezando a perlarse con una capa de sudor, más sonrío al eremita cuando este se acercó. Aunque lo que fuera que anidara en su cuerpo se había asentado tan profundamente en él que era como si fuera parte de sus huesos o su sangre, por parte de los sacerdotes de Thot habían conseguido darle una autonomía de la que antes no gozaba, haciendo que su voluntad fuera la que guiara sus acciones. Al menos la mayor parte del tiempo, claro. Era como si fueran dos en una carreta; al ser poseído era como si fuera atado y amordazado en la parte de atrás, siendo un mero espectador de sus actos. Ahora era él quien conducía la carreta, si bien tenía un molesto/útil acompañante en el pescante que le acompañaba allá donde fuera. El propio dominio de Shem sobre el elemento fuego era lo que le había permito ayudar en darle a Madsul cierta autonomía, si bien sacar a la entidad de su interior habría ocasionado la muerte al eremita.

- Tu vista no te engaña, amigo. He de presentaros, compañeros, al eremita Madsul Abar. Peregrino del desierto, seguidor de una solitaria vida de retiro y contemplación. Dicho lo cual me lleva a preguntarme qué te lleva en dirección a Majoor, amigo. -

Era mucha coincidencia que su llegada a Majoor coincidiera con el retiro de la vida contemplativa de Madsul, realmente. Parecía qu el propio Destino estaba hilando sus hebras como si de un intrincado telar se tratase. ¿Sabría algo Madsul sobre el asunto de la enfermedad que azotaba Majoor? ¿Quizás el ente que habitaba en su persona le había revelado alguna clave incognoscible o similar? Se vería que tenía que contar el delgado y oscuro hombre.

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17/01/2022, 11:51
Madsul Abar

Madsul inclinó la testa en señal de saludo hacia Amuir, y pronto respondió.

- Mi destino es la ciudad de Majoor, aunque no sabría deciros mucho más.

Después miró a Shem, que con su habitual elocuencia le presentaba a sus compañeros de viaje.

- Recibí un sueño, en el que pude ver los arrabales de una ciudad, en los que una fuerza maligna se había extendido. Creo que los dioses me envían una prueba, a cambio tal vez de librarme de mi maldición. Y allí me dirijo, haciendo uso de la libertad que tu ayuda, venerable Shem, me concedió.

Hizo una nueva seña de agradecimiento, y sonrió. Sintió entonces un remolino interior, y su sonrisa se torció por un instante, pero pronto recuperó la compostura.

- ¿Y vosotros, a dónde viajáis? Vuestra aparición ha sido sin duda prodigiosa.

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17/01/2022, 21:09
Kéfera

No lo pudo evitar, se puso a cuatro patas y vomitó, una vez… Dos… Tres veces. Trataba de sujetar su pelo trenzado en rastas para no mancharse mucho. Esa Magia no le había sentado bien y no era la primera vez — Me muero… Argh— Escupió para tratar de eliminar los últimos trazos de bilis que le quedaban en la boca —No necesito ayuda, gracias— Un poco de sarcasmo mientras se incorporaba aprovechando para pasar el dorso de la mano por la boca — Es como una de esas malas noches que alguna vez me habéis hecho pasar con vosotros, cuando bebéis esas bebidas que saben a meado de un camello viejo. Por lo menos no me despierto en algún extraño lugar y con compañía indeseable— El olor del camello cerca de ella le produjo una nueva arcada pero en esa ocasión logró que nadie saliese por su boca mientras perlas de sudor le recorrían ya la frente descendiéndole por las mejillas — Agua, necesito agua… Y un baño el viaje ha sido demasiado rápido para mi

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18/01/2022, 19:38
Shem-su-namun

Shem observó a la muchacha de tan delicado estómago, preguntándose si necesitaría un tónico después de todo, más parecía que con un par de tragos de agua se había recompuesto de los azares del viaje mágico. Era cierto que no era para estómagos delicados.

Las palabras de Madsul le sorprendieron y alarmaron a apartes iguales. Que la entidad que tenía dentro le advirtiera de algo así no era algo muy común, y dado su posible siniestra naturaleza, nada bueno. El sacerdote se encogió de hombros en un gesto impropio de un siervo de Thot, tras lo cual habló brevemente.

- Me alegro que pudiéramos canalizar el poder de Thot para que te diera esa autonomía, amigo Madsul. Te diré que la ciudad de Majoor sufre un brote de una enfermedad a la que han denominado La Maldición Escarlata, la cual puede llegar a ser bastante mortal y está azotando el lugar. Puede que eso tenga que ver con tu visión onírica, la cual espero puedas detallarnos más.

El motivo de nuestro accidentada llegada por medios místicos es una misión en la que estamos embarcados, que pasa por encontrar una persona y un cáliz, ambos perdidos. Creemos que llevarla a cabo sería beneficioso para la ciudad y sus habitantes, dado que el objeto tiene propiedad es curativas y sería de gran ayuda para combatir la enfermedad. Para eso hemos venido a Majoor; y hablando de eso, sería mejor que fuéramos en dirección a la ciudad, si os parece. -

El oscuro sacerdote había preferido obviar la parte que atañía a las políticas de las diferentes familias, el precepto y la situación política. Sabía que Madsul no apreciaría el asunto de ninguna manera, de ahí que lo obviara.

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20/01/2022, 11:06
Madsul Abar

Madsul asintió a las palabras de Shem con la mirada perdida en el horizonte. Después pestañeó, como volviendo en sí.

- Mi sueño, por desgracia, fue extraño e inconexo, como una imagen reflejada en un espejo roto. Solo recuerdo retazos, lo suficiente para venir hasta aquí, pero nada que pueda desvelar más. - sonrió a Shem - Pero sin duda esa maldición que mencionas ha de tener que ver con la señal de los dioses, igual que el habernos encontrado aquí. Su voluntad nos ha reunido de nuevo, venerable Shem. Viajemos juntos a Majoor, y descubramos con qué fin.

Miró a la mujer que viajaba con Shem, que sufría de extraños mareos, quizá por fruto de aquel prodigio que les había transportado hasta donde estaban.

- Un poco de agua, ¿sí? Pronto estarás mejor. - sonrió, y le tendió su cantimplora.

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20/01/2022, 18:51
Amuir

Amuir no sabía muy bien como manejar a Madsul, él solía trabajar con discreción, pero el sacerdote de Thot decidió ponerle al corriente de su misión porque confiaba en el nómada. Bueno, Amuir, por suerte, también confiaba en el trabajo en el equipo y en trabajar mano a mano con hermanos en su organización. Una persona sola no podía con todo, mientras que un grupo donde cada uno de ellos tenía su valor y destacaba por su utilidad, era mucho más valioso y efectivo.

Mientras Shem y Madsul hablaban, Kéfera echaba todo lo que hasta ahora contenía su estómago y juraba como un enano borracho. Él no vomitó la primera vez, pero estuvo a punto, y las veces posteriores había conseguido calmar esa inestabilidad para convertirlo en un ligero mareo. Pero uno no podía acostumbrarse a ser desintegrado y vuelto a integrar otra vez a kilómetros de distancia. Eso lo había oído de su antiguo maestro y a saber si era cierto que la magia funcionaba así, porque él no tenía ni idea.

Levantó una ceja al oír su comentario, tampoco es que se hubiera dado cuenta de su estado.

-Tranquila, que se pasará enseguida -le dijo a la chica-. Bebe despacio, hasta que se asiente. ¿Os parece si vamos a buscar un lugar donde alojarnos? Como bien ha dicho Kéfera, el viaje ha sido rápido, pero tampoco vamos a remolonear en una posada. El siguiente punto será una visita a la iglesia de Thot. Madsul, ¿te unes a nosotros, entonces? ¿De dónde eres?

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21/01/2022, 09:26
Narrador

Continuasteis vuestra charla y os dirigisteis hacia la puerta sur. Allí aguardan su turno para entrar en la ciudad camelleros de ciudades distantes, pero guardias de yelmos de pájaro dejaron pasar a vuestro grupo en cuanto vieron los tres círculos tatuados de Shem-su-namun. Fueron ellos los que os dieron las indicaciones pertinentes para que encontrarais sin problema la posada más confortable de la ciudad, llamada Dientes y Cachimbas, y vuestro destino final: el templo de Thot.

Tomasteis la amplia Avenida del Sol, mezclándoos con las gentes de Majoor, que vestían chilabas de todos los colores del arcoíris. Uno llevaba un burro de las riendas y se paraba a hablar con el dependiente de una tienda de lámparas de latón, otro vendía higos amontonados sobre una alfombra de rayas en el suelo y aún otro os ofreció a gritos sus pastelillos con miel mientras espantaba a las avispas. Las calles de Majoor rebosaban de vida y actividad, zumbaban las moscas y estaban cargadas de olores fuertes y variopintos, desde el agradable aroma de las tiendas de especias a la mierda de camello. Pasasteis por delante del templo dedicado al Señor de la Magia en vuestro camino a la posada que os habían recomendado en la puerta de la muralla. Dientes y Cachimbas resultó ser un pequeño pero acogedor local, sus muros os ofrecieron sombra y resguardo del inmisericorde sol del desierto. El salón principal parecía más un bazar en miniatura que otra cosa: había libros viejos amontonados en una mesa junto a un mostrador cubierto de collares, pulseras y pendientes de aspecto barato. Pañuelos se seda suave adornados con diminutas monedas brillantes colgaban de un perchero en un rincón. Los mercaderes atendían sus mercancías mientras bebían y fumaban en cachimba, enviando anillos de fragante humo al techo. Estaban sentados en cojines con formas de media luna alrededor de las mesas bajas, hablando entre ellos. El posadero era un turami alto y de constitución fuerte, atractivo a quien no le importaran un par de cicatrices. Os regaló una sonrisa y os ofreció algo de comer y beber, acomodamiento para asearos, pasar la noche y dejar vuestro equipo.

Frescos y repuestos, desandasteis vuestro camino para llegar al templo de Thot. Era una edificación que parecía humilde comparada con el magnífico Arcaneum de Gheldaneth, con su inmenso pico de piedra sobrevolando el Río de las Lanzas y sus paredes cubiertas de jeroglíficos, versos sagrados y conjuros. Mas era, no obstante, un edificio enorme y fastuoso en comparación con las casas blancas y pequeñas de Majoor.

Más guardias con yelmos de pájaro os dieron la bienvenida al templo, y os condujeron a las estancias privadas de un sacerdote de Thot que se presentó como Karranis.

El coste de una habitación individual por noche es de 1 precepto (5 piezas de plata por persona), pero solo hay tres habitaciones disponibles. Sería más práctico que alquilarais la suite por 3 faraones (3 piezas de oro en total). La suite está compuesta de cuatro habitaciones individuales que se abren a un patio central al aire libre, con cojines y plantas alrededor de un pequeño estanque poco profundo.

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21/01/2022, 09:26
Narrador

Los guardias con yelmos de pájaro asintieron a las instrucciones que les repartió Xanjahar. Cuando Nathifa terminó de revisar el cadáver del rufián tatuado, confirmando sus sospechas y encontrando otro anillo similar al que poseía su compinche, se pusieron en camino hacia el templo de Thot.

Tomasteis la amplia Avenida del Sol, mezclándoos con las gentes de Majoor, que vestían chilabas de todos los colores del arcoíris. Uno llevaba un burro de las riendas y se paraba a hablar con el dependiente de una tienda de lámparas de latón, otro vendía higos amontonados sobre una alfombra de rayas en el suelo y aún otro os ofreció pastelillos con miel mientras espantaba a las avispas. Las calles de Majoor rebosaban de vida y actividad, zumbaban moscas y estaban cargadas de olores fuertes y variopintos, desde el azafrán a la mierda de camello.

El templo del Escriba de los Dioses era una edificación que parecía humilde comparada con el magnífico Arcaneum de Gheldaneth, con su inmenso pico de piedra sobrevolando el Río de las Lanzas y sus paredes cubiertas de jeroglíficos, versos sagrados y conjuros. Mas era, no obstante, un edificio enorme y fastuoso en comparación con las casas blancas y pequeñas de Majoor. En sus puertas os aguardaban más guardias con yelmos de pájaro. Saludaron a Xanjahar con un ademán marcial y tras explicar el motivo de vuestra visita os condujeron con premura, cuando no alarma, a las estancias privadas de un sacerdote de Thot que en aquellos momentos hablaba con un grupo de personas entre las que había algún conocido.

 

Nathifa encuentra 5 faraones de oro en el segundo cadáver del Rufián de la Mano Serpentina y otro anillo como el que habéis encontrado antes. También espada corta, daga y armadura de cuero que supongo que no os importará nada. Debe hacer una TS de Fortaleza a CD 12 por exponerse a la maldición escarlata a lo largo de esta escena. Si no la supera, tira 1d3 para conocer los días que incuba la enfermedad antes de que le empiece a hacer efecto.

Si os quedáis con algo recordad anotarlo en el apartado de equipo de vuestra ficha.

- Tiradas (1)
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21/01/2022, 09:26
Guardia

Al sacerdote de Thot apenas le dio tiempo a ofrecer la bienvenida a Shem-su-namum, y ofrecerle la hospitalidad de la congregación en Majoor del Escriba de los Dioses y extendérsela a sus acompañantes. Enseguida un guardia se acercó a grandes zancadas, precediendo a un hombre y a una mujer, caras que a alguno de vosotros os resultaron conocidas1.

Señor Karranis, disculpe la intromisión pero este asunto es importante —le dijo el guardia al Adivino de los Misterios, que enarcó una ceja—. Se trata de Habib ibn Gadour. Traen noticias del cáliz.

Por el rostro adusto del guardia, no parecían buenas noticias.

 

1: como siempre, se espera de vosotros que rellenéis los detalles.

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21/01/2022, 10:33
Karranis

Karranis era un mulan con los tres círculos tatuados en azul que representaban su pertenencia al sacerdocio de Thot. Vestía la túnica tradicional de lino blanco de los Adivinos de los Misterios, y calzaba un par de sandalias. Parecía cansado, hundía los hombros y tenía ojeras.

Bienvenidos al templo del Conocedor de Todos los Secretos —dijo después de despachar al guardia.

Del mismo modo que antes solo se había dirigido a Shem-su-namun, como si el resto de la comitiva no existiera, Karranis ignoró a Nathifa y se dirigió a Xanjahar, que tenía tatuado en su frente los tres círculos que lo identificaban como miembro de la nobleza de Mulhorand.

¿Qué nuevas traéis del cáliz y dónde está mi buen Habib?

 

Marcad a todos los PJ y haced las presentaciones oportunas.

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21/01/2022, 12:05
Xanjahar Fahardid

El hombre que habló era un hombre grande, corpulento, se le notaba una gran fuerza física y de espíritu. Llevaba una armadura donde podía verse el Ojo de Horus, por lo que entendíais o sabíais que se trataba de un sirviente del clero de Horus-Re. Este tipo de sirvientes se dedicaban a asegurarse de que la gente cumplía con las leyes, dictadas por el faraón -descendiente directo de la deidad- que imponían orden y justicia en la sociedad. 

- Me temo que traigo malas noticias, mi señor - dijo colocando el puño cerrado delante del pecho e inclinando la cabeza -un gesto que los sirvientes de Horus-Re hacían en señal de honor y respeto - Habib ibn Gaddour, sirviente de la Hermandad de Osiris, ha muerto a causa de las hemorragias causadas por la infección de la maldición escarlata. - hizo una pausa para dejar espacio a asimilar la noticia - Antes de su muerte ayudó a dar caza a dos rufianes, sirvientes de La Mano Serpentina. - enseñó el anillo con el símbolo de la serpiente - En su lecho de muerte nos comunicó, a la dama Nathifa y a mí, el secreto que le trasladamos: La Mano Serpentina ha robado un objeto, llamado "Caliz de Hatharia", con el que se podía poner fin a la maldición escarlata y salvar a los infectados. - levantó la cabeza lentamente - Solicito su permiso para buscar información sobre esa organización criminal y partir en búsqueda de dicho objeto. Lo recuperaré y se lo traeré para que pueda poner fin a esa maldita enfermedad. - No quería entrometerse en los asuntos de la iglesia de Toth, y mucho menos cuestionar su autoridad local, pero tampoco aceptaría un NO por respuesta - Así lo desea el faraón - Realmente era un mandato de la propia iglesia de Horus-Re, pero al ser su cabecilla el visir y consejero del emperador, era como si sus palabras fueran -en este caso- la misma cosa.  

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21/01/2022, 14:26
Nathifa
- Tiradas (2)

Notas de juego

Luego escribo en la escena

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21/01/2022, 21:59
Madsul Abar

Madsul se había unido a aquella comitiva por voluntad de los dioses, o así lo sentía él. Tal cosa le había dicho a Amuir, antes de que sus pasos les encaminasen definitivamente hacia el interior de la ciudad. En ese camino, el nómada le contó a Amuir que en realidad procedía del desierto, como sus ancestros. Pertenecía a una tribu que viajaba de un lugar a otro, asentándose temporalmente en oasis que abandonaba según los designios de su profeta, un sacerdote errante que escuchaba a los dioses y tomaba la mejor decisión para su tribu. Así habían sido las cosas, hasta que Madsul había entrado en una extraña gruta una tarde, y su destino había cambiado, alejándole para siempre de su gente y su forma de vida.

Mientras contaba aquella historia, Madsul había disfrutado contemplando las maravillas que ofrecía la ciudad de Majoor. Había pagado algunas monedas a cambio de higos secos y pastelillos con miel, comiéndolo todo por el camino sin detener su paso firme. Marchaba junto a aquel grupo, sin tener claro el rumbo exacto que habrían de seguir, pero confiando en que el venerable Shem, guiado por su dios, le llevaría por el camino correcto. Cuando se encontró en aquel deslumbrante templo, escuchando hablar de aquella extraña y temible maldición, sintió que no se equivocaba: aquella era la prueba que los dioses habían puesto en su camino para expiar su pecado.

El nómada no dijo nada, por el momento. Aquel lugar gozaba de unas normas que él no comprendía, y no deseaba ofender a los dioses. Algo se revolvía en su interior, pero mantuvo la compostura, contemplando la belleza prodigiosa de aquel lugar.

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21/01/2022, 23:01
Nathifa

Detrás del paladín de Horus-Re entró una mujer cuyo aspecto contrastaba en todo con el hombre. Donde él era grande y corpulento, ella era esbelta y grácil. Donde él se ataviaba con la armadura y las armas que transmitían el poder y la fuerza de su entrenamiento y su misión, las ropas de ella eran elegantes y favorecedoras sin resultar excesivamente llamativas, y los cosméticos con los que se adornaba habían sido aplicados con maestría y habilidad, más pensados para una agradable reunión que para castigar a los malhechores por la fuerza.

-Si se me permite-empezó Nathifa, tras haberle dedicado a Karranis una inclinación en señal de respeto-. Aunque la palabra de Xanjahar Fahardid es más que suficiente para cualquiera, puedo confirmar sus palabras, puesto que como él dice, también estaba presente en los últimos momentos de Habib ibn Gaddour. Siento no haber podido salvarlo, puesto que vine a Majoor mandada por la sacerdotisa Nephtis Hatharia, Oblaran de Hathor, que vió el peligro en una de sus visiones.

La visión se refería claramente al incidente del mercado. O tan claramente como estas visiones simbólicas se podían interpretar. Pero prefería dejar los detalles sin aclarar mientras no se le preguntase. Después de todo, si se refería a ella como una visión del peligro en general, y no de un incidente en particular, eso le daba más argumentos para seguir inmiscuida en el asunto.

-Siendo que la reliquia en cuestión tiene que ver con la casa Hatharia y que fui mandada aquí por motivo de la profecía mandada a la Oblaran de Hathor, me gustaría acompañar a Xanjahar Fahardid en la búsqueda del cáliz.

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22/01/2022, 17:15
Amuir

Antes de que pudiera siquiera presentarse y comentar nada, la noticia de que Habib había fallecido lo golpeó. ¿Muerto? ¿Muerto de verdad? Hasta ahora solo estaba desaparecido junto con la reliquia, Amuir tenía la esperanza de encontrarlo con vida. Habib era como un hermano para él, había estado de su lado durante todo el conflicto sufrido en la Hermandad, habían luchado juntos, se habían salvado la vida el uno al otro, habían matado el uno por el otro. La muerte no era desconocida a ninguno de los dos y ambos sabían que arriesgaban la vida, que su trabajo era muy peligroso y que la muerte acechaba en cualquier lado. Amuir había perdido a muchos hermanos, pero no esperaba perder a Habib. No de esa forma.

Rezó una silenciosa plegaria a Osiris, el dios ya habría dictado sentencia para su amigo durante el juicio y su alma ya habría trascendido.

Nos volveremos a ver, amigo mío. Ten paciencia, no tengo prisa por reunirme contigo.

-Efendi, yo soy Amuir ben Hadj Hassen. Habib es mi hermano, ambos somos de la Hermandad de Osiris -le dijo a Xanjahar, aunque dudaba que fuese a prestarle la más mínima atención, ya que él portaba solo un círculo. La Hermandad de Osiris la formaban Amuir, Habib, y unos pocos hermanos más. Habían comenzado a establecer relaciones para levantarla de nuevo de la tumba a la que había sido arrojada por culpa de su maestro-. No me puso al corriente de su misión, llevaba días sin verle, creía poder encontrarle todavía con vida. ¿Dónde está su cuerpo?

Podría haber dado toda la explicación sobre que estaban allí para encontrar el cáliz, pero él no era noble y para no hablar de más, dejó que Shem pusiera al otro sacerdote al corriente.

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22/01/2022, 22:33
Xanjahar Fahardid

El paladín se giró hacia el hombre de la Hermandad de Osiris.

- Lamento la pérdida de su amigo. Le interesará saber que murió luchando por aquello en lo que creía. - dijo Xanjahar haciendo un gesto de respeto. No recordaba a Amuir, pero tampoco le resultaba una cara desconocida. - Por desgracia, dónde está su cuerpo trasciende mi conocimiento. Al estar afligido por la enfermedad, y para evitar contagios, su cuerpo será seguramente incinerado. Quedó al cuidado de la guardia de la ciudad. Lamento no poder decir más. - Quizás la Hermandad quisiera cubrirle de honores y celebrar su muerte. Pero la posibilidad de acabar con la propagación de la enfermedad era más importante. Quizás, si recuperaran el cáliz, no tendrían que hacer más excepciones.