Partida Rol por web

Madsul sonrió, maravillado por la astuta prudencia de sus nuevos amigos, sin duda más duchos que él en las retorcidas sutilezas de la vida en la ciudad. Sin duda habían temido que aquel muchacho portase un mensaje traicionero, y con sus pesquisas habían podido comprobar que no era así, sino que realmente era Amuir quien lo había enviado.

Sin mucho más que decir, el nómada asintió a las sugerencias que sus compañeros hacían, y se dispuso a caminar por las callejas a una prudente distancia de Xanjahar, quien sin duda podría defenderse con destreza si la situación así lo requiriese. Para no llamar la atención en exceso sobre su rostro, Madsul se echó por encima su capa de nómada, cubriéndose la cabeza al modo habitual de su pueblo*.

Y eso hicisteis. El chico guio a Xanjahar hacia el noroeste, hacia la parte pobre de la ciudad conocida como el Cenagal. Los demás lo seguisteis unos metros más atrás por la amplia Avenida del Sol, aunque erais conscientes de que tendríais que seguirles mucho más de cerca cuando llegarais al barrio bajo. Nathifa dio el alto y compró un estuche de pinturas y maquillaje a una anciana en un tenderete de perfumes y afeites.

Reanudasteis la marcha y llegasteis por un terraplén al extremo norte de la ciudad, al Cenagal. Estaba casi diez metros más bajo que el resto de la ciudad. El terreno estaba húmedo, cenagoso, los escombros y desechos se acumulaban, y las ratas corrían por doquier entre los montones de basura. Los mendigos e indigentes habían construido un barrio de chabolas fabricadas a base de chatarra. Los yelmos de pájaro de la guardia de Majoor brillaban por su ausencia en el Cenagal.

Podíais ver muestras de la enfermedad en la piel de los pobres diablos que tenían la desdicha de habitar aquí. La gente se apartó del camino de Xanjahar, tan grande, tan fuerte. Tan impresionante y amenazante en su armadura completa. El grupo que iba detrás, empero, era harina de otro costal. No habíais recorrido ni dos manzanas cuando os encontrasteis rodeados de mendigos. Unos os pedían comida, otros agua limpia, y los más audaces unas monedas. Os manoseaban, tiraban de vuestras ropas, alzaban las manos en vuestra dirección como en una plegaria. Todos rogaban con voz plañidera y os pedían caridad para ellos, para un familiar tullido o para sus hijos indefensos.

Todos estaban enfermos, llenos de las heridas en la piel que presagiaban la Maldición Carmesí. Y cada vez venían más.

Si no encontráis una forma rápida y drástica de despejar la turba de mendigos tendréis que hacer TS Fort contra la enfermedad.

Faris, descuéntate el coste del kit de maquillaje.

Midrangor, puedes suponer que tus ropas de nómada incluyen un turbante que te permita protegerte la cara.

Kéfera seguía sin estar convencida del todo que aquel chaval les fuese a llevar a una empresa segura, pero parecía que se estaba ganando el favor de todos sus compañeros, y que éstos iban a confiar en él sin problema.

Momentos después el grupo le estaba siguiendo en la dirección que le parecía oportuna... por lo menos esa es la impresión que se llevaba la exploradora. Tras una breve parada ejecutada por Nathifa, pudimos continuar camino. 

No la iba gustando demasiado la dirección que estaba tomando a si que se acercó al Sacerdote de Thot.

- Ves aquello... parece que nos lleva directos al Cenagal. Cúbrete. - dijo a Shem mientras se quedaba a su lado por si las cosas se pusieran complicadas.

El grupo se acercó más, hasta el punto en el que finalmente se sintieron rodeados de aquella turba de infectados. "¿Cómo lo hará Xanjahar?" pensó Kéfera mientras veía como se apartaban de él y le dejaban camino, mientras que ella se sentía cada vez más agobiada al ver que la rodeaban cada vez más y más.

- ¡Eh! ¡Paladín! - gritó a Xanjahar, intentando llamar su atención y evitando decir su nombre. - ¡Espéranos!

La cosa se estaba poniendo fea, la tensión aumentaba y Kéfera cada vez estaba más tensa. Echaba vistazos a sus compañeros buscando algún gesto de lo que fuesen ha hacer.

- ¿Corremos hasta el Paladín? - propuso con las manos nerviosas cerca de sus dos espadas cortas.

Al llegar a aquella zona, las cosas empezaron a complicarse. Mientras que el paladín de Horus-re parecía gozar de aquella "aura amenazante", ellos fueron asediados por la multitud necesitada.

En aquellos segundos de avasallamiento por parte de aquellas almas desgraciadas aquejadas seguramente por la enfermedad. No obstante, el sacerdote tenía muy clara cuál era su misión: recuperar el cáliz con el que seguramente muchas de aquellas almas podrían salvarse.

Y por desgracia no podrían hacerlo de una forma sutil. No a esas alturas. Debían rodearse de un aura semejante a la del de Horus-re. Por suerte Kéfera lo había entendido a la primera, asi que, aprovechando su cobertura comentó: Marchemos hacia él.

Acto seguido, dejó ver los círculos de su afeitada cabeza y pronunció bien clara su plegaria para, en último término y de forma teatral golpear el suelo con su bastón haciendo que una niebla espesa surgiera del punto golpeado extendiéndose rápidamente hacia todos los lado.

-Ahora! -indicó, intentando aprovechar la confusión que aquella niebla había provocado a su alrededor para avanzar rápidamente hacia el paladín.

Esperaba que aquello fuera suficiente como para convencer a la muchedumbre que era mejor dejarles en paz, aunque muy a su pesar, había revelado en gran parte sus capacidades y quizá, hasta parte de su identidad. Seguramente la información de que un sacerdote había entrado en el Cenagal correría como un rayo por el barrio, pero, no podían arriesgarse a contagiarse.

La visión de aquellos hombres devorados por la horrible plaga estremeció a Madsul, que se cubrió el rostro aún más con sus vestimentas nómadas, no ya para ocultarlo a la vista, sino para protegerlo de aquellas terribles llagas. El nerviosismo cundía entre sus compañeros, y el propio Madsul sintió inquietud al ver cómo rodeaban al portentoso Xanjahar. Entonces Shem se descubrió el rostro, e invocó con palabras sagradas el poder de su dios, lo cual maravilló al nómada casi tanto como los prodigios que él mismo obraba dominado por el ser que habitaba en su interior.

Shem les instó entonces a llegar hasta Xanjahar, a medida que la niebla les rodeaba y ocultaba la visión. Quizá habría sido mejor recurrir al humo, pues aquello habría hecho toser a los enfermos, alejándolos de ellos mismos. Pero ya no había tiempo, y Madsul confió en el venerable sacerdote y su decisión de avanzar, corriendo junto a él.

Todas esas personas cubiertas de llegas y heridas...¿Había empezado aquí la enfermedad y por eso había tantos enfermos?¿O es que aquí no merecían la sanación que se les daba a los que vivían en barrios más ricos? Cuando la plaga podía más que los clerigos podían hacer, había que empezar a seleccionar a quien sanar. Y no le extrañaría que lo hubiesen hecho en base al mérito que les daba el nacimiento.

No les deseaba a aquellos pobres desgraciados el final que había visto que la enfermedad traía. Pero tampoco lo quería para sí, y no podía hacer otra cosa por ellos más que recuperar el cáliz. Cuando el sacerdote usó sus poderes, se dispuso a seguirlos hacia Xanjahar, y huir de aquellas manos que les rogaban y se asían a ellos.

La negrura inundó la callejuela de El Cenagal, y le siguió el caos. Y los gritos, el pánico y los empujones. Os dirigisteis a ciegas a través del hechizo de oscuridad ahí donde sabíais que debía estar Xanjahar, abriéndoos camino entre la muchedumbre de mendigos. Quien más, quién menos, recibió un codazo, o se dobló un tobillo, o apunto estuvo de ser derribado al suelo.

Sea como fuere, emergisteis de la niebla de oscuridad. Vosotros y los mendigos, que huían en todas direcciones. Algo magullados, pero por lo demás bien de salud, reanudasteis vuestro camino.

Kéfera recibe 2 puntos de daño no letal

Madsul recibe 1 punto de daño no letal

Nathifa recibe 4 puntos de daño no letal

Shem-su-namun recibe 1 punto de daño no letal

Os encontrasteis a Amuir tal y como el zagal os dijo que os lo encontraríais. Estaba plantado como un portero frente a una puerta. Aunque temporal, el edificio tenía un aspecto mucho más salubre y mejor construido que el resto del Cenagal. A juzgar por el material de excavación y construcción que había por doquier, parecía algún tipo de campamento de trabajadores.

El chico se adelantó a Amuir con la palma de la mano por delante.

—He cumplido mi parte del trato, effendi —dijo señalando a Xanjahar—. Aquí está el tipo que me pediste encontrar. ¡Ahora dame el faraón que me prometiste!

Amuir sonrió y le lanzó la moneda al chiquillo.

-Buen trabajo.

Se alejó entonces de su posición inicial para acercarse al grupo.

-Gracias por venir, espero que no fuese en mal momento. Mi objetivo llegó hasta aquí y entró en esta tienda. Dentro hay un gnomo llamado Harles Hamweather como muy malas pulgas, que esta trabajando en algo secreto que no me quiere decir. Por lo que he podido intuir y quizá me equivoque, se siente acosado por los secuaces de la Madre. Actuó como intermediario para ella y ahora dice que no lo dejan tranquilo. Quizá podáis sacarle más información que yo, de momento me ha contratado como guardaespaldas para que evite que lo distraigan de su tarea -se encogió de hombros con un gesto de diversión en la mirada.

Alguien como Nathifa, que basaba su carrera en agradar y complacer, sabía exactamente lo que personas estudiosas, que se pasaban el día encerrados con sus proyectos sin ver a otra gente, solían querer. Y solía ser dinero para sus proyectos, o las alabanzas de sus pares y de otra gente para lo que habían conseguido. ¿Sería el tal Harles de esos? En todo caso, lo primero era llegar a él. Si tanto deseaba que no lo molestaran que había contratado a Amuir, no los iba a recibir de muy buen agrado.

-¿No sabes nada de lo que está trabajando? Ni siquiera el campo-señaló el edificio junto al que estaban-. ¿Has visto algo de lo que hay dentro? ¿Si tiene libros de magia, o hierbas medicinales, trozos de animales, máquinas y herramientas o qué?-Tras quedarse pensativa un momento añadió.-¿Quizás la "amiga" de Madsul podría colarse para echar un vistazo sin que la vieran?

Tras haber cruzado entre todos los infectados por la la Maldición Carmesí, Kéfera se miró sus brazos, sus piernas... buscando alguna herida grave que pudiera haber sufrido. Unos pocos arañazos superficiales y nada que pudiera preocuparla lo suficiente la dejó tranquila. Después se acercó a Shem.

- Vaya locura... ¿te han hecho algo?

Kéfera vio como el niño como se acercaba a Amuir... efectivamente nos había traído hasta él... por suerte no parecía haber pasado nada grave, pero podría haber sido mucho más peligroso de lo que acababan de vivir.

- Condenado crío... - dijo al verlo alejarse feliz con su faraón.

Amuir se nos explicó, y parecía que se había infiltrado más de lo que la exploradora hubiera podido pensar.

- ¿Qué has llegado hacer como para que de buenas a primeras te contraten de guardaespaldas de alguien que no te conoce? - inquirió la devota. Sabía que se metía en un jardín ajeno y que la respuesta podría ser muy dispar. - Bueno... no me lo cuentes - rectificó - algo habrá visto en ti ese gnomo. ¿Siente debilidad por algún tipo de objeto? Quizá podamos ofrecerle algo que esté buscando y así concertar alguna reunión... no sé.

Amuir miró a Nathifa e hizo memoria.

-Ha comentado que estaba trabajando en la excavación de la subciudad immaskari y que en una visita a la obra, no sé si se trataba de una mejora o si estaban excavando para encontrar restos arqueológicos, se encontró con alguien peligroso -siempre según sus palabras-. A cambio de perdonarle la vida, ese tipo lo chantajea y le pidió que actuara como intermediaria en un negocio con la Madre. No me ha dicho quién era o a qué se dedicaba.

Luego miró a Kéfera.

-Confíaba en mí porque le dije que lo ayudaría si me decía cuál era el problema. Simplemente, no quiere ser molestado, quiere seguir con su investigación y evitar cualquier relación con la madre. Aunque no me extrañaría que mientras estoy aquí plantado, se haya escapado por la parte de atrás o algo así -dijo, medio en broma, medio en serio-. ¿Entramos?

Madsul sonrió a la sugerencia de Nathifa, y asintió servicialmente.

- Mi amiga podría entrar y decirnos qué hay dentro, pero quizá no necesitemos espiar a ese hombre. - Madsul nunca había visto un gnomo, y en su primitiva mente aquello no era más que otra denominación de la ciudad para solo los dioses sabrían qué extraño oficio - Si alguien le está extorsionando, quizá podamos ofrecerle nuestra ayuda para librarle de su extorsionador. Y así, quizá, averiguar el paradero del valioso artefacto que buscamos.

Y tras decir aquello, asintió a Amuir, secundando su sugerencia de entrar en el lugar.

- Que nos perdone el buen hombre nuestra irrupción. Esperemos que le satisfaga nuestra propuesta.

Entrasteis a lo que parecía el estudio de un arquitecto o ingeniero, todo lleno de planos e instrumentos de dibujo y medida. En su interior había un gnomo con el círculo tatuado que lo identificaba como ciudadano libre en Mulhorand. Aunque obviamente extranjero, lucía las ropas propias de los locales con el turbante más grande que habíais visto jamás. A decir verdad, era difícil saber cómo era posible que el gnomo retaco no perdiera el equilibrio con semejante mamotreto en la cabeza.

Entonces alzó la vista de sus planos y os vio. Pareció enfadarse en una fracción de segundo.

—¡Pero vamos a ver! ¿Quiénes son todos estos mequetrefes? —le chilló a Amuir—. ¡Te pago por mantener a la gente fuera para que pueda hacer mi trabajo!

Bizqueó un poco, se ajustó los anteojos redondos y escudriñó con atención, alternativamente, a Shem-su-namun y a Xanjahar. Tragó saliva y se abrió el cuello de la chilaba, como si fuera una soga puesta alrededor de su cuello.

—Perdónemne, effendis. No esperaba la visita en mi tienda de señores tan distinguidos —carraspeó el gnomo con voz nerviosa, y salió a saludar a los sacerdotes haciendo equilibrios con el descomunal turbante—. ¡Y el idiota de Amador-no-sé-qué ni siquiera les ha anunciado como los reyes-dioses mandan! Ejem. Mi nombre es Harles Hamweather, ingeniero jefe. ¿A qué debo el, hum, honor de su visita?

Su plan había funcionado... aunque a cambio de recibir algunos golpes a causa del terror producido.

Una vez llegaron a la altura de Xanjahar, revisó que todo el mundo estaba bien.

-Estoy bien. -contestó a Khéfera con una leve sonrisa, pero su rostro no pudo evitar ensombrecerse a causa de la frustración- No ha sido mi plan más brillante pero... hemos conseguido lo que queríamos. 

Finalmente llegaron a la altura de Amuir que les puso al tanto de la situación. El sacerdote asintió a la propuesta de su amigo Madsul. Después de todo, quizá podían ayudarse mutuamente todos y aquel gnomo había sido forzado por la situación.

Al entrar en la tienda, Shem miró todo lo que le rodeaba con curiosidad. Estaba claro que se enfrentaban a alguien inteligente y capaz. No pudo evitar fruncir el ceño ante su exabrupto, pero al ver que el gnomo no había reparado en primera instancia en quiénes habían entrado en su tienda, volvió a su rostro sereno e incluso le lanzó una mirada tranquilizadora al paladín por si se había sentido insultado.

-Tranquilizaos ingeniero Hamweather. Mi nombre es Shem-su-namum, sacerdote de Thot. Si Amuir no nos ha presentado es porque nos conoce y hemos preferido que así sea. Mis compañeros y yo mismo hemos entrado pues creemos que podemos ayudarnos mutuamente... -no quiso presentarles por si alguno quería mantener el anonimato y dio pie por si alguno quería añadir algo más.

Mientras el sacerdote hablaba, Nathifa observó con disimulo la habitación y los planos en los que estaba trabajando el tal Hamweather.

Antes de decirle nada, quería saber lo más posible sobre su trabajo. Y lo que se veía en la habitación, quizás le diera una idea de las características de su trabajo, y por qué alguien realcionado con la madre merodeaba por donde él estaba.

Madsul contempló con fascinación los numerosos instrumentos y escritos de aquel llamativo lugar, así como a su ocupante, un humanoide de corta estatura y orejas puntiagudas que debía responder, dedujo, al sobrenombre de "gnomo". Así que era eso, después de todo. El nómada sonrió servicialmente, pero no intervino, pues consideró que sería más adecuado que Shem-su-namum presentara por ellos la propuesta de mutua ayuda, y no él, un simple nómada que nada entendía de cuanto allí se decía, o de los extraños lugares que se mencionaban en la conversación.

Sin atreverse a moverse, observó con interés los planos, hasta allí donde alcanzaba la vista. Luego, cuando el sacerdote les mencionó, dedicó un saludo con la testa al hombrecillo, y se presentó.

- Uno es un simple y humilde nómada conocido como Madsul. - inclinó la testa - Para serviros.

Una sombra se agitó entonces en su interior, incitándole a tomar las riendas de aquella conversación. Quiso resistirse, pero su débil voluntad no fue capaz, y pronto un fulgor casi imperceptible amaneció en sus ojos, y su voz se tornó sedosa y su habla algo arrastrada.

- Lo que el venerable Shem trata de deciros es que es terriblemente desafortunado que unos indeseables interrumpan vuestro trabajo. - sonrió ampliamente - A buen seguro podríamos ayudaros a que vuestra empresa se dirija a buen puerto... y nada pediríamos a cambio, excepto conocer esos negocios a los que sois forzado.

Entonces retrocedió, con un parpadeo, aunque su rostro siguió exhibiendo una sonrisa servicial.

Percepción: viste como el gnomo cerraba con rapidez un cajón de su escritorio antes de acercarse a saludar a Shem y a Xhanjahar. Después de ello, mientras los demás hablabas, echaste un vistazo al un informe que hace referencia a daños estructurales en la sub-ciudad immaskari que podría afectar a la seguridad de los edificios de Majoor, aunque no entendiste la mitad de los detalles técnicos. 

Saber (historia): Immaskar, también conocido como el Imperio de Raurin, fue una antigua nación humana cuyos dominios comprendían los actuales Mulhorand, Thay y Unther. Los immaskari eran magos muy habilidosos, y su especialidad era la magia de los portales y lograron abrir portales a otros mundos. Entre ellos, a La Tierra, de la que abdujeron un montón de esclavos humanos de Egipto. Esos esclavos clamaron a sus antiguos dioses, y Ao les permitió ir a Faerûn en la forma de las Manifestaciones con las que hoy día conocéis a los reyes-dioses de Unther y de Mulhorand. Se libró una guerra civil y los artífices immaskari terminaron perdiendo la guerra contra vuestros dioses. Mulhorand se declaró una nación independiente y los  immaskari supervivientes se retiraron a la Infraoscuridad.

Hay ruinas immaskari por todo su antiguo territorio, aún peligrosas por las presencias de trampas, constructos, elementales y demonios. Pero con artefactos, reliquias y por supuesto, portales, de una de las civilizaciones de Faerûn más poderosa en cuanto a magia arcana se refiere.

La tirada de saber (historia) es un fallo y tu PJ no sabe gran cosa.