Partida Rol por web

Al sacerdote le intrigó lo que hablaron sus compañeras sobre el posible compartimento secreto... luego arqueó una ceja ante la intervención de la exploradora sobre mantener la discreción... la tranquilizó con un gesto de mano. Después de todo, había susurrado sus palabras, por lo que era bastante dudoso que alguien les hubiera escuchado a aquellas horas.

-Esperemos, por el bien de nuestro compañero Amuir, que las cosas sean tal y cómo os han dicho. De lo contrario ese mensajero podría ir a un sitio diferente del que suponemos. - volvió a susurrar mientras fruncía el ceño preocupado.

Tras aquello mantuvo silencio hasta llegar a la posada*.

Del precepto sabes que es primo y ojito derecho de la Encarnación de Thot. Es un hombre joven, demasiado joven para la responsabilidad que ha recaído sobre sus hombres. Su falta de experiencia es obvia para todo el mundo, incluyendo para el propio Kethphron. Pero al fin y al cabo Majoor es una ciudad pequeña, y todos confían en que con los años se convierta en un líder competente.

Sobre Ka-Hatem no sabes gran cosa, a parte de que él sí tiene experiencia y que le gusta la historia antigua.

Os reunisteis de nuevo en Dientes y Cachimbas, llegando los unos a apenas unos minutos de diferencia de los otros. Amuir no había regresado aún, pero tampoco había sido un margen de tiempo lo suficientemente dilatado como para preocuparse por él.

Os voy juntando para que intercambiéis información y os pongáis al día. Avhin aún está en su escena. No le debería quedar mucho de vida para acabarla.

Amuir aún no había llegado, y aunque no estaba preocupada por él, puesto que tenía confianza en sus habilidades y sabía que su misión podía tomar algún tiempo si estaba impaciente por su llegada, y por conocer las noticias que traía. Su ausencia era decepcionante, pero esperable. Pero Madsul y Xanjahar ya estaban allí, y mientras Amuir no llegaba, podría contener su curiosidad con el relato de lo que hubieran hablado con el matón.

En cuanto todos se hubieron acomodado, los puso al corriente de lo que habían sabido de boca de Karranis, aunque no había sido mucho. La descipción del cáliz, la gente del templo de Thot que conocía de su viaje a Majoor, y cómo se había planeado mediante entrevistas físicas, por lo que no podía ser que un documento robado o extraviado llegase a manos equivocadas.

Y tras animar a Kéfera a que volviese a relatar lo que les había contado sobre la posible habitación o compartimento secreto en el Faraón Sonriente, esperó a que Madsul y Xanjahar relatasen su parte.

Por fin estaban en Dientes y Cachimbas, y Kéfera pensó que iban a ser los primeros en llegar, pero no, Xanjahar y Madsul ya habían llegado. O el prisionero no tuvo nada que decir, o se les dio demasiado bien, hasta que no les contasen algo no lo podrían saber.

Casi no habíamos cogido sitio cuando Nathifa comenzó a explicar lo que sabíamos y hasta que punto tendríamos conocimientos sobre las cosas. Kéfera asentía a las explicaciones que estaban dando, hasta que fue nombrada. Parecía que Nathifa no quería ser la protagonista sobre algo que había descubierto la exploradora.

- Cuando estábamos de reunión con la Madre de las Serpientes... en aquella sala vi algo extraño, era... un agujero y estaba cerca del diván. Era redondo, y parecía que iba a una sala contigua. Lo que no sé es si realmente había otra sala, o no... pues no me pareció ver puerta alguna que llegase.

Madsul había aprovechado su llegada a la posada para descansar momentáneamente, dejándose caer sobre una hermosa alfombra y apoyando la espalda contra la fresca pared. Estaba agotado y mareado tras el interrogatorio. Ese día había pasado demasiado tiempo bajo la influencia de su oscuro ocupante.

Al poco tiempo aparecieron tres de sus compañeros. El nómada sonrió y esbozó un saludo, y después escuchó las palabras de Kéfera acerca de un extraño compartimento en la estancia de la Madre de las Serpientes.

- Sin duda esa extraña mujer esconde numerosos secretos. - dijo con un tono más distendido de lo que se debiera - El prisionero, en cambio, no parecía saber nada sobre el cáliz, y apenas algo más sobre la Madre o sus secuaces.

Echó mano de un cuenco con agua, que había pedido nada más regresar del calor del exterior, y dio un sorbo largo. Después comió distraídamente unos dátiles.

- Será el diestro Amuir quien nos desvele el camino a seguir, sospecho. - añadió, y sonrió de nuevo.

- Shem sabe a qué mercader me refiero cuando el prisionero aclaró que había formado parte del grupo que le había asaltado para robarle sus productos. No sabía nada del cáliz, pero sí nos dijo que era probable que los trabajos de más importancia los hicieran personas de más jerarquía o de más peso dentro de esta extraña empresa de ladrones. Es probable que la mujer que bailaba con Amuir, que creemos que es el Loto Negro - no recordaba exactamente el nombre, pero creía que era ese - pudiera ser quién se hubiera encargado del trabajo. O quizás no. En cualquier caso, ella hace trabajos seguro. 

Al llegar a la posada, Shem se tomó un momento para refrescarse mientras su compañera Nathifa ponía al día a Xanjahar y Madsul.

Ellos a su vez no habían conseguido demasiado del interrogatorio. 

-Parece entonces que no vamos a descubrir mucho más hasta que llegue Amuir, me temo.

Rebuscó entre los papiros de su bolsa hasta alcanzar lo que andaba buscando.

-Dado que todos trabajamos para la misma causa, creo que es sabio compartir la descripción específica del caliz... no vaya a ser que intenten vendernos una copia sin ningún valor... -terminó diciendo mientras facilitaba el pergamino donde se encontraba toda la información que poseían acerca del objeto.

-Entiendo... -murmuró el asesino juramentado-. Bien, un trato es un trato, me aseguraré de que nadie te moleste.

Amuir salió de la tienda y buscó con la mirada a algún crío que no estuviera enfermo, que estuviese dispuesto a ganarse unas monedas. Se acercó a él y le mostró una moneda de oro.

-Si llevas un mensaje a la posada Dientes y Cachimbas, te daré otra como esta. Dile a un hombre llamado Xanjahar que Amuir le está esperando en el Cenagal. ¿Lo harás?

Después se plantó en la puerta de la tienda de Harles, a esperar.

El tabernero llamó a la puerta con los nudillos pocos minutos después de que la conversación muriera y afortunadamente antes de que el silencio empezara a resultar incómodo. Junto a él había un mocoso, de aspecto pobre aunque, aparentemente, sin muestras de las heridas en la piel que delataban la maldición carmesí.

—¿Alguno de vosotros se llama Xanjahar? —preguntó—. Ese muchacho trae un mensaje de Amuir, y aunque el nombre no corresponde con ninguno de los que os inscribisteis pensé que sería para vosotros.

Tras aclarar que, en efecto, Xanjahar estaba vosotros, el posadero dejó hablar al niño.

—Me ha dicho que os dijera que os está esperando en El Cenagal —dijo el zagal—. Os llevaré yo mismo. Me ha prometido un faraón de oro si os llevo con él.

Shem no pudo evitar fruncir el ceño con extrañeza al escuchar el mensaje del chico que venía de parte de Amuir ¿podía ser una trampa?

Miró al resto y se acarició el mentón. Le parecía un poco extraño que el mensajero al que seguía Amuir hubiera llegado al Cenagal puesto que, en teoría, iba a contactar con el poseedor del Cáliz... el objeto que podía curar la plaga... que a su vez azotaba especialmente el Cenagal. Pero entonces ¿su actual dueño estaba allí para ayudar o todo lo contrario? ¿Estaría escudándose para no ser encontrado?

Esperaba que sus compañeros tuvieran más ojo para evaluar la situación porque para el sacerdote era de lo más inquietante.

Nathifa se puso en pie al escuchar el mensaje, dispuesta a partir enseguida. No es que no tuviese preguntas ante la aparición del muchacho, y no del miembro de la Hermandad de Osiris, o ante el lugar a donde quería que fuesen, pero en cierta forma, los resultados inesperados de su misión le resultaban menos sorprendentes que si hubiese vuelto con el nombre y la dirección de alguna persona rica. Algo le decía que todo el asunto del cáliz no era tan sencillo como unos simples ladrones con suerte.

Aunque aún no sabía porqué no había venido el mismo Amuir a decir lo que fuese en lugar de hacerlos ir allí.. Si hubiese estado demasiado herido para moverse, suponía que el chico lo habría dicho. ¿Quizás estaba vigilando a alguien y no quería perder su presa?¿O había algo que necesitaba que vieran allí? Fuera como fuera, lo más rápido para saber de qué se trataba, era acudir a la cita.

-Pocos saben que estamos aquí. El mensaje probablemente sea de él. Pero eso no significa que no haya peligro en el lugar. Creo que deberíamos ir cuanto antes, pero estemos alerta.

A Kéfera, aquello no le sonó bien del todo... "¿Porqué solo había dado el nombre de Xanjahar...?" se quedó pensando. Tendría que ser demasiado importante para que el mismo Amuir mande a alguien a buscarnos... y más aún si es un completo desconocido.

- Si está siguiendo a alguien, y no lo quiere perder de vista... es ilógico que vayamos todos en tropa a donde está él. Lo más seguro es que espantemos a quien esté siguiendo, por mucho cuidado que tengamos... y si lo que está es en peligro, no podría mandar a nadie.

Hizo una pausa y esperó a que alguien dijese algo. Finalmente Kéfera se dirigió al mensajero.

- ¡Eh! Tu chaval... ¿sólo te ha dicho ese nombre? ¿no te ha comentado nada más? ¿cómo sabías que estábamos aquí?

La exploradora no tenía claro si se podía fiar de aquél niño y había algo que no la cuadraba, a si que le hizo todas esas preguntas par aver si titubeaba en alguna de ellas.

Madsul se encogió de hombros, no compartiendo los temores de Kéfera.

- Sin duda, el diestro Amuir no nos habría pedido acudir si nuestra presencia pudiese alertar a su perseguido. - dijo sonriente - Aunque resulta sorprendente que no haya venido hasta aquí él mismo. Sugeriría acudir, siendo cautos y discretos, como decís.

Y dicho aquello esbozó una sonrisa, y esperó a que el muchacho aclarase las dudas de Kéfera.

—El señor Amuir me dijo que fuera a esta posada, señora —le contestó el zagal a Kéfera—. Y sí, solo me dio el nombre de Xanjahar. No me ha dicho nada más, ni parecía estar siguiendo a nadie. Parecía un guardia o algo así. Aunque no tenía el yelmo de pájaro.

-Pequeño-Dijo Nathifa, arrodillándose celante del niño con una sonrisa amable-, ¿nos puedes decir algo más de él? ¿Su color de pelo y cómo lo llevaba?¿Si tenía barba o no?¿Recuerdas sus armas?

O bien llevaba su color natural, o el color que Nathifa le había puesto para disimular su pelo natural. Si no era una de esas opciones, era poco probable que realmente se tratara de Amuir. Pero se trataría de alguien que lo conocía. Si se trataba de Amuir, claramente se había cambiado de ropa. Quizás tuviera que disimular su aspecto de nuevo. En todo caso, había algo extraño en todo aquello.

El chico hizo una descripción aproximada de Amuir tal y como le habíais visto la última vez.

—Parecía estar haciendo guardia frente a un sitio, para que nadie pasara —apostilló, para aclarar por qué había dicho lo del guardia.

Aquellas palabras del chico dejaron más tranquilo a Shem.

-Creo que podemos proceder a seguir al chico, aunque propongo hacerlo en dos grupos distanciados por unos metros. Igual vos, Xanjahar, como receptor primero del mensaje, podéis ir con la bella Nathifa, mientras el resto os seguimos a una distancia prudencial por si existieran... otros peligros. -no quiso decir más delante del chico, pero esperaba que el resto entendiera porque proponía aquello.

-Pero vamos, es sólo una medida de cautela que se me ocurre -añadió para clarificar su intención.

- No creo que exponer a Nathifa sea una buena idea. Es mejor que vaya solo, vosotros me seguiréis por detrás. Y si hay problemas, los solucionamos juntos. Pero es mejor que no os vean conmigo si es una trampa. Y si es Amuir, entonces podréis juntaros a mí sin problema alguno. Pero si ha de morir alguien, es mejor que únicamente sea uno. - dijo el paladín muy seguro de sí mismo. Era posible que intentaran acabar con él, pero también era cierto que si lo hacían lo mejor era que no resultara nadie más herido, y mucho menos la cantante Nathifa. Ella no había nacido para el combate, su labor era otra. Y, en ese momento, Xanjahar podría abrir las mismas puertas con su labia si era necesario, pero también podría hacerlo a espadazos si la situación se complicaba. 

Nathifa se puso de pie y le señaló al chico la mesa, para que cogiera algo de la comida mientras los adultos decidían.

-Creo que el mensaje realmente debe ser de Amuir. Sabía donde estamos y la descripción concuerda. Pero me parece prudente el plan de ir en dos grupos, con el paladín Xanjahar delante y los demás a distancia. Mejor pecar de exceso de cautela que de excesiva ingenuidad. Pero salgamos cuanto antes. Si no ha venido él mismo, es porque por algo necesita quedarse allí. Y si es lo suficientemente importante para mandar a un mensajero, es mejor no arriesgarse a estropear el trabajo que haya hecho con distracciones por nuestra parte.