Partida Rol por web

Tras trazar vuestro plan os despedisteis y separasteis para no levantar más sospechas. Kéfera, Nathifa y Shem-su-namun se dirigieron al templo de Thot para informar a Karranis de vuestros avances y pedirle que os diera algún detalle más sobre el cáliz. Madsul y Xanjahar visitarían al prisionero en el calabozo de Majoor, para intentar arrancarle algún retazo de información más ahora que teníais las preguntas adecuadas. Por su parte, Amuir se quedó en el Faraón sonriente para esperar y seguir al tipo que encajara con la descripción que le había dado Madsul hasta el contacto de la Madre las Serpientes.

Seguiste a tu objetivo desde el Faraón Sonriente hasta Majoor, siempre hacia el noroeste. En varias ocasiones tuviste que detenerte porque el tipo al que estabas siguiendo se daba la vuelta para comprobar que no lo seguían, pero en ninguna de esas ocasiones pareció advertir tu presencia. Le dejabas entonces algo de ventaja, pero siempre volvías a encontrarlo al apresurarte al doblar la esquina o aventurabas correctamente hacia dónde se dirigía intuyendo su dirección dentro del entramado urbano. Llegasteis por fin al extremo norte de la ciudad, al Cenagal.

Estaba casi diez metros más bajo que el resto de la ciudad. El terreno estaba húmedo, cenagoso, los escombros y desechos se acumulaban, y las ratas corrían por doquier entre los montones de basura. Los mendigos e indigentes habían construido un barrio de chabolas fabricadas a base de chatarra. Los yelmos de pájaro de la guardia de Majoor brillaban por su ausencia en el Cenagal. Podías ver muestras de la enfermedad en la piel de los pobres diablos que tenían la desdicha de habitar aquí.

El tipo se dirigió a un edificio que, aunque temporal, tenía un aspecto mucho más salubre y mejor construido que el resto del Cenagal. A juzgar por el material de excavación y construcción que había por doquier, parecía algún tipo de campamento de trabajadores. Tu presa desapareció en la tienda de lona principal que presidía el conjunto, rematada con una bandera que representaba el ibis de Thot.

Regresasteis al templo del Escriba de los Dioses, y tras esclarer los motivos de vuestro regreso fuisteis conducidos por los guardias de yelmo de pájaro hasta las dependencias de Karranis. Encontrasteis al Adivino de los Misterios enfrascado en la copia de un pergamino. Se disculpó antes Shem-su-namun (y solo a él) y aplicó el papel de secado al papiro. Parecía aún más cansado que cuando lo encontrasteis por primera vez, hacía unas horas. Se frotó los ojos, bostezó discretamente y apartó el pergamino a un lado.

—Vuelves pronto, ¿tienes noticias del cáliz? —le preguntó a su colega, ignorando a las dos mujeres.

Xanjahar había llegado a Majoor para ayudar a la guardia de Majoor a mantener el orden durante el brote de Maldición Escarlata y durante en su estancia en la ciudad portuaria había mandado a más de un alborotador y criminal al calabozo. De modo que él hizo de guía, a través de la Avenida del Sol y torciendo hacia la derecha hasta llegar al edificio fortificado de la guardia¹. Tras explicar brevemente el motivo de vuestra llegada al alcaide de la prisión subterránea, fuisteis conducidos a la celda donde estaba el prisionero del altercado del mercado. Por fortuna, la enfermedad no se había cobrado todavía su vida. Y a decir verdad, se estaba más fresco ahí abajo que en la calle.

—¡Tú, escoria! Tienes visita —dijo el carcelero, hizo girar la llave de la puerta en la cerradura y abrió la recia puerta de madera. Hizo una inclinación de respeto en dirección a Xanjahar e ignoró mayormente a Madsul suponiendo que era su esclavo—. Señor, si necesita alguna cosa solo indíqueselo a los guardias de allí.

Señaló a los guerreros con yelmos de pájaro antes de despedirse de vosotros y volver a sus quehaceres, fueran cuales fuesen. El prisionero tragó saliva al reconocer a Xanjahar y trató de fundirse con la pared opuesta a la entrada de su celda.

1: marcado en el plano de la ciudad con el 1.

Kéfera se quedó detrás de Shem, esperando a que éste respondiese al escriba y mirando al suelo. Por respeto a Thot no levantó la mirada, y no lo haría hasta que Karranis la hablase directamente.

Que el sacerdote no se molestase ni en considerar su presencia allí no era más que la forma normal en que funcionaba las cosas. Ofenderse por ello sería como ofenderse con el sol por quemar la piel o con el polvo del camino por ensuciar llas sandalias. E igualmente inútil.

Dejó, en lugar de eso, que fuese Shem-su-namun quien llevase la conversación con Karranis. Ya habían hablado de algunas cuestiones que intrigaban a Nathifa, así que esperaba que el mago recordase preguntarlas. Y si no, estaba segura de que de alguna forma conseguiría introducirlas ella en la conversación.

Mientras tanto, se mantuvo unos pasos detrás de él, con la cabeza respetuosamente inclinada, esperando ver la información que Karranis podía darles.

El paladín entró en la pequeña celda, su estatura le hizo tener que inclinarse un poco para pasar por la puerta y, con su ancha armadura, a duras penas cabía entre las rejas. Aquel lugar era pequeño y una gran sombra se proyectó sobre el asesino de la mano serpentina.

Xanjahar mantenía la postura firme y vió como el hombre se echaba hacia atrás.

De acuerdo, ya tenemos algo ganado,... pensó el hombretón.

Después le señaló con el dedo.

- Voy a ir al grano, por hacerte un favor. No te queda mucho tiempo de vida, y tu única posibilidad pasa por mis manos. Cuéntame tódo lo que sepas sobre el cáliz, sobre el Loto Negro, sobre Tathtlasss y sobre las operaciones del faraón sonriente. Cuanto antes hables, antes podremos usar el cáliz para salvarte de una muerte como la de tu compañero. Así que espero que no pierdas mucho el tiempo...

Cabía la posibilidad de que a aquel hombre no le importara morir. Pero aquella agónica muerte, explotando desde el interior... Xanjahar hizo un gesto con las manos para ayudar al prisionero a hacer memoria. 

No tenía problema en acercarse a él. Los dioses protegían al paladín de posibles enfermedades. Pero sí que le hizo un gesto a Madsul para que se mantuviera a una distancia prudencial. 

Una vez llegados al templo, el sacerdote pareció relajarse un poco más. El episodio vivido a las puertas del Farón Sonriente y la misma tarea de recabar información en lugar como aquel le habían resultado abrumadoras para su condición y capacidad. Pero ahora regresaba a un lugar donde se sentía mucho más seguro y tranquilo.

No le sorprendió que Karranis sólo le saludara a él, pero eligió hacer un gesto previo a sus compañeras para que no se sintieran mal por la actitud. Después de todo, Karranis había aceptado la ayuda de todos y no veía lugar para tratarle a él en exclusiva cuando parecía obvio el motivo de su visita.

-Alabado sea Toth* -empezó saludando Shem con la vieja fórmula- Adivino de los misterios, traemos noticias si, pero al mismo tiempo también preguntas.

-Empezaré por las noticias, por supuesto. Mis compañeros han podido trabar relación con la llamada Madre de las Serpientes creando una charada. Esa mujer, que la atenta Nathifa -hace un gesto respetuoso hacia la mujer de forma que pueda entrar en la conversación- cree haber identificado como una yuan-ti purasangre, ha afirmado que poseyó un objeto que protegía contra la enfermedad -seguramente el cáliz- y ha negociado ponernos en contacto con su nuevo propietario. En estos momentos, Amuir anda tras su pista mientras el bueno de Xanjahar junto a Madsul intentan recabar más información de cómo podría haber llegado el cáliz a manos de esa mujer. -hizo una breve pausa.

-La causa que nos ha hecho venir aqui, aparte de informaros de nuestros avances, es porque necesitamos, sobretodo, una descripción lo más fidedigna que exista del cáliz. Si finalmente la Madre de las Serpientes lo tuvo, lo vendió y a su vez el nuevo poseedor quiere hacer un trato con nosotros, necesitamos saber que lo que nos está ofreciendo es el auténtico cáliz y no cualquier otra cosa o, lo que sería peor, una falsificación. -terminó de decir

Madsul observó al reo con tranquilidad, viendo la portentosa intervención de Xanjahar. El nómada estaba realmente impresionado por su entereza y por el poderío de su voz, y pensó que más valdría dejar trabajar al paladín. Quien sabía si el ente oscuro que llevaba dentro no podría obrar más mal que bien en aquella ocasión.

—Excelente, entonces habéis avanzado en la investigación. No esperaba obtener resultados tan pronto. ¿Debería enviar a la guardia a arrestar a esa Madre de las Serpientes?

Karranis se frotó el mentón cuando le pedisteis una descripción del cáliz.

—Es una copa humilde, fabricada en cobre, con el símbolo de Casa Hatharia grabado en su superficie¹ —describió Karranis—. Revela un aura mágica de transmutación bajo un conjuro de detectar magia, y si se lanza un hechizo de bendecir agua sobre el contenido de la copa, le confiere la capacidad de curar enfermedades.

1: descripción que Shem-su-namun y Kéfera ya tenían. Recuerdo (porque vuestros PJ también lo harían) que Hanofret os dio por escrito una descripción pormenorizada del cáliz en el Arcaneum de Gheldaneth.

El rufián retrocedió aún más de la amenazante figura de Xanjahar, sobresaltándose al encontrar el muro del calabozo. Se pegaba tanto a la pared que parecía querer fundirse con la piedra con tal de no estar al alcance del paladín.

—¡No se nada de ningún cáliz! ¡Lo juro! —dijo con voz temblorosa, tratando de ofrecer a continuación información útil para compensar—. Tathtlasss es nuestra perista, encuentra para la organización a compradores interesados en objetos robados, tanto dentro como fuera de Majoor. Loto Negro es su guardaespaldas, una asesina experta y letal, según dicen. Se dice que están liadas, ya sabes —dijo mientras hacía un gesto obsceno con las manos—. El Faraón Sonriente, es donde ella despacha y se reúne con los clientes. Tiene una habitación en la segunda planta alquilada permanentemente para ella.

Siempre le resultaba extraordinario lo sutiles e intrincadas que podían ser las mentes de las personas de alto rango a la hora de lidiar con todo tipo de intrigas políticas, y lo simples que podían ser para cualquier cosa relacionada con la gente por debajo de ellos, que solían ver sin ningún tipo de matices. Quizás porque una de esas cosas eran cuestiones que podían afectarles y que no podían hacer desaparecer con facilidad, mientras que cualquier problema o molestia relacionada con los otros podían generalmente hacerlo desaparecer con el simple uso del dinero, poder o la fuerza.

En todo caso, lo último que necesitaban en este caso era aplicar ese tipo de soluciones "simples" antes de tener asegurado el cáliz, cuando eso podía hacer que los que lo tenían desapareciesen, quizás llevándoselo consigo.

-Perdonen mi interrupción-Dijo, sin levantar la vista del suelo-. Pero el paladín Xanjahar me dejó instrucciones a ese respecto. Pidió que no se interfiriera con la Madre de las Serpientes hasta que el cáliz estuviese a salvo, para evitar que lo escondiesen o intentaran destruirlo intentando librarse del castigo. También pidió que se le diese a conocer los detalles que se conocen del robo, y quien sabía donde iba a estar el cáliz y donde estaban localizados los documentos con la información con los detalles de su transporte. Cuando capturemos a los culpables, desea interrogarlos al respecto para asegurarse de que no han encontrado una forma de entrar a robar aquí, y de que todas las personas y bienes del templo están a salvo.-Esperaba que Xanjahar no es molestase porque usase su nombre de esta forma. O, en realidad, esperaba que ni siquiera se enterase. Pero estaba segura de que esa solicitud, hecha en el nombre de un paladín de alto rango, sería mejor recibida que si alguien como ella sugería lo que pensaba, que era que quizás en el templo hubiese o bien traidores, o bien incompetentes que se dejasen robar, y que quizás fuera mejor hacer una limpieza de la casa si no querían que desaparecieran más reliquias.

Amuir contempló el campamento con disgusto. Había estado en uno parecido cuando era más pequeño, un niño. Había salido de allí gracias a Osiris y a él debía su situación actual; a él le debía todo lo que era ahora. Se detuvo a varios metros al ver la construcción de Thot, probablemente era la casa de curación del Cenagal. Decidió esperar fuera, a ver quién salía y a quién podía seguir una vez el mensajero se fuese.

Xanjahar sonrió. - Muy bien, podemos entendernos. - dijo afirmativamente para que el hombre se relajara y terminara de soltar todo - Pues necesito que me cuentes qué trabajos habeis hecho esta última semana. Para quién habéis trabajado y a quién le habeis vendido las cosas. Y si no sabes de qué te hablo, al menos dime que sabes qué algo habíais robado - dijo como dando a entender que o era tonto o se lo estaba haciendo.

El tipo al que habías seguido se marchó de la tienda poco después, entre gritos de una voz nasal. Como no salió nadie, decidiste entrar a curiosear. No. Desde luego aquello no se parecía en nada a una casa de curación. Al contrario, parecía el estudio de un arquitecto o ingeniero, pues estaba todo lleno de planos e instrumentos de dibujo y medida.

En su interior había un gnomo con el círculo tatuado que lo identificaba como ciudadano libre en Mulhorand. Aunque obviamente extranjero, lucía las ropas propias de los locales con el turbante más grande que habías visto jamás. A decir verdad, era difícil saber cómo era posible que el gnomo retaco no perdiera el equilibrio con semejante turbante en la cabeza.

—¡Te he dicho que no quiero volver a saber nada de todo esto! —chilló en cuanto te plantaste en el umbral—. Le puedes decir a la Madre de las Serpientes que...

Y entonces alzó la vista y te vio. Bizqueó un poco, se ajustó los anteojos redondos y se fijó en que no eras quien él pensaba que eras.

—¿Y tú quién eres, pasmao?

El sacerdote de Toth no pudo evitar fruncir un poco el ceño al escuchar la respuesta de Karranis y darse cuenta de que tanto a él como a Kéfera les habían dado una descripción más pormenorizada del cáliz en si ¿estaba perdiendo facultades?

Por suerte, Nathifa tenía las ideas más claras. Cuando habló por boca de Xanjahar asintió e incluso comentó:

-Es cómo bien dice la bella Nathifa, Adivino, por el momento mejor será mantener todo este asunto de la forma más discreta posible. Una vez que esté todo claro, tomaremos su oferta de ayuda para actuar con contundencia contra los culpables. -luego guardó silencio para ver si Karranis podía contestar a las nuevas preguntas que planteaba la mujer.

Madsul observó cómo Xanjahar ponía contra las cuerdas al prisionero, que se afanaba por complacerle debido al terror que sentía hacia el paladín. El nómada observó con cierta lastima a aquel hombre, que le recordaba a un ser enjaulado. Entonces recordó las palabras de Nathifa acerca de la oscura identidad de aquella Madre de las Serpientes, y aquello le suscitó una pregunta.

- Os avenís a colaborar. Una sabia decisión. - dijo con una sonrisa -  Decidnos, ¿desde cuándo es Tathlass vuestra perista?

Observó sin pestañear al prisionero, sin perder en ningún momento la expresión tranquila.

A Karranis no pareció ni pasársele por la cabeza que Nathifa estaba dando su propia opinión al respecto. Asintió y meditó las palabras de la arpista por un momento.

—El señor Fahardid tiene razón. Está claro que está más acostumbrado que yo a tratar con esa chusma. Está bien, lo haremos como él propone —zanjó el Adivino de los Misterios—. En cuanto a los detalles del robo, sabéis vosotros más que yo. Aún estábamos esperando el regreso de Habib, contemplando su retraso con preocupación, cuando vinisteis solícitamente a informarme de su desafortunada muerte. Supongo que lo robarían en algún momento durante el viaje, eludiendo la vigilancia del Hermano de Osiris, y afligido por su fracaso, decidió intentar recuperarlo por sus propios medios antes de informarnos de lo acaecido.

»Hay muy pocas personas que conocieran de la existencia del Cáliz y de la misión de traerlo a Majoor. Nuestro amado Precepto decidió mantener el asunto en secreto. Aparte del señor Tholaunt y de mí, otras dos personas de la más absoluta confianza conocían que el Cáliz estaba viajando aquí: mi ayudante Eqil y el sumo sacerdote de nuestro templo, Ka-Hatem.

—¡Sí, sí, lo reconozco! Robamos el cargamento de ese mercader —reconoció el rufián, cada vez más agobiado por la imponente presencia de Xanjahar—. Sabíamos su ruta y teníamos a un hombre compinchado dentro de los mercenarios que protegían la caravana. Sacamos una buena tajada, y pretendíamos escamotearla del gremio, pero de algún modo la Madre de las Serpientes se enteró y reclamó su parte. Llegamos a la ciudad hace dos días. Desde entonces no hemos hecho más que hurtos de poca monta en el mercado.

»No lo sé —le dijo a Madsul—. Yo solo llevo unos pocos meses en la Mano Serpentina, y ella ya era nuestra perista más importante. Por la manera en la que hablan los demás debe llevar años en la organización.

Amuir se fijó en el exterior y en el interior. Podría haber preguntado a cualquier mendigo quién había en la tienda, sin embargo, ya era tarde, en sus ansias por obtener información se había adelantado. Era el edifcio más limpio del Cenagal y parecía un laboratorio, así que probablemente aquel tipo estaba haciendo algún experimento o alguna tarea sin que nadie lo importunase. ¿Qué relación tenía con la Madre?

-Bilsbifa, effendi -saludó con una leve inclinación de cabeza-. Mi nombre es Amuir Hassen y he llegado hasta aquí investigando la extraña enfermedad que ha echado raíces en Majoor.

Miró por toda la tienda, curioseando, y luego volvió a fijarse en el gnomo.

-Me he fijado en tu edificio, creí que era una casa de curación por el ibis de Thot, pero parece que estoy equivocado. ¿Eres un erudito?