Partida Rol por web

-Podría ser buena idea. Si no quieren que la gente se acerque, algo guardarán dentro-le contestó Nathifa a Amuir, acercándose a él y usando la varita sobre el asesino. No se había dado cuenta antes de la rigidez con la que se movía. El Loto Negro y el resto de matones lo había herido más de lo que había pensado.

-Si no sabes cuantos, puedes decirnos quien. ¿Quien es esa enmascarada?¿Cuales son sus habilidades?¿ Y donde se encuentran Imin y Khaibet?-Le preguntó al miembro de la mano ya despierto, sin siquiera mirarlo, comprobendo aún si Amuir necesitaría más ayuda con sus heridas.

Kéfera asintió a Shem, pues le debía devoción a él y a Thot a si que decidida avanzó hasta la puerta norte de la sala y se dispuso a vigilar por si alguien decidía aparecer, poderle dar una grata bienvenida mientas el resto de sus compañeros intentaban sacarle algo de provecho a ese indeseable que por desgracia había caído inconsciente y no muerto.

Mientras le interrogaban, aunque expectante en su posición, se giró durante unos instantes y se dirigió a sus compañeros.

- Si tengo que ir ahí a sacarle las respuestas... - suspiró - Creo que no volvería a hablar jamás.

Madsul observó al infeliz, quien sin duda no estaba en condiciones de responder muchas preguntas. Pero quizá supiese si el tal Khaibet se encontraba allí dentro. También escuchó a Shem, quien parecía nervioso por el peligro de que una gran fuerza irrumpiese por ese puente.

- El diestro Amuir podría averiguar qué hay tras ese candado, mientras la podersa Kéfera y uno esperan en el puente. Que los vientos no se levanten demasiado fuertes, amigos.

Hizo un gesto a Kéfera, esperando que la impetuosa guerrera se uniese a él en la tarea de proteger ese peligroso punto de bajada. Una voz en su interior, sin embargo, le decía:

Puedes defender ese lugar tú solo, si me dejas hacerlo a mi por ti.

Madsul se estremeció, y caminó hacia el puente tras recuperar de nuevo su sonrisa.

-Es un camisote de mallas imbuido mágicamente y que ofrece algo más de protección que lo normal. -dijo finalmente Shem hacia Nathifa- Está claro que Loto Negro tenía que corresponder a su... reputación.

Dicho aquello vio cómo reanimaban al rufián y le interrogaban. Se enderezó apoyándose en su bastón mientras su mirada se fijaba en el rufián y sus respuestas y asintió ante los planes de Kéfera y Madsul algo más tranquilo y agradecido.

-Cuéntanos qué guardáis en estas estancias y date cuenta que tenemos ojos para mirar y luego cuéntanos qué podemos encontrarnos más adelante. Ten cuidado con lo que dices porque tenemos ojos para ver y si mientes... tendrás que atenerte a las consecuencias. -terminó de decir haciendo un gesto con la mano que abarcaba la pequeña masacre que acababan de ocasionar.

-Más adelante, hay un cocinero, pero no sé si habrá algún rufián más escondido*. Quizá el hombre haya huído o se haya encerrado dentro.

Después, sacó las herramientas del cinturón y rebuscó una ganzúa en la bolsa, apartando el montón de monedas que había ido acumulando Osiris sabía para qué. Después se acercó a la puerta y buscó que no hubiese trampas. Una vez asegurado, trató de abrir el candado.

Busco trampas en puerta/candado. Total 28 (20 natural).
Si hay trampa, intento desactivarla (llevo las herramientas adecuadas). Total 20.
Intento abrir el candado (llevo las herramientas adecuadas). Total 26

*Señalo la habitación B8. No he podido explorar el resto de puertas.

—No sé quién es. Si todos lo supiéramos, no necesaria esa máscara, ¿no? —respondió el rufián—. Han llegado hace poco, tienen tratos con el gremio, pero no sé cuáles, exactamente. A mí nadie me dice nada, solo me dan órdenes.

Señaló en dirección noreste, más allá del río de porquería.

—Imin ha ido con unos cuantos tipos de su confianza a cerrar los detalles de un negocio con un importante cliente.

Se encogió de hombros.

—La mayor parte de las estancias son nuestras habitaciones. Hay camas y eso. También hay un almacén donde guardamos las cosas a la espera de que las tase nuestra perista.

No había trampa alguna en la puerta, y lo cierto era que el candado al que se enfrentaba Amuir era bastante rudimentario y no ofreció mucha resistencia. Cuando abrió la puerta le recibió un penetrante hedor a carne podrida, y es que la sala estaba llena de cadáveres que colgaban de oxidadas cadenas terminadas en ganchos. Los cuerpos sin vida lucían harapos y cubrepiés, y estaban cubiertos de moscas. Por encima del incesante zumbido y del chirriar de las cadenas escuchó el Hermano un sonido húmedo. En una esquina de la estancia, dos criaturas humanoides de piel gris y tumefacta se daban un festín con uno de los cadáveres, partiendo los huesos y extrayendo la médula con sus uñas largas y sucias.

Esta sala es B3. Todos deberíais tener visión sobre lo que está pasando, excepto Madsul que se ha ido a defender el puente. Nuestro nómada poseído favorito, en cambio, tiene visión sobre B8, que es la cocina. Ahí hay un cocinero a cubierto. Probablemente, se le esté pegando el arroz con habichuelas.

B5 son habitaciones y hay camas deshechas y efectos personales variados. B4 es el almacén. En B6 hay un juego de grúas y poleas que mueven una plataforma grande. La plataforma está actualmente a vuestro nivel, sobre el río.

Un escalofrío recorrió a Nathifa al ver los cadáveres en la habitación que Amuir acababa de abrir. Esperaba documentos confidenciales, objetos robados, quizás incluso el cáliz, aunque dudaba que tuvieran tanta suerte. Pero jamás eso. Y aunque sabía que la Mano Serpentina eran criminales, un almacén de cadáveres iba más allá de lo que hacían simples ladrones y rufianes. Pero cualquier consideración sobre qué planes podían tener con aquello pasaron a segundo plano cuando se dio cuenta de la presencia de las criaturas.

-¡Necrófagos!¡Muertos vivientes!¡Cuidado!¡Paralizan con su mordisco y sus garras!-Advirtió a Amuir y los demás.

Kéfera esperó unos instantes ante el ofrecimiento de adelantarse con Madsul, pues pudo ver como Amuir se tiraba a la cerradura de aquella puerta. Instantes después la abrió con tremenda facilidad.

La devota de Thot se llevó la mano a la cara, cubriéndose la nariz y la boca, pues esa bocanada de peste la golpeó en la cara más fuerte que aquellos rufianes... y aquellas criaturas... pero qué cojones eran. Ella no tenía ni idea, le dava una vuelta en su mente, pero Nathifa fue más rápida que ella. 

Parecía que eran necrófagos, o eso dijo ella.

- ¡Rápido! Atranca esa puerta - avisó a Amuir.

Se dio rápidamente la vuelta y avanzó todo lo que pudo en dirección a Madsul para avisarle de lo que acababan de ver.

Ignorante de cuanto ocurría a su espalda, Madsul comenzó a escuchar los gritos nerviosos de sus compañeras de fatigas. Se volvió para ver a Kéfera corriendo hacia él, poniéndose en guardia para reaccionar ante el inesperado peligro que había emergido a su espalda.

Acababa de abrir la puerta y aún estaba asimilando lo que estaba viendo cuando Nathifa gritó su advertencia. El asesino cerró la puerta y acto seguido le tapó la boca a su compañera. La miró fijamente.

-¡Chsst! Sea lo que sea, prefiero que se queden ahí dentro tranquilitos.

Apartó la mano y rápidamente puso el candado otra vez.

-Esto es cosa de sacerdotes, no nuestra.

Perdón por la invasión del espacio de Nathifa, pero me parecía lo más adecuado que gritarles en la cara a los necrófagos ^^"

No sé si tengo que tirar para cerrar la puerta o poner el candado.

Nathifa asintió a la advertencia de Amuir. Esperaba que aquella puerta resistiera. Aunque suponía que si no habían salido antes, probablemente fuera por una razón.

-¿Qué pretenden vuestros jefes manteniendo ahí esas criaturas?¿Y de donde vienen los cadáveres?-Le preguntó al matón en voz baja, pero en tono de furia. A juzgar por los harapos con los que iban vestidos, suponía que aquellos cadáveres serían de gente del Cenagal. Gente que nadie echaría de menos si faltaban.-Y puedes decirme también a donde va a dar la plataforma.-Continuó, señalándole aquellas grúas y poleas que veía en el fondo de aquella otra sala.

El rostro de Shem se ensombreció al oir aquello de los necrófagos. No es que le agradaran aquellas repugnantes criaturas no-muertas, pero ahora mismo su misión no tenía que ver con una cruzada en contra de eliminar aquellos seres, sino de encontrar el Cáliz.

Asintió a las acciones de Amuir en silencio, dando su aprobación, añadiendo: Y no de todos los sacerdotes... -precisó, dejando claro que aquel no era su asunto, aún siendo sacerdote.

Lanzó un vistazo alrededor. Parecía una especie de cuartel. No tendría mucho sentido guardar el Cáliz allí, por lo que tenían que moverse rápidamente. O bien por aquellos muelles para despistar al grueso de las manos serpentinas, o bien por el puente.

Se puso a la espalda del interrogado y le hizo una señal al asesino significativa. Igual una vez sacada la información, lo mejor era mandarle a dormir para que no pudiera dar pistas a sus compañeros...

Amuir cerró la puerta y volvió a colocar el candado sin que las criaturas se percataran, aparentemente, de lo que había sucedido. Tan centradas estaban en devorar el festín que tenían delante.

—¡No sabía que ahí había ningún monstruo! —exclamó el rufián—. Lo único que sé es que ahí estaban almacenando los cuerpos de los mendigos que merodeaban demasiado cerca de nuestra guarida. La enmascarada los quería para algo, pero no sé para qué, o si ella tiene algo que ver con la presencia de esas criaturas.

»La plataforma desciende al río —continuó—, la usamos para cargar y descargar las mercancías del muelle inferior. Pero hace un par de días que no la utilizamos. Hemos visto deambular a un cocodrilo y no nos hemos atrevido.

Carraspeó nerviosamente.

—Vamos, ya os he dicho todo lo que sé. ¡Dejadme marchar! No diré nada, os lo juro.

La exploradora corrió con el resto al ver que Amuir estaba cerrando la puerta de nuevo.

- Espera...¡Espera! - gritó un poco mientras llegaba junto al resto de sus compañeros.

Miró al Rufián, y al ver que lo ataban hizo un gesto de aprobación.

- Perfecto... lo atamos y lo tiramos ahí dentro - ofreció rápidamente como solución. - Matamos dos pájaros de un tiro. No nos manchamos las manos... y esas cosas están entretenidas un rato más. ¿Qué os parece?

En esos instantes la mirada de Kéfera había cambiado, había vuelto a saborear la adrenalina y el desfogo del combate y todo aquello la tenía todo el rato con una sensación de éxtasis que no podía dejar pasar.

- Y creo... que deberíamos de seguir. No parece que se hayan marchado para volver... creo que tratan de huir con aquello a por lo que hemos venido, - miró a Shem durante unos instantes y pudo ver un brillo que nunca antes había visto el sacerdote en la devota - y no lo voy a permitir.

Kéfera enfundó sus espadas, recogió las de Loto Negro y las observó detenidamente. Pasó su mano por el filo, se parecía al de las suyas... incluso parecía cortar algo mejor. No so sabría hasta que no las probase.

- Quizá sería irónico matar a estos Rufianes con sus propias armas. - se las acopló en el cinturón y guardó las otras en la espalda, junto al petate - Merecerá la pena probarlas.

-Estamos seguros de que su palabra vale mucho, señor ladrón y asesino de la Mano Serpentina, pero estando herido como está, mejor que se quede descansando un rato.-Le dijo Nathifa con una sonrisa, mientras le indicaba que se sentara en el suelo contra la pared y le metía un trozo de tela que había cortado de la propia ropa del matón en la boca.

Viendo que la situación estaba controlada, Madsul hizo algunos gestos de impaciencia a sus compañeros desde la base del puente.

- ¡Vamos, amigos! - les gritó - ¡El tiempo que escurre entre nuestros dedos como la arena del desierto! ¡Debemos aprestarnos a recoger lo que hemos venido a buscar!

Madsul sentía un fuego creciente en su interior, y tamborileaba con los dedos sobre el ástil de su lanza, cuya punta, embadurnada en sangre, parecía pedir más.

Aquello resultaba cada vez peor. Iba a darle información con todo lujo de detalles a las autoridades para que cerraran aquel lugar. Seguro que alguien como Xandahar encontraría aquel lugar digno de atención.

Vio a sus compañeros actuar y ser movidos por las prisas... A él le hubiera gustado tomar una dirección menor directa aunque entendía que existía la posibilidad de que aquellos rufianes fueran rápido con su amo para esconder aún más el cáliz.

Suspiró y dejó que Nathifa o Amuir se encargaran de aquel desgraciado mientras se unía a su amigo Madsul y Kéfera en el puente.

Amuir no dijo nada cuando el rufián suplicó por su vida y Kéfera parecía animada a encerrarlo dentro de la habitación de los cadáveres y los necrófagos.

-El tiempo apremia, vamos.

Arrastró al matón hasta la cocina, donde el asustado cocinero estaba a resguardo, y mientras Nathifa los amordazaba, él les aplicaba algunos nudos con las cuerdas. Estaba un poco desentrenado en aquello, tenía que reforzar sus habilidades con las ataduras...

Sacudió la cabeza para centrarse y ató el nudo demasiado fuerte, haciendo gemir al rufián. Le puso un saco de harina en la cabeza y le dio una colleja.

-Has tenido suerte de que no te mande al juicio de Osiris antes de tiempo -replicó. Cerró la cocina y se dirigió al puente con Madsul y los demás.

Busco trampas en el puente, 22 en total.

Si no hay nada, avanzamos. Si hay algo, lo inutilizo con un 30 (probablemente no haya nada, vaya tiradas xD).