Partida Rol por web

Atrincherada en la cabaña,  aun sigues escuchando los gritos de Marius por largo rato. Unas veces mas lejos, otras tantas más cerca. Su voz acaba tornándose agónica. Sabes que el niño desapareció y nunca mas se supo. Pero él no sabe nada, salvo que ha podido estar con el niño (de aceptar jugar con él) y no lo hizo. Y ahora no está...

El temor de que te culpen de aquello hace acto de presencia en tu mente. El chico sabía lo de tu sueño, y si se iba por otros derroteros quizá te señalara a tí directamente con el dedo. Quizá volviera con los alguaciles, pero sólo el tiempo te sacaría de la duda. 

Después de momentos de silencio, vuelves a escuchar las pisadas en la nieve. Pero esta vez, a quien distingues a través de una ventana entreabierta es al gitano de la horca. Vivito y coleando...Y te mira a través del cristal. Está desarrapado, con ropas de época pero raídas y un ligero abrigo negro. Sus ojos te miran con sorpresa y extrañeza, clavados en ti como están. Aquello era inquietante. 

No quiero salir, pasará algo y me culparán y me pasarán por la horca o a saber. Es entonces cuando le veo. Abro los ojos sorprendida, mientras él me mira al otro lado del cristal.

-¡¡Tú!!- grito al verle y abre la ventana con prisas, como puedo. -¡Eres tú!- le repito con mi razonamiento. Lo había visto en mis sueños, subido a la horca y el niño tomaba mi mano. ¿Era él realmente el culpable o solo una cabeza de turco? Pensaba que lo primero, el niño había desaparecido y él estaba aquí.

El gitano pega un bote en el sitio ante tu reacción. Le gritas y hasta abres la ventana para seguir haciéndolo. El chico te mira sobresaltado y das unos pasos atrás. 

- Tu ropa...Tu ropa...¿donde has sacado esa ropa? - pregunta con cierta agonía. Te trata de tú y habla un inglés osco y con un patente acento. Lo ves que no sabe si quedarse por la respuesta o bien salir huyendo. Pronto, la nieve os deja escuchar otros pasos lejanos que se acercan en la otra dirección- El pequeño...solo cuidad del pequeño... - se apresura a decir en un tono que apenas puedes escuchar tú y después sale en estampida. 

Quizás ahí es cuando te fijas en sus botas:

Miro mi ropa y luego le miro a él. Ya sabía a lo que se refería, pero cuando lo dice no puedo sino mirar. Cuando alzo la cabeza ya casi está huyendo.

-¡¡Espera!! ¡Vuelve!- me quedo sin saber qué hacer, pero mi primer impulso es saltar por la ventana y seguirle. Había soñado con él y se suponía que él era culpable de todo esto. Quería respuestas, más si me decía de cuidar del niño.

Saltas por la ventana como puedes y sigues sus pasos, aunque eso no hace que él detenga los suyos, internándose en el bosque aledaño. Aprieta más su paso de una forma que hace apurar el tuyo, si aún continuas en el empeño. Si así es, para cuando te das cuenta estás rodeada de una espesura forestal sin hojas y cubierta de nieve:

La bruma es espesa y hace que lo mas lejano no se vea nítido. Los arboles que están mas´allá de diez metro se ven como sombras macabras. Al menos alcanzas a ver lo justo para contemplar como el gitano se tropieza con la raíz saliente de algún árbol y cae al suelo con estrépito. 

Le sigo, internándome en el bosque y sin darme cuenta de dónde me estoy metiendo. Cuando corre más yo aprieto el paso como puedo, quería que me contestara y quizás me explicara. ¿Pero qué me iba a explicar si solo aparecía en mis sueños? Aunque se suponía que él era el culpable de todo.

-Joder... ¡¡Espera te dije!!- le grito casi faltándome el aliento. -¡No te vayas, solo quiero hablar!

El chico, en el suelo tras tropezar, se vuelve para mirarte con miedo. Ves que ha debido golpear con el suelo, y su nariz sangra de manera profusa. Le tiembla la barbilla y al hablar sale de su boca un espeso vaho a causa del frío.

- ¿De donde has sacado esa ropa? - dice, guardando la distancia y mirándote con cautela ahora. Recula un poco para atrás, para lo que debe arrastrarse. Mira también de vez en cuando alrededor, entre la espesura de bosque, victima de cierta paranoia, o a saber.

Le sigo, hasta que veo que tropieza y paro de inmediato abriendo los ojos.

-Joder... Estás sangrando mucho- señalo su nariz y busco entre mis bolsillos algún pañuelo de papel de esos que acaban hechos una bola. Luego me miro ante su pregunta, los vaqueros, el jersey y esas cosas que aquí les chocaba tanto y que yo no me acostumbraba a que les chocara. -¿Cómo que de dónde? Es mi ropa...

Encuentras un pañuelo arrugado en un bolsillo, quizá de mocos, o de a saber qué. Pero ante una urgencia eso era lo de menos. Cuando ve el kleenex,  él abre más lo ojos (no le da importancia a la sangre, es como que tiene algo más importante delante). 

- Esa ropa no es de aquí...¿de donde coño vienes? Eso es un puto kleenex...- se lleva un poco la mano a la nariz, y esta se impregna de sangre roja y viva. Aun te mira, con ojos de shock y su reacción final es reírse. Hacerlo de forma demencial, a la vez que mira un poco alrededor - Un puto kleenex....- ya aquello se torna es una risa nerviosa. 

Me miro y luego miro lo que él lleva. Acabo dudando en decirle de dónde sale mi ropa, hasta que nombra el kleenex, ahí abro yo mucho los ojos.

-Joder... Vengo del futuro, o algo así...- mis palabras sonaban a anuncio de lejía, detergente o cualquier broma barata. Me froto la nuca, tratando de dilucidar cómo explicar aquello. -Y si sabes lo que es un kleenex tú también... ¿Quién eres y por qué sales en mis sueños?

Aquel chico de nariz sangrante continúa riéndose de aquella forma tan demencial. Si venía de donde tú, o de donde viniera, quizá había sentido lo mismo que tu al principio y le había tocado lidiar con ello solo en un mundo hostil y desconocido. 

- Esto...Esto en una puta locura...- intenta levantase de forma torpe, con el golpe, y mira un poco de forma nerviosa alrededor- Una puta locura...Todo esto...Me tragó la bruma. - se ríe un poco más, pero es una risa desesperada que poco tenía que ver con la diversión - Tenemos que irnos...Esa cosa está por el bosque...Estoy seguro...

Él no se fía de mí, pero no puedo seguir mirándole sangrar. Me acerco con el pañuelo a secarle la nariz, que no corta su hemorragia. Su risa me causa un escalofrío, puede que yo no me hubiera hecho tanto a la idea de dónde estaba y cuál era mi situación como aquel chico.

-Sí, yo también vi bruma... ¿Qué cosa del bosque? ¿Qué coño está pasando? ¿De "cuándo" vienes tú? ¿Cuánto tiempo llevas aquí?- no tenía más que docenas de preguntas. -¿Sabes lo que pasa... luego?

Secas un poco su nariz, pero el chico está sangrando de forma profusa. Eso no parece ser lo que le preocupa, pues se acaba levantando y mira alrededor con paranoia. Luego te mira a ti con cierto miedo, que aun sostienes el pañuelo en contra de su hermorragia.

- Tenemos que salir de aquí...- dice simplemente, saturado de tanta pregunta - Aquí no es seguro hablar... - y echa a andar entre los árboles, nervioso -  ¿Como está el niño?

Le sigo de cerca cuando comienza a moverse, como un animal enjaulado o algo. No entendía eso de la cosa o de que no fuese seguro hablar. Ni que estuviera el mismísimo scotland yard escuchando.

-¿Cómo que no es seguro? Yo qué sé del niño...- le miro extrañada. -Lo estaba buscando el otro chico... Marius creo que se llamaba.

Él no se detiene, aunque ya no corre, eso no hace que sus pasos sean pausados. Camina rápido y fluido por el bosque, como si lo conociera muy bien y supiera hacía donde se dirige. Se vuelve levemente cuando no paras de hablar:

- Shhh....- susurra, con su naríz aún sangrante, y sigue caminando. ¿Esperaba que le siguieras? - Ha empezado...- añade en el mismo susurro.

Ves que la bruma que os rodea cada vez se hace más espesa y el frío se torna cada vez mas patente, helando todos los huesos. Es cuando, aparte de los pasos del chico, escuchas un crujido de una rama a algunos metros.

Sigo sus pasos, tan cerca como puedo. Yo no sabía dónde íbamos, pero él sí y mejor no separarse. Le miro extrañada cuando me manda callar, no sabía qué decía que empezaba, pero haría como decía. Su forma de hablar, su paranoia, no sabía bien cómo tomármela. Por una parte tenía miedo y por otra sentía la emoción de lo desconocido. Era él el supuesto asesino de los niños, ¿estaba loco y por eso decía esas cosas? Pero me hablaba de tú y sabía que era un kleenex. Asiente levemente a sus palabras, siguiéndole en silencio y mirando la espesa bruma que nos cubría.

Le sigues y los crujidos de ramas se vuelven cada vez mas insistentes, como si alguien siguiera vuestros pasos. Ante eso, el gitano acelera sus pasos, tratando de mantenerse alejado de la bruma. A pesar de la espesura de la misma, distingues que os adentráis cada vez mas a la zona interna y boscosa de aquel lugar. Los arboles cada vez están más unidos y la nieve, que hace que enterréis vuestras piernas al nivel de las rodillas a cada paso, mas densa y pura. 

Le escuchar gemir de miedo a medida que avanza, intentando hacerlo lo más rápido posible. Y hasta te coge de la mano en algún momento para ayudarte. Al rato de marcha incesante, distingues esto:

Se trata de una cabaña de madera ubicada en el centro de ninguna parte. La nieve la cubre hasta la mitad, pero los accesos a las puertas (al menos en una de ellas) están despejados. El gitano va rápido a la puerta y por ahí se cuela.

Me dejo llevar sin comprender nada, incluso cuando me toma la mano. Al final acabamos por encontrarmos una cabaña, una que no había visto antes. Me doy cuenta que estamos en lo más profundo del bosque, lejos de todo. Entro en aquella choza cuando lo hace él y cierro la puerta tras de mí.

-¿Qué coño pasa? ¿A qué tienes miedo? ¿Piensas responder a alguna de mis preguntas?- me cruzo de brazos mirando a aquel gitano seria.

Entráis en la cabaña y cierras. Él, de inmediato, se acerca a la puerta y se apoya, como haciendo contrapeso para que alguien no la abra en lo que pone un par de cerrojos (consistentes en un madero grueso atravesando la puerta). Aún te hace un gesto de silencio, posando un dedo en sus labios, con toda la paranoia y pega una oreja a la puerta. 

- Hay algo en el bosque...- susurra tras un rato ignorándote y te mira, apartándose de la puerta- Nos seguía...Está ahí afuera...

La cabaña en su interior está algo mejor que la que dormiste aquella noche. Esta, a diferencia, se nota habitada. Hay una cama pequeña, una mesa con varias sillas y un hornillo como el otro pero mas pequeño. Las ventanas están tapiadas con tablones. 

No puedo mirar por la ventana para ver si tiene razón, porque están tapiadas con maderos. Miro al chico que está paranoico del todo.

-Ahí fuera no había nada...- le miro extrañada. -¿Vives aquí? Deberías contestarme, porque lo poco que sé de ti no me gusta nada- me cruzo de brazos mirándole.