Partida Rol por web

¿Qué eran esos gritos, hijo? -dijo mamá elevándose de puntillas y tomando unos cuencos-. Sí: tomam, pero no te vayas a cortar... ¿todo bien ahí fuera? No entiendo porqué tu padre ha salido así, tan deprisa, ¡casi se trastabilla! Por cierto, Christopher: no hace falta que estés aquí en la cocina. Si quieres puedes ir con tus hermanos*, ¿eh?

Dylan, hijo... -golpeó con sus nudillos la puerta, pidiento tu atención-. ¿Puedo pasar? Sólo será un momento...

Los hermanos disfrutaron del paseo por el pueblo siendo asaltados por algunos de los habitantes, pero sinceramente tampoco era algo tan extravagante. Por su parte Dafydd estaba bastante callado después de lo de Dylan, así que se mantuvo siempre un paso atrás, cosa tampoco muy extraña en presencia de Huw.

Mientras avanzaban, Dafydd no pu¡do evitar la pregunta.

-Huw ¿crees que Dylan se recuperará?- estaba claro que solo había sido un momento, pero quién sabe hasta qué punto le afectaba aquello- Tal vez Daniel también se encuentre algo- buscó la palabra durante un instante- inseguro a su regreso. Yo tampoco me encuentro cómodo, pero tal vez él esté un poco más como...Dylan.

No le gustaba hablar así de su hermano sin duda alguna, pero le preocupaba y necesitaba saber que todos estaban pasando por algo, pero que se podía superar o tal vez a él también le pasara, tal vez después de la próxima pesadilla hiciera alguna locura.

Padre con mucho esfuerzo sube las escaleras y llega a la puerta de la habitación donde se encuentra Dylan. El muchas ganas de hablar no tenia, ¿pero como podría negarse a su padre? Al fin de cuentas todavía no conseguía conciliar el sueño, tal vez las palabras de su padre le trajeran calma a su mente. – Papa pasa por favor, todavía sigo despierto. - 

-No, nada. Los chicos jugaban fuera a tirarse bolas de nieve, como cuando eran pequeños y se emocionaron un poco. Creo que Dylan se ha resfriando un poco. 

Christopher comenzó a pelar patatas. Se encogió de hombros cuando su madre le dijo que no tenía que estar allí. 

-Siempre te pasas horas cocinando para todos en estas fechas. No puede ser. Ya va siendo hora de que colaboremos ¿Cómo las corto?, ¿en cuadrados o en tiras?...¿así está bien?

Papá entró en la habitación algo nervioso. Su bastón sonaba en la tarima del suelo y su rostro contenía una mueca de desesperación, pero la guardaba bien y la escondía con una sonrisa que a tus ojos sabías que no era verídica. Entonces se quedó de pié junto a tu cama.

Dylan, ¿qué pasa? -te preguntó-. ¿Porqué has bajado corriendo y has ido a por ese hacha? Has podido asustar a alguien... A tu madre, en primer lugar... ¿ocurre algo malo?

Como tu quieras, hijo... -parecía que las palabras de Christopher no tranquilizaron a Mamá. Quizá luego se entararía-. No encuentro muy bien a Dafydd, ¿sabes? No sé que le pasa. Es el más jóven de vosotros, y quién sabe lo que habrá visto en esa maldita guerra. Ojalá pudiera cambiarme yo por vosotros, querido...

Mamá anduvo de acá para allá, cogiendo alguna sarté, una olla, un mortero, un bote con especias, algo de carne y también cortó verduras. Tú la obedecías en todo lo que decía: en casa de los Evans ella era la dueña de la cocina... y de toda la familia, en realidad.

Hoy vamos a preparar un buen guiso -te confesó-. No el preferido de tu padre, sino otro. Anoche Sian Hughes, al volver a casa, me contó su receta más querida. Asique espero que me salga bien... Oye, cuando vuelvas de la guerra a ver si te echas una buena novia, ¿eh? Ayudar a tu madre en casa no está "de moda", como dicen los jóvenes de hoy en día... -mamá esbozó una sonrisa mientras el cuchillo desmenuzaba la carne como un alemán descosía las tripas de un aliado en pleno frente-.

No te preocupes por él, es muy fuerte. A él también le había sorprendido el ataque de Dylan, pero tenía que mostrarse sereno y tranquilo. Y Daniel, ya sabes cómo es, siempre ha sido inseguro y trata de compensar esa inseguridad gritando y lanzando comentarios mordaces. No te preocupes por él.

Todos los comentarios de Dafydd eran acertados, todo había cambiado desde su paso por el frente, aunque era mucho más correcto decir que “ellos” habían cambiado, todo seguía igual en la hogareña aldea alejada del frente. Tranquilo Dafydd, es la impresión del regreso a casa, son muchas sensaciones, demasiada alegría de un solo golpe, por eso te siente desorientado y confuso. En un par de días todo será igual que antes. Huw sabía que estaba mintiendo nunca nada volvería a ser igual y la desorientación era fruto del miedo,  sabían que tendrían que volver a las trincheras.

Al llegar a la casa de Daniel llamo a la puerta con los nudillos. ¿Le habrá pasado algo?

Las palabras se agolpaban en la punta de la lengua de Dylan ante la pregunta de su padre y su mirada desesperada era imposible de ocultar. ¿Cómo explicar a su Padre todo lo vivido? Ahora lo cotidiano era bebida dominical avinagrada.  – Padre si tan solo supieras lo que hemos atravesado este año, si tan solo hubieses visto todo lo que vimos el mundo común sería mucho más gris de lo que es aquel roble esquelético, por eso tome el hacha con intenciones de talarlo y plantar otro en su lugar. Otro árbol significaría lo único perdurable luego de nuestro regreso al frente. – Dylan intenta explicar con suaves palabras su angustia pero cree que es insuficiente, las palabras no bastan pero el debe intentarlo. – también esos cuervos traen consigo un mal augurio y el blanquecino árbol parece ser su nido. – tampoco desea preocupar a su familia más de lo necesario.

¡Toc Toc Toc!

Los nudillos de Huw golpearon con fuerza la casa de los Lloyd. Varias veces. Nadie abrió. Entonces, a vuestra espalda, notásteis como una presencia, como esa sensación de ojos observándoos desde una penumbra infranqueable. Os dísteis la vuelta y un hombre con un sombrero y bien abrigado os miraba. Era el señor Clayton. Llevaba una alpaca de paja y una brizna de ésta en su moca, como masticándola. Desde que ya no regentaba su negocio de la cantería aquel tipo era otro hombre. Desaliñado, siempre como triste y carácter algo retraído, la negación del permiso de su hijo había sido el colofón final.

Morgan Clayton os había dado un pequeño susto. Luego os habló.

No están -dijo rotundamente-. Los Lloyd no están. Los padres han ido con el hijo menor Gwylim, a comprar unos materiales al pueblo de al lado y a no sequé del alistamiento del chaval... El otro, Daniel, me lo he encontrado hace un rato, saliendo bien temprano de casa. Iba en aquella dirección -señaló al noreste, por el camino que habíais venido-. Bueno, chavales, yo sigo con lo mío...

Entonces se dio la vuelta para marcharse, pero se giró y os dijo algo más.

Si podéis pasaros un día por mi casa, antes de regresar al frente. Quiero mandarle una carta a mi hijo.

Te comprendo hijo, aunque jamás llegaré a imaginarme el horror que habréis vivido -se sentó en tu cama y te abrazó-. Pero ese tipo de cosas no son la solución. Piensa que el bagaje de esta guerra en tu vida posterior te hará más fuerte, ganes las batallas que ganes, y pierdas las que pierdas. Talar un árbol no cambiaría el orden de las cosas, el órden que Dios nos ha establecido -jamás habías oído mencionar a tu padre a Dios e sus conversaciones-. Eres un valiente, tú y tus hermanos: pocos son los que voluntariamente deciden marchar a las trincheras.

Luego miró por la ventana.

¿Cuervos? Si... -dijo como asintiendo al infinito-. Han aparecido hace unos días... En fin. Será mejor que te vistas y bajes. En un par de horas comeremos. No le digas nada de ésto a tu madre: creo que Christopher está entreteniéndola, ¡¡ayyy!! ¡Maldita gota!

Se levantó a duras penas y salió de la habitación.

Las palabras de Padre calman la angustia de Dylan y sus lágrimas caen por su mejilla en silencio tras el abrazo inesperado. El Cole Evans de antaño no hubiese actuado como ahora y mucho menos haber citado a dios en sus palabras. Sin lugar a dudas el último año le ha cambiado mucho. – Gracias Papa, gracias. En un momento bajare. – Dylan piensa hacer caso a las palabras de su padre y no hablar de esto con su madre pero sus hermanos son harina de otro costal. Puede sr que en algún momento lo hable con ellos. Luego que su padre sale de la habitación Dylan se viste y baja en ayuda de su hermano y madre.

Dylan baja momentos después de la visita de su padre, se dirige a la cocina en busca del té que preparaba su hermano Christopher y toma asiento en la primera silla cercana a la ventana. – perdón por mi comportamiento. No sé qué paso pero ya estoy bien. – mientras aguarda busca un poco de queso y pan en un intento de apaciguar la ansiedad disimulada con esfuerzo.

-Bueno...dicen que eso es lo que hacen los hombres. Aceptar su responsabilidad y eso...pero yo...yo allí solo he visto horror y miseria. La guerra cambia a un hombre como pocas experiencias lo hacen. Los cuatro estuvimos allí y es algo que nos acompañará hasta el día de nuestra muerte. Lo intentamos sobrellevar como mejor podemos y a algunos nos está costando más que a otros. 

Christopher se limpió las manos al delantal y abrazó a su madre. 

-No te preocupes, solo necesitamos algo de tiempo. 

Su mirada se quedó clavada en la carne y las imágenes volvieron a su mente. Imágenes sangrientas de cuerpos mutilados. Cerró los ojos y los volvió a abrir. Sintió un retortijón de estómago pero logró mantener la compostura sin que su madre se diese cuenta. 

-¿Así que quieres que me eche novia? En el pueblo nunca he tenido suerte con esto. ¿Qué tal si me traigo una francesa rubia y de ojos azules?¿Te gustaría?-.

Christopher bromeaba sabiendo que a su madre la sola idea de verle casado con una extranjera le parecería horrorosa. Recordaba que siempre les decía "con la de buenas mozas que hay en el pueblo..."

Por ahora Dylan permanece expectante entre la charla de su hermano mayor y mama. Escucharlos hablar de trivialidades le distrae bastante mientras disfruta de los olores de la cocina.  

Crhis escucha los pasos de su hermano al bajar por la escalera. 

-¡Ah!, Dylan. Estás ahí ¿Qué tal te encuentras?-le pregunta al verle aparecer por la puerta-.

- Muy bien, gracias. - El joven muchacho responde a su hermano mayor intentando dejar su mejor sonrisa también para su madre.- ¿y como es eso? ¿Alguna novia en vistas? Las muchachas del pueblo son algo simples en comparación a las del continente. - Nada mejor que algo de charla trivial para aliviar los pesares del dia.

Aquel hombre parecía desprender algo que inquietaba a Dafydd, esa forma silenciosa de acercarse mezclada con esa seriedad y sumada a los rasgos, hacían que se mantuviera incómodo. Claro estaba que el que su hijo no hubiera obtenido el permiso sin duda alguna marcaba más la preocupación y la amargura en su rostro

-Como diga señor Clayton- dijo ante la petición del hombre. Sin duda alguna sería un alivio para él mandar esa carta aun siendo complicado que llegara a su destino.

Después de eso Dafydd esperó a que su hermano decidiera lo que hacer. Era extraño que no se hubieran cruzado con Daniel, sobretodo habiendo ido por el mismo camino.