Partida Rol por web

Te sonríe al escuchar lo que le dices ¿protegerme a mi? o no Kyoshiro-san tu cometido es mucho más elevado que ese, es proteger al imperio tras esto vuelve a dirigirse al grupo.

El monje escuchó atentamente a todos y luego de intercambiar unas breves palabras con el Shiba se dirigió a vosotros el único Daimyo que tiene constancia de nuestra empresa es Togashi Yokuni del Clan del Dragón, y puede ser peligroso y volverse en nuestra contra que más gente sepa de nuestro cometido, deberéis sopesar a quien dar esa información en unos casos será bueno para vosotros pero en otros...tened en cuenta que hasta en los corazones más honorables puede haber ambición y los pergaminos negros son artefactos de gran poder. 

Después ante el requerimiento del Oni Negro sobre la carta para su sensei asintió. A la propuesta de un edicto imperial Hiroaki dijo tienes razón Oni Negro, iré ahora mismo a por ello esperarme aquí.

Se dirige hacia el interior de Otosan Uchi y al cabo de dos horas que ya es de noche aparece debilitado y os entrega a cada uno de vosotros una carta firmada por la emperatriz Bayushi Kachiko que os da libertad para ir por toda Rokugán. 

¿Tenéis alguna duda más? después de tener una corta conversación con Shiroi debo marcharme.

Con un rostro afable, ahora al hablar contigo parece que no está débil Hace tiempo, cuando yo aún era joven y tú una recién nacida llamaron en una noche cerrada a la puerta de mi monasterio que se encontraba en Tierras Dragón, al abrir te encontré a ti junto con 10 koku y la hoja Kakita que ahora portas, no sé más que eso Shiroi espero que no te cause angustia pero una misma información según el punto de vista desde el que lo tomes puede hacerte feliz, infeliz o dejarte indiferente.

Mientras los guerreros discutían, la joven no pudo sino mirar  a los allí presentes algo desanimada y seguir pensando en su situación. Mientras Hiroaki se marchó en busca de los permisos imperiales, la joven ronin decidió desmontar y separarse un par de metros del grupo. Cruzó sus piernas y se sentó en el suelo mirando al frente, al horizonte, y más allá. ¿Por qué todos parecían tan determinados, como si aquello fuera algo habitual, y a ella le estaba resultando tan difícil? Cerró los ojos y frunció los labios, tratando de mantener una actitud calmada. Se abstrayó sin pensar en aquella situación, ni siquiera en el presente... sin pensar en nada.

Tiempo más tarde, ya con la noche sobre sus cabezas, el monje volvió, visiblemente más agotado que antes, portando los edictos imperiales, que dio a cada uno de ellos en mano. Un rápido vistazo por parte de Tameiki le bastó para identificar la firma, y asintió en silencio, a la nada, al tiempo que guardaba el pergamino en sus pertenencias.

-Debemos ser sombras, y nadie debe conocernos -dijo, tomando la palabra- Puede que sea únicamente una ronin, pero creo que deberíamos evitar rutas transitadas o conocidas, y hablar con cuantos menos daimios mejor... al fin y al cabo, nuestra misión debe seguir siendo secreta, tal y como Hiroaki-sama nos ha indicado. Deberíamos evitar comunicarnos con nuestros senseis o gente de confianza -argumentó, antes de corregirse- Deberíais -apuntó, antes de seguir- Es lo que tenemos que hacer y lo que hemos aceptado; no es sólo honor lo que está en juego -concluyó, dirigiéndose hacia su caballo y montándolo.

"...sino también vuestro deber" pensó para sí, al tiempo que observaba de nuevo al resto del grupo y escuchaba atentamente las preguntas que tuvieran.

-Pero… -Shiroi dudó un momento, como si no pudiera encajar completamente la extraña revelación del monje con el resto de su vida. –Si alguien me llevó hasta tierras Dragón… ¿por qué me llevasteis con Doji Satsume-sama? ¿Simplemente por la espada que portaba conmigo? Y cómo… ¿cómo lograsteis que aceptara a una niña sin ninguna garantía de línea de sangre?

Hizo una pausa para tomar aliento. A pesar de que ya llevaba varios años viviendo la vida de una ronin, había una parte en su corazón que seguía perteneciendo a Doji Shiroi, la hija del daimio del clan más culto del Imperio. Era una parte que le había permitido ser fuerte, incluso en los peores momentos de su vida. Pero incluso esa parte amenazaba con serle arrebatada.

-Me habéis traído aquí como el Trueno de la Grulla, Hiroaki-san… -Contestó, con una voz átona carente de inflexión. A duras penas lograba contener las emociones que batallaban en su alma. –Pero ni siquiera podéis estar seguros de eso. Tal vez ni siquiera porte la sangre de Kakita-sama y Doji kami-sama. No tengo lugar en la Rueda Celestial.

Unos pasos ligeros, tan suaves como el rumor de la brisa, se acercaron por su espalda, y se detuvieron a cierta distancia, a su derecha. Casi inmediatamente después, escuchó el crujido de la tela que indicaba a alguien arrodillándose.

-Ninguno de nuestros orígenes es el más adecuado para convertirse en un hombre-ola, ¿verdad? ¿Llevas mucho en los caminos, Tameiki-san? –La voz que llegaba desde su interlocutora era apenas más audible que un susurro. Shiroi no pretendía romper la meditación de la otra ronin si ella no estaba dispuesta, por lo que la pregunta quedó colgando en el aire, a la espera de una posible respuesta.

Por un brevísimo instante, Shiroi frunció el ceño al escuchar las palabras de los dos guerreros. Sin embargo, para cuando decidió responder a sus alegatos, ya había recupero un perfecto on, y su voz se escuchaba de nuevo amable y suave.

-Puedo estar de acuerdo en el hecho de que, con respecto a la misión que Hiroaki nos ha encomendado, podamos considerarnos todos con los mismos derechos, a pesar de la diversidad de nuestro estatus actual. Y que, de tomar decisiones, deban ser tomadas en conjunto. –Asintió con suavidad, reafirmando sus palabras, mientras observaba a todos los reunidos. Sus hermosos ojos oscuros, ligeramente cubiertos por largas pestañas, brillaban con determinación.

-Sin embargo, he de negarme a escoger un líder en este momento, sin saber absolutamente nada acerca de los demás. La vida no es muy distinta de un duelo… el primero que tome la decisión incorrecta, morirá. Y tanto más en una misión como la nuestra. –Añadió, con un inesperado deje de tristeza, pero imprimiendo a sus palabras un tono más solemne. Su voz subía y bajaba, mostrando la habilidad de un buen orador y una autoridad extraña en una simple ronin. –Los hijos de Hida no enviarían a alguien a la Muralla sin saber si éste sabe luchar, ni tampoco los herederos del Ki-Rin aceptarían a ciegas a un guerrero sin saber si éste sabe montar. Del mismo modo, nosotros deberíamos saber de qué somos capaces antes de tomar ninguna decisión.

-¿Quién de nosotros tiene la hoja más veloz? ¿Quién la más poderosa? ¿Quién conoce los entresijos de las Cortes del Imperio? ¿Quién ha aprendido el arte de la guerra? ¿Quién es el más versado en la historia de los Truenos originales? No puedo saberlo, y por tanto no daré mi voto aún. –Aligerando la tensión, esbozó una media sonrisa que resaltó sus delicados rasgos antes de añadir. -El primer Hantei se escogió como Emperador entre los kamis en un torneo, pero no creo que consideréis adecuado organizar uno entre nosotros ahora mismo.

Y cuando finalmente Hiroaki regresó portando los documentos, escuchó las palabras de Tameiki, y apoyó la resolución de la joven ronin.

-Estoy de acuerdo. La discreción debería ser prioritaria en nuestra empresa. No debemos subestimar la ambición de los samuráis que sacrifican el honor por el poder. No ha sido la primera vez en nuestra historia en la que el Imperio se ha herido a si mismo.

Levantó levemente la mirada para descubrir a Shiroi junto a ella. Ya estaba más calmada que los instantes anteriores, pero en su pecho aún estaba la pena y la consternación por lo que tendría que hacer a continuación.

-Apenas unos días -dijo quedamente- No nací para ser ronin, ni siquiera diría que nací para ser samurai si tuviera que decirlo, Shiroi-sama -agregó, cerrando los ojos un instante- Mi sensei y mi daimio siempre dijeron que mi potencial era tal que a veces ensombrecía al de mis ancestros -expuso- Yo nunca les creí, y siempre traté de mejorar conforme al bushido, cumpliendo con mi palabra cuando la hubiera comprometido -prosiguió- Pero a veces me pregunto si no hubiera sido mejor no comprometer mi palabra y ser un verdadero hombre-ola -zanjó, aún sin abrir los ojos. Decir todo aquello casi le dolía más a ella que a Shiroi, pero poner en entredicho el orden celestial no era algo que debiera ser tomado a la ligera- Discúlpame, Shiroi-sama, no quería ofender al Bushido ni al Orden Celestial.. es sólo que a veces Chugo es el precepto más complicado y dañino, ¿no es así?

Shiroi, era un augurio muy claro que te tenía que criar Doji Satsume-sama, un augurio claro para aquel que los conoce toma una pausa quién te crió no dudo en ningún momento que tenía que hacerlo como si tuvieras su sangre, realmente con certeza no lo sabemos, pero aquello que te preocupa con el tiempo sabrás que no tiene importancia. Dime Shiroi-san, si estás destinada a salvar el imperio del mayor enemigo, ¿por qué te preocupa tanto tu origen? para para que medites sus palabras y continúa el destino de todos está en juego y para ello debes tener la mente y el corazón en el presente, concéntrate Shiroi en la tarea que ahora te atañe, como sabes, un paso en falso puede ser fatal.

Shiroi escuchó las palabras de la ronin con comprensión. Resultaba curioso que, a pesar de que se trataba de una guerrera entrenada por el Escorpión, hablara de los preceptos del Bushido con una devoción completamente fuera de lugar entre las filas de la que había sido la Mano Oculta del Emperador. Sin embargo, Tameiki parecía genuinamente sincera al hablar de ese modo, y su instinto de cortesana la impulsaba a creerla.

-Los Leones defenderían que todos los preceptos son igualmente importantes y sencillos. –Dijo, sonriendo ligeramente hacia la ronin más joven. –Pero lo cierto es que el Deber es sin duda un precepto complejo. En parte… también por él soy hoy lo que soy, una ronin.

Hizo una pausa, considerando la situación de Tameiki. Los primeros días como ronin eran, siempre, los más duros. En su caso, alejarse de todos los lujos, de todas las cortes, resultó una experiencia traumática. Pasaron meses hasta que logró acostumbrarse a su nueva vida, y comenzar a aprender de ella. En ese momento, ya había hecho las paces consigo misma, pero su compañera aún debería aprender a reconocerse en su nueva identidad.

-No escogemos cómo nacemos, ni nuestros ancestros. –Dijo con tristeza, y una sombra fugaz pasó por su rostro al pronunciar esas palabras, como una nube pasajera que hubiera ensombrecido el sol por un instante. –Muchas veces, ni siquiera podemos escoger nuestro deber. La decisión que nos queda es cómo afrontar ese deber. Pero supongo que ése es el fuego en el que forjaremos nuestro destino, Tameiki-san. El que decidirá quiénes somos en realidad. Seamos hoy mejores de lo que fuimos ayer, sigamos lo que el honor nos dicte, y no podremos equivocar nuestro camino.

Kyo volvió con el grupo, el cuál aún debatía la necesidad o no de tener un lider y, en el caso de necesitarlo, quién ostentaría ese privilegio... Al parecer el león era la propuesta más firme.

Shiba se acercó a su pony y comenzó a examinarlo mientras escuchaba de fondo la discusión. Con cuidado colocó la silla a la montura y en una alforja colocó su preciada naginata con cuidado de dejarla correctamente amarrada para que no se cayera con el trote del animal.

Si permitís mi opinión.- Intervino de repente tras las palabras de Shiroi.- ... mi clan tiene un modo de gobierno que creo podría servirnos, un lider no puede tener todas las dotes necesarias para guiar al grupo, por lo que un Consejo sería, a mi modo de ver mas correcto. Como bien dije, yo no quiero liderar el grupo, mi cometido el protegerlo, pero considero que podriamos elegir a tres de nosotros para que consensuen nuestras acciones.

El fenix observó a todos y cada uno de los presentes antes de finalizar con su propuesta.- Estoy de acuerdo en que los leones son buenos líderes... Akodo-san me parece bien elección... En mi opinión, la sabiduría dragón debería ser siempre tenida en cuenta... propongo a Togashi-san y, por último, por su conocimiento del peligro al que nos enfrentamos, ya que llevan siglos combatiéndolo... el Oni Negro.

Kyo volvió la vista s su montura y empezó a cargar su equipo en las alforjas.

-Ojalá pudiera aprender a entender al destino o guiarlo, como aprendí a utilizar mi hoja -dijo, en apenas un susurro audible, antes de clavar su mirada en los ojos de Shiroi- Si esa profecía de la que habláis es cierta y nos hemos unido por algo, Shiroi-sama, quiero que no sea en vano; no sé vivir si un maestro -agregó- ni sin superar sus espectativas -continuó- Necesito saber qué se espera de mí, y cumplirlo como lo prometí -zanjó, respirando profundamente, antes de mirar al horizonte y cerrar los ojos, pensativa- Gracias, Shiroi-sama... no dudéis en pedirme ayuda, lo haré de forma desinteresada como lo habéis hecho hoy aquí

Introdujo sus brazos en su kimono y los cruzó dentro de este, arqueando levemente una ceja ante el comentario del Fénix, antes de corregir el gesto y volver a poner una sonrisa cordial en su rostro.

-Shiba-san... no es una mala elección, pero en caso de ser una buena, ¿no sería mejor lo propuesto por Shiroi-sama con anterioridad? -argumentó, haciendo referencia al grupo sin líderes- Todos sabemos, basándonos en prejuicios, que Akodo-san será el mejor estratega, Moto-san el mejor guerrero, Oni-tono la persona más versada sobre nuestro enemigo, Togashi-san la más sabia y Shiba-san, tu has afirmado que no deseas ser líder, pero es una de las premisas básicas del Liderazgo -prosiguió, hablando a todos a pesar de centrar su discurso en el Shiba- Pero hablar por prejuicios es una negligencia, y puesto que Hiroaki no ha sido capaz de decirnos quién debe liderarnos y votar en desconocimiento es una dejadez para con nuestro Imperio... no daré mi voto aún tampoco -expuso, mirando a Shiroi e inclinando levemente la cabeza al secundar su propuesta.

Por supuesto ya había hecho su elección de líder, pero también sabía que no podía decirla en voz alta, no al menos de momento. Por otro lado, la valía, como la palabra de uno, era algo que se iba viendo poco a poco.

Las palabras de Tameiki fueron escuchadas pero Kyo no estaba dispuesto a contestarlas, la pregunta que el fénix se hacía era "¿qué había llevado a Hiroaki a incluir como trueno a dos ronin?"- para él ese estatus sólo significaba deshonra a alguna familia y al Imperio.- "Mucho tendrán que demostrar para ganarse mi confianza."- se dijo mientras cargaba los fardos.

El fénix esperó el regreso del monje con los papeles esperando recibir las últimas indicaciones antes de marcharse a dormir, el viaje desde Shiro Isawa había sido largo y apenas había tenido tiempo para descansar como era debido.

Mientras el monje había ido a por los papeles de viaje, el grupo decidió por continuar la discusión acerca del liderazgo. Personalmente Aswad prefería no ser líder de ninguno. Ser líder significaba tener que hablar, conocer a los demás y saber usar sus aptitudes. El Moto prefería que alguien le indicase su objetivo y que su cimitarra hiciese el resto. Aun así elegir un líder apropiado era necesario, y solo por ello se pronunció. 

-"La necesidad de un líder será para momentos buntuales, bero será necesario bara en ese momento no encontrarnos dubitando. Un Consejo es abrobiado cuando somos un clan, un grubo grande, no bara 7 bersonas. Uno es suficiente. Creo que Hiroaki-sama brefiere que eligamos nosotros a alguien que todos bodamos resbetar y seguir, bor eso no se ha bronunciado." El moto se rascó su descuidada barba mientras pensaba en la situación. Aun pensaba que el León era la mejor opción. El Cangrejo acababa de mantener una alianza con las Tierras Sombrías, aun había muchos que pensaban que el clan estaba corrupto y era de no fiar, dos ronin tampoco tenían explicación. Si, tenía que ser el León, -"Togashi-san es una monje de un clan conocido bor hablar en acertijos. Brefiero no dudar cuando tenga alguien delante si debo cortar o observar la montaña crecer. Hidenaga-san es mejor."

El tiempo en que los demás hablaban, y en el que Hiroaki se marchó en busca de los papeles, la Togashi se mantuvo en absoluto silencio. Se había encaramado a una roca no muy elevada, cerca del grupo, y meditaba en la posición del loto con los ojos cerrados. Su bo, un simple bastón de madera que utilizaba para caminar, reposaba sobre sus piernas en posición horizontal. No dio muestras en ningún momento de escuchar lo que se hablaba, pero era lógico pensar que atendía a todos... y a ninguno

Salvo un ligero movimiento del pecho, que refrendaba su respiración, bien podría tratarse de una estatua sin vida. Ni cuando su nombre se mencionó se alteró ese compás de perfecta armonía

La charla se estaba alargando, si no eran capaces de elegir a un representante en los momentos necesarios, nunca podrían trabajar como piedras de un mismo muro, por lo que se vio obligado a intervenir. -"Shiba-san, necesitamos que os decidáis por uno de los integrantes del grupo para que tome decisiones cuando sea imprescindible trabajar en equipo sin tener tiempo para debatir las acciones a tomar y poder actuar como las piedras que forman un muro. en las demás situaciones deberemos ser todos los que decidamos qué hacer o qué acción tomar". La mirada del Cangrejo se tornó hacia la Dragón. -"Togashi-san, os digo lo mismo que a Shiba-san; necesitamos salir de la capital con la certeza de que si nos topamos con enemigos de camino a nuestro destino podremos responder como se espera de nosotros, actuando en conjunto como los elegidos para hacer esta tarea".

Su mirada se tornó hacia las ronin. -"Acepto vuestra voluntad de no decidir todavía, pero debéis entender que necesitamos la figura del líder, nekutai o como lo queráis llamar de nuestro grupo, al igual que un portavoz; que no tienen porqué ser la misma persona. Eso ya lo debatiremos después, pero antes debemos tomar la decisión de saber quién tomará por todos las decisiones de resolución rápida".

La mirada del Cangrejo se posó sobre el León. -"Si nadie más emite su voto por otro que no sea Hidenaga-san, nos dirigirá él en el combate y decidirá las acciones inmediatas que no se puedan debatir, puesto que dispone de mi voto y el de Moto-san. Creo que será necesario poner unas normas para designar otro que pueda sucederle en caso necesario. Si eso llegase a suceder, se necesitaría de nuevo la votación de todos los integrantes y el que obtenga más votos dirigirá. ¿Estamos de acuerdo?"

Al llegar, el Akodo se había presentado respetuosamente ante todos, dedicando a cada uno de los presentes las más sentidas reverencias, aunque sin dejar que ni el más imperceptible sonido escapara de sus labios. Su rostro era sereno y afable, como el de alguien que ha aceptado por fin su lugar en el Orden Celestial, y está plenamente feliz con ello. Pero a la vez irradiaba un aura de impertérrita solemnidad que resultaba perturbadoramente inescrutable, y que imponía cierta distancia. En cierto sentido, casi era como tratar con una de las pétreas figuras de mármol que decoraban el Salón de los Ancestros, en las tierras del León.

Por supuesto, aquella postura inconmovible no se inmutó en lo más mínimo durante toda la tarde. Y ni siquiera las funestas novedades que llegaron juntos con los Fenix consiguieron arrancarle apenas un atisbo de reacción.

En verdad, aunque ninguno de los presentes lo sabía, Hidenaga se había estado preparando durante meses para un momento como este. Por supuesto, nunca hubiera imaginado que el augusto nombre de su Familia habría de ser eliminado para siempre de la historia del Imperio. Pues semejante aberración era sencillamente inconcebible. Pero ya había comenzado a hacer su duelo en el preciso momento en que le encomendaron abandonar a los suyos para seguir al extraño monje que ahora los aglutinaba. Y había tenido un buen tiempo para cerrar las heridas...

- Me concedéis un gran Honor, nobles camaradas. - dijo por fin el Akodo, que había permanecido sumido en un profundo y pensativo silencio durante toda la discusión. - Y no por investirme con título alguno. Pues concuerdo en que no puede haberlos entre nosotros. Sino tan solo por pensar que puedo estar a la altura de tan augusta tarea.

 - Debería decir que no soy digno. Sin embargo, entiendo que, en realidad, depositáis semejante confianza en mi estirpe. Y únicamente en ella, pues nada sabéis sobre mi persona. Por tanto, renegar de semejante consideración solo sería una afrenta para el León todo, y para la Familia Akodo en particular. Sería reconocer que la confianza que el Imperio deposita en su milenaria tradición está injustificada.

- Ello no ocurrirá. Y podéis estar seguros de que, cuando llegue el momento, ocuparé el lugar que mis Ancestros han honrado desde el inicio de los tiempos. Pues aunque ahora solo soy un simple sirviente del llamado Hiroaki... alguna vez fui miembro del orgullos Clan del León. Y mi nombre era Akodo.

- Ahora, bien... - el tono del León perdió algo de solemnidad por unos instantes, a la vez que una sugestiva e indescifrable mueca se dibujaba en su rostro. - ¿Habríais tomado la misma decisión, de haber sabido que dirigí a un Kaisha entero a la muerte? ¿Que ninguno de mis hombres sobrevivió a mis órdenes? ¿Y que yo apenas si permanecí con vida para cargar por siempre con la deshonra de tales actos?

- Tenemos un oscuro camino por delante. Y concuerdo con Tameiki-san en que no podemos confiar en nadie. Ni siquiera en nosotros mismos. Debemos estar alertas y no dar nada por sentado. Pues nos enfrentamos al verdadero y único Enemigo. Y sus formas son infinitas.

Kyo se giró tras ignorar las palabras de las ronin para fijar su vista en el cangrejo. Aquel descortés samurái que lucía con orgullo un nombre manchado osaba hablarle en un tono casi imperativo.- "¿Quién se cree que es para hablar de ese modo a un descendiente de Shiba?" - Pensó recordando la rudeza de los modales por los que eran conocidos los integrantes de su clan.

No llegó la réplica del fénix, ya que la intervención del león la frenó, y casi lo agradeció, no quería comenzar un disputa que no llevaría a ningún fin.

Tras las tristes palabras del león, Kyo dio un paso adelante y sólo mencionó una frase del Tao.- Mientras otros se lamentan de lo que deberían haber hecho, el hombre sabio se prepara para lo que debe hacer a continuación. - Y volvió a sus tareas con los fardos.

-Vaya, así que otro hombre ola.- Había sido algo reciente, la familia Akodo había sido disuelta no haría ni un día, por lo que era natural que le hubiesen confundido con un samurai de clan hasta su revelación. Pero eso les dejaba huérfanos de nuevo, y formando un grupo bastante dispar de samurai, 3 ronin, un gaijin y 3 samurai, tsk. Si querían ser tomados en serio, sería algo complicado. -A la hora de dirigirnos a cualquier bersona de rango, tendrán que ser Kaori-san o Kyoshiro-san quienes lo hagan, tal vez aconsejados bor alguno de los ronin. Bero al no ser samurai de clan no bodréis hablar en nombre de los demás y esberar ser tomados en serio. Ya iremos viendo lo demás sobre la marcha, bero deberíamos bonernos en movimiento. Alguna idea sobre donde embezar?-