Partida Rol por web

Seguía estudiando ensimismada las características de la ronin. No era sólo su forma de hablar y sus palabras, había algo más; tal vez sus gestos o... 

...de pronto se vio siendo mirada a su vez por aquella mujer con una sonrisa en sus labios y notó como sus propias mejillas enrojecían.

-Discúlpame, Shiroi-san, creo que te he confundido con alguien -murmuró al tiempo que inclinaba la cabeza.

Cuando llegó el nuevo samurái, con un caballo extranjero y un aspecto tan rudo, Tameiki arqueó una ceja y frunció los labios al tiempo que revolvía sus brazos bajo el kimono. Le estudió detenidamente unos instantes (sin demasiado disimulo) antes de inclinar levemente la cabeza a modo de saludo.

Cuando Hiroaki volvió con el cangrejo de la máscara, Tameiki trató de no mostrarse sorprendida y simplemente estudió levemente al recién llegado, al tiempo que volvía a saludar con otra inclinación de cabeza.

Tameiki era una chica muy menuda y joven, casi recién llegada a la vida adulta. Vestía un kimono azul sin ningún tipo de detalle, bastante usado, y su pelo cobrizo caía por todas partes, aparentemente desordenado, pero con un descuido estudiado. Llevaba un wakizashi a la altura de la cintura pero en la espalda y la katana que completaba su daisho descansaba en su lado izquierdo. Debajo de esta, un bokken. Tenía los brazos metidos dentro del kimono en actitud relajada, aunque movía constantemente los pies y los hombros, como si no pudiera quedarse quieta mucho tiempo.

-No entiendo de profecías... pero me resulta confusa -dijo simplemente mirando a Shiroi y encogiéndose de hombros.

La expresión amable de Shiroi no se inmutó en absoluto al ver aparecer al monje de nuevo acompañado de un fornido y rudo Moto de piel oscura. Al contrario, dedicó al bárbaro Unicornio un cortés, aunque comedido, saludo.

-Moto-san, bienvenido a nuestro pequeño grupo. –Su voz, modulada con esmero, era agradable e invitaba a ser escuchada. –Me alegra ver que los herederos del Ki-Rin también han encontrado tiempo para unirse a nuestra empresa, incluso en estos tiempos turbulentos.

Sin embargo, la máscara de afabilidad de la ronin desapareció tan pronto como Hiroaki regresó acompañado de alguien que presentó como “el Oni Negro”. Los ojos oscuros de Shiroi se entrecerraron mientras observaba al recién llegado. El mon cangrejo era el único signo identificable en sus atavíos. Todo en él hablaba de secretos, y no estaban en una posición en la que pudieran permitirse demasiados. Su cuerpo cubierto por una armadura. Su rostro cubierto por un mempo. Y su verdadero nombre cubierto por un apodo poco afortunado. ¿En qué estaba pensando el monje? ¿En combatir el fuego con fuego?

-Mi nombre es Shiroi. –Dijo finalmente. Su voz había cambiado de pronto hasta adquirir la dureza del filo de una katana. Sin que nadie se hubiera percatando de cuándo había sucedido, la pálida mano estaba posada de forma despreocupada sobre la empuñadura de su espada. –Hiroaki nos ha reunido como compañeros. Sin embargo, no me siento capaz de confiar en alguien que no muestra ni su rostro ni su verdadero nombre. Habría presupuesto más honestidad en un seguidor del kami Hida.

La ronin seguía observando al recién llegado. A pesar de que sus pasos no la habían llevado a menudo hacia las zonas meridionales del Imperio, había escuchado lo suficiente acerca de la Mancha de las Tierras Sombrías y su terrible efecto. ¿Es que acaso tenían delante a un Manchado? El monje que los había reunido ya había demostrado ser excéntrico en anteriores ocasiones, y ella no podía estar verdaderamente segura de qué intenciones había tenido trayendo consigo a ese hombre.

El Cangrejo siguió al monje en silencio y al llegar a los establos pudo comprobar que el grupo comentado por Hiroaki estaba formado por dos ronin, un Unicornio y un Dragón, sin embargo no dijo ni una palabra.

El monje les presentó como buenamente pudo y el Cangrejo realizó una serie de pronunciadas reverencias a modo de saludo respetuoso con cada uno de ellos. Su mirada estaba perdida, como si actuase de memoria o como una máquina repetidora.

Al llegar el turno de la samuraiko de cabello oscuro, las palabras de la misma y su postura corporal acariciando la empuñadura de su katana, hizo que la mirada del fornido Cangrejo se posaran como un destello en ella analizándola con sus ojos negros y una expresión firme. La tensión se palpó por un instante ante el insulto de la ronin sin embargo; el Oni negro suspiró  mientras trataba de contenerse y contaba hasta diez.

Una voz seca y rasgada se deslizó entre las oberturas de la máscara del Cangrejo mientras mantenía la mirada a los ojos de esa tal Shiroi. -"No hay otro nombre que se refiera a mi existencia en esta vida finita, sólo Oni Negro. Lamento deciros que no estoy aquí para que confiéis en mi, estoy aquí para cumplir mi deber para con mi Campeón y el Imperio Esmeralda; y creo que su confianza recae sobre mis hombros al ofrecerme la oportunidad de servirles".

Al concluir, la mirada del Oni Negro se posó sobre la empuñadura de la katana de Shiroi antes de volver a mirarle al rostro. -"En esta sala no veo enemigos, solamente cinco elegidos por Hiroaki-sama. Lo cual de momento es más que suficiente para mí". No dijo nada más, concluyendo la conversación en el acto y siguiendo su camino hasta sentarse en un extremo de la habitación de brazos cruzados mientras su mirada se volvía opaca y su expresión carente de sentimientos.

Hidenaga sabía que aquel momento habría de llegar más tarde o más temprano. Y había procurado prepararse tanto en mente como en espíritu para ello, una tarea que requirió de toda su disciplina y sentido del Deber.

Por supuesto, entendía que se le concedía un gran honor al permitirle cumplir los deseos de su señor Akodo Toturi. Pero de todos modos no era sencillo para alguien como el León renunciar a sus viejas lealtades. Y mucho menos a su propia Familia. En cierta medida, muy probablemente le hubiera sido más fácil aceptar su propio seppukku.

En cualquier caso, si bien tenía la total certeza respecto del Destino que le aguardaba, lo cierto era que jamás había esperado que aquello fuera a suceder justo en unas circunstancias tan apremiantes como las que vivía el Imperio, con el intento de golpe por parte del Escorpión apenas sofocado, y la propia línea imperial desaparecida.

A pesar de todo, cuando el momento por fin llegó, Hidenaga se sorprendió de lo fácil que le resultó cumplir con sus obligaciones para con su Clan. Y, en cierta medida, hasta fue un alivio...

- Será todo un honor, venerable Hiroaki-sama. - respondió el Akodo con solemne reverencia - Solo decidme que esperáis de alguien como yo. No es mucho lo que un viejo soldado retirado puede ofrecerle a la Hermandad.

Aquella situación le resultaba confusa. Sacó una mano por la parte delantera del kimono para rascarse detrás de la oreja al tiempo que observaba a los presentes de nuevo. Una monje, una grácil luchadora (por lo que parecía), un bárbaro y una sombra acorazada siniestra... sin contarla a ella, claro. Suspiró sonoramente y giró sus pies y su cuerpo a la vez en dirección al Cangrejo. Después, volvió a girarse al resto de los presentes, y centró su mirada en Shiroi.

-Si formamos parte de una profecía, toda nuestra vida anterior no tiene importancia. Deberíamos bautizarnos de una manera que sólo nosotros sepamos y así podamos construir nuestras vivencias y confianza alrededor de nuestros nuevos nombres... ¿no os parece? -su mirada fue de Shiroi a la monje para luego dirigirse al Moto y, finalmente, al Cangrejo

A tu demanda Hiroaki te responde te equivocas, es mucho lo que espero de ti Hidenaga-san dice con la voz cascada, parece enfermo junto con el resto de compañeros que te voy a presentar ahora vais a conseguir los doce pergaminos negros para derrotar a Fu-Leng. Tras esto calla y te guía por Otosan Uchi hasta unos establos donde hay seis monturas rokuganesas y un caballo gaijin. Dentro también hay dos mujeres ronin, un samurai cangrejo con una máscara, un samurai unicornio y una monje Togashi al llegar Hiroaki te los presenta y te presenta.

Antes de que podáis responder a la pregunta de Tameiki, aparece de nuevo Hiroaki junto con un samurai del Clan del León y dice bueno ya sólo hay que esperar al Fénix. Este es Akodo Hidenaga después os señala uno a uno ella dice señalando a una de las ronin es Shiroi después señala a la otra ronin ella es Tameiki después señala al Unicornio él es Moto Aswad después señala al cangrejo él es el Oni Negro y por último, dice señalando a la monje ella es Togashi Kaori. Después señala a los caballos excepto Moto Aswad que tiene su propia montura los demás coger cada uno un caballo, os hará falta para el viaje después de que elijáis los caballos Hiroaki coge el que sobra y dice seguidme vamos a por el Fénix vais a las afueras de Otosan Uchi, hacia el norte y es cuando aparce el ejército Fénix escoltando a Hantei XXXIX y da lugar al espectáculo poco apropiado de un emperador para con el Clan del León y concretamente contra los Akodo y especialmente contra Akodo Toturi que pasa a ser llamado Toturi. 

Después de ello seguís a Hiroaki hasta el ejército Fénix y llega un momento en el que Hiroaki se detiene y se dirige a un samurai Shiba Shiba Kyoshiro soy Hiroaki y estos son tus compañeros ahora ha llegado el momento os deja que os presentéis al nuevo miembro del grupo el caballo de Hiroaki pasa a ser de Shiba Kyoshiro y además os entrega a cada uno de vosotros, excepto a el Oni Negro, un dedo de jade esto os hará falta y os protegerá de la mancha. 

Después deja que os aprovisionéis de lo que queráis en Otosan Uchi antes de partir de viaje y os dice Yo no podré acompañaros en vuestra gesta, me comunicaré con vosotros a través del mundo de los sueños que he conseguido dominar. Tras ello os lleva a un lugar aparte y continúa hablando Ya debéis saber todos por qué motivo os he reunido, sois los elegidos para reunir los doce pergaminos negros y destruir a Fu-Leng. Conseguirlos no será fácil la mayoría de las veces y acabar con Fu-Leng es lo más complicado que uno pueda imaginar. Como sabéis es el dios oscuro y para matarlo necesitaréis usar los pergaminos negros conforme los vayáis consiguiendo o como muy tarde cuando os enfrentéis a él. El Oni Negro, por mi parte es el más indicado para portar esos pergaminos conforme los vayáis encontrando, pero si decidís otra cosa lo podéis hacer. El mayor peligro de los pergaminos es que mancha a los portadores por ello lo del jade, pero no solo eso. El poder que vais a conseguir de los pergaminos también os corromperá, así que usarlos sabiamente.

Por último, aquí se dividen nuestros caminos, esta noche entraré en vuestros sueños para daros a conocer el paradero de los pergaminos negros que aún no sé donde se hallan. Ahora es el momento de que me hagáis preguntas, una vez me vaya no tendréis esa posibilidad.

Está anocheciendo.

Aswad estaba acostumbrado a las miradas, a destacar en el resto del Imperio, por lo que no tomó a mal la mirada de Tameiki. El samurai Unicornio se apeó del grandioso caballo para revelarse como un ser de la misma altura que el propio caballo. Cruzado de brazos, todo en Aswad indicaba extranjero, monstruo, peligroso. No ayudaba que fuera vestido como un bárbaro, con pieles y cuero bajo su armadura rokuganí, una armadura blanca con el mon de los Moto en el pecho, una máscara de muerte púpura.

Cuando el ronin se dirigió a él, el Moto arqueó su pesada ceja derecha, como si no le importase, ni entendiese a que se refería, pues nada sabía, ni esperaba, de eso que decían de profecía, él estaba allí por petición de su Campeón. Nadie le había explicado nada de ser parte de ninguna profecía. -No se de que brofecía hablas.- Finalmente explicó en un burdo rokuganés con un fuerte acento gaijin. -Moto Aswad es Moto Aswad, sus enemigos huye al oír su nombre.-

No había nada más que decir para presentarse, así que el Unicornio simplemente se mantuvo en silencio hasta la vuelta de Hiroaki con nuevos integrantes del grupo. Son guiados a una extraña escena, la aparición del Fénix, finalmente. El clan no había estado apenas presente en el asedio de la ciudad imperial. Cobardes, pensó el Moto expresado en un gruñido entre dientes. Pero lo más importante era que venían con el heredero imperial, apenas un niño, aunque decidido y que toma el poder de las manos de Toturi en un abrir y cerrar de ojos, con una autoridad a destacar, y en un instante el Campeón León era un ronin, la hermosa y deliciosa Kachiko era su concubina y el Escorpión era no más. Interesante. 

El Moto acepta el dedo de jade, conoce su utilidad y necesidad, sobre todo si se iban a enfrentar a algo tan poderoso como los Pergaminos, y al dios oscuro. 

-Donde vamos?- Fue lo primero que pensó el Unicornio extrañado. No había oído hablar de los Pergaminos Oscuros antes, y para él podrían ser cualquier cosa, pero al parecer se trataban de algún tipo de artefactos manchados.

Se encogió de hombros con los labios en un gesto parcialmente burlón ante el comentario del Moto, y asintió con la cabeza como toda respuesta a su comentario. Cuando Hiroaki llegó con el león, Tameiki volvió a estudiarlo (como había hecho con los otros) y sólo cuando la presentaron hizo una inclinación de cabeza a modo de saludo. Fue entonces cuando Hiroaki les habló del próximo integrante, un fénix. Tameiki trató de mirar disimuladamente al resto, como contando: un unicornio, un cangrejo, un dragón, un león, el fénix con el que se reunirían... finalmente sus ojos volvieron a detenerse en la enigmática ronin.

Los siguientes eventos sucedieron con demasiada velocidad ante sus ojos como para asimilar realmente lo que estaba ocurriendo. Tameiki simplemente se movía con el grupo pensativa mirando a su alrededor; debía continuar y llevar a cabo la misión, lo había prometido. Pensando en cómo se estaban desarrollando las cosas en la capital, no pudo evitar que una tristeza total la embargara y sus ojos se humedecieran, a punto de estallar. "Por Shoju. Por el escorpión. Por el Imperio." pensó para sí tratando de mantener la calma. Cuándo Hiroaki les presentó al nuevo y último integrante del grupo, de nuevo hizo una inclinación de cabeza a modo de saludo y tomó la palabra para presentarse.

-Me llamo Tameiki, Shiba-san -dijo únicamente; lo cierto es que su humor no era el mejor para relacionarse con nadie en aquellos momentos.

Tameiki aprovechó para aprovisionarse tan pronto como recibió el dedo de jade (que guardó dentro de su kimono, oculto a la vista). Decidió coger dos mantas y varias raciones de comida, que sumado a lo que ya tenía sería más que suficiente.

Cuando volvieron a juntarse, Hiroaki por fin habló de su misión y el alcance de la misma. Tameiki se mostró realmente sorprendida por toda la información recibida, pero aquello sólo reafirmaba la importancia de su cometido y como de implicada debía estar, tratando de mantener todas las emociones y sentimientos apartados. Cerró los ojos y respiró profundamente.

-¿Quién será nuestro líder? -preguntó tan pronto como el anciano respondió al Moto.

La respuesta del Cangrejo no había satisfecho en absoluto a Shiroi, pero la intervención de la otra ronin hizo que decidiera mantenerse en silencio acerca de sus sospechas, al menos por el momento. El alegato del Moto, por otro lado, hizo que esbozara una tenue sonrisa. Grande, orgulloso y obtuso, el guerrero Unicornio parecía más bien un niño armado con una cimitarra. Aunque al menos, por su forma de moverse, parecía que sabía utilizarla correctamente.

Poco a poco, el resto de integrantes del grupo llegaron. Tanto Akodo Hidenaga como Shiba Kyoshiro se unieron a ellos a medida que Hiroaki los guiaba entre el campo de batalla que había sido la ciudad imperial. Por fin, eran siete, y Shiroi era muy consciente de que, tras la revelación del monje acerca de su identidad como Truenos, todos y cada uno de los presentes estaban haciendo cuentas acerca de la ascendencia de las dos ronin. Pero sólo ellas sabían la verdad sobre sus identidades.

Miró a Tameiki, y se encontró de lleno con los ojos de la joven ronin. Al parecer, ambas habían compartido el mismo pensamiento. No sin revelar un atisbo de tristeza, dedicó a su compañera una leve inclinación de cabeza y reconocimiento. Tal vez fueran más parecidas de lo que hubiera pensado en un primer momento.

Cuando se reunieron de nuevo horas más tarde, Hiroaki terminó de explicar a todos lo que ya le había revelado anteriormente a ella. Su misión, su profecía, el alzamiento del Kami Caído y su deber como nuevos Truenos. Pero una vez más, dudó, y en esta ocasión aprovechó la oportunidad que el monje les ofrecía para formular sus preguntas.

-Hiroaki-san... os he seguido hasta aquí, pero creo que necesitamos saber algo más para cumplir con algo como lo que nos encomendáis. -Comenzó a hablar, suponiendo que no sería la única que deseara esas explicaciones. - ¿Qué son esos Pergaminos Negros de los que nos habláis? Fu-Leng murió a manos de los Truenos hace siglos, o eso narra la historia Imperial. ¿Tratáis de decir acaso que no fue así? ¿Qué sucedió realmente? Y... ¿Que sucederá ahora?

Cuando se le entregó el fragmento de jade, Shiroi tomó un cordel de sus bolsas y lo anudó en torno a la sagrada piedra, fruto de las lágrimas de Amaterasu. Luego lo pasó alrededor de su cuello, dentro del kimono, asegurándose de que quedara en contacto con su piel. Y mientras sus compañeros tomaban medidas similares, no pudo dejar de observar que Hiroaki no entregaba nada de jade al Cangrejo. Su mirada pasó de nuevo por los ojos del "Oni negro", cubiertos de sombras bajo su mempo. ¿Está Manchado?

-Nos dirigimos hacia el corazón de una gran tormenta, Tameiki. -Respondió a las palabras de la joven bushi con seriedad. Lo cierto era que, viendo al resto, no estaba segura de aceptar a ninguno de ellos como autoridad. Y no esperaba que ella misma pudiera ser escogida, siendo una simple ronin. Lejos quedaban los días en los que lo hubiera exigido. -En el fragor de la tempestad, ningún Trueno se escucha más que otro. Creo que no necesitamos un líder... nos bastará con un enemigo común. ¿No lo creéis así?

Y mientras dejaba que el resto valoraran sus palabras, se acercó al monje y cruzó con él unas palabras en voz más baja.

-Hiroaki-san... La misión a la que me envías puede que sea un camino de una sola dirección. Mi padre... -Hizo una pausa en la que su voz se quebró por un momento, mientras llamaba padre a un hombre que quizás no lo fuera. -Mi padre me dijo que una vez tú me llevaste hasta él, siendo tan sólo una recién nacida. Dime... ¿De dónde provengo realmente? ¿Soy de veras parte del clan de la Grulla? ¿Quiénes... quiénes eran mis padres?

Primero respondió a la pregunta del Unicornio aún no lo sé después meditó un poco la respuesta a Shiroi los pergaminos negros encierran el poder de Fu-Leng y de como vencerlo. Fu-Leng fue vencido por los Truenos pero no murió y ahora hay que encontrar primero a los pergaminos y luego a él para poder derrotarlo, a ser posible, definitivamente. No sé lo que sucederá ahora, pero confío en que vosotros, cada uno de vosotros será una pieza clave para su caída.

Después se acercó Shiroi al monje e intercambiaron una corta conversación.

Al escucharte hacerle esas preguntas en privado te sonríe afablemente y te dice en voz baja que no haya dudas ni preocupación en tu corazón, antes de irme hablaremos de ello

Las legiones fénix marcharon hacia Otosan Uchi, con ellos viajaba el joven emperador Hantei XXXIX para sorpresa de Kyo... Isawa Kaede no le había dicho nada sobre el joven.

A su llegada parecía que todo había acabado, las legiones de Bayushi Shoju habían sido derrotadas y Akodo Toturi, prometido de Isawa Kaede, se encontraba al mando.- "Estará orgullosa de su prometido."- Se dijo desconocedor de los problemas internos que tenían la pareja.

Mientras los soldados montaban el campamento fénix a las afueras de la devastada ciudad, un grupo se aproximó hasta su posición. Un total de seis samurái, al menos algunos, escoltaban a un monje que presentó como Hiroaki.- Es un honor, Hiroaki-sama... soy Shiba Kyoshiro, y he venido para poner mi katana a su servicio, tal y como hizo Shiba con Isawa.- Dijo tras una reverencia repitiendo su nombre para presentarse a todos los presentes.

Tras la presentación, y mientras escuchaba las palabra del monje, el fénix empezó a observar con detenimiento a cada uno de los hombres y mujeres que acompañaban al monje tratando de hacerse una idea sobre ellos.

Kyo ocultó el gesto de rechazo hacia el cometido que Hiroaki les otorgó, había viajado a Otosan para servir como protector al monje, ¿cómo podría hacerlo si este no viajaba con ellos?

Las preguntas llegaron y el resto de acompañantes del monje empezaron a hablar, Kyo escuchaba con atención todas las respuestas que Hiroaki daba mientras contaba a los integrantes: "un cangrejo, un león, un unicornio, un dragón... dos ronin. ¿Serían la grulla y el escorpión? Tiene sentido que el escorpión sea un ronin tras la decisión de Hantei... pero ¿en qué momento la orgullosa grulla manda como representante a un ronin?"

El asunto se desvió ante un debate sobre quién debería liderar el grupo, Kyo se quedó al margen, nunca había sido un líder, sino el protector de dicho líder, estaba acostumbrado a acatar ordenes y cumplirlas de forma intachable, pero dudaba que ninguno de los presentes demostrase las habilidades propias de un líder al que Kyo aceptase proteger personalmente... "Tengo seis samurái a los que proteger"... pensó infravalorando a sus compañeros.

Mientras estos continuaban con la conversación, Kyo se alejó separando al monje del grupo... quería aclarar su cometido con él en privado.

- Hiroaki-sama...- dijo una vez se encontraban a un distancia prudencial del resto del grupo.- espero no ofenderle con mis palabras, pero mi cometido fue servirle y protegerle, es el juramento que recité ante Isawa Kaede-uesama y creo que estaría incumpliéndolo si parto hacia algún lugar donde no se encuentre... ya que no podría protegerle.- Sus palabras eran templadas, sin connotaciones de frustración o decepción.- Espero que comprenda que me honra el cometido, ser un trueno elegido en la lucha con el Kami Oscuro, pero no podría perdonarme nunca la deshonra que supondría para mí y mi familia que algo le pasase mientras esté bajo mi protección.

El fénix no buscaba rechazar el cometido, sólo la visión o un pasaje del Tao que le hiciese sentir el alivio de partir con sus compañeros sin la carga de pensar que estaba fallando en su cometido... estaba seguro que las palabras del monje podrían reconfortarle de tal manera que pudiera seguir su deber sin el sentimiento de que estaba fallando a su obligación.

La Dragón, una joven de edad indefinible pero que probablemente rondara casi los treinta, portaba una sencilla túnica esmeralda propia de la Orden de monjes tatuados a la que pertenecía. Su cabeza rapada alisaba su presumible juventud, haciendo ese halo de impenetrable edad cronológica aún más denso. Sin embargo su altura era mayor que la media de mujeres y estaba a la par que cualquier hombre, casi hasta el de un Cangrejo

Se guardó el dedo de jade en una de las cuentas, atado a su muñeca
En cuanto al equipo de viaje, se hizo con algo de comida y unas mantas, pues no necesitaría nada más. El poco dinero que tenía no significaba nada para ella, y en cuanto pudiera darle un uso acorde a sus creencias, lo abandonaría

Por lo demás, se mantuvo aparte, observando en silencio. Pasar desapercibida, dentro de que había sido enviada para cumplir su parte en la destrucción del Kami Oscuro, le servía para analizar con tranquilidad a todos sus nuevos compañeros. Ningún gesto externo dio muestras de absolutamente nada, en ningún momento. Su actitud silente era contrarrestada con los demás, y con los hechos que estaban ocurriendo
De nuevo se preguntó si ya lo sabía...

El Cangrejo saludó con toda la cortesía que pudo ofrecer a los nuevos integrantes del grupo con una reverencia. Ante las palabras de la muchacha pelirroja asintió y de nuevo negó con la cabeza al ver que la ronin desechaba la idea de nombrar un necesario líder.

-"No coincido con Shiroi-san, necesitamos un líder que dirija en ocasiones en las que se necesite actuar coordinadamente y en conjunto. Es importante comentar que, por mi parte, todos los presentes somos iguales en cuanto a estatus o posición en el orden celestial, por lo que todos los votos deben tener el mismo peso a la hora de decidir. Por ser el que ofrece la posibilidad de nombrar un líder, votaré en primer lugar..."

El soldado pesado se retiró unos pasos para estar delante de todos los integrantes de la misión. -"Por lo que a mi experiencia se refiere..." Empieza a decir mientras posa su mirada primeramente en el Unicornio. -"Los miembros del Clan Unicornio son unos excelentes jinetes a la par que bravos y valientes guerreros, poseen uno de los ejércitos más numerosos y bien adiestrados del Imperio, sin embargo; sus tropas son muy especializadas y les cuesta adaptarse a los cambios en el campo de batalla. Lo mismo nos pasa a la infantería pesada Cangrejo, somos muy fuertes y disciplinados, pero no somos demasiado versátiles, lo cual en ausencia de representación de nuestros hermanos de armas Daidoji, que luchan codo con codo con las tropas Cangrejo en la Muralla del Carpintero..." La mirada del bushi pasa del Unicornio al León. -"Pongo mi voto en Hidenaga-san, perteneciente al clan León, pues Akodo-kamisama, además de instaurar en nuestro Imperio Esmeralda las enseñanzas del Bushido enseñó a sus hijos a desentrañar los misterios de la estrategia en el arte de la guerra. Será un honor Hidenaga-san seguir vuestras instrucciones en la batalla". El Cangrejo asintió con determinación ante el León para concluir su aportación.

Después de la elección del líder, el Oni Negro se dirigió al monje Hiroaki. -"Hiroaki-sama, creo que necesitaremos un edicto Imperial firmado por el Campeón Esmeralda, por ejemplo, para poder cruzar las tierras de todos los Clanes que sea necesario y no tener problemas burocráticos. Además me interesaría saber cuantos o, menor dicho; qué Daimios conocen nuestra empresa y nos pueden ofrecer apoyo de ser necesario". El Cangrejo esperó la respuesta del monje antes de proseguir con sus dudas. 

-"Supongo que nuestra misión nos llevará más allá de las tierras del Cangrejo y de la protección de la Muralla del Carpintero, ¿Qué nuevas hay de las tierras de mi Clan? ¿Tenemos posibilidad de avisar a mi..." El Oni Negro calló de repente antes de continuar. -"¿Avisar a Kaiu-uesama para que prepare los altos hornos de su castillo? No es ningún secreto que el acero Kaui es uno de los mejores del Imperio y seguramente nuestros pasos nos lleven hasta allí. Creo que necesitaremos el mejor acero del Imperio y tras los muros de Kyuden Kaiu se encuentra el mejor que he podido ver en mi corta vida".

Tras esas palabras el Cangrejo extrajo de entre sus pertenencias una nota acuñada con una sello extraño. -"¿Podríais hacerle llegar esta carta a mi sensei, Hiroaki-sama? Domo arigato gozaimasu". Concluyó con una profunda reverencia ante el monje antes de dirigirse hacia Moto Asward.

-"Moto-san, desde mi experiencia en Tierras Sombrías los ponis no tienen cabida por su propia seguridad. Reconozco que no sé mucho sobre vuestras costumbres, pero me ha llamado la atención el poderío de vuestra montura. Es por ello que os recomendaría que si se diera el caso, la dejarais a buen recaudo tras la muralla. Espero no haberos ofendido y disculpadme si ha sido así, pues esa no era mi intención; solamente trato de ofreceros lo poco que conozco del enemigo que pueda ser útil en nuestra misión".  

Las formas de los ronin impresionaron a Aswad. El clan del Unicornio creía en el valor de todo guerrero, y contrataba a ronin de honor demostrado en muchas ocasiones, por lo que el Moto estaba acostumbrado a tratar con ellos. Deben llevar boco tiempo como ronin si es así como se dirigen a los samurai de clan, pensó el Moto al escuchar a aquella llamada Tameiki hablar con el Shiba de manera tan casual. 

-"Un líder buede ser un rebresentante del grupo cuando nos encontremos en un lugar u otro."- explicó el Unicornio, -"Le recuerdo a Oni Negro, que el ejército Unicornio fue cabaz de enfrentarse al del Cangrejo y el León cuando volvimos de las Arenas por nuestras estrategias y al adabtarnos a las de nuestros obresores."- Que llamasen al ejército como incapaces de adaptarse, no le gustó al Unicornio, que miró al Cangrejo con sus brazos cruzados sobre su pecho con intimidante semblante. -"Ahora bien, no creo que solo estemos buscando a un líder marcial, sino alguien cabaz de tomar decisiones en todos los asbectos."- El Unicornio tornó su mirada al resto del grupo, evaluando a cada uno de ellos. Los ronin eran ronin, no podrían ser líderes, El cangrejo, como él, eran guerreros y no podrían lidiar con el trato personal hacia daimyo, y tal vez ni siquiera en la parte escolar de buscar información de esos pergaminos. El Fénix había expresado su intención de no ser el líder. Solo dejaba dos opciones, un monje y un estratega. -"También me gustaría secundar bensamiento de Oni-san, León-san sería el mejor bara liderarnos. Hidenaga-san sabrá usar cada una de nuestras habilidades adecuadamente."