Partida Rol por web

Hiroaki responde a la última pregunta de Moto Aswad todavía no, pero esta noche me comunicaré con vosotros sobre como encontrar los pergaminos. Gran parte de mi trabajo está hecho ya, llevo mucho tiempo preparándome para este día, deseo que todo salga bien. Debéis saber que tenéis que usar el poder de los pergaminos para poder conseguir todos ellos y derrotar al oscuro, es un poder que debéis usar sabiamente porque os corromperá y si abusáis de ellos perderéis vuestra consciencia y voluntad a favor de Fu-Leng. Hace una pausa y continúa Ahora debo marcharme, está anocheciendo y llega el momento. Debéis dormir profundamente todos vosotros esta noche. 

Tras estas palabras Hiroaki se marcha, llega la hora de dormir y acampáis. Os dais cuenta de que hay mucho revuelo en el ejército León, muchos Akodo cometen seppuku, otros se unen a los Matsu y la mayoría siguen a Toturi como ronin al que empiezan a llamar el León Negro y que poco a poco se está haciendo con un ejército de ronin.

Por la noche, una y otra vez, se repite una frase en tú cabeza la Profecía, buscar a el León Negro

Durante la noche se repite una frase en tu cabeza buscarlo, antes Yogo ahora sólo Junzo

Por la noche tienes un sueño en el que ves a todos los maestros elementales reunidos discutiendo con Isawa Kaede (maestra elemental del vacío) después Kaede se gira hacía ti triste necesitamos vuestra ayuda, acudir a mi

Durante la noche tienes un sueño en el que se repite una frase buscar la tribu de los rátidos, en las Tierras Sombrías, llamada la Montaña

Tienes un sueño en el que en la capital imperial hace mucho tiempo hubo una rebelión de alguien que dominaba a los muertos vivientes, la rebelión fue sofocada con éxito y encerraron al enemigo llamado Iuchiban en una tumba, después te viene una frase a la cabeza debéis ir a la Tumba de Iuchiban

Sueñas con una batalla entre samurais Escorpiones y Leones, cerca de la batalla hay un río que debido a todas las muertes se tiñe de rojo. Este río desemboca en un lago que debido a la sangre que viene del río también aparecen las aguas rojas. El sueño se interrumpe aquí y despiertas con una frase en la cabeza debéis ir al lago

Sueñas con el castillo Togashi estás en una habitación donde quien parece ser mismo Togashi, embutido en una armadura completa y de espaldas a ti, está escribiendo la historia de Rokugán. En un momento percibe que estás ahí y escuchas una voz que proviene de todos los sitios a la vez mientras Togashi se gira y te mira con unos ojos amarillos al final venir a mi

Amanece y uno a uno vais despertando.

Tan pronto como despertó, Tameiki comenzó a recoger todas sus pertenencias y a cargarlas en su montura. Una vez que hubo recogido todo, estuvo unos minutos tomando un frugal desayuno, se sentó de espaldas al grupo y comenzó a practicar unos movimientos de katana con su bokken. Cuando hubo hecho todo eso, montó y se dirigió al grupo.

-Sé a dónde debo ir, pero como ha insistido Moto-san, no tenéis por qué seguirme, puesto que no soy el ejemplo de samurai -dijo únicamente- Quien quiera venir es libre de hacerlo, y en caso contrario podremos reunirnos en algún otro lugar en unos días.

Esperó la respuesta de sus recientes compañeros sentada en el caballo, con una de las manos tomando las riendas y con el otro brazo introducido en su kimono.

El sonido de la muerte, en callados estertores, se sucedieron en la noche como un vivo carrusel de aceros que atravesaban sus propios estómagos, o en el silbido de espadas que (para salvaguardar el honor de los suyos) se precipitaban indolentes sobre la nuca del suicida. Un hábito harto común en Rokugán, y honorable en la mayoría de casos. Sin embargo una señal a interpretar con sumo cuidado en los albores de un nuevo intento por destruir al antiguo Mal
En cualquier caso, el León había sido diezmado y sus afiladas garras convertidas en vagabundos. Por ahora...

Con la primera luz la Togashi despertó
Una fina capa de sudor perlaba su piel. Acarició su cabeza, desnuda, y torció el gesto. Sabía que algo no iba bien
'¿Por qué al final?', se preguntaba, considerando las numerosas opciones que habría si el hilo de la historia decidiera tejer el destino de manera más activa, a su lado. Sus dudas desaparecerían. Su fortaleza no conocería límites

Negó con la cabeza, y se dispuso a tranquilizar sus pensamientos y vaciar su mente
La respuesta era su propia vida, su camino. Y en él se hallaba la iluminación. Acompasó la respiración, se deshizo en la meditación y tras un tiempo -indeterminado- renació en sí misma. Había mucho que hacer, por lo que recogió sus escasas pertenencias y se encaminó al campamento. Había pasado la noche al abrigo de la naturaleza, y para cuando lo alcanzó la ronin estaba sobre su caballo, dispuesta a partir en solitario
La Dragón observó a la mujer en silencio, apoyada sobre su bo. Sus ojos negros parecían atravesar a la mujer

Los ojos oscuros de Shiroi se abrieron de par en par tan pronto como la primera luz del alba apareció en el cielo. Arrancada del sueño con violencia, la mano de la samurái buscó por puro instinto la empuñadora de su katana, sólo para descubrir que ya no se encontraba en mitad de una batalla, sino en un frugal campamento. El campamento de siete samuráis que, según un extraño presagio, estaban destinados a salvar todo Rokugán.
Respirando profundamente, logró normalizar los latidos de su corazón, y observó a su alrededor. Casi todos dormían aún, salvo la joven Tameiki, que entrenaba a un lado del campamento. Sin hacer ruido, observó la técnica de la ronin, analizando cada uno de sus movimientos, cada uno de sus gestos. Había talento en ella, no cabía duda alguna. Pero ya lo esperaba. Después de la conversación del día anterior, tenía mucha confianza en la capacidad de la joven samurái.
Una vez terminó el entrenamiento de Tameiki, Shiroi se levantó junto a los demás y preparó sus cosas para el viaje. No volvió a sacar el tema del liderazgo, que parecía haber quedado en cierto suspense después de que se confirmara que, tal y como cabía esperar, Hidenaga no ostentaba en absoluto ningún apellido samurái, sino que había quedado relegado a un simple hombre-ola. Como ella misma…
Las palabras de la otra ronin la sacaron de sus pensamientos. Unas palabras que arrancaron una sonrisa en el hermoso rostro de Shiroi. Una sonrisa que aleteó en sus labios unos largos momentos, antes de que huyera, ahuyentada por las palabras que decidió pronunciar.
-Creo que no sería sabio separarnos ahora que Hiroaki ha logrado por fin unirnos. –Dijo, mientras también ella subía a su montura. –Yo también he tenido un sueño. Tal vez haya sido el mismo sueño, o tal vez nuestro guía nos haya dado varias pistas. El lugar que ha aparecido en mis sueños era un lago. Pero sea el mismo o no, yo decido seguirte hoy, Tameiki-san.

Los torpes cuerpos se alzaban de las salas y mausoléos de los samurai, así como de las tierras alrededor de la aldea eta. Tenían un objetivo y ese era la ciudad imperial. Sus cuerpos golpeados por los ejércitos imperiales se volvían a levantar una y otra vez, un enemigo al que nunca antes se habían enfrentado. Finalmente un envejecido samurai Cangrejo grita órdenes y las tropas imperiales consiguen destruir a los enemigos decapitándolos. 

Lo último que recuerda antes de despertar Aswad es esa mirada siniestra y oscura, que parece mirarle a él directamente.

El Moto se levanta y asea con agua. Luego se dirige a parte y comienza sus rituales oratorios hacia las fortunas antes de volver al campamento, donde consigue escuchar a las ronin dialogando.

-Me has entendido mal, Tameiki-san. Resbeto la habilidad de un ronin como la de un samurai cualquiera, bero soy consciente de que el Imberio no tomará en serio a un grubo de samurai de clan que sigue a un ronin, al menos no como líder.- El Moto tarda en sus palabras pues aun los sonidos de algunas letras y palabras le cuestan de expresar. -Bero creo que todos barece que tenemos una idea de hacia donde debemos ir, ideas diferentes al barecer.- El guerrero gaijin tenía idea de donde tenían que ir, pero solo por nombre, luego no sabía exactamente la localización, pues además era un secreto para evitar que nadie volviese a alzar al hechicero. -En mi visión la localización era otra, era una tumba de uno de los mayores enemigos del Imberio. Encontrar su brisión será difícil y creo que deberíamos dejarla bara cuando tengamos más boder.-

Un nuevo día llegó y con él, la esperanza de poder comenzar un cometido que salvaría al Imperio de la maldición provocada por el extinto clan escorpión.

Al levantarse, pudo ver a Tameiki practicando una serie de katas, por un instante estuvo tentado en unirse a ella en sus prácticas, pero pronto desechó la idea. Tras asearse y comer algo ligero, se alejó hacia el bosque donde buscó un lugar tranquilo donde poder hablar con sus ancestros y pedirles que le protegiesen de cometer actos impuros y caer la deshonra de sus emociones.

A su regreso pudo observar que todos estaban en pie y debatiendo hacia donde acudir. Tameiki se encontraba montando el pony rokuganes como si quisiese marchar inmediatamente.

Ohayo.- Dijo de forma informal a modo de saludo.- Yo también tuve un sueño, no era un lugar sino una persona, creo saber donde se encuentra en estos momentos. Lo más sensato, bajo mi humilde parecer, sería que todos comentásemos nuestra visión para poder crear una ruta... dividirnos sólo dividiría nuestra capacidad para cumplir el cometido.- Tras decir esto esperó a que todos asintieran. La propuesta era una verdadera prueba de sinceridad ante todavía extraños. Fue el unicornio el primero en dar detalles sobre el lugar al que acudir.- ¿La tumba de Iuchiban? - Fue el pensamiento que vino a la mente de Kyo, el cual fue el siguiente en hablar.- Sólo sé que debemos hablar con Isawa Kaede-uesama. En la visión se encontraba ante los Maestros Elementales, por lo que creo que puede estar en Gisei Toshi, aunque antes de partir hacia Otosan Uchi, me reuní con ella en Kyuden Isawa.

Tras esperar a que todos hablaran, o al menos, todos los que quisieran compartir la información, Kyo esperó a que el grupo tomara una decisión. Si el grupo no se ponía de acuerdo sobre los pasos a seguir, Kyo propondría ir a ver a Isawa Kaede, al fin y al cabo parecía un cometido poco peligroso, un buen modo de ir conociendo al resto de sus acompañantes en la tranquilidad y armonía de sus tierras.

Inclinó levemente la cabeza en señal de agradecimiento a Shiroi, así como lo hizo después tras el comentario del Moto, como indicando que no se había tomado a mal su indicación acerca de las ronin. No obstante, arqueó una ceja ante el saludo del Shiba, tan afable ahora como críptico y serio el día anterior.

-En mi sueño se me avisa de que tengo que encontrar a Yogo Junzo... aunque ahora su nombre es únicamente Junzo -explicó- Sé dónde vivía, y es un buen comienzo desde el que podrán indicarnos donde ha marchado ahora que ha renunciado a su nombre familiar -continuó- Junzo-sama siempre fue un hombre de confianza para... -comenzó, antes de enmudecer- ...creo que sabrá qué debemos hacer a continuación, puede que incluso sepa dónde encontrar los pergaminos -expuso, al tiempo que se pasaba una mano por el pelo nerviosa- Creo que lo más apropiado y lo que se espera de nosotros es que reduzcamos nuestras horas de descanso y nos pongamos en movimiento cuanto antes.

-Parece que cada uno de nosotros ha tenido un sueño diferente. –Sentenció Shiroi, irguiéndose ligeramente sobre su montura para captar la atención de los demás. Una vez más, podía vislumbrarse en sus gestos un porte autoritario y noble que sugería un pasado desconocido para los demás. Con aplomo, la ronin siguió hablando. –Siete sueños para siete Truenos, marcando el paradero de los Pergaminos Negros. Dudo que ninguno de ellos resulte sencillo de conseguir, pero tal vez algunos sean más difíciles que otros… No me encaminaría en primer lugar a la tumba de Iuchiban si pudiera escoger. Pongamos todas nuestras opciones sobre la mesa, y tomemos una decisión.

-En mi caso, se trata del lago que se encuentra conectado al Río de la Hora del Lobo. –Hizo una pequeña pausa, como si evaluara los conocimientos de historia de los demás, antes de continuar. -Tal vez no lo conozcáis, pero está entre las tierras Grulla, provincias Matsu, y lo que una vez fueron las tierras Bayushi, cerca de Hotei Sheido. Pero el asentamiento más cercano es el del clan de la Avispa. En cualquier caso, si como dice Tameiki vamos a buscar a Junzo… podríamos pasar primero por el lago. En ambos casos, nos encaminaríamos al suroeste.

Shiroi acertaba con el pensamiento de la Togashi: siete sueños

Aguardó paciente a que el antiguo León y el Cangrejo aportaran sus visiones. La suya propia no encauzaba la búsqueda, y parecía más el retazo de una memoria futura en disyuntiva que la localización -por muy ambigua que fuera- de los pergaminos. En cualquier caso no consideraba oportuno separarse cuando habían sido reunidos la noche anterior. Se apoyó lánguida sobre su bastón, y la luz de dos ojos amarillos pasó fugaz por su cabeza...

El Cangrejo se despertó empapado en sudor, hacía lardo tiempo que no lograba descansar más que unas pocas horas y su cuerpo no se relajaba lo suficiente, sin embargo pudo ver un lugar en las escarpadas Tierras Sombrías, donde unos peludos y encorvados seres se alimentaban del arroz dejado por los heimin cerca de sus cosechas y caminos. Eran rátidos o Nezumi (como les gustaba a ellos ser llamados), seres resistentes al poder corruptor de la mancha, pero cobardes si se les ofrecía una demostración suficiente de fuerza. No eran necesariamente enemigos del imperio Esmeralda, pero no debían fiarse, pues el poder corrompe a todos los seres por igual.

La mirada del robusto guerrero se posó en sus alrededores, pero allí no había nada más que una espesa oscuridad que lo absorbía todo. Pronto amanecería y tendrían que ponerse en marcha, pero antes; como en cada una de las batallas en las que había participado, el Oni Negro debía ir a rezar al Templo y pedir la bendición de las Fortunas en su empresa.

Al llegar al templo se arrodilló pesadamente ante el altar y descubrió su rostro deformado. -"Soy yo de nuevo, vengo a veros en busca de ayuda para cumplir con mi deber. Hida-kamisama, ofrecedme vuestra fortaleza y voluntad de hierro para mantener los cimientos unidos de la reunión de los truenos. Shinjo-kamisama, ofrecedme vuestra gentileza y comprensión para perdonar, aguantar y olvidar los agravios de mis semejantes pasados, presentes y futuros. Bishamon-kamisama, ofrecedme vuestra fuerza y poderío para utilizarlos cuando sea necesario para preservar el orden de las cosas. Domo arigato gozaimasu por escucharme". 

Tras las plegarias realizó una donación al templo y pudo regocijarse al ver que Onnotangu-kamisama aparecía por el horizonte lentamente. Una reverencia siguió después. Antes de ponerse de nuevo en pie, el Cangrejo colocó la máscara sobre su rostro de nuevo, guardando su pasado y sus debilidades tras ella.

Al regresar pudo ver que la mayoría estaban despiertos realizando sus rituales diarios, por lo que solamente se dirigió a tomar el desayuno en total silencio. Tras adecentarse y recuperar sus pertenencias, se dirigió a los establos donde la ronin de cabellos rojizos tomó la decisión unilateral de marcharse. Al parecer, de nada había servido tratar de poner orden en el caos de los integrantes del grupo en la velada anterior, lo cual hizo que el samurái se entristeciera tras su máscara. Escuchó las palabras de todos los presentes y al oír nombrar la tumba del traidor su gesto se tensó por un instante, para después serenarse con la misma rapidez.

El Oni Negro asintió ante ofrecer todas las opciones antes de tomar una decisión y tomó la palabra cuando todos enmudecieron. -"Lamento que hayáis tenido esa pesadilla Moto-san, ese es un lugar maldito y necesitaremos estar más que preparados para salir victoriosos allí. Creo saber dónde se encuentra a groso modo, pero como ha dicho Shiroi-san es pronto para enfrentarnos a tan poderoso enemigo. En mi sueño he visto a una tribu guerrera de rátidos, los llamados "La Montaña". No tienen porqué ser necesariamente nuestros enemigos, pero debemos estar alerta pues aunque suelen ser cobardes por naturaleza, también son muy numerosos, siendo esa su mayor fortaleza. Creo que podría encontrarlos, pero deberemos ir a Tierras Sombrías y todo lo que se refiera a ese lugar debería dejarse para el final de nuestro viaje".

Después de hablar, se dirigió al poni que le habían asignado, lo ensilló y colocó sus pertenencias bien amarradas, para después montar con tranquilidad y prepararse para tomar la dirección que se acordase entre todos.