Partida Rol por web

Habían vencido, superando las posibilidades que se alzaban en su contra. Se habían enfrentado a un Oni de Jigoku y a los Maestros Elementales del Fénix… y habían vencido. No sólo eso, sino que en lugar de provocar un completo baño de sangre, habían logrado reconducir a todos ellos, salvo a Isawa Tsuko, cuya cabeza cercenada por la hoja de Shiroi era el mudo recordatorio de la condena que conlleva el anteponer la ambición al honor.

Habían vencido, sí… pero para la ronin, ya no existía victoria. Sólo una interminable sucesión de conflictos que terminaría inequívocamente con su muerte. Un día fue necesario para recuperarse de las heridas sufridas… pero el día siguiente, viviendo como invitados en el palacio de Kyuuden Isawa, le resultó claustrofóbico. Era un reflejo de la vida de la nobleza, una vida que había dejado ya atrás, y que jamás recuperaría. Incluso si vencieran, su cuerpo y su alma no se liberarían jamás de las garras de oscuridad que los Pergaminos habían clavado en ella. La Mancha no dejaba ir a sus presas.

De modo que después de consultar algunos temas con la Maestra del Vacío, se mantuvo en los jardines, inmóvil, sumida en profundas y oscuras meditaciones, hasta que los Truenos se reunieron de nuevo al ocaso para dar cuenta de la cena que se les había ofrecido. Fue Oni Negro quién expuso su visión de la situación. Las posibilidades que se extendían ante ellos. En efecto, y hasta que abrieran más de los pergaminos, sus destinos eran la tumba de Iuchiban… cuyo paradero desconocían, o las tierras del clan del Cangrejo.

-Estoy de acuerdo en que no podemos quedarnos aquí por más tiempo. –Contestó con seriedad Shiroi. –Pero más importante aún que el camino que tomemos será el tiempo que empleemos en él. Apenas nos queda jade, y cada día nos acerca más a perdernos a nosotros mismos. ¿De veras crees que podemos permitirnos el lujo de abrir más Pergaminos, en esta situación? Si con cada uno empeora nuestra situación… dime, ¿cuánto más resistiremos, Oni Negro?

-Necesitamos jade. Si para ello debemos encaminar nuestros pasos a las tierras de los hijos de Hida, sea así. –Continuó, mientras sus ojos negros recorrían a todos los presentes. Estaba segura de que no era ella únicamente quien sentía la persistente mordedura de Jigoku arañando las puertas de su alma. –He consultado a Isawa Kaede-san si el clan del Fénix dispone de datos sobre la tumba de Iuchiban. Si estuviera cerca de aquí, o quedara en el camino hacia el sur… tal vez deberíamos acudir a ella primero. Pero como he dicho… nuestra prioridad es lograr ganar tiempo para nosotros. Si hemos de morir, que sea en combate contra el enemigo.

Guardó, silencio, mientras meditaba sobre lo que acababa de exponer al resto de Truenos, antes de terminar su alegato.

-Hagamos lo que hagamos, partiremos mañana al amanecer. –Sentenció, en una frase que tenía más de certeza que de pregunta. –Cada día es valioso.

Tras vencer la batalla y recuperar el brazo de Kaori, estuvieron descansando en Kyuden Isawa.
Sin embargo estaba claro que debían seguir su camino, pues cómo Shiroi apuntaba, cada vez costaba más resistirse al poder de la Mancha.
Por el momento no sería sensato abrir más pergaminos.
Viajemos al sur, si tenemos certeza de que en las Tierras Sombrías hay más pergaminos deberíamos ir allí y de paso abastecernos con Jade. expuso el Moto, dejando claro que la mejor opción era ir a lo seguro.

El Cangrejo miró a Shiroi con la ternura de aquel que había pensado en sus palabras antes de que las formulase. -"Tenemos todavía dos destinos a los que dirigirnos. Uno a la Tumba Iuchivan y otro en busca de una tribu de rátidos. creo que ambos se encuentran en Tierras Sombrías, por lo que si no abrimos más pergaminos tendremos que ir hacia allí primero. Respecto al jade, creo que debemos hablar primero con el Maestro de la Tierra, pues el té de pétalos de jade puede relentizar o exterinar la presencia de corrupción en los cuerpos de los humanos".

Oni Negro se puso en pie delante de sus hermanos Truenos. -"Desconozco si os habéis dado cuenta o no de nuestra condición, pero el jade que portamos absorbe la corrupción de nuestros cuerpos en lugar de hacer de barrera, eso es bueno o malo, dependiendo de cómo de mire". Comenta dejando el jade que porta encima de la mesa al lado de su taza de sake. -"Es bueno porque evita la corrupción de nuestras almas, pero es malo porque se consume con mucha más rapidez. Yo ya os lo dije en la cabaña del León Negro, Hiroaki-uesama me adiestró para aguantar el poder de la mancha en mi cuerpo y alma, haciéndome mucho mas resistente a sus tentaciones e influencia. Sólo espero que me dejéis leer los doce pergaminos en presencia de nuestro enemigo y si mi alma se nubla, espero que sea la espada de Shiori-san o la de cualquiera de vosotros la que acabe con mi sufrimiento y mi deshonra, pues habré cumplido con mi deber". Dice Finalmente poniendo su mano sobre el lado de su coraza bajo el que se encuentra su corazón haciendo una leve reverencia con su cabeza.

-"Si nuestros pasos nos llevan a tierras Cangrejo tomaré la iniciativa, pues mis hermanos al verme me respetarán como el samurái que soy. Reconozco que no soy el héroe que Valkai-san o Kyoshiro-san son para sus respectivos clanes, pero el compañerismo entre los Cangrejo es algo que nos inculcan desde pequeños. Iré entonces en busca de jade en las tierras de mis Ancestros y si no me lo dieran a las buenas, estoy dispuesto a cogerlo por las malas, pues acepto mi cometido para con esta misión". Concluye el Cnagrejo con una mirada llena de determinación y haciendo un salmo sorda al kami Hida...

Asintió en silencio. La última parte de su camino parecía la más oscura, y no cabía duda de que pondría a prueba la voluntad de cada uno de los Truenos. Sin embargo, en su caso, era distinto. El Kami Togashi había aceptado su devoción y la tinta de sus hijos recubierto su piel con sumo acierto
-Es posible que comparta tu destino, Oni-san. El Cuervo protege mi cuerpo y mi alma de la terrible Mancha, así que puedo ayudarte en ese viaje

Escuchó atentamente los comentarios de todos, como acostumbraba. Se mantuvo en silencio, levemente apenada por saber el destino brutal que a todos les aguardaba. Su mirada bajó hasta su katana, sabiéndose verdugo de todos cuantos cayeran bajo el influjo de la mancha. ¿Acaso podría hacerlo aquella vez y no caer, como había ocurrido ya contra los maestros del fénix? 

Asintió ante la presteza que indicaba Shiroi, y luego miró a Oni mientras hablaba sobre su llegada a las tierras cangrejo. ¿Cuánto importaba si era o no un héroe para los suyos, si era un héroe para los Truenos?

El Cangrejo miró a la Isezumi y escuchó sus palabras con atención. -"Si es cierto lo que proclamas, deberías ser tú la que lo haga, pero debemos estar seguros de eso, por que ni siquiera la pureza del jade ha sido capaz de ofrecernos su protección tal y como se supone que debería hacerlo. Debemos estar seguros de si el poder del cuervo puede evitar el mal de los pergaminos". 

-"Esta nueva revelación, nos obliga a abrir un nuevo pergamino y si es cierto lo que Kaori-san dice, deberíamos poner todos nuestros esfuerzos solamente en recuperarlos todos cuanto antes. Si Kaoiri-san me lo permite, me gustaría leerlo junto a ella". Concluyó Oni Negro dibujando un sonrisa bajo su máscara, pero que la forma de sus ojos revelaba claramente.

Repitió el gesto, y asintió devolviendo la sonrisa al Cangrejo. Al mismo tiempo se giró hacia los demás para conocer sus opiniones. Abrir Pergaminos Negros no es una decisión que pudieran tomar sólo dos. Por su parte, no dudaba que la fuerza del Cuervo cubriera su cuerpo y espíritu de la enfermedad del Enemigo; era un regalo divino del padre Dragón

El me llamó "héroe", haciendo que me sintiera muy incómodo, de verdad me gustaría qué no me llamara así, ¿Qué por qué? Por qué no tiene el derecho, yo simplemente hice lo que se debía, lo que tenía que hacer, no soy alguien qué cree en sus logros o en la vanidad para confiarse que es mejor que cualquiera, cualquier otro fénix podría estar en mi lugar, pero fue mi deber, o el destino, o el simple hecho que destacara sobre mis hermanos del clan.

No me concidero un "héroe", jamás lo hice, y jamás lo haré.

Ignoro completamente la charla de los truenos, del intercambio entre Oni Negro y la dragón, mi mente se distancia mientras bebo un sorbo de té, quedando lejos de la conversación, pero no totalmente lejos, aún presto atención a lo que ocurre a mi alrededor, vuelvo a palpar los pergaminos, pero ahora sintiéndome nervioso de perder ante la oscuridad. 

Sabes con certeza donde se encuentra la tumba de Iuchiban.

Al noreste de las Tierras Sombrías.

Por supuesto Shiroi-san, en todo lo que pueda ayudar, ayudaré. Voy a por el jade y por un mapa. Al cabo de un par de horas o tres vuelve y te entrega un mapa con la ubicación de la Tumba de Iuchiban y 7 dedos de jade. Espero que os sea de ayuda en vuestro cometido.

Una duda recorre tu mente sobre los pergaminos negros, hay uno de ellos del que solamente tú sabe lo que hay que hacer, quizás no sería mala idea compartir ese conocimiento con alguno más de los truenos por si debido al destino cayeras tú. Pues si caes el conocimiento tuyo se perdería contigo.

-No sé si la idea más prudente es continuar abriendo los pergaminos ahora mismo... -Intervino de nuevo Shiroi. -Pero en cualquier caso si estoy segura de que no deberíamos hacerlo en este lugar. El Phoenix ya ha sufrido bastante por culpa de la Mancha.

-Isawa Kaede-san me ha facilitado un mapa que revela la localización de la tumba de iuchiban. Tal y como decíais, se encuentra al sur, cerca de tierras Cangrejo. Si dos de los pergaminos se encuentran en ese lugar creo que deberíamos acudir cuanto antes allí y obtenerlos antes de que las fuerzas de las tierras sombrías sigan creciendo y hagan imposible ese viaje. Y si en ese viaje desees abrir alguno de los pergaminos cuyo contenido desconocemos, estaré de acuerdo

El antiguo León había quedado extenuado tras el combate. Y aún con los cuidados de su camarada Cangrejo, apenas si había podido mantenerse en pie para participar de las conversaciones que siguieron. Los demás Truenos incluso debieron cargarlo fuera de las catacumbas, casi arrastrando su debilitada figura hasta dejarlo en un lugar seguro.

Luego de ello, ninguno supo más nada del solemne guerrero, que pasó sus días en el bello Kyuden Isawa postrado en un camastro, entrando y saliendo de a ratos de una dolorosa y confusa semi-inconsciencia.

De hecho, incluso transcurridos ya varios días de la batalla, a duras penas había conseguido llegar a la reunión que decidieron celebrar sus compañeros. Y aunque parecía moverse por sus propios medios, estaba claro que no se hallaba en la mejor forma para emprender un nuevo viaje.

Con todo, su voz seguía siendo grave y potente cuando hablaba, y de ella emanaba una solidez que no parecía guardar relación alguna con su debilitada postura.

- Creo que no encontraremos un lugar más seguro en todo el Imperio para abrir estos pergaminos. El Maligno ha sido erradicado de las tierras de los Fénix. Quizás no por completo. Y probablemente solo de momento. Pero es más de lo que podemos esperar de otros rincones de nuestra nación, donde ni siquiera sabemos la forma que han adoptado sus esbirros.

- Además, no hay otra parte donde podamos encontrar el consejo de seres tan sabios. Pues quien mejor que los Maestros Elementales, que incluso han sufrido en su propia carne la hiriente presencia del Enemigo, para indicarnos sobre el camino que discurre entre las sombras.

- Creo que lo más sensato sería abrir aquí mismo los pergaminos. Al menos, aquellos que puedan contener algo de información que nos sea de utilidad en esta etapa.

- De algunos ya sabemos su contenido. Por haberlos leído, o porque nos lo han comentado los miembros del Fénix. Quizás sea cuestión de probar suerte con los otros.

- En cuanto a quién debe abrirlos... - concluyó por fin, dedicando una profunda y serena mirada a la Dragón - ... supongo que cualquiera de nosotros que se ofrezca será digno para tal misión.

Valkai escuchaba cómo discutían si abrir o no los pergaminos.
Unos estaban a favor y otros en contra.
El Moto intervino finalmente, encogiéndose de hombros.
Tarde o temprano habrá que leerlos, así que si la mayoría estáis de acuerdo, yo me ofrezco para leer uno...
Eso sí, la otra vez ya me fastidié; quiero una botella de buen shochu para después de la lectura... dijo, levemente sonriente.

El Cangrejo asintió ante las palabras de Hidenaga y de Valkai después de éste. -"Estamos de acuerdo entonces, abriremos un pergamino esta misma noche y lo leeremos Kaori-san y yo mismo. Si Valkai-san desea unirse es su decisión". Concluyó mirando al Unicornio con ojos de denotaban determinación y serenidad al mismo tiempo. 

-"Mañana al amanecer partiremos hacia Tierras Cangrejo en busca de los pergaminos que nos quedan, aunque... Kaori-san, ¿Vuestro sueño a dónde nos llevaba? Creo no tener recuerdos sobre él. Quizás ese destino esté más cerca de nuestra posición actual que la Muralla del Carpintero y sea más indicado dirigirnos allí..."

Oni Negro esperó a la respuesta de la Dragón, puesto que no recordaba haber escuchado nada sobre su sueño.

La Dragón asintió de nuevo. La mayoría de los monjes con los que había estudiado eran mucho más afables y extrovertidos que ella. Sin embargo el suyo había sido un entrenamiento duro, enfocado al balance entre cuerpo y espíritu. No ignoraba la sabiduría de sus maestros, inculcada en su Orden y vertida sobre sí misma, pero no se consideraba el faro que -supuso- debía ser para sus compañeros

Chasqueó la lengua, decepcionada, y respondió:
-Soñé con el kami Togashi -masculló, arrugando el ceño y rememorando la escena, diluida en la memoria onírica de muchas noches atrás. -Portaba armadura completa, y estaba escribiendo en un pergamino. Su voz resonó por todas partes, como si naciera de las mismas paredes que nos rodeaban. Se giró hacia mí y... -alzó la vista hacia sus compañeros Trueños. Tomó aire y continuó, con voz tajante: -Cuando nos hagamos con los demás Pergaminos Negros, hay que ir a Kyuden Togashi
No era fácil hablar sobre la visión del Padre del Clan Dragón. Su presencia, su poder, su aura... eran tan absolutos que no había más opción que caer de rodillas, y agachar la cabeza en pura adoración y servidumbre

Resopló tras unos segundos. Liberarse del sueño, y compartirlo, no hacía más liviana su carga pero cuanto menos si moría los demás sabrían qué hacer. Se giró de espaldas a los demás, y dejó que sus ropas cayeran deslizándose por su espalda. El tatuaje de un cuervo, con las alas desplegadas y el pico abierto la cubría casi por completo. Ladeó la cabeza a un lado:
-El Cuervo no es casualidad. Con él puedo abrir los Pergaminos Negros sin apenas consecuencias; Togashi kami-sama protege mi cuerpo y mi espíritu de la corrupción de la Mancha. -Se cubrió y se giró. -Puedo portarlos y leerlos sin comprometeros a vosotros