Partida Rol por web

El antiguo León había llegado a la posición de ONI NEGRO casi en el preciso instante en que este la abandonaba para atender a su camarada caída, sintiendo como la voluminosa anatomía del Cangrejo pasaba a su lado como una exhalación, pero sin siquiera rozarlo.

El movimiento había tenido una coordinación impresionante. Como si ambos guerreros lo hubieran practicado infinidad de veces en el dojo. Y había sumido en una confusión momentánea a su enemigo, quien ya se disponía a perseguir a un oponente que creía derrotado y en retirada.

Por supuesto, la confusión había durado apenas un instante. Pues el ronin enseguida tomó conciencia de su nueva situación, y se dispuso a remediarla, adoptando una postura más apropiada. Sin embargo,  para el experimentado Akodo aquel instante era suficiente.

Un primer tajo lateral irrumpió entre la improvisada guardia de su contrincante, lacerando en profundidad el muslo izquierdo del ronin y quitándole toda movilidad. Tras ello, inmediatamente después, un segundo ataque, cruzado y ascendente, mordió justo por debajo de la axila a su enemigo, que se desplomó entre espasmos de dolor.

El antiguo León no dedicó siquiera una mirada a comprobar el estado de su enemigo caído. Pues de inmediato retrocedió para aproximarse al resto de sus camaradas, aunque sin dejar de observar ni un instante lo que ocurría a su alrededor.

Para cuando SHIROI se acercó a susurrarle unas palabras al oído, la atenta mente del Akodo ya había empezado a idear un plan que los sacaría a todos de allí...

Todo pasa muy rápido, en un instante os ponéis tras Hidenaga, todos excepto Valkai que ya lo habéis perdido de vista. 

Kyoshiro casi se pierde en la batalla pero vuelve a vosotros gracias a la advertencia de Shiroi y por suerte no ha habido mayor consecuencia.

En breve os encontráis fuera de la batalla y cerca de Kyuden Isawa todos juntos. El cuerpo del antiguo daimyo escorpión aún echa un poco de sangre roja por el cuello, la montura de Valkai está en parte manchada por la sangre de este y tiene un aspecto impactante. Al salir de la batalla os dirijisteis a por vuestras monturas y de seguido hasta donde ahora os encontráis. Kyoshiro intuyó por donde podría estar Valkai y Oni siguió el rastro de su montura.

Valkai baja un momento de la montura y echa con cuidado el cuerpo de Junzo en medio del grupo, lo tantea y saca el motivo de la muerte de este.

Otro pergamino negro más está entre vosotros y toca decidir quien lo leerá y si lo leéis ahora. De momento está en manos de Valkai.

Finalmente, lograron abandonar el campo de batalla, esquivando a los perdidos y desorientados restos del ejército de Junzo, que comenzaba a retroceder ante los embites de los Isawa. Desprovistos del liderazgo de su comandante, sus filas se deshilachaban como la niebla ante un fuerte viento. La victoria ese día era, sin ninguna duda, de los Isawa. De aquellos liderados por los corruptos Maestros Elementales que planeaban desatar el horror de Jigoku sobre la tierra. ¿Habían hecho lo correcto al acabar con el antiguo Escorpión? ¿O tal vez él fuera el único capaz de ayudarlos frente a sus nuevos enemigos? No había forma de responder a esa pregunta.

Esos pensamientos ocupaban la mente de la ronin mientras avanzaba tras el grupo, siguiendo en ese momento a Oni Negro, que rastreaba los pasos de la montura de Valkai, algo no demasiado difícil, ya que el constante goteo de sangre del cuerpo decapitado de Junzo marcaba un rastro evidente para aquellos que supieran qué buscar. Tras un buen rato, lograron por fin reunirse con su compañero. Como un macabro recordatorio de lo sucedido, el cuerpo de Junzo estaba tirado en el suelo, y el Unicornio extrajo el Pergamino de entre sus ropajes. Al menos en eso, habían acertado.

Un silencio ominoso, denso, parecía haberse instalado entre los Truenos. El Pergamino Negro estaba en manos de Valkai, pero la sombra del asesinato que acababan de cometer pendía sobre ellos. Shiroi sabía que no se podía permitir que las dudas o la confusión se instalaran en el grupo, así que decidió romper el silencio ella misma.

-Tenemos un nuevo pergamino. -Afirmó para comenzar, reiterando que a pesar de todo, habían logrado lo que debían lograr. -Y nos encontramos frente a un nuevo peligro. Si los Maestros Elementales van a tratar de invocar a un Oni en este lugar, debemos oponernos a ellos y evitarlo... haciéndonos con sus propios Pergaminos. Debemos intervenir antes de que el hogar de Isawa caiga en manos de las fuerzas de Jigoku.

-Pero antes de eso... -Añadió, mirando a la herida ise zumi. -Debemos tratar de sanar las heridas de Kaori. Ninguno de nosotros somos shugenjas... así que creo que nuestra única oportunidad es la de entrevistarnos sin perder un momento con Isawa Kaede. Si alguien puede ayudarnos... es ella. Shiba-san, ¿podrías llevarnos hasta ella de una forma discreta?

-Pero seamos discretos. El cuerpo de Junzo debe recibir un final adecuado, al menos. Oni Negro-san, detesto tener que pedirte esto pero... ¿podrías asegurarnos si estaba Manchado o no? Eso nos dará pistas sobre la naturaleza de las fuerzas Asako que han sobrevivido. Y después de comprobarlo... que arda. Es lo menos que podemos hacer por él. 

-Moto-san. -Shiroi parecía estar decidida a poner en marcha a todo el grupo. La voluntad de la ronin, como siempre, demostraba ser tan firme como el filo de su espada. -Tratad de limpiar vuestra montura... un caballo gaijin siempre llama la atención, pero uno empapado en sangre es incluso demasiado ostentoso. Cuando Oni termine... deberemos irnos.

La ronin caminó hasta colocarse frente a Valkai. Pálida por el cansancio y lo sucedido, parecía tan frágil y delicada como una flor, aunque a esas alturas pocos dudarían de que esa imagen era tan sólo una ilusión, y que bajo esa apariencia se ocultaba una samurái tan orgullosa como letal. Sin dudarlo un momento, extendió la mano para tomar el Pergamino de manos del Unicornio.

-Mientras os ocupáis de todo eso... el resto leeremos este Pergamino. -Dijo, pero al tocar la reliquia por un instante su voz se quebró, dejando entrever el horror que sentía al tocar el oscuro papiro. Pero continuó, apretando los dientes. Daba igual que su instinto le gritara que debía alejarse de aquella cosa. Alguien debía dar un paso adelante y sacrificarse. Y ella... ella era un Trueno. -Kaori está débil ahora. Hidenaga-san, Shiba-san... por favor, que uno de vosotros me acompañe en esta ocasión. 

De nuevo, de nuevo y de nuevo, el conflicto y la amenaza de un nuevo peligro viene a por nosotros, sentado en un costado, ya a salvo, mantengo mi silencio mientras esta nueva situación se desarrolla, con las piernas cruzadas y con la naginata apoyada sobre mi hombro, me siento abatido y mal, más que nada por mi compañera trueno, pero bueno, ese es el resultado de la batalla, al menos tenemos el pergamino.

Pero no pude evitar fruncir el entrecejo por la pregunta de Shiroi-san, disgustandome la idea de llevarla ante Kaede-sama, sin embargo, no puedo negarme, y menos si es para salvar la vida de mi compañera. 

-De acuerdo... Os llevaré con Kaede-sama-

Mis palabras sonaron amables, pero desde qué soy un trueno, un ronin, me siento pesado y mal por no volver con mi gente. 

-Yo le acompañaré Shiroi-san, espero no le meleste-

Confirmo mientras me levanto sin ningún esfuerzo de mi lugar. 

El Cangrejo siguió sin apenas esfuerzo el rastro sangriento que dejaba a su paso el cuello degollado de Yunzo junto al caballo de Valkai.

Tras reencontrarse con sus compañeros no tardó ni un segundo en arrodillarse al lado de la monje para examinar la cicatrización de sus heridas y volver a revisar el vendaje rehaciéndolo de ser necesario. -"Kaori-san, puedo revisar las curas que te he echo durante la batalla, pero si durante el combate que se avecina te hieren, no podré volver a hacerte curas hasta el día de mañana. ¿Quieres que trate de hacer algo más o esperamos a ver cómo evoluciona esa herida?"

Las palabras de Shiori se interpusieron entre el Cangrejo y su cometido, pero no le distrajeron más de lo imprescindible y mientras rebuscaba nuevas vendas en su furoshiki asintió a la Ronin. –“Me pondré a ello en seguida aunque no soy Kuni, por lo que mis conocimientos no son demasiado amplios”.

El Cangrejo se acercó al maltrecho cuerpo del Daimio Escorpión. Se arrodilló y extrajo de su furoshiki un espejo de mano y un cuchillo sin apenas filo. Desnudó al Daimio sin tocar el cuerpo del difunto y examinó minuciosamente su cuerpo, su sangre y todo cuanto pudiera decirle que estaba siendo corrompido por el poder del Jingoku. (1)

Sin embargo durante el escrutinio Shiroi se ofreció a leer el nuevo pergamino con la ayuda de Kyoshiro. No era una mala opción, pero debían hablar de ello ates de precipitarse. El Cangrejo carraspeó detrás de su máscara ante el ofrecimiento de la ronin y se puso en pie delante de ella barrándole el paso. –“No debemos precipitaros Shiroi-san, creo que debemos esperar a abrir ese pergamino. Todos sabemos lo que le ocurre a nuestro cuerpo y alma, cada vez que leemos sus palabras malditas, pero creo que sólo yo sé lo que nos puede pasar si su corrupción nos cala muy adentro. Recomiendo no abrir el pergamino antes de haber derrotado a los maestros elementales corruptos, por la simple razón de que si el poder del enemigo cala en vuestra alma antes de enfrentarnos a ese enemigo, su espada es posible que se ponga en nuestra contra. Yo he visto hermanos volverse escupiendo espuma por la boca y desgarrándose la piel para destruir a sus camaradas de escuadra durante escaramuzas por el simple hecho de haber sido poseídos por la mancha y obligados por el poder del Jingoku a atacar a sus hermanos. El viaje hasta nuestro siguiente destino será de al menos varias semanas, tiempo más que suficiente para que nuestro jade absorba la corrupción de nuestros cuerpos y nos purifique hasta nuestro nuevo objetivo”. El Cangrejo guardó un segundo de silencio antes de continuar, esta vez mirando a Kyoshiro. –“Además, tengo un mal presentimiento respecto a lo que estamos a punto de enfrentarnos. Por lo general, los Oni son bestias enormes de gran resistencia, pellejo muy duro y gran poderío físico, pero torpes y lentas. Muchas de ellas poseen habilidades capaces de descargar el poder de los kami sobre sus enemigos, por lo que son enemigos muy peligrosos e incluso para un grupo como nosotros es posible que nos costara la vida de más de uno de nosotros tratar de destruirla. Lo que quiero decir es que, nuestro enemigo son los cuatro mayores shugenja del Imperio y su obra maléfica; por lo que necesitamos un plan de acción antes de enfrentarnos a ellos. Además necesitamos la ayuda de Kaede-sama. Kyoshiro-san, debes convencerla para que nos ayude, pues estaremos a merced de la furia de los kami sin su apoyo. Lo cierto es que desconozco si nuestros enemigos van a ser capaces de doblegar la voluntad del Oni, pero sea como sea; debemos destruirlos a todos o impedir que se materialice el Oni en Tierras Fénix”. El rostro del Cangrejo era de evidente preocupación aun con la máscara de Oni rozando su rostro.

Todo había salido bien por suerte, y Valkai consiguió abrirse camino entre los restos del ejército de Junzo para salir del campo de batalla.
Ya a salvo, tiró el cuerpo del Shugenja al suelo y le extrajo el Pergamino Negro sin pudor.
Instantes después, llegaban sus compañeros con la malherida Kaori entre ellos.

Shiroi no tardó en dar órdenes a diestro y siniestro. Era innegable que era hermosa, pero estaba claro que cuando se casara ella querría ser quien llevara la hakama en casa.
Sonriendo tontamente ante ese pensamiento, asintió a su petición de limpiar a la montura.
Sí, tranquila... murmuró mientras sacaba un trozo de tela y agua de su botella.

Mientras lo hacía, la ronin le quitó el pergamino que había puesto en su obi.
¿Pero qué...? apenas pudo decir, ya que Shiroi parecía dispuesta a leerlo. Valkai se encogió de hombros, eran un grupo y todos debían compartir el peso de aquella maldición.
Como quieras... pero ten cuidado... dijo finalmente, mirando a Shiroi como dandole su apoyo moral, luego a Hidenaga y Kyoshiro.
Después comenzó a frotar su montura como le había “ordenado” la ronin, con una extraña sonrisa; ¿era así cómo se sentiría un hombre que no llevara la hakama en casa? Siguió frotando.

Escuchó las palabras de Shiroi, Kyoshiro, Oni y, por último, Valkai, y tomó su habitual postura de introducir los brazos en el kimono para sacar uno de ellos y acariciarse levemente el mentón, pensativa. Tomó la palabra unos segundos más tarde, pasando sus ojos de unos a otros.

-Shiroi-sama, Oni tiene razón -expuso- No podemos precipitarnos, y es preferible esperar a leer este pergamino a cuando estemos seguros de nuestra seguridad más inmediata -continuó- Ahora mismo vamos a enfrentarnos al que posiblemente sea el más difícil combate que hayamos tenido hasta la fecha, no podemos hacerlo sin estar a nuestro pleno potencial -prosiguió- Os pido que recapacitéis, contar con Kaori en la lectura de los pergaminos también aminorará vuestra carga, y eso es igualmente importante -finalizó.

No sin ciertas dificultades, e incluso con algunos momentos de alarma y zozobra, el antiguo León finalmente consiguió guiar al resto fuera de la batalla, devolviéndolos a todos sanos y salvos al lugar donde habían dejado sus monturas.

HIDENAGA había tenido que aguzar al máximo su percepción y su astucia para encontrar un camino claro en medio del caos del combate. Pues con la inminente derrota del ejército Asako, sus filas habían comenzado a romperse y disgregarse, perdiendo toda cohesión y toda lógica de movimiento. Muchos valerosos guerreros se habían transformado en meros hombres desesperados, que despreciaban las órdenes de sus generales. Y que escapaban como podían, sin mayor orden ni concierto.

Aquello era, en verdad, una auténtica pesadilla táctica para el Akodo, que en más de una oportunidad se vio obligado a entregarse a su más puro instinto de soldado para esquivar alguna refriega, incapaz de encontrar en su mente analítica las respuestas que buscaba.

De todos modos, y quizás otra vez con el guiño de las Fortunas, pronto el grupo se encontró otra vez en el camino, dirigiéndose al encuentro con KAEDE... o eso parecía.

- TAMEIKI-sama está en lo cierto. - comentó el AKODO con tono neutro. Quizás algo abstraído, pues su atención parecía estar centrada en otros asuntos. Se hallaba algo apartado del grupo que deliberaba, rebuscando entre las ropas del difunto JUNZO, allí donde el Cangrejo las había dejado.

- La prioridad debe ser reponer fuerzas. Y cuidar de los nuestros. - dijo en clara alusión a la Dragón herida, aunque sin dedicarle siquiera una mirada - Nadie sabe cuánto podremos aguantar antes de sucumbir a la Mancha. Y este es el peor momento para tener que enfrentarnos entre nosotros.

- La sabiduría de la noble KAEDE-sama es legendaria. Quizás tenga respuestas... Y también algo de jade...

Un tono pálido se había apoderado de la piel de la Dragón, clara muestra de la pérdida de sangre sufrida. Sus fuerzas apenas servían para sostenerla en pie, y todo cuando ocurría a su alrededor -y se decía- flotaba como en una nube de inconsciencia perturbadora de la que era incapaz de deshacerse. Bajo sus ojos se dibujaban dos líneas negruzcas de agotamiento. Se maldecía a sí misma por ser una carga, y se preguntaba si cortado un brazo se habría cercenado también su capacidad para formar con los demás como un Trueno

-Los Fénix... hay uno de ellos en quien confío -siseó, en la tenue voz de la que era capaz, observando de pasada a los que allí estaban, sin detenerse en ninguno. No podía mantener la vista fija mucho tiempo. Suponía que, de darse el caso, podría hacer acopio de energías, pero dado que el peligro no era inminente prefería descansar
-Podría ayudarnos -completó, mascando las palabras entre los dientes

Se volvió hacia Oni Negro, quien parecía dispuesto a utilizar sus dotes medicinales con ella. Simplemente asintió. Era una afirmación muda para que hiciera lo que considerara oportuno, pues no se hallaba en disposición de valorar la situación con suficiente coherencia

El Cangrejo asintió ante las palabras de la Dragón y se puso a intervenir en sus heridas de nuevo, aunque sabía que hasta el día siguiente no podría volver a atenderla. -"Esto te dolerá un poco Kaori-san, trata de pensar en otra cosa..." (1)

Encuentras varios pergaminos de hechizos y 30 koku.

Junzo no tiene síntomas visibles de la mancha. 

Tras tratar las heridas de Kaori os dirigís sin abrir el pergamino negro de Junzo hasta los jardines de Kyuden Isawa. Allí según Kyoshiro y Valkai debería estar Isawa Kaede-sama esperando o deberíais esperarla allí por una conversación previa que tuvo con ellos.

Y allí está, primero se acerca Kyoshiro para avisarla y después con un gesto de este os acercáis todos.

Os mira uno a uno con detenimiento y por último habla Hiroaki encontró y reunió a los truenos, aún hay esperanza. 

Después se gira a Kaori Esa herida es reciente es posible que se pueda hacer algo queda pensativa hay un ritual que sólo conocemos tres personas en todo Rokugan, se necesitan al menos dos de ellos para llevarlo a cabo. El ritual dura una hora en el cual no podemos ser interrumpidos y tiene sus consecuencias para aquellos que lo ejecutan, pues durante una semana perderíamos nuestra conexión con el Vacío. Por suerte, hay en Kyuden Isawa otra persona aparte de mi que conoce el ritual. Debéis decidir si queréis que lo ejecutemos pues en cuestión de cinco horas ya no se podrá hacer nada por tu brazo.

La Dragón asintió quedamente
No quería hablar por sí misma, por mucho que deseara que su brazo continuara unido a su hombro. Sabía que la misión de los Truenos era, con mucho, demasiado importante. Y no sentía deseo alguno de ahondar en algo tan evidente ante quienes compartían su mismo destino. Si había tiempo, podrían hacerlo. En caso contrario, un brazo no era más que un brazo, y su misión agitaba a Rokugán en un puño

-Kaede-sama, ¿Puede decirme de quien se trata? ¿Así podemos traerle y hacer el ritual-

Dije respetuosamente a la dama fénix, esperando ahora que me de la información con respecto a esa persona, mientras intercambio una mirada a mis compañeros truenos.

Solo espero que no esté muy lejos para que Kaori no pierda el brazo.