Partida Rol por web

Sus palabras intentando disuadir a los Seppun de que atacaran al grupo no parecieron causar ningún efecto en los guardias y su lealtad a la Emperatriz, que se abalanzaron sobre ellos con silenciosa y sombría determinación. El ceño de la ronin se frunció al verlo, pues esperaba haber sido capaz de evitar parte de derramamiento de sangre. No quería matar a esa gente. Pero tampoco podía permitirse el lujo de satisfacer a un corazón blando en esos instantes.

-Cubridme. –Musitó hacia sus compañeros en una queda súplica. A pesar de toda su habilidad, ella era consciente que estaba herida y que no era una montaña como un Cangrejo, sino frágil como el cristal.

Y así, la mano de Shiroi tocó de nuevo su espada, y acero cantó. En un remolino de aire casi invisible, los kamis se arremolinaron sobre su hoja, empujándola a velocidades inhumanas fuera de la saya. Antes de que nadie reaccionara, antes incluso de que sus propios enemigos pudieran darse cuenta de lo que pasaba, el acero despertado atravesó el cuello de uno de ellos. El guardia murió antes incluso de saber que estaba muerto.

Y Shiroi, recordando lo que había sucedido hacía unos minutos, no arriesgó su fortuna. Continuando el movimiento, su acero no se detuvo y alcanzó de nuevo en la cabeza al segundo de sus enemigos.

Sólo quedaba un Seppun cargando contra ellos, más Kachiko y su protector. Pero era el momento de que los demás actuaran.

Hida O-Ushi es quien lidera a los Cangrejo que quedan.

Oni Negro dejó sus armas en el suelo y se quitó la máscara, para tratar de hablar con Toshimoko muy cerca, apenas en un susurro. Realizó un gesto para que se acercase él, sabedor de que la guardia de honor no se lo permitiría a él. -"Cumplida está pues mi promesa a un hombre moribundo y deshonrado. Hay algo más que quiero pediros, Danna".

-"Shiroi-san me dijo que confiase en vos para volver a encontrarnos y así lo haré. El resto de Truenos han ido junto con Doji Hoturi-sama, el verdadero heredero que estaba encarcelado en las mazmorras de palacio por orden de la Emperatriz; a recuperar el Imperio. Necesito que me ayudéis a llegar a la sala del trono con la mayor celeridad posible para ayudarles. No pretendo sobrevivir a esta batalla si llegase a ser el caso, solamente cumplir la última promesa que le hice a Hiroaki-sensei. Ayudadme, no hay tiempo...".

El rostro del Cangrejo era el de un hombre joven cansado, curtido y poseía una cicatriz de terrible aspecto por la piel ennegrecida en las inmediaciones de la misma. Su mirada era la de aquel que sabía que moriría, pero que lo hará peleando con honor.

Por más que no sea lo que deseo por segunda vez en el día me veo combatiendo contra samuráis de la familai imperial. Ignorando toda razón que les pudiésemos dar avanzan hacia nosotros.

La implacable Shiroi sesga la vida de los dos primeros desdichados que tienen la desgracia de ponerse a su alcance, con diligencia avanzo junto a ella y lanzo dos violentos tajos contra el guardia restante.

Doji Hoturi viendo que los Seppun que se han echado sobre ellos han caído rápido, se mantiene en su posición alerta y dice no os fiéis todavía, seguro que tiene algún truco preparado.

Kachiko-sama viendo la situación se dispone a echar a correr pero aún no le ha dado tiempo a reaccionar.

Valkai no se lo piensa dos veces y con el No-dachi en una mano carga sin defenderse hacia la emperatriz, por su parte el guardia Seppun se interpone sin hacer acciones ofensivas y limitándose proteger a la emperatriz, a pesar de que Valkai estaría a su alcance si se lo propusiera.

Al atravesar la puerta Valkai, sale de un lateral de la puerta una sombra rápida y mortal que ataca a Valkai por la espalda acertándole dos tajos con la katana que hacen que Valkai acabe muerto en el suelo. Alguno de vosotros reconoce a esa sombra que ahora está más a la vista, no es otro que el antiguo Bayushi Aramoro.

Ahora mismo sólo tenéis a alcance a Aramoro.

La consternación y desesperación llegaron al alma del antiguo León, convirtiendo esos sentimientos en ira, tal acto de traición sólo podía venir de los Bayushi, la cólera de su alma no se podía aplacar con nada, no hay nada peor en la tierra que un león en encolerizado, y mucho menos unos que había perdido a un compañero, un amigo, una persona con la que había compartido y peleado tanto.

Soltó un rugido, dirigiendo la furia al escorpión asesino, habían picado a la rana en la espalda, pero el también se ahogaria en en la laguna, o tal vez sea devorado por los peces, no importaba en absoluto, el fiero guerrero se abalanzó contra el atacante, espada en mano, dispuesto a reclamar la vida del asesino de Valkai.

La espada sentelló, letal en su trayecto, cómo los colmillos de un gran felino asesino, volviendo a cortar otra vez en diagonal, haciendo una enorme cruz en el cuerpo del sicario. 

Aramoro cae frente a la furia del antiguo León y Bayushi Kachiko de dispone a echar a correr, ante esta situación el Seppun que se había quedado protegiéndola hace algo inesperado, da un giro sobre si mismo y mata a la emperatriz clavándole la katana, tras ello el mismo Seppun comete seppuku.

El rostro de Toshimoko-sama se torna en preocupación, tarda un poco en reaccionar a tus palabras, pero cuando lo hace lo hace con determinación Seppun Gonshiro dice dirigiéndose a uno de los samurais que le protegían ponte al cargo del ejército hasta mi vuelta, no tardaré demasiado después se dirige a Oni Negro sígueme todo lo rápido que puedas tras ello echa a correr por donde tú has venido pero no te espera, corre como si se lo llevara el viento.

Perpleja ante el resultado de los acontecimientos, Shiroi envaina su espada y avanza cautelosamente hacia delante, atenta a cualquier señal de peligro. El combate había terminado tan abruptamente como había comenzado, en un torbellino de muerte. Sólo cinco samuráis quedaban en pie, y seis eran los cadáveres diseminados por el suelo.

-¿Ya está? –Murmuró la ronin, alzando la mirada de sus ojos negros hacia sus compañeros. La espada de Hidenaga aún goteaba la sangre del Escorpión asesino que había acabado con Valkai y frente a ellos los cadáveres

-¿Lo hemos conseguido? Está realmente muerta o… –Se respondió a sí misma Shiroi, agarrando de nuevo su espada. Era imposible que Kachiko hubiera muerto tan fácilmente. Alguien capaz de engañar a un Imperio… de crear un duplicado de su hermano y dirigir un ejército de muertos vivientes… ¿había sido ese realmente su final?

-Hermano… ¿ha acabado? –Preguntó, girándose hacia Hoturi, que no había llegado a utilizar su espada.

Tameiki se acerca hasta el cuerpo de la Emperatriz, la mirada fija y la intención clara. En su cabeza resonaba la voz de Oni Negro.

Entonces miró al resto antes de continuar. -"Si os topáis con samuráis privados del descanso de la muerte separad las cabezas de sus cuerpos, eso les detendrá para siempre".

La espada centelleó antes de cortar la cabeza.

Doji Hoturi buscó apoyo en Shiroi para que le acercara hasta lo que quedaba de ella, al llegar cayó de rodillas derrumbándose voluntariamente y con lágrimas en los ojos sí dijo entre sollozos ya ha terminado

-Aún tenemos un deber que cumplir, hermano. -Dijo con suavidad la ronin, mientras miraba de reojo al cuerpo inerte de Valkai. -La ciudad está siendo atacada. Aún no podemos llorarlos.

Shiroi se preguntaba si, habiendo muerto Kachiko, los no-muertos se mantendrían alzados o caerían privados de la voluntad de su creadora. Pero a esas alturas, había renunciado a dar nada por sentado y esperaba siempre lo peor.

De acuerdo responde a Shiroi tienes razón tras ello se levanta con la ayuda de Shiroi de nuevo y dice en marcha, están atacando la ciudad, tenemos que darnos prisa

Salís del palacio imperial y os dirigís hacia las afueras de Otosan Uchi, por el camino antes de llegar a las murallas interiores os encontráis con Oni Negro y Kakita Toshimoko que iban en vuestra dirección.

Vais todo lo rápido que podéis y a mitad de camino aproximadamente os encontráis al resto del grupo junto con Doji Hoturi, pero tú notas la ausencia de un compañero. Moto Valkai no está entre ellos.

Nada más ver Toshimoko-sama a Doji Hoturi, se acerca con celeridad y se arrodilla delante de él mi señor, ¿todo este tiempo habéis estado encerrado? mi ceguera me ha impedido ver la verdad, perdóneme

Doji Hoturi responde no hay nada que perdonar, ahora levanta y vayamos a ver quien está atacando la ciudad, Bayushi Kachiko ya no es una amenaza para nadie, pero no hay tiempo para explicar, rápido vayamos a defender las murallas.

Tras ello os dirigís hacia las murallas interiores de la ciudad, Toshimoko está al mando de las tropas imperiales que están defendiendo la muralla, en cuanto llegan le dan una guardia personal.

Os subís a lo alto de las defensas. A lo lejos veis como una horda de muertos vivientes se acerca hacia las casas de capital que están fuera de las murallas. 

A vuestra derecha, fuera de las murallas también, se acercan lo que queda de las tropas Cangrejo para hacer frente a los muertos vivientes.

El acceso a Otosan Uchi desde fuera de las murallas, está cerrado, nadie puede salir ni entrar.

El encuentro con el resto de los Truenos llega tras escasos minutos corriendo por las calles de la capital. La mirada del Cangrejo se posa sobre cada uno de ellos, pero echa de inmediato en falta al Unicornio.

Sus ojos buscan la mirada de Shiroi, tratando de hallar en ella las respuestas que anhela su corazón. -"¿Qué ha pasado? ¿Os encontráis bien? ¿Qué ha sido de Valkai-san?" Su mente conocía la respuesta, pero necesitaba escucharla de aquellos en los que más confiaba, en aquel momento.

tras llegar a las murallas los ojos de Oni Negro se posaron sobre las tropas de filas de infantería pesada Hida, avanzando inexorablemente como el paso del tiempo. Sin embargo, eran muy pocos... Demasiado pocos... Los iban a masacrar, casi con total seguridad. Y lo peor de todo es que serían levantados para formar parte del ejército enemigo. Debía tomar la iniciativa, debía afrontar su destino y cumplir con su deber.

-"Para ganar esta batalla se necesita un milagro, Kakita-sama. El mismo milagro que aconteció en los campos de Kyuden Shiba semanas atrás. Solamente podremos sobrevivir si destruimos al pontífice de esta aberración del Orden Celestial y le damos muerte. Si no lo hacemos así, dentro de unas horas la totalidad del ejército Cangrejo pasará a formar parte de las filas de nuestro enemigo, levantados de entre los muertos. Debemos identificar la guardia de honor del Maho Tsukai y enfrentarnos a él en combate singular".

Las formas del Cangrejo distaban mucho de la etiqueta requerida para el trato entre personas de rangos tan dispares, pero el contenido era sincero y honesto.

Mientras avanzaban hacia las murallas, de pronto se encontraron con Toshimoko y Oni Negro, que al parecer también los buscaban. Pero fue el Cangrejo el que lanzó una pregunta que hizo que el silencio cayera entre los Truenos.

-Valkai-san… -La voz de Shiroi era sólo un susurro teñido de tristeza, mientras sus ojos parecían querer rehuir los de Oni Negro, como si la ronin se culpara de no haber podido impedir la muerte de su compañero. De no haber podido evitar que cayera a manos de un cobarde que lo atacó desde las sombras. Su mirada se alzó finalmente, oscura y brillante como la obsidiana. –Dio su vida por todos nosotros, para que hiciésemos lo que debía ser hecho. Ahora debe estar ya observándonos desde Yomi, aguardando a que nosotros terminemos con nuestra tarea por él.

Ya en lo alto de los muros, pudieron observar la situación. La muerte de Kachiko no había desprovisto a los no-muertos de su propósito, y avanzaban como una oscura marea hacia la ciudad.

-Es posible que Oni Negro-san tenga razón, hermano. –Intervino Shiroi, apoyando las palabras de su compañero. –No somos suficientes… y el ejército que se nos echa encima no conoce el cansancio ni el miedo. Si queremos luchar, debemos encontrar su corazón, y destruirlo. Que las Legiones cargaran para abrirnos paso.

-Y si no… creo que la única alternativa es defender la ciudad desde las murallas. No les será fácil atravesarlas, y nos darían la ventaja. Pero para eso… -Hizo una pausa, frunciendo el ceño. -Necesitamos a las tropas Cangrejo dentro, no fuera. Y eso, si estáis dispuestos a correr ese riesgo. Hace unas horas que las Legiones Imperiales y ellos luchaban entre sí.

-Hidenaga-san. –Dijo, girándose hacia el antiguo león. –Tal vez seáis la persona más versada en estrategia militar que conozco. Os pedimos consejo en esta situación desesperada.

-Sin embargo, la decisión es vuestra, Hoturi-niisama, Toshimoko-senséi. –Añadió, inclinándose hacia los dos Grulla. –El Imperio no tiene un Emperador ahora. Pero si los clanes tienen que seguir a alguien, tiene que ser a vosotros.

Con la emperatriz y su maldito hermano muertos se ha hecho justicia, al fin. Una victoria que garantizará que en el futuro todo rokuganí pueda descansar mejor. Si es que queda algo del Imperio cuando todo esto pase, pienso mirando el cuerpo tendido de Valkai.

Ese turbio pensamiento se va con la misma rapidez con la que ha llegado. Debemos seguir cumpliendo con nuestro deber, y, mientras plantemos cara al enemigo con todas nuestras fuerzas seguro que lograremos erradicar esta temible amenaza.

Cuando nos ponemos en marcha y veo aparecer a Oni Negro mi corazón se llena de regocijo. Es bueno ver a un camarada cuyo futuro se había tornado incierto en el campo de batalla. Con algo más de ánimo continúo avanzando junto a los demás truenos.

Al llegar a lo alto de las defensas se hace obvio que la situación no es nada buena, pero tampoco parece insalvable. Shiroi tiene razón, debemos detener al corrupto maho-tsukai que dirige este numeroso ejército pero ¿Cuál es la mejor opción para lograrlo? Si nuan respuesta clara miro con intensidad al león pues, si alguien puede esbozar un plan magistral es él.