Partida Rol por web

Dentro de la garita había una radio, el teléfono móvil del guardia de seguridad, una caja de galletas cookies (de esas con tropezones de chocolate) y una botella de Cinzano a la que le quedaba un culo. El resto no funcionaba, por que eran las cámaras y el ordenador, y sin electricidad, pues como que no.

El tipo tenia las llaves de un coche colgadas en la pared. Posiblemente el coche de la compañía de seguratas, de esos blancos con el logotipo.

Empezó a sacar vendas y de to lo que había en el botiquín e hizo como había visto en los dibujos. Se las lió en la cabeza como pudo y asintió varias veces, aquello estaba de puta madre, no entendía por qué el Brandon seguía quejándose. Al final por inspiración divina o puta casualidad, las vendas llegaron hasta el cuello, que era donde estaba la herida. Y allí apretó bien, no fuera a ser que aquel trapo se cayese.

-Ya'stás curao, maricona, 'eja de llorah.

El Kevin Jesú se puso a hacer el gilipollas con las vendas. El Brandon pensó que era anormal cuando le vendó la cabeza como si fuera una puta momia. Donde no tenía heridas ni nada. Anormal pero de verdad, con cara de pensar mientras lo hacía. El Brandon le dio unos manotazos to cabreao y cogió el agua onsigená y se la echó por el cuello a cascoporro. Eso empezó a hervir que parecía que tenía la rabia.

-Aaarrrgggggghhhh!!!

Al final el Kevin pareció dar pie con bola y arreglarle una especie de vendaje en el cuello.

Toda esa gente parecía una manada de viejas cuando regalan algo. Menos mal que nos apartamos, si no allí no lo contamos. Pero cuando la marabunta pasa, es entonces cuando veo a un dios hecho persona. Una escultura en piedra, que ni el jodio Daví del  payo Miguel Ángel ese. Y a mí los bajos se me hacen un frigo, coca-cola, pesi-cola, franta de naranja, y de limón, y de todos os jodios sabores. Por instinto natural me atuso rápido el pelo ¿estaba presentable, no?

Ains, como sa puehto mi HOMBRE.

- Ay mi hitano...Cuelpo pa pecá...- y me agarro a su culo como si nu hubiera un mañana. Como si fueran dos boyas en el mar a las que me tuviera que aferrar pa no ahogarme. Y luego manos a su pecho, que estaba como pa lavar la ropa...Y luego le meto también la lengua hasta el galillo, que ni en la pilicula esa de Alien. Y me arrimo bien, porque ahí tenía que haber to el roce posible. Olía a sudor, a adrenalina...y HOMBRE.

Su marido la notó cerca. Pegado a él. Cadera con cadera. Las tetillas aplastadas contra su pecho. Amenazaba una erección como un caballo. Vaya que si la amenazaba.

-Como techao de meno, mi diosa.

Se la follaba allí mismo, contra la pared. Podía hacerlo, ambos lo sabían. Lo tenían entrenao.

Miró a su yerno mientras se guardaba el paquete de tabaco que había encontrado en la garita de los guardias. Luego miró la hora en el reloj.

-Ya tendréi tiempo de recuperá el tiempo perdío. Ara hay que volvé pal barrio, que es más fási de decí que de hacé.

Se levantó del suelo con la mano en el cuelo.

-Jamemaaaáten -estaba vivo por pura intervención divina, por lo menos- cof cof cof! -tosió y escupió sangre.

Se miró la mano manchada de sangre para comprobar que la herida estaba contenida. Ni puta idea de medecina, claro. Que en las 3000 la vida da muchos chuscazos pero to se arregla con unas friegas de vinagre o llamando a los payos pa que vayan a coserle a uno las tripas o la sobredosis. Y mientras tanto pues se roban las ruedas de lambulansia chacho. Y las jeringuillas y to lo que haiga a maaano illo.

Se acercó al bicho. Menuda boca lena de pinchos tenía el cabronaso. Y se puso a pegarle patás hasta quedarse a gusto, que básicamente fue hasta que le faltó aire y se mareó por las heridas. Se apoyó en la pared y agachando el cuerpo echó pa fuera toda la mierda que había tragado, incluyendo la media botella de vino, como si fuera un puto surtidor a presión.

-Bleeacccggghhhhhhhhh -se derramó todo el helado el vino, y el chorizo como un charco ácido. Se enderezó cogió aire y se encendió un pitillo.

-Chacho, esa pipa é mía ¿ta claro? Que tú no sabe usala que no tiene ni puta idea-lo que le faltaba ya, que el Kevin tuviera pistola antes que él.

El Brandon echó las cabras por la boca, normal con tanto meneo. El Kevin suspiró aliviado, sin que le viera su hermano. -Maricona...- le soltó cuando vomitó. 

Cuando se acercó a pedirle un cigarro, le dice que si la pistola. -Una miehda que te comah, chiacho, eh mía que l'ancontrao io. Te jodeh y te buhcah una pa ti. Ahora vamoh poh tabaco y poh la tele y la comi'a... Qu'el de la garita la ehpichao y podemoh cogele el furgón... Io conduzco, que tu no sabeh ioputa.

-¡Tes ki ya, joputa! Conduco yo que tú no sabe -le dijo mientras le daba un sigarro y pegó una buena calada. Qué bien que raspaba el humo con to la garganta escocía-. Ademá maricona, pa entrá nel barrio con una fragoneta de seguridá hay que tené cojones y tú no vale pa eso, chacho.

Con el ímpetu casi le hago ventosa con la boca, y por eso cuando se aparta casi que me molesta. Yo quería sorberselo to en este momento. Ya no era solo yo. Ahora eramos yo y mi cachondez. El papa habla, pero casi que me suena como un eco de fondo. Un eco que tenía razón.

- Y yo a tí, mi hitano...- y otra vez mis manos por su pecho. Le arrancaba la camiseta a bocaos. La virgen.

Y el eco, el eco..

- Si, si...Vamonó...- pero me sigo tirando con la mirada a mi mario. Ibamos a reventar el somier.

Cogió el cigarro y se lo encendió de inmediato. Seguramente el cigarro que se estaba fumando el Brandon con la garganta era lo peor que podía hacer con semejante herida, pero en las 3000 las autoridades sanitarias eran los padres. A ver a quién le decías tú que un niño no podía fumar y menos con un agujero por el que podría estar saliendo perfectamente el humo, de no ser por el vendaje ese que tenía en la cabeza. Que por otra parte, que obra de arte había hecho el Kevin, o eso pensaba él, to maqueao su brother.

-Ji no sabeh ni 'onde ehtan lah llaveh, ioputa...- le protestó el Kevin, negando. La verdad que no tenía ni putas ganas de conducir, menos con una pipa, que pensaba probar disparando a todo lo que pillara en el camino de vuelta... Pero no iba a ceder a dejarle nada a su hermano, que no sabía.

-¡Chacho! ¿Y ende cuando nojotro hemo nesecitao llave pa mové un caaaarro? -pegó otra calada profunda sintiendo como el humo quemaba la herida por dentro, curándolo tó. Como un hombre de verdad. Después de 6 años metío en el vicio no iba a dejar de fumarse un piti en ese momento.

Tosió, se arrancó medio kilo de mucosidad del fondo de la garganta y echó un lapo de mocos y sangre al suelo. Lo estaban dejando to hecho un cisco. Demasiado tarde recordó que le debía un lapo épico al Kevin. Uno como esos, espeso y sanguinolento. Se quitó la camiseta llena de mierda y se quedó así, a pecho lobo. Ya que estaban cogerían ropa de payo rico.

-Ámono a chorar cosas de una puta vé, illo.

Al principio hubiera querido llevarse al perro ese pa hacerlo en la parrilla o con arrós, pero ya se le habían quitado toas las ganas.

Echaron su rato allí, más tranquilos. Dejaron bien cerrado, ahora si, y se preocuparon tan solo del saqueo. De cargar su ropita, su televisor, las chominadas que encontraron (Una Xbox One con un buen puñado de juegos) y aún para hacer el gilipollas. Al final cargaron dos coches hasta los topes, con comida, ropa y cacharros de tecnología que harían de su vida algo mejor. Y en la vaca del coche del segurata, cargaron a la criatura como trofeo macabro. Los aliens no sabían con quien coño se estaban jugando los cuartos.

Reemprendieron la marcha de vuelta a las tres mil, y eran las cinco de la tarde. Hablando de coche a coche con el walkie del segurata y usando su radio para responder. Evitando las grandes aglomeraciones de coches, pero sin poder soslayarlas del todo. Fue entonces cuando vieron la larga fila de coches en la autovía, calcinados. Sus ocupantes, muertos dentro o en la carretera. Se pararon un momento a mirar, impresionados. Aquello era serio. Los aliens no solo querían conquistar este planeta. Querían hacer un genocidio sobre todos los humanos. Y eso, desgraciadamente, incluía a los gitanos de las Tres Mil.

Los presos huyeron como pollos sin cabeza. Y ellos fueron detrás, haciendo repaso concienzudo de armas y municiones abandonadas por la policía y la Guardia Civil. Les serían de mucha ayuda.

Se montaron en el coche, no sin antes darle otra botella de agua a la pija, para que no se muriera en el maletero en el trayecto de vuelta. Evitando las autovías, por carreteras secundarias, desde Mairena hasta el barrio. El abuelo dijo algo cuando llegaron a un paso a nivel sobre la autovía.

-Esos paecen tus sobrino.

Efectivamente había dos coches, uno era el coche de su primo el Chacho guapo, to tuneao, el otro era un coche blanco con las letras SEGURIDAD puestas encima con vinilo, con un bicho muy feo, muerto, sobre la vaca. Detuvieron los coches y se bajaron, curiosos. Coincidencia pura de toparse con sus sobrinos a su regreso.

Miraron en la misma dirección que ellos. A la autovía con una fila interminable de coches calcinados, con sus ocupantes muertos. Quitaba el habla.

El abuelo se acercó a mirarles. Se fijó en que Brandon tenía una herida en el cuello, suturada y vendada por su hermano. Y en el bicho del capó. Traían los coches llenos hasta los topes. Luego se giró a mirar la carretera y se quitó el sombrero, rascándose los pelos que tenían debajo.

-Choni, a er favó de sacá a la paya del maletero. Tié que vé ésto también.

Su tío, el Cristo, estaba allí ya. Lo habían sacado de la trena. Compartió una mirada con él, y luego con sus nietos.

-Ahora solo nos tenemo los uno a los otro. Así que no es tiempo de pelearse... es tiempo de echarle huevo.

Por algo era el patriarca. De momento.

Me metí en el asiento de atrás del carro del primo con mi Cristo. Y es que...hacíamos efecto velcro: nos quedábamos enganchaos na mas que de rozarnos. Es por eso que según cerró la puerta le succioné los morros de nuevo, y le magreé como si no hubiera un mañana. Lo que me recordó a nuestras escapadas antes de casarnos. Menudos achuchones en el coche robao de turno...pero sin pollazos, ojo. Que aquín una se casó con el himen intacto.

Algo más adelante nos corta el rollo. ¿Los sobrinos? Efectivamente, y aquel bicho encima de la baca de aquel coche...El Boliché paró, y yo ya me bajaba para cagarme en los muertos de esos mal nacios gemelos por robarme el tabaco, que cuanto los quería a la par...Pero algo desvía mi atención. La fila de coches calcinaos.

- La hohtia...Poh si c`asía caló ¿no? - parecía la operación vacaciones de agosto de coches atascaos en retenciones en las autovias de MURCIA rumbo a La Manga. Que luego salía en la televisión - ¿Capasao por Dió? - luego dirijo mi mirada al bicho raro, mas feo que el feo de los hermanos Calatrava. Que asco - ¿Y que mielda he ehto?

Se me ha olvidao el tabaco un momento, pero solo un momento.

- !Dehgrasiaó, mi tabaco! - pero la bronca se acaba cuando reparo en la herida de Brandon - !Ahi la vihen! !Ay que lo han dengrasiao al probe!

El papa me dice que saque a a paya del maletero. ¿Eso pa que? Arrugo el entrecejo y voy bastante desubicada para el maletero.

- Tate quietesita o te pinsho...- en lo que voy abriendo. Que no se pase de lista porque le ensancho la sonrisa de oreja a oreja a base se filo de navaja.

Aro premo, amos - me doy prisa en ayudarle a descargar, mis años ayudando al Chacho a sacar chatarra daban sus frutos. Más nos valía contactar pronto con el patriarca y saber como andaba; si nos quedamos sin cabeza de tribu esto podría ser un caos.

Yo tengo hogá Vane, y la mejón escuela; mira hastaonde he llegau, toi esho un crá jejeje aunque siminvitas alguna ve pa tomal algo taría bien - y pa follalte - Estaba hecho un verdadero salido, pero sabía controlar mis instintos, seguramente gracias a mi gen de héroe recientemente descubierto.

Tras el buen saqueo y con cosas ricas y la tele pal papa se volvieron. El Kevin no soltó su pipa, se la había ganao. Llevaban comida, la tele del yayo y mil cosas mal, arrasaron con todo lo que pudieron y sin encontrar más mengues de mierda. Cuando volvían se pararon a ver como los coches de la autovía estaban chamuscaos.

-Illo, ira lo c'a hecho el bicho ehte ante de mohdete, eh un malaje- miró un momento la baca del coche. Aquella cosa había tardado en morirse, pero al menos ya sabían dónde pinchar pa que no se menearan.

De repente apareció el yayo y con la tita Choni y el tito Crihto. Que bien que ehtuviera el tito, que el sí sabía controlar a la tita como tenía que ser. Además les enseñaba trucos mu buenos, como dar el cambiazo de billetes falsos grandes por muchos pequeños en los mercaos. Eso ya era trucos de profesional, pero los gemeliers ya empezaban a despuntar maneras.

-¡Tito Crihto!- sonrió contento al verlo. -Ira lo que hemoh pillao- señaló el bicho de la baca. -Lo he matao io, que'l Brandon no sabe. La mordío al Brandon y to, pero si leh pinchah en el ojo je mueren.

El Brandon tuvo tiempo hasta de volver a comer más helaos y mas mierdas. Para recomponer el cuerpo y darle azúcar-droga. Al final cumplieron como campeones, como siempre, porque los gemeliers de la barriada al final eran unos putos amos y por una cosa o por otra acababan redondeando las jugadas. Que si un día no atracas pues te robas un coche, que si un día no encuentras ná pal rastro po te ganas unos nineros en peleas de gallos, que si un día te obligan a ir al cole pues te pitorreas de los payos hasta que te echen, que si un día no ganas un leuro pos por lo menos te diviertes dándote de hostias con alguien, así por cachondeo y ya. Que volver a casa con la cara partía no tié na de malo.

El Brandon condujo la fragoneta por sus cojones. Iba a demostrarle al joputa´lKevin que incluso con un carro desos cargao hasta los topes podía ganarle en carrera con su puto coche tuneao. Que el Kevin no sabe nada. La habían llenado a gusto. Incluso tabaco pa hacerse el sobrino güeno con la tita Choni. Hasta una consola desas guapas. El mercao pa ricos ese tenía de todo y había que volver, pensaba el Brandon, porque eso lo vacías y te forras en el rastro del Charco´La pava. Ropa de categoría pa vendé la tita, no de esa con tara y siete... ni de la choriceá de los contenedores de ropa de payos con mala conciencia que se la quieren da a los negrito pero no a los gitano. No, no, ropa güena, limpia y to. Del paquete. Y si se daban prisa podrían hasta aprovechá un par de toneladas de comía que estaba ahí esperando pa hacer una barbacoa pa to el Polígano Sul. Los Heredia se podían pasá un año vaciando el mercaillo de payos y revendiendo pa vivir como putos dioses del duende y el arsa. Arriquitaun. Y después de sacá el género, lo normal: neveras, muebles, arrancá bombilla, enchufe, cableao, cobre, tubería, retrete, grifo, ventanale, acensore... un puto paraíso pa gente que se lo trabaja bien. No como los payo, que no tienen ni puta idea. Un edificio que no se queda en puro ladrillo pelao y nada más no es un edificio aprovechao. Los Heredia siempre van parriba. Llegaron a las 3000 desde el pozo del Vacie, lo más bajo de lo más bajo del gitaneo d´Uropa. Eso es subir. El yayo se hizo patriarca respetao. Eso es más subir. Y ahora los herederos acabarían reinando en to el puto sur.

Cuando se encontraron con la familia saltó de la fragoneta to contento a enseñar el trofeo. Empujó al Kevin bien empujao para captar la atención. Aparta joputa.

-Ira yayo lo que hemo matao -y lo importante-. Ira ira, ma mordío el cabronaso-se levantó la venda pa enseñar la herida, que le ardía hasta el punto de desear desmayarse. Esa mierda le latía en el cuello cosa fina así medio abierta y sin analgésicos ni hostias.

Se giró pa la tita Choni pa que lo viera:

-Ira tita, casi marranca el cuello el bisho chungo con esos diente que tiene -y además de verdad. Brandon tenía la voz ronca y cascá. La herida tenía una mala pinta de cojones. Por cosas mil veces más chorras los payos iban al practicante a que los cosieran. Pero eso es cosa de payos.

Entonces se fijó en el tito.

-¡Tito Crihto! ¡Tito Crihto! -to contento-. ¡Tan sacao los payo! Meno mal questás asquí tito Crihto, la tita Choni se estaba saliendo del molde una poca ya. ¡Ira tito el bujero que tengo aquí! -volvió a enseñar el mordisco todo orgulloso, y luego escupió un cuajo de sangre.