Partida Rol por web

Finalmente, los chicos estaban camino al viejo monasterio, aunque no habían encontrado ningún transporte directo hacia el pueblo. Cuatro horas de tren les habían llevado hasta n pequeño pueblo donde habían tomado un autobús de linea que les llevaría hasta Cluys, el pequeño pueblo donde estaba situado el monasterio. El autobús renqueaba por un camino de cabras que parecía sacado de alguna película que mezclase carreteras con terribles monstruos alienígenas deseosos de carne humana. Y para rematar la jugada, parecía que iba a ponerse a llover a cántaros. Sí. Habían escogido un momento perfecto para ir de excursión a un viejo y probablemente húmedo templo, pero en compensación el paisaje era francamente hermoso con sus diferentes tonalidades... aunque claro. Si finalmente llovía las goteras que probablemente tuviera el templo les iban a hacer olvidar el paisaje en cuestión de minutos.

A media tarde, el autobús llegó finalmente a su destino y el pequeño grupo bajó con paso rápido. A lo lejos se veía lo que probablemente fuese el monasterio de Greta, pero el camino de acceso no estaba muy claro de modo que preguntaron a uno de los lugareños.

No tardaron en encontrar a un pastor que atendiese a las preguntas de los jóvenes mochileros. Pese a que los lugareños parecían alejarse del grupo, pues normalmente los grupos de jóvenes involucraban problemas y propiedades rotas (terroristas que eran todos) uno de ellos no se apartó. Estaba demasiado ocupado contemplando la figura de la heredera de la propiedad. Cuando preguntaron por el monasterio el hombre silbó y llamó a su perro, un pequeño chucho mestizo, lleno de pulgas y de ladrar alegre.

—El monasterio del Don Hernando de los Van de Berghe esos. Mal lugar...no sé. Los bichos s'asustan cuando pasamos por allá. Y pa'quengañaros, a mi tampoco me gusta mucho. Donde los bichos tengan miedo mejor no arrimar el hocico.—dijo muy rápido y con el curioso acento local. —¿Qué pasa? ¿Queréis ir? Mala cosa esta de los jovenes. Pero güeno, ¡Allá vosotros! Si queréis ir tendréis que ir por ese caminejo que sube la colina. Estará a una hora a buen caminar. Recordad torcer a la diestra en la tercera bifurcación d'esas.

Aaron observó al tipo con una ceja levantada. Aquel rostro denotaba preocupación, pero más que preocupado por los jóvenes parecía que vivía así por siempre. - A la diestra en la tercera. - El joven dijo en alto. Así lo recordarían mejor y no dejaba pasar la oportunidad de poner voz de pueblerino. - No se preocupe usted, muchas gracias. - A pesar de su mala imitación habla sin intención de molestarle y se encara hacia el camino que han de seguir. - Bien, pues ya no queda nada. - Mientras habla se gira hacia Greta. - ¿Te ayudo con algo? - En caso de ser negativa la respuesta mirará a Evelyn para extender a ella la oferta. Después mira al trío de listillos para ver como se encuentran. -Vamos fortachones. - Sus palabras son expulsadas con fuerza con la intención real de infundir ánimo, dando por hecho que lo necesitan. Escrito desde móvil. Muerte.

"Vamos fortachones,dice, ya esta con las gracias" Piensa Remy mientras carga con su bolsa de deporte y su mochila a la espalda donde lleva su comida.

-Espero que no falte mucho- Dice, el no sabe donde van y ha de confiar en los que guian al grupo. De momento parece que van bien orientados porque un labriego corrobora la direccion. Si bien con ciertas supersticiones locales...pero eso tampoco es tan raro entre una poblacion iletrada y analfabeta.

La maleta de Evelyn era enorme, pero por lo menos tenía ruedas y el esfuerzo de arrastrar toda la ropa que llevaba en ella era mucho menor.

Escuchó atenta las explicaciones del lugareño, pero como buena estudiante de Biología que era sabía perfectamente que el comportamiento animal no se regía por los absurdos miedos humanos y que lo que el lugareño interpretaba como miedo sería sin lugar a dudas otra cosa.

Puedo con todo gracias.- Le contesta a Aaron con tono alegre, aunque con la vista sin separarse de los guijarros desperdigados por el suelo.

Por fin el viaje en bus había terminado. Las cuatro horas de tren junto a Aaron habían pasado volando, pero aquel último tramo por carretera a Greta le habían resultado insoportables. El vehículo viejo, la carretera en mal estado, el olor a pueblerino que portaba el resto de los pasajeros... una pesadilla total. Por fortuna, su hermano casi no la había molestado durante el viaje, pero de todas maneras, cuando la rubia puso un pie fuera del autobus, el mundo pareció ganar color a sus ojos.

Preguntaron a los lugareños como alcanzar SU monasterio (en la cabeza de la chica, aquellas palabras resonaban en mayúsculas y a todo color) pero sólo uno les prestó suficiente atención. Era obvio que aquello se debía a las bellas curvas de la Van den Berghe, algo que con los años que da la práctica, ella sabía como explotar.

-Gracias buen hombre -dijo en tono amable y totalmente falso cuando hubieron recibido las indicaciones. Los demás se dieron cuenta de su falsedad cuando, al dejar unos pasos atrás al lugareño, su rostro adoptó una completa expresión de fastidio al tiempo que resoplaba exasperada.

-Que tontas supersticiones de pueblo, por favor! Seguramente tienen miedo de tener que tomar una escoba y ponerse a limpiar. Se nota que en este lugar son todos unos holgazanes. Buffff, pueblerinos!

Cuando hubo descargado su desprecio, sonrió radiantemente a Aaron. Tal vez él fuera la única persona sobre la Tierra que recibía aquellas sonrisas, pero también era cierto que el muchacho era el único que recibía tención verdadera de parte de la blonda. La Greta que conocía el mundo no era la misma Greta que noviaba con Aaron.

-No gracias, puedo con esto. Además, tienes que reservar fuerzas para esta noche!

El buen humor volvió a invadirla. Estaban a punto de alcanzar la propiedad que había heredado y aquello le resultaba exultante.

No tardaron en llegar a las puertas del convento, cercado por una valla -probablemente electrificada, para que las cabras no se metiesen por allí- que separaba el convento del pueblo. Entre el pastor eléctrico y el monasterio había otro muro. Este ya era más parecido a la idea de un monasterio medieval: de piedra y sin ningún tipo de amalgama visible. Las pesadas piedras estaban directamente puestas una sobre otra y no había adobe ni nada que contribuyese a su unión mas allá del simple peso de las rocas.
Aaron comprobó satisfecho que mas allá del muro había montones de ramas caídas, debido a la acción del viento de los días atrás. Por desgracia, al igual que los árboles cercanos, estaban bastante húmedas, aunque aún no había empezado a llover. Según se acercaban se encontraron por el camino con un gran perro, muy grande y sucio, parecido aun mastín pero con la piel llena de garrapatas y eccemas. El animal les gruñía sordamente, sin apartar la vista de ellos. Por suerte, casi un minuto después, el perro se giró y desapareció entre unos matorrales, alejándose de los chicos.

-Bueno...pues ya hemos llegado.-Dice Remy dejando su mochila de deporte en el suelo y admirando el monasterio- Espero que por dentro este mejor que por fuera, no me gustaria usar de despertador lametones en la cara de perros llenos de parasitos.

Dicho esto, se agacha y rebusca en su bolsa de deportes hasta que da con el repelente de insectos. Una vez lo encuentra dedica el tiempo que el resto del grupo tarda en decidir el siguiente paso en aplicarse, meticulosamente, el producto en cada zona visible de su anatomia.

El viajecito fue bastante soportable ,en parte abstraído con su discman ,escuchando musica y no escuchando las gilipolleces de su hermanastra y sus amigos.

Un abuelo bastante peculiar,lo suficiente como para quitarse los cascos y escuchar,con una manera graciosa de hablar ,les indica ,y a la vez previene del lugar. No puede evitar una sonrisa y carga con su mochila de nuevo. Se coloca los cascos de nuevo y mira a Remy ,sonriendo.Continúan el camino ,hasta llegar al sitio en cuestión ,donde les sobresalta el asqueroso perro. Tras verlo observar alejarse ,su mirada se centra en el lugar y el convento.

-Que preciosidad ,¿seguro que esta monería es tu herencia?.

Dirigiéndose a Greta.

-Muy de tu estilo no es, aunque tu nuevo perro tiene un parecido a los novios que sueles frecuentar, grandes y llenos de malas pulgas, quizás sea una señal.Porque ese las tiene que tener del tamaño de cucarachas,de esas grandes y negras.

        Aaron se pone delante de su amada cuando se acerca el chucho pulgoso, despacio saca uno de los brazos de la mochila y la sujeta mejor con la intención de poder tirarla directa al perro si se ponía agresivo de verdad. Por suerte, y antes de que llegase a hacer nada, éste decide desaparecer por donde a venido. El joven, que se había puesto en tensión de forma instintiva se gira hacia Lenny aún con su mochila entre las manos dispuesta a ser lanzada. - Lenny… - Se toma unos segundos para respirar antes de decir o hacer nada que pudiera tener algún perjuicio para la heredera. - Igual deberías ser un invitado más… Agradecido. - Sin duda, sus palabras, si bien en un tono suave, resultan cargadas de significado y tensión.

         Vuelve a ponerse la mochila en la espalda, tiende la mano a la preciosa anfitriona y comienza a andar en busca de un camino más o menos despejado de surcos y barro.

La cerca electrificada le pareció un buen detalle a la heredera. No quería a la chusma del pueblo rondando por las inmediaciones, queriéndose enterar qué hacían ellos allí ni que era de sus vidas. Sin embargo, encontrar aquel chucho desagradable dentro de los límites de su propiedad la sacó de onda, cosa que su hermanastro se encargó de exacerbar. -Déjalo Aaron... Está celoso de que ni siquiera ese perro asqueroso se le acerque -una sonrisa engreída iluminó su rostro-. Veamos de una vez qué es lo que me ha dejado mi tío. Evelyn! No te quedes atrás!

El camino hasta el convento tirando de su maleta no se le hizo pesado a Evelyn quien no dejaba de mirar a derecha e izquierda observando el pueblo donde estaban. Rústico, pero con encanto.

Se sobresaltó, al igual que el resto cuando se encontraron con el enorme mastín, que por su aspecto sucio y descuidado parecía salido de un noticiario de veraniego donde el periodista de turno acudía a una perrera a mostrar el problema de las mascotas abandonadas al comienzo de las vacaciones. Rápidamente se sobrepuso al susto y el miedo fue sustituido por la lástima por aquel pobre animal que les gruñía, seguro que igual de asustado que ellos.

- Voy.- Digo a Gretta una vez todos emprendieron la marcha y comenzó de nuevo a arrastrar su maleta.

- Si ese perro forma parte de la herencia- Continuó diciéndole a su amiga cuando se colocó a su lado aunque con apenas un susurro audible.- Tal vez habría que llevarlo al veterinario para que le curen y desparasiten y buscarle un nuevo hogar.- En cuanto Greta le dirigió la mirada pasó a explicarse.- Si se escapa y ataca a alguien te harán responsable.

El monasterio se iba acercando lentamente al paso de los muchachos que, poco acostumbrados al húmedo clima espantaban mosquitos y moscas. Liam estaba particularmente callado, lo cual era un alivio para el resto del grupo ya que no tenían muchas ganas de oír una completa explicación sobre el ciclo reproductivo de los insectos. En aquel momento, se dieron cuenta de que a pocos metros del monasterio había un cementerio. Debía de ser el mausoleo destinado a los que vivían en el convento, ya que estaba bastante descuidado. Un minuto después, estaban en la puerta del monasterio.
 

Sin embargo, Lenny se dio cuenta de algo más. Parecía haber alguien en el edificio ya que, por un instante, le pareció vislumbrar un rosto pálido en la ventana. ¿Habría alguien dentro o sería tan solo una jugada de la luz en su cerebro cansado?

Sin embargo, Evelyn se dio cuenta de algo más. Parecía haber alguien en el edificio ya que, por un instante, le pareció vislumbrar un rosto pálido en la ventana. ¿Habría alguien dentro o sería tan solo una jugada de la luz en su cerebro cansado?

Greta miró extrañada a su compañera de cuarto cuando ésta comenzó a decirle que tenían que encargarse del chucho que merodeaba por el lugar. ¿Encargarse de ese perro pulgoso y horrible? ¿Por quién la tomaba, por una de esas idiotas de PETA? Sin embargo, cuando las explicaciones de Evelyn aclararon lo que la chica tenia en mente, la rubia asintió con cara de "qué genial eres".

-Bien pensado Evelyn, mása tarde podemos bajar al pueblo a ver si conseguimos alguien que se encargue del asunto -aunque si en vez de un veterinario conseguían que la perrera se lo llevara, mejor que mejor.

Alcanzaron la puerta del monasterio y la rubia respiró aliviada. Apenas habrían pasado 20 minutos en la campiña y ella ya estaba harta del barro, los mosquitos, las hierbas pinchudas y de la naturaleza en general. Aunque el lugar se veía lúgubre, parecía mejor continuar el día dentro de sus paredes, que viviendo "aventuras" al aire libre.

-Y bien? Alguien quiere hacer los honores? -su mirada se dirigió a Aaron. Si la puerta estaba trancada por la humedad y el paso del tiempo, su musculoso novio lograría abrirla.

Tener el camposanto tan cerca del monasterio inquieta sobremanera a Remy, un escalofrio le recorre la espalda al pensar siquiera en pasar una noche ahi.

-Un cementerio al lado de una vivienda?- Expresa confuso- Entiendo que cuando esto era un monasterio tuvieran a mano el camposanto, pero supongo que si quieres habilitar esto para vivir...bueno, no es una vista muy agradable, no crees? -Pregunta dubitativo y timido.

Mira al cementerio y se rasca la cabeza, el ver al perro pulgoso le habia dejado con una sensacion psicosomatica, incluso hipocondriaca de picor cutaneo.

-Quiza tendrias que pedir un permiso al ayuntamiento para trasladar los restos.

        Aaron observaba aquella escena con tranquilidad, como si estuviera viendo tan solo el opening de alguna serie de televisión. Revisa el estado general exterior del monasterio, intentando adivinar como de cómoda sería la estancia de un grupo de jóvenes urbanitas. La visión del cementerio le resultó incomoda por un momento, pero bien pensado, ¿Que iba a encajar mejor en aquel lugar?. - Ahí debe de haber una pala, y herramientas… - Mientras repasa el exterior buscando si hay alguna edificación independiente, sus pensamientos comenzaban a trazar vendettas y "sorpresas".

          Con las palabras de Greta enseguida sale de su ensimismamiento y la dedica una sonrisa, desde luego no sería él quien la hiciera esperar. - No hay que ser maleducados, siempre hay que pedir permiso, no sabemos quien nos espera… - Habla con una sonrisa en sus labios, dejando a propósito aquella frase en el aire. Su mano se cierra en un puño y con los nudillos llama fuertemente tres veces, tratando de cargar de tensión el momento. Tras unos segundos de silencio en los que solamente escucha, empuja con fuerza uno de los portones esperando que este ceda.

Aaron empujó y empujó la puerta con su hercúlea fuerza mientras el resto miraba.. y se miraban ante ellos. El chico había decidido hacer las cosas por las bravas sin ningún éxito ya que aquella puerta, aunque tuviese unos cuantos siglos, estaba hecha de na pesada madera de muy alta calidad. Frustrado, apartó las manos, sin reparar en la cerradura y en la llave que tenía Greta. 

Continúan la marcha,dirección de la entrada. Ver el mausoleo y el camposanto,seguidas de las palabras de Remy,hacen que se dibuje una sonrisa macabra. 

-Greta, tal vez tus antepasados quieran hacerte una fiesta de bienvenida,y se alcen esta noche para sorprenderte.

Luego golpea cariñosamente a Remy en el hombre,para que siga el camino,cuando se detiene,mirando fijamente la casa y los ventanales del monasterio, quedándose mirando embelesado....